El
hombre ya entrado en años estaba parado frente al adoquín, en el
cual se advertía una inscripción. La plaza tenía actividad, pero no
tanto como cuando el Papa aparecía en el balcón o decidía
recorrerla en su automóvil. La gente pasaba en todas direcciones y el
anciano, con una pequeña bolsa en la mano, una chaqueta ligera y una
mirada perdida en sus recuerdos, parecía como suspendido en el
tiempo. En verdad estaba ahí cuando se produjo el atentado. Vio cómo
dispararon en tres ocasiones, a la monja que aferró la mano del
asesino y cuando el hombre flaco, de ojos hundidos, traje gris y
camisa blanca, lograba zafarse para correr en su dirección. No lo
pensó dos veces: el sujeto, aún con la Browming en la mano, intentó
huir y él se le abalanzó, dominándolo. La pistola cayó al suelo.
Luego otros policías se llevaron al agresor. Él ni siquiera figuró,
pues si bien era agente, estaba de civil. El Servicio Secreto Italiano
se había hecho cargo del tipo: Era un turco y a primera vista
creyeron que era un fanático loco, pero luego se descubrió que era
un asesino profesional, entrenado por el terrorismo para matar.
Pierino buscó un banco para sentarse, sacando de la bolsa un panino y
un capuchino de máquina. Era la merienda que siempre llevaba consigo
cada vez que iba la Plaza de San Pietro, pues ahora viejo y jubilado sólo
le quedaba eso, y a veces el cine. En su pequeño apartamento romano,
donde vivía luego de enviudar, tenía el expediente. No era un
documento oficial, pero sí incluía copias de las averiguaciones y
diligencias. Lo había conseguido con los amigos y por eso tenía su
propio dossier: "El 13 de mayo de 1981 el papa Juan Pablo II debía
recibir a un dignatario extranjero, por lo cual la Guardia Suiza
encargada de su seguridad, no sabía si iría a la plaza. Era miércoles,
un lindo día primaveral, como para que el Santo Padre se montara en
un Toyota blanco, acondicionado con una barra para que se sostuviera
con las manos y de pie. Ese día tocaba el paseo de dos vueltas a la
plaza, dando la bendición a los peregrinos, quienes por miles se
agolpaban contra las barandas metálicas de seguridad. Cerca de las
tres de la tarde se supo que Juan Pablo II asistiría a la plaza, y
todo el aparataje de seguridad, tanto del Vaticano como del gobierno
italiano, se puso en movimiento. También un sujeto alto y flaco, mal
afeitado y vestido con un traje gris, fue avisado sobre el recorrido
que haría el Papa".
El informe de Pierino señalaba que "cerca de las cinco de la
tarde el alto prelado, con sus ropas blancas impolutas y su carismática
sonrisa, subió el papamóvil, como llamaban al vehículo. Comenzó su
recorrido entre la muchedumbre y dio una primera vuelta lentamente,
sin contratiempo. De vez en cuando el Toyota se detenía para que el
Pontífice besara alguna niña ofrecida a sus brazos por una ferviente
madre. Nadie detectó que a unos cinco metros estaba un sujeto de
mirada fría y tranquila, quien al contrario de la muchedumbre se
mantenía como un observador impasible. Fue en el segundo giro, cuando
el Papa acababa de regresar otra niña a su familia, que se oyeron las
detonaciones. El primer disparo dio en el abdomen de la víctima,
ensangrentado de inmediato el blanco traje papal. El segundo disparo
dio en la medalla de la Virgen de Fátima colgada en su pecho, por lo
cual el proyectil se desvió, arrancando una falange de la mano
derecha. El tercer disparo acertó en el antebrazo del mismo lado. El
jefe de seguridad italiano, inspector Pisiani, había saltado al papamóvil
cubriendo con su propio cuerpo al Santo Padre, previendo más
disparos. El agresor, identificado luego como Ali Agca, fue apresado
por un agente de civil, quien por casualidad estaba entre la gente más
cercana". Ese fue Pierino.
La víctima: un papa incómodo
Para mayo de 1981 el papa Juan Pablo II tenía tres años de haber
sido elegido como máximo jefe de la Iglesia Católica, hecho
acontecido el 16 de octubre de 1978. El Pontífice se había mostrado
al mundo como un líder con fuerza que además no olvidaba sus orígenes.
Karol Wojtyla era nativo de una región cercana a Cracovia, Polonia,
donde nació el 18 de mayo de 1920. Hijo de un militar polaco, muerto
en 1941 cuando los nazis ya eran los "dueños" de Polonia, y
de una mujer católica, que le inculcó el sentimiento religioso. Al
morir su madre el niño Karol tenía apenas nueve años de edad,
recibiendo una educación adecuada hasta 1939, cuando, inscrito en la
universidad, surgió la imprevista invasión alemana y esa casa de
estudio fue cerrada. De ahí en adelante el joven sufrió una
persecución tras otra, huyendo de la muerte segura por ser católico
practicante: Primero trabajó en una cantera como obrero, luego en una
fábrica química, pero el fichaje de la Gestapo lo obligó a pasar a
la clandestinidad. Vivió escondido en buhardillas y túneles
secretos, activando para ayudar a los perseguidos del nazismo, y
estando en eso, en 1943 ingresó al seminario clandestino creado el
arzobispo de Cracovia. En 1946, ya liberado su país y derrotado el
enemigo germano, Karol Wojtyla sería ordenado sacerdote y enviado a
Roma para especializarse en estudios de teología y filosofía.
En 1948 el ahora padre Karol estaba de regreso en su terruño. A lo
largo de diez años se dedicó a su labor pastoral, además de enseñar
en el seminario de Cracovia. En 1958 fue nombrado Obispo auxiliar de
la capital, y en 1962, al morir el arzobispo Baziak, titular de la
Arquidiócesis de Cracovia. En 1967 llegó a la más alta nominación
en la jerarquía de la Iglesia Católica al ser designado Cardenal, el
segundo más joven de la época con apenas 47 años de edad. El 28 de
septiembre de 1978 el papa Juan Pablo I murió en extrañas
circunstancias, dando pie a especulaciones de todo orden, con un
supuesto y negado envenenamiento, al estilo de los que se aplicaban en
el renacimiento. Un mes después el sínodo de cardenales eligió a
Karol Wojtyla como el nuevo representante de Cristo en la tierra,
quien adoptó el nombre de Juan Pablo II. Aquel jovencito que había
iniciado sus estudios en un seminario escondido en medio de la guerra,
ahora se había convertido en el Papa más joven del siglo XX y el
primero no italiano en 400 años, pues el último Santo Padre
"extranjero" había sido el holandés Adriano VI en 1522.
Juan Pablo II se habría de caracterizar como un Papa viajero. Entre
los primeros países en recorrer estuvo Polonia, pues un año después
de su proclamación hacía un peregrinaje por su tierra natal, donde
fue aclamado por millones de coterráneos. En sus discursos pidió
respeto por las tradiciones nacionales y religiosas, lo cual causó
verdadero escozor en las autoridades polacas, quienes siendo adscritas
al bloque socialista liderado por la Unión Soviética, no veían con
buenos ojos a aquel líder católico. La verdad es que el nuevo Papa
se convertiría en un líder del cambio, defensor de las libertades, y
un hombre influyente en el futuro por venir. El año anterior se había
producido en Polonia la primera gran huelga en un país de la órbita
comunista de Rusia, y se estaba creando el que sería luego famoso
sindicato de Solidaridad, liderado por el electricista Lech Walesa.
Nadie lo sabía, pero en verdad desde esos días en Polonia se gestaba
la caída de todo un sistema sociopolítico, el fundado por Vladimir
Ulianov Lenin en 1917, el cual ya iba por los sesenta años bajo el
nombre de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
El victimario: un asesino profesional
El 15 de enero de 1981 el papa Juan Pablo II recibió oficialmente a
una delegación del recién creado sindicato polaco Solidaridad, y ahí
estaba Lech Walesa, quien se convertiría en su amigo personal. Era un
respaldo único a la primera organización sindical independiente que
lograba establecerse legalmente en el bloque socialista. Para los soviéticos
y los países de su órbita aquello era prácticamente una herejía
política, la cual violentaba todas reglas del marxismo-leninismo.
