“Estelita la Sublime” |
Estelita
La Sublime era una hipopótamo diferente. Antes de dormir, todas las
noches le encantaba pararse frente al espejo de su pieza, poner música, y
en dos patitas bailar hasta cansarse. Sus padres sabían que esa era su
gran pasión y la dejaban tranquila. Le
decían “La Sublime” por su sencillez y por su gran capacidad de
observar y descubrir nuevas cosas. Estelita
quería ser una gran bailarina, pero para eso tenía que ser constante en
ensayar. Lo mágico era que cuando soñaba, se imaginaba bailando en el
teatro de su pueblo. Cierto
día en que Estelita se quedó bailando
hasta muy tarde, miró por la ventana y vio a una hermosa hipopótamo que
la miraba. Al
darse cuenta que había sido sorprendida,
le preguntó: -
¿Qué haces en mi ventana? -
Perdona pero escuché una linda música, me acerqué y quedé impresionada
con tu baile - respondió la hipopótamo. -
¿Quién eres?- preguntó Estelita. -
Soy Filomena, una artista que pinta y transforma a todos los hipopótamos
que me lo piden.
-
No puedo creerlo - dijo Estelita - ¿Usted
hace eso? -
Si pequeña - respondió Filomena. -
¿Tú me podrías pintar como he soñado toda mi vida y hacerme un traje
especial? -
Por supuesto, Anda mañana a mi casa. -
Ahí estaré - contestó
feliz Estelita.
Al
otro día Estelita La Sublime, se levantó temprano y fue a la casa de
Filomena. Golpeó la puerta y la llamó: -
¡Señora Filomena, llegué! Filomena
le abrió la puerta y la dejo pasar. Estelita miró la gran sala, tenía
tarros de pintura, géneros,
sombreros, y todo aquello que
podía utilizar una persona para hacer el mejor de los trajes.
-
Ahora me explicarás lo que quieres - le dijo Filomena. - Quiero que me pintes entera de rosado, de color rojo las uñas, y le agregues algo de dorado, me pongas aros, me pintes la boca muy roja, las pestañas muy largas y crespas para que mis ojos se vean grandes y hermosos. Además quiero que me hagas un traje que usan las bailarinas cuando danzan y que llaman tutú. Poco
después Estelita La Sublime quedó convertida en una hermosa y colorida bailarina. Al
llegar a su casa se miró al espejo y empezó a danzar sin parar y rendida se durmió. En
el sueño veía a una linda niña de cabellos rubios
ensortijados que la miraban atentamente. -
¿Quién eres? - le preguntó
Estelita La Sublime a la niña en el sueño. -
Soy Estela y vivo en una casa muy cerca de este lugar. Siempre
había querido venir, pero mis padres temían que me perdiera.
-
Yo también me llamo Estela - le dijo la hipopótamo a la niña - ¿Te gusta Bailar pequeña? -
Si, pero no sé hacerlo - respondió la niña. -
¿Quieres que te enseñe? -
Me encantaría - respondió la niña.
Fue
así como ambas empezaron a danzar sin parar, pero como todos los sueños
tienen su fin, Estelita la hipopótamo al despertar se dio cuenta, con
mucha pena, que la pequeña no estaba. Pasó
un tiempo y nuestra querida Estelita La Sublime, se convirtió en la mejor
de las bailarinas, y de esta manera el gran teatro de su pueblo la contrató.
Un
día estaba arreglándose para salir a escena, y entró a su camarín una
linda niña rubia, que acercándose a ella, le dijo: -
Me llamo Estela igual que tú, supe tu nombre por el
letrero que hay afuera. -
Si - le respondió Estelita La Sublime -
pero me parece que ya te conozco.
-
Es raro porque yo nunca había venido a este teatro - respondió la pequeña. -
Ahora recuerdo, hace un
tiempo estaba soñando y se me apareció una niña como tú y comenzábamos
a bailar como amigas.
La
función empezó, y la pequeña niña de cabellos dorados
quedó impresionada con todo lo que veía en el escenario. Al
terminar el baile, la pequeña fue al camarín y le dijo: -
¡Bailas muy bien! además te considero una amiga, ¿te gustaría vivir en
mi casa? -
No es posible vivir contigo, yo sólo puedo estar aquí.
Estela
la niña, comenzó a llorar, pues no quería separarse más de la hipopótamo
bailarina.
Estelita
La Sublime, la consoló diciéndole que al día siguiente le llevaría
un regalo para que nunca la olvidara. Estelita
La Sublime le pidió a su amiga Filomena que le hiciera una pequeña hipopótamo
de yeso, con los mismo colores que le había puesto a ella para
convertirla en bailarina. La
niña de cabellos dorados estaba tan feliz con el regalo que Estelita La
Sublime le había dado que la puso en el jardín de su casa y hasta ese
lugar llegaron todos los niños del pueblo a jugar.
La
pequeña Estela no tenía hermanos, vivía con su abuelita que le concedía
todas aquellas cosas que pudieran hacerla feliz sin provocarle daño. De
esa manera estaba fomentando el amor a los animales y el cuidado de ellos.
Estela,
la niña, se fue a vivir a
otro lugar pero siempre con el recuerdo de su amiga hipopótamo bailarina. Pasaron los años y Estela, aquella niña de rizados cabellos dorados, llevó a su pequeña hijita que también se llamaba Estelita al lugar donde había conocido a la hipopótamo sublime. Su
sorpresa fue grande, Estelita la hipopótamo bailarina
se encontraba en una plaza cercana al teatro donde la había visto
bailar y estaba rodeada de
hipopótamos chiquitas, vestidas igual que ella danzando a su alrededor.
Se
acercaron a ellas y Estelita
La Sublime la reconoció. se abrazaron y se contaron lo que les había
pasado durante todo este tiempo. Las dos se habían enamorado y casado,
pero la única diferencia era que la hipopótamo tenía cinco hijitas
igual a ella. Estela,
la niña de cabellos dorados, sólo
tenía una que era muy revoltosa e