Esperando |
Penumbra, oscuridad, vacío. Las tres cosas necesarias para llamar a esa cosa. Hace años que no la veo, hace tiempo que no la oigo. Pero, aún así, sigue rondando en mi alma, sigue atormentándome por las noches, por las tardes lluviosas, cuando estoy solo. Esa cosa de extraña forma, de imagen abstracta me acosa cuando algo sale mal, cuando recuerdo a quienes ya no están. Me busca una vez al mes, me instiga todos los días, pero jamás logra lo que quiere. Mi vida es feliz pero aterradora cuando se me aparece esa dama. Todo se acaba, todo comienza. Ya a longeva edad aguardo su llegada, pero rechazo su presencia. Intento correr de ella, pero es demasiado rápida, demasiado temible. Se que cuando tenga la oportunidad, ella ganará, pero le daré pelea, aunque esa no es la idea. Sus garras me desmiembran, sus ojos me pudren. Las arenas del reloj se acaban pero trato de voltearlo. Se que no es posible huir de ella si eres su encargo. Te pesan los parpados, te da sueño. Los días se acaban, las personas también. Eres una dama, una centella en las tinieblas, que te arrastra al olvido sin hacer ningún ruido. Eres silenciosa, dolorosa, inesperada. A veces eres fugaz, otras veces muy lenta. Alertas con una sirena cuando la hora está cerca. Tu delicadeza es perversa en especial cuando no te desean. Teniendo noventa años aún no estoy preparado. Tengo sueños y contratos que aún no he realizado. Vivo como un vago, mantenido por un aparato. No deseo estar atado y menos a un artefacto. Aunque prefiero estar amarrado a enterrado. Tu sonrisa es maleva aunque sea sincera. Lo único que anhelas es dar equilibrio a la naturaleza. El final es crucial, para un principio. Sin principio no hay final. Sin final, no hay principio. Las leyes naturales me atraen, me deshacen en la nada, en las sombras. Me dan luz, me dan calor. Pero lo que busco es tener algo mejor. Eso es imposible, ya nada existe en cuanto te metiste con la dama. La dama te busca y abusa. Sólo cuando se la acusa o menciona, ella aparece recelosa. Cuando se ordena algo lo cumple sin vueltas, sin problemas. Puede que el cueste pero siempre obedece. No se pude escapar, ni burlar de ella porque es la que te condena. La
vida es bella pero se aprecia sabiendo que no es duradera. Por eso a ella
la detestas. Porque sabes que acaba con lo que empiezas. Liquida tu vida,
te da un final. Sin ella todo sería aburrido, sin sentido. La naturaleza
sería una mentira, una porquería. Sea mala o buena depende de quien lo
vea. Yo no la busco ni la llamo, pero la hora me ha llegado. Intento
escapar pero nunca ganaré. Se que ella molesta si te niegas a ceder. Hay
que aceptarlo, mi hora ha llegado. Tocando a la puerta la dama se
presenta, muy seria. Luego de seis infartos ella termina su atentado. Seis
intentos fallidos le dieron sentido a mi vida. Me hicieron disfrutar y
alegrarme por las cosas. Ella no solo es siniestra, también es una
maestra. Nos enseña a disfrutar y gozar. Sabemos que cuando ella llega
todo empieza una vez más. Señora muerte, perdición remarcada, gracias
por darle sentido a las cosas. Si todo fuera eterno, sería perfecto pero
no habría sueños. Detesto tener que irme pero mi paradero será sublime.
Tal vez la nada es lo que me aguarda, o tal vez salir de otra panza. Eso
no se sabe hasta que sucede. La señora muerte esta llena de sorpresas, es
traicionera y a veces bien venidera. Por eso digo, te odio dama de los
finales, te amo señora de los sueños. Eres un misterio y no tienes
excusas para lo que haces. Sólo cumples tu trabajo aunque no sepamos de
quién eres empleado. Hombre o mujer eres, según quién lo piense. No
tienes forma, no tienes vida, eres la agonía y la buena vibra. Albergas
mil historias, mil lugares. Aterras a la gente y a la vez la enorgulleces.
Eres diferente a cualquier otro ente. Tú existes porque existimos, y a la
vez ese no es el motivo. Nadie te conoce, pero eres famosa. Sabemos bien
que es lo que gozas. Cumplir tu labor te da vigor. Acabar con lo nuestro
es tu deseo. Eres alegre y eres amarga, no sabría como describirte.
Tienes tus cosas buenas y malas. Debido a eso te damos las gracias. |
Rodrigo J. Soto Bouhier
rodrisotobouhier@hotmail.com
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