"Leo", como también lo nombraban en su época de estudiante
universitario, comenzó a revisar mentalmente lo dicho por los periódicos
tres años atrás. "Niehaus era un hombre de la CIA. Había llegado a
Venezuela al mismo tiempo que el embajador Slaudeman y ambos habían estado
en Chile cuando tumbaron a Allende. Si bien se decía que el nuevo
representante gringo era el operativo en cuanto a dar órdenes y montar
operaciones, al parecer Niehaus era el financista, el hombre que entregaba
los dólares. Fue cuando se organizó el Grupo de Comandos Revolucionarios,
con "Carlitos" a la cabeza. Necesitaban un golpe sonoro para
revivir al movimiento revolucionario, y el objetivo estaba ahí, a la mano.
Por eso secuestraron a Niehaus, quien públicamente aparecía como
presidente de la Owen Illinois. Fue un boom y los venezolanos supieron
entonces que la cosa seguía, que la izquierda revolucionaria auténtica
estaba viva. No como los revisionistas del PCV, o los seudo-revolucionarios
del MEP, machacados por la rueda del sistema".
-Yo creo -filosofaba para sí mismo- que el problema surgió cuando el GCR
se dio cuenta que Niehaus era un pez muy grande, como para manejarlo solo.
Hombres y bastante dinero son necesarios para mantener un secuestrado vivo y
en movimiento constante. No éramos suficientes ni había dinero. Acudimos a
"Bandera", pero no funcionó, más luego entró en el asunto la
Liga Socialista que tenía dos caras: la legal con Jorge Rodríguez y David
Nieves, y la clandestina con los de la OR. De todas formas fue necesario
pedir adelantos, pero la DIM no se caía a cuentos. Así cayó un estudiante
de la técnica que hacía de correo, y él fue quien delató a los de la
Liga. Capturaron a David Nieves y a Jorge Rodríguez. También agarraron a
Salom Meza, luego de allanarle la inmunidad. Jorge no soportó los golpes y
murió en los calabozos de la Disip.
En la memoria del ahora fotógrafo de la cadena, afloró el recuerdo del
entierro: "Jorge Rodríguez era un verdadero líder revolucionario y
como tal murió. Aguantando los batazos que le fracturaron todas las
costillas. Yo era pichón de fotógrafo, freelance, decía uno como para
simular la pelazón. Y con mi cámara soviética, comprada a un camarada,
cubrí el cortejo fúnebre. Nada de carrozas, ni carros alquilados. No señor.
Todos a pie, con centenares caminando por la avenida principal del
Cementerio, y justo ahí, en el cruce con la Nueva Granada, hubo unos tiros.
Todos corrimos y el muerto quedó en el suelo. Lo recogimos y enterramos
cantando La Internacional. ¡Qué emoción!".
-De todas formas- recordaba Leo-- Niehaus no apareció. Vinieron las
elecciones y David fue candidato por la Liga Socialista. Salió diputado con
el uno por ciento, el cociente de las minorías. Disfrutaba de inmunidad por
eso se sususpendía el juicio.
Lo malo de la aparición del gringo, es que si jurungan mucho el caso, si el
Niehaus se pone a hablar, puede que salgan a relucir algunas cosas, como los
20 millones que se pagaron en el exterior. Nadie sabe lo que puede pasar.
Claro, como es un tipo de la CIA a lo mejor lo mandan para Ohio, sin decir
nada. A ellos tampoco les conviene que se alborote la cosa.
El secuestro
El 27 de febrero de 1976 siete hombres armados con ametralladoras
irrumpieron violentamente en la quinta "Betchirro", ubicada sobre
la calle Isla larga de la urbanización Prados del Este. De inmediato
sometieron a todos los presentes, entre ellos Donna Niehaus, sus hijos y la
empleada para el servicio doméstico. Sin contemplaciones se llevaron a
William Frank Niehaus, ciudadano norteamericano, presidente de la Owen
Illinios de Venezuela. La sorpresa fue general, el país quedó impactado
pues hacía mucho tiempo que no sucedía un secuestro de un personaje de tal
nivel. Corría el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, el cual resultó
afectado políticamente, pues suponían que los grupos revolucionarios que
pudieran existir para ese año ya no estaban en una de guerrilla urbana.
