Destinos |
Un
amigo tuvo que devolver a su hija. Sí,
aunque el término suene duro, más dura es la realidad que hoy les toca
vivir a él y a su mujer. Habían
iniciado los trámites para adoptar, cuando se enteraron de que una mamá
"quería dar" a una nenita de tan sólo dos añitos, por temor a
que sus hermanos, tíos de la nena, cuando caían borrachos o drogados a
la precaria vivienda que habitan todos juntos en una villa, pudieran
maltratarla o violarla. Por supuesto, además de no tener medios para
alimentarla, porque los buenos muchachos canjeaban la leche que la pequeña
recibía gratuita de una vecinal, por unos cuántos porros. La
madre de la nena, por su parte, no tiene paradero fijo, vive en casas de
amores casuales o de amigas y no tiene trabajo para poder mantener a sus
otros tres hijos. Este
matrimonio, luego de una extensa charla con la mujer, quedaron en
encontrarse en Tribunales para firmar los papeles correspondientes para
que todo fuera legal. Después de la primera audiencia, el matrimonio
obtuvo la guarda provisoria. La
niña llegó a este hogar con evidentes signos de desnutrición, llena de
piojos y manchitas en su cuerpo. Fue vacunada por primera vez, atendida
por los mejores pediatras, fue vestida y alimentada y recuperó peso y
alegría. También
por primera vez en su vida, comió golosinas, jugó con juguetes, cumplió
años en familia y recibió decenas de regalitos, tuvo camita y dormitorio
propio decorado con ternura, la vistieron de princesa y, antes de la
semana de estar en su nuevo hogar, ya les decía mamá y papá a mis
amigos. Y
pasaron dos largos meses... Todo parecía desbordar de felicidad en esa
casa, nada hacía presentir que la fatalidad podría interponerse en la
nueva vida que estas tres personas habían iniciado y pretendido disfrutar
con plenitud y amor. Por eso, cuando sonó el teléfono, se les vino el
mundo encima. Era la jueza que solicitaba a la nena porque la mamá biológica
se había arrepentido. Y
allá fueron ellos, a pelearla con uñas y dientes, a tratar de salvarle
la vida a la nena por segunda vez. Pero todo terminó por una cuestión
legal. Y así la vieron marcharse para no verla nunca más... No
sé con qué agallas este matrimonio enfrentará semejante dolor y pérdida.
Sufro por ellos y sufro por la nena. No sé de leyes ni de legalidades, sólo
vi cómo la amaban y atendían a esa chiquita a la cual quién sabe qué
le deparará el destino de ahora en más... A la pobrecita otra vez se le
dio vuelta la suerte, esta vez para muy mal. Entonces
sólo queda rezar. Rezar para que no termine siendo una víctima de sus tíos
y de circunstanciales "padrastros", para que no sea violada y se
acuerden, de tanto en tanto, de alimentarla, que no la vendan por unos cuántos
pesos, que no termine trabajando en la calle ni prostituyéndose, que no
la golpeen ni que por eso acabe en coma en un hospital. Que la madre la
defienda y la cuide con las garras con las que sólo las madres sabemos
pelear. Y que se olvide rápido de aquellos a los que algunos vez llamó
mamá y papá, ¡por favor que no los recuerde tanto! Y
también rezo por esos padres que convirtieron a la Cenicienta en Reina,
aunque sea sólo por unos meses. Y que Dios les de la fuerza para no
pensar en todo esto que le pueda llegar a pasar, que la recuerden sana y
fuerte, así como ellos la quisieron y la pusieron. Que todo lo que pasó
los fortalezca como pareja, porque estas cosas cuando ocurren, únen o
separan. Y que les de pronto un hijo, aunque ninguno reemplaza a aquél
que se perdió. |
Ana
Solá
Ilustración Clara Celoria
Conjuros mágicos de la bruja madre
Suplemento especial de Puntal para ellas en su día
Edición y recopilación de textos: Daniel Devia
Diario Puntal - Río Cuarto, Córdoba
17 de octubre de 2010
Ir a índice de América |
Ir a índice de Solá, Ana |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |