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Los terrenos de la vida
Ana Solá

Cuando mi amiga era aún una adolescente rebelde y sorda, al igual que lo fuimos todas, su madre decidió tomar un papel y lápiz para lograr lo que entre ellas era casi imposible: el diálogo fluido y en paz. Como nos pasa ahora a muchas madres con los hijos, a pesar del tiempo transcurrido, de tantas y diferentes circunstancias de la vida y de haber salido a la luz tantos métodos de cómo educarlos mejor.

 

Por eso, en lugar de discutir, le puso en la bandeja del desayuno un papel escrito con esas palabras de mamá con ganas de llegar a su hija y no poder. Y, aunque siempre intentó inculcárselas, cuando la nena creció y se transformó en una adolescente ya no le prestó más atención porque, en esa etapa, los hijos hablan más fuerte que los padres para no tener que escuchar.

 

Es más, mi amiga estaba tan emperrada con la entrometida nota que apenas terminó de leerla la rompió en mil pedazos ¿Para qué? Si me confesó casi treinta y pico de años después que no se había olvidado ni un punto y ni una coma ni palabra alguna de aquella carta.

 

Y me las repitió de memoria, esta vez con sus ojos húmedos, como si el tiempo regresara a aquél preciso instante y estuviera leyendo atentamente aquello que su madre le había derramado en ese pedazo de papel madera cortado con los dedos y sellado en su alma por el resto de su existencia:  

 

"En tu vida hay dos terrenos. Uno de ellos está lleno de yuyos, basura olvidada y desparramada por doquier, latitas de cerveza, cajas de vino vacías, papelitos de golosinas, colillas de puchos y demás. Este terreno, tan lleno de desperdicios y de cosas inservibles, siempre pensé que no podía oler como vos.

 

El otro terreno está limpio, mucho más prolijo y arreglado que hasta hay flores que van creciendo naturalmente. Se aprecia que hay un cierto cuidado especial, no digamos que obsesivo, pero hay una mirada que sabe protegerlo.

 

Y en el centro hay una casa, humilde pero bella, como esa de los cuentos de Hansel y Grethel que tanto te gustaban. Está a medio construir, pero ya están los cimientos hechos, todo lo demás se hace con un poquito de esfuerzo y trabajo.

 

Pero lo que más me duele es que parece que a tu vida le atraen más los aromas y las cosas deshechas del terreno que está más sucio, quizás porque sean más fáciles... Y me da mucha pena no poder ayudarte ni ponerme a limpiarlo por vos, porque es TU VIDA la que estás eligiendo y te corresponde sólo a vos hacerlo, porque tu única responsabilidad es ponerte a limpiarla.

 

Como te conozco tanto, sé que si ponés esas fuerzas que tenés de sobra, seguramente vas a poder vivir del lado más hermoso y placentero. Te va a costar esfuerzo, pero va a ser tu logro. Únicamente tuyo, ni de mamá ni de nadie más que vos...

 

Este es tu tiempo para que decidas, para saber qué es lo que querés para tu vida, para toda la familia que vas formar mucho más adelante, y qué es lo que les vas a enseñar a tus propios hijos.

 

Yo sé que ahora eso poco te importa, porque vivís el día a día. Tampoco te interesa el futuro que yo hubiera pretendido para vos, porque esta es TU VIDA y no el deseo de tu vieja, boludeces de madre porque una siempre piensa que crió a la hija para que fuera "algo más" que lo que fue una, pero sólo me conformo con que seas una buena persona y tengas el jardín limpio, eso sí. Y que seas lo que quieras ser, pero poniéndole garra a todo, porque así se triunfa en la vida.

 

Y que lo intentes, que tomes una pala y te pongas a limpiar aunque al principio cueste, pese y duela. Pero después, jamás te podrás olvidar de esa incomparable sensación de satisfacción con una misma sentada frente al trabajo que se logró hacer con las propias manos. Y te gustará mirarlo, observarlo, disfrutarlo y, cuando lo compares con el terreno que aún está sucio, podrás encontrarte a vos misma reflejada. Sólo te pido que lo intentes, por una vez en la vida, pero que lo intentes...

 

Y, si no te gusta o no es lo que esperabas, entonces pasá al otro terreno y dedícate a patear latitas y a esquivar los yuyos, y le ruego a Dios que algún día, entre tanta basura y desorden, puedas encontrarte a vos misma mirándote en ese espejo en el que se está reflejando tu propia vida". Mamá.

Ana Solá
Ilustración Clara Celoria
Conjuros mágicos de la bruja madre
Suplemento especial de Puntal para ellas en su día
Edición y recopilación de textos: Daniel Devia
Diario Puntal - Río Cuarto, Córdoba
17 de octubre de 2010

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