Ergo, el papa Juan Pablo II, polaco para más señas, apoyaba al
enemigo que asomaba su cabeza contra la URSS. En ese contexto, cuatro
meses después, se produjo el intento de asesinato del alto prelado en
la plaza de San Pedro. Era miércoles en la tarde, 13 de mayo de 1981,
(día de la Virgen de Fátima), cuando un sujeto desgarbado, mal
afeitado, logró ubicarse a unos tres metros de Su Santidad, quien
estaba arriba del papamóvil. Hizo tres disparos, y el más peligroso,
el cual acertó en el abdomen, en verdad tuvo al borde de la muerte al
Santo Padre. Lo salvó la rapidez con que fue traslado a un centro médico,
donde lo sometieron a una operación de cinco horas, realizándose una
colostomía. Pero también lo salvó una medalla de la Virgen de Fátima
que Juan Pablo II siempre llevaba sobre el pecho. El segundo disparo
pegó ahí, y la bala se desvío.
El hombre que había esgrimido y disparado la pistola Browming de
primera fue agarrado del brazo por una monja, y al intentar huir un
agente italiano de paisano lo detuvo. El Servicio Secreto se hizo
cargo y al, registrarlo consiguieron en el bolsillo una nota que decía
"Yo, Agca, he matado al Papa para que el mundo pueda saber que
hay miles de víctimas del imperialismo". Luego se preguntaron:
¿Quién es este sujeto de nacionalidad turca, el primero en cometer
atentado contra un Papa en la era moderna? Se trataba de un sujeto
llamado Mehmet Ali Agca, nacido el 9 de enero de 1958, en el barrio de
Hekimhan, provincia de Malatya, un ladrón de poca monta. Luego derivó
a traficante y después pasó a formar filas con un grupo de
ultraderecha turco llamado "Los Lobos Grises". Con esta
organización obtuvo gran notoriedad en su país: El primero de
febrero de 1979 asesinó a un periodista llamado Abdi Ipekci, editor
de un diario izquierdista bien conocido "El Milliyet".
Delatado y encarcelado fue condenado a cadena perpetua, pero con ayuda
de los "lobos" pudo huir hacia Bulgaria.
Luego cometería el desatino de disparar contra el Papa. En el año
2002 mediante la comisión "Mitrokhin" determinó que
"los servicios secretos búlgaros y la KGB soviética estuvieron
detrás del complot". Según esta comisión del parlamento
italiano, se trataba de un atentado por la amistad y el apoyo que Juan
Pablo II estaba dando a Solidaridad y a su Walesa. Estaban las
declaraciones de Agca asegurando haber recibido entrenamiento en armas
por parte de Bulgaria, y entrenado un campo de la Organización para
la Liberación de Palestina. Sin embargo, Agca se contradijo varias
veces en cuanto a todo lo que rodeaba el atentado, siendo considerado
como poco confiable en cuanto a sus afirmaciones. Nadie le creyó
cuando acusó al secretario del Vaticano, Agustín Casaroli, de
organizar la conspiración. Después llego a señalar que él, Agca,
era el "Nuevo Mesías". Para completar la confusión, el último
gobierno comunista de Bulgaria a cargo de Jaruzelski, no sólo
desmintió a Agca, sino que acusó a grupos terroristas islámicos de
ser los autores del atentado.
Agca fue condenado a cadena perpetua, en julio de 1981. Dos años
después recibió la visita del Papa y luego de 18 minutos de
conversación, Juan Pablo II ordenó que todo el archivo de
investigación del Estado Vaticano fuera sellado y guardado,
prohibiendo su divulgación. El mundo entero supo que el Papa había
perdonado a su agresor. El autor de los disparos en la plaza de San
Pedro no cumplió su condena pues el 13 de junio del año 2000 el
presidente de Italia, Carlo Azeglio Ciampi, le otorgó un indulto y lo
envió de vuelta a su país de origen, Turquía donde lo esperaba otra
condena perpetua por la muerte del periodista. Encerrado de nuevo, en
2006 la Corte Suprema turca revocó la sentencia. Por otros delitos
debía estar preso hasta 2017 en una prisión de alta seguridad
cercana a Ankara, pero otro fallo judicial le otorgó la libertad
plena en enero del año pasado.4d2r