Rescate de Carmelita 
Estela Socías Muñoz

Ángeles, la bruja de la vida, estaba preparada con su ejército para rescatar a la muñeca y a sus amigos. Una torcacita, fue enviada a espiar por el hueco de la chimenea del palacio de Alice, para que averiguara qué estaba sucediendo. Pero la torcacita fue descubierta, atrapada y atada junto con los otros muñecos de trapo.

Ángeles, al ver que la paloma no aparecía, adivinó de inmediato, lo sucedido.

_¿Qué hacer?_ repetía una y otra vez la brujita.

De pronto un rayo de luz cruzó por su lado y vio que dos muñequitas con alas  tenían un cartel que decía: «Ángeles, usa tus alitas, ellas te permitirán entrar».

_Tienen razón_ dijo Ángeles _Nos haremos más pequeños y entraremos volando por la chimenea.

Mientras Ángeles preparaba el rescate, la bruja Alice interrogaba a sus prisioneros.

_Tú_ le dijo a Carmelita _debes contarme;  cómo la bruja Ángeles te pudo hacer tan especial.

_No sé nada, soy muy pequeña_ dijo Carmelita, dispuesta a no revelar el secreto.

_¡Pequeña, ja!, no te hagas la tonta, la fórmula la tienes que saber.

Lucía estaba aterrada, Paula y Kalín permanecían más tranquilos, pues sabían que Carmelita sabría defenderse.

Luego, la bruja Alice, se dirigió a Lucía que temblaba entera.

_Dime,  muñeca tonta: ¿Por qué tienes tanto miedo?, ¿acaso tú eres la que sabe la fórmula?

La pequeña, con mucho miedo, le gritó:

_Si usted nos promete que podremos salir, yo le diré todo lo que sé.

Kalín, al escucharla, se indignó y murmuró a su oído:

_Tú no eres una verdadera amiga, estas muerta de  miedo y nos traicionarás.

_¿Qué estás diciendo pajarraco?, ¿ tú también sabes algo?_preguntó la bruja.

Kalín no habló más.

_No te hagas el tonto porque  te destruiré al igual que a esta muñeca que siente miedo.

Luego miró a Paula que había cerrado los ojos para no ver lo que estaba pasando y al notarla tan inmóvil, Alice ordenó:

_¡Soldado, échela afuera! Esta muñeca no es capaz de hacer ni de decir nada. ¡Queda descartada!

Lucía llorando imploraba:

_Señora bruja, no nos haga daño. Yo le diré todo lo que usted quiere saber.

-Empieza a hablar de inmediato o te destruiré.

-Bueno, la verdad es que yo no soy muñeca, sólo soy una niña que le gustan las aventuras y como quería tener una muñeca como Carmelita, al ser invitada a este país, acepté  que me transformaran en una muñeca de trapo.

_¿Qué estás tratando de decir?

_Que yo no soy una muñeca. Soy una niña  que sólo quería tener una muñeca de trapo, igual que Carmelita.

La bruja, estaba confundida y lo único que tenía en mente era destruir a Carmelita. Esa era la muñeca clave, pero, si lo hacía,  nunca descubriría la fórmula mágica.

_¡Ejército!_ gritó. _Abran las puertas del palacio y saquen a este pajarraco tonto y a esta muñeca que está loca, yo me quedaré sólo con Carmelita.

Las puertas del palacio fueron abiertas y Kalín y Lucía salieron rápidamente.

La bruja  les dijo:

_No se vayan tan felices; los soltaré, pero investigaré cuál es la verdadera razón que los trajo a Trapolandia.

En un descuido, Ángeles y su ejército, lograron entrar en el palacio de Alice y sus defensores fueron amarrados.

Ángeles volaba dentro del palacio mientras Alice, desesperada, gritaba a sus soldados:

_¡Ayúdenme, ayúdenme!

Como no obtenía respuesta, trató de alcanzar su varita destructora para lanzar un rayo; pero Ángeles fue más rápida y la atrapó y la amarró junto a sus soldados.

_¡Me las vas a pagar!_ gritaba, roja de ira, la bruja Alice. Sin su varita destructora no podía hacer nada.

Ángeles,  voló donde estaba atada  Carmelita, la soltó y la subió sobre sus alas  hasta llegar junto a Paula, Lucía y Kalín. Luego los llevó a

su palacio y les pidió que se sentaran, y les dijo:

_Queridos amigos, hoy ha sido un día difícil y  hemos visto que hay muñecas que son leales y otras no tanto. Paula, nos ha dado una lección: bajo cualquier circunstancia ella prefirió pasar por tonta pero no delatar a una amiga. Kalín también lo hizo. Sólo tú, Lucía, has fallado.

_Brujita de la vida, perdóname, yo soy muy miedosa y fue lo único que se me ocurrió hacer para que la bruja Alice me dejara libre, pero te

prometo que no volverá a suceder.

Paula, se acercó a Ángeles y le rogó que perdonara a Lucía, ya que era muy pequeñita y miedosa y, por no tener experiencia, había querido revelar todo, con el fin de volver luego a casa.

_Bueno, por esta vez será perdonada, pero tendrá un pequeño castigo.

_¿Cuál?_ preguntó Lucía aterrada.

_No te asustes, sólo quiero decirte que mientras no demuestres que eres leal y una verdadera amiga, no te fabricaré la muñeca de trapo que tanto quieres.

Lucía se puso a llorar, pues lo único que deseaba era tener una muñeca como Carmelita.

Paula y Carmelita se acercaron a ella y le dieron un beso y le prometieron que pronto volverían y tendría por fin su muñeca. Ángeles, se despidió de los cuatro amigos,  puso su varita sobre ellos y los encaminó a la puerta de la cueva. Al llegar a ella les dijo:

_Aquí está la puerta por donde llegaron, ahora deben volver a sus casas y no contar nada de lo que vivieron...

Así fue como nuestras amigas se subieron arriba de las alas de Kalín y salieron nuevamente de Trapolandia,

de regreso al pueblo de

El Totoral.

Por ese día, la aventura había terminado. Ahora debían dormir.

Estela Socías
Las aventuras de Carmelita 

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