Segundo viaje a Trapolandia |
Paula
y Lucía eran muy responsables en el Colegio, tanto así que sus padres
habían sido felicitados por los méritos que demostraban en todas sus
actividades escolares, incluso ayudando a otros compañeros que eran más
distraídos. Lo
que no sabían los padres era que Carmelita todos los días estudiaba con
ellas y con su mente prodigiosa incluso las hacía adelantar lecciones. Por
ese motivo, sus padres, las dejaban estudiar juntas un día en cada casa y
los fines de semana de igual manera. Llegaron
las vacaciones de invierno y los padres de Lucía debían ausentarse de El
Totoral, por eso la pequeña les preguntó si se podía quedar en casa de
su amiga Paula. _Eso
debemos consultárselo a tu padre y a los padres
de Paula_ dijo la mamá de Lucía. Si
están de acuerdo, yo también
lo estaré. Como
era de suponer, todos aceptaron porque las pequeñas se habían portado
muy bien. Al
día siguiente, Lucía llevó lo necesario para estar una semana con su
amiga. Las
amigas corrían por los bosques con Carmelita y le mostraban los lugares más
bonitos. Un
día, las niñas y la muñeca,
llegaron hasta la cueva
del arco iris. Al entrar, vieron como sus cuerpos se reflejaban en las
piedras y sus ropas cambiaban de color. _Si
tocamos una de las piedras mágicas podremos pasar y llegar a Trapolandia_
dijo Carmelita. _¿Estás
segura?, ¿no habrá peligro?_ preguntó Paula. _Por
supuesto, además, yo puedo llamar a Kalín para que nos acompañe. _Eso
parece mejor_ respondieron Paula y
Lucía. Carmelita
salió de la cueva y tomando su pequeña varita mágica repitió: _«Por
el poder de Ángeles, la bruja de la vida, has
que aparezca Kalín y mis amigas vuelvan a ser muñecas de trapo» Se
sintió un ruido muy fuerte. Las niñas salieron de la cueva, porque habían
sentido miedo y grande fue su sorpresa al ver a Kalín y al mirarse se
dieron cuenta que nuevamente habían sido convertidas en muñecas de
trapo. -¿Qué
desean amigas?- preguntó Kalín. _Ahora
queremos que te conviertas en
cóndor de trapo y nos acompañes a Trapolandia para que nos protejas. _Encantado_
contestó. _Pero
¿cómo lo harás?_ preguntó Lucía. _Muy
fácil... respondió Carmelita y tocó un ala del cóndor con la varita,
dijo las mismas palabras y lo convirtió en un cóndor de trapo. _¿Ahora
qué haremos? _Entraremos
a la cueva y tocaremos una de las piedras y ya verán como en un instante
estaremos en nuestra tierra_ contestó Carmelita. Ya
en Trapolandia, se dieron cuenta que era de noche y que no se veía ningún
muñeco de trapo. Seguramente, todos estaban durmiendo. Carmelita,
los guiaba por un camino muy hermoso y de pronto se encontraron con una
gallina y sus polluelos detrás de ella. La muñeca se acercó y le
preguntó: _¿Gallinita,
por qué andas a estas horas con tus pequeñitos?, ¿acaso, andas perdida? La
gallina la miró fijamente y le dijo: _¡Qué
tonta eres Carmelita!, ¡qué fácil engañarte! Soy la bruja Alice, que
vengo a detenerte y a llevarte a mi castillo, junto con tus dos amigas con
cara de bobas y a ese pajarraco. Nuestras
amigas, no podían hacer nada para arrancar. La bruja había adivinado que
vendrían y las estaba esperando transformada
en gallina para que no se asustaran y regresaran. _¿Saben,
muñecas tontas? Las divisé por el espejo celeste de la cueva, cuando
ustedes estaban tratando de buscar la puerta de entrada. _Amigos._
susurró Carmelita _Por ahora no podemos hacer nada. Debemos obedecer y
caminar hasta el castillo de la bruja. Pero no se preocupen yo buscaré la
manera de escapar. La
gallina ya se había convertido en bruja y los pollitos en soldados de su
ejército, los que de inmediato procedieron a amarrar las manos de las muñecas
con el fin de llevarlas al palacio para ser interrogadas. En
el trayecto pasaron frente a la puerta del castillo de Ángeles, la bruja
de la vida, que se encontraba fabricando muñequitos y todo tipo de
animales y otros objetos de
trapo, que hacían de Trapolandia, el lugar más hermoso del mundo de la
fantasía. Después,
los tocaba con su varita y decía: _«Por
el poder que me fue conferido y con el propósito de dar vida, has que
estas muñecas, animales y objetos tengan vida para crear belleza».
En ese momento, todos se podían mover y hablar. Alice,
al percatarse que Ángeles seguía dando vida, se paró cerca del jardín
y le gritó con rabia: _¡Bruja
de la vida, ya verás como destruiré una por una tus muñecas! Aquí sólo
debo reinar yo. Ángeles, asomó su cabeza y le dio mucha pena, pues vio que Carmelita, aquella muñeca tan especial que ella había creado, y que era diferente a todas las demás, era llevada amarrada, al palacio de Alice. _Creo que deberé hacer algo muy rápido para que Carmelita no revele el secreto de la existencia de un mundo diferente y la fórmula para dar vida a las muñequitas_ pensó en voz alta la brujita de la vida. |
Estela
Socías
Las aventuras de Carmelita
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