En verdad, visto en el tiempo y desde afuera, sin dejarse involucrar por el
apasionamiento político, los años 70 eran los del repliegue y abandono
total de la lucha armada. Rafael Caldera con su política de pacificación
en su gobierno iniciado en 1969, había mitigado el fervor revolucionario.
El Partido Comunista de Venezuela, PCV, había sufrido su más grande división
de la época moderna, cuando Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez abandonaron
la idea de llegar al poder por las armas y, dando un paso al costado, habían
fundado el Movimiento al Socialismo. En 1973 el candidato presidencial de la
izquierda fue José Vicente Rangel, quien perdió lejos ante el abanderado
de AD. El de CAP fue el gobierno de la Gran Venezuela, con la nacionalización
del hierro y del petróleo. Apenas quedaba un puñado de radicales de
izquierda, manteniendo viva la llama del foquismo, aquella teoría según la
cual, un pequeño grupo de insurgentes puede encender la mecha
revolucionaria.
Los movimientos clasificados como ultras eran pocos, entre ellos
"Bandera Roja" de los hermanos Puerta o la "Liga
Socialista". Pero he aquí, que el secuestro del industrial Niehaus había
sido ejecutado por uno nuevo llamado Grupo de Comandos Revolucionarios, CGR.
La verdad era que el año anterior la izquierda radical había tenido un
pequeño triunfo, cuando lograron liberar a 23 de sus militantes presos en
el Cuartel San Carlos. Hubo planteamientos entre los más recalcitrantes
foquistas acerca de que esa fuga era una señal para revivir la esperanza de
una revolución en el país. Fue cuando organizaron los GRC, y se produjo el
secuestro del industrial norteamericano.
¿Por qué Bill Niehaus? Esa interrogante fue respondida mucho tiempo después.
Según la información que manejaba la izquierda, el norteamericano estaba
involucrado con la Central de Inteligencia Americana, la famosa agencia
conocida por sus siglas CIA. La conexión sería con el nuevo embajador de
los Estados Unidos en Venezuela, Harry Slaudeman. Ambos, el diplomático y
el alto ejecutivo, venían de una estadía en Chile, justo desde los tiempos
en que fuera derrocado el presidente Salvador Allende, en septiembre de
1973. La deducción era lógica para cualquier mente revolucionaria
latinoamericana: ellos estuvieron involucrados en el golpe encabezado por
Pinochet. Instalados en Caracas se decía que quien transmitía líneas políticas
y órdenes provenientes del norte, directo desde Langley, Virginia, era el
embajador. Al mismo tiempo Niehaus manejaba el dinero, era el hombre de los
dólares para financiar las operaciones encubiertas. Lo único inexplicable
era que siendo el presidente de la Owen un hombre dedicado a esas
incursiones, no tuviera una protección acorde con tales actividades.
Directo al congreso
El secuestro de Williams Niehaus trajo como efecto inmediato una ola de
persecución, represión y apresamientos por parte del gobierno de Carlos
Andrés Pérez. Era lógico, pues el Ejecutivo había sido golpeado políticamente
por un pequeño grupo de "desadaptados", como los calificaban en
esos días. En Acción Democrática los más duros exigían presos, acción
y recuperación del secuestrado. El CRG y la operación "Argimiro
Gabaldón" habrían estado al mando de Carlos Lanz, un ex miembro de
las Unidades Tácticas de Combate de los años 60. Pronto captaron que no
podrían soportar el acoso de los cuerpos de seguridad como la PTJ, Disip y
DIM. La búsqueda del secuestrado era intensa, y para mantenerlo en
movimiento necesitaban hombres y, sobre todo, dinero. Fue cuando aceptaron
la única salida posible. Debían recurrir a otros grupos, lo cual
significaba también repartir los beneficios, políticos o económicos, que
obtuvieran por el secuestro.
Algunos comentaristas de la época han señalado que recurrieron en primer término
al grupo "Bandera Roja", liderado por Gabriel Puerta Aponte, pero
por alguna razón, la propuesta no tuvo efecto. Entonces hablaron con la
Liga Socialista, un movimiento revolucionario que tenía cierta fuerza en la
UCV y en algunas regiones del país, como Carabobo, más específicamente en
Valencia. La Liga era liderada por un caroreño de 34 años llamado Jorge
Rodríguez, y quien se hacía acompañar de David Nieves. La ventaja para
los secuestradores era que la Liga tenía un grupo clandestino, un brazo
armado, llamado "Organización de Revolucionarios", ideal para
efectos de movilizar constantemente al secuestrado Niehaus. El otro
problema, el del dinero, trataron de resolverlo pidiendo
"adelantos" sobre el total de la suma millonaria exigida. Fue
precisamente en uno de estos cobros, el 22 de julio de 1976, cuando cayeron
presos David Nieves e Iván Padilla Bravo. Luego fue detenido el máximo líder
de la Liga, Jorge Rodríguez, quien a los tres días "apareció"
muerto en un calabozo de la Disip. El gobierno adujo un paro cardíaco, pero
José Vicente Rangel, en ese tiempo defensor a ultranza de los derechos
humanos, comenzó una campaña que terminó por probar que Rodríguez
presentaba por lo menos siete costillas fracturadas y desprendimiento del hígado.
Había sido asesinado a batazos.
Con el escándalo de esta muerte la detención de Nieves se hizo del
conocimiento público, y también se produjo el allanamiento de la inmunidad
parlamentaria al diputado Salom Meza, acusado de estar incurso en el
secuestro. Radio Caracas Televisión fue cerrada por tres días, por pasar
información sobre el caso Niehaus, el asesinato de Rodríguez, y la captura
de Nieves y Padilla (años después éste último sería señalado por el
propio Nieves, como quien había confesado). Lo cierto es que el secuestro
del norteamericano dejó de ser noticia, y apenas un viaje a Estados Unidos
de la señora Donna Niehaus tuvo algún titular. Llegaron las elecciones de
1979, todos se enfrascaron en la contienda para la presidencia y las curules
en el Congreso Nacional. De Niehaus no se decía nada, al punto que muchos
creían que estaba muerto. Pero la Liga Socialista seguía viva, en acción,
con absoluta legalidad, por lo cual sus dirigentes decidieron que debían
participar en los comicios.
En esas condiciones decidieron lanzar como candidato a la Cámara de
Diputados a su líder preso, David Nieves, mientras que Salom Meza Espinoza
también iba en las mismas condiciones, pero por el Movimiento Electoral del
Pueblo. La Liga hizo campaña abiertamente, explicando en entrevistas por
televisión, radio y por los diarios nacionales, que la idea era liberar al
dirigente. El sistema electoral de la democracia representativa permitía
que las minorías estuvieran representadas en el Congreso, los de la Liga
calculaban que tendrían los votos suficientes para que Nieves saliera
electo. La Constitución establecía que en esos casos, al salir diputado,
cualquier detenido o enjuiciado quedaba revestido de inmunidad
parlamentaria, y su causa quedaba suspendida hasta que perdiera ese
privilegio. Así sucedió, y el día de la instalación fue todo un espectáculo
ver al Presidente saludando a los diputados que hacían presencia para
asumir sus investiduras. Por supuesto que no hubo apretones de manos ni nada
por el estilo para Nieves y Mesa Espinoza, pero estaban ahí, como
parlamentarios, quienes ejercerían hasta el final de su mandato.
Comenzando el gobierno de Luis Herrera, justo a los 3 años y 4 meses de su
secuestro, apareció Bill Niehaus. Según las versiones de prensa de esos días,
un ganadero de Bolívar había denunciado un robo de reses, y por casualidad
un comando de la PTJ que acudió a ver el asunto, consiguió al
norteamericano. Flaco y con el pelo largo, al ver a los funcionarios gritó:
"No disparen, soy Niehaus". En este encuentro fortuito cayeron
abatidos José Aquino Carpio y Wilfredo Silva, militantes de la Liga
Socialista. El liberado fue llevado a Caracas, y sin declarar nada salió
directo a los Estados Unidos. El juicio contra Nieves jamás se llevó a
cabo, y hoy día el ex dirigente de la Liga es cónsul de Venezuela en las
Islas Canarias.
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