Reflexiones |
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Inmisericorde devenir, Cruel imagen decadente. Reflejo enhiesto de las Sombras que seremos. Ante ti no es posible Sentirse duradero. Me carcomes Como el óxido carcome Tus huesos de hierro, Descascara tus muros Y hunde bien los techos. Me conmueves Como el viento de la mar, Bestial y ajeno. Permaneces. Te desgastas lento. Y aún así, sigues erecto, Resguardando tus historias, Tus misterios y secretos. Nada eres. Sólo restos. Y cuando el sol Por las tardes va muriendo, Tu silueta teje mis preguntas Sin respuestas en tu seno. Romanticismo del ayer. Memorias que ya fueron, De sentimientos y de hechos, Que ni siquiera son recuerdos. Tu, Gran Hotel Viena, viejo compañero De mis noches de desvelo, De escritos, investigación Y desconsuelo. Te agradezco el influjo de tus sueños. Porque al verte viejo, Cansado y sin arreglo, Me veo a mí mismo En el futuro, en el olvido; Y no puedo más que Disfrutar de este momento. Exprimirlo. Gozarlo por completo. Porque sé, observando Tus roídos muros de concreto, Que eso somos: Meros instantes en el tiempo. |
poema de Fernando
Jorge Soto Roland
julio
de 2010
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Fernando
Jorge Soto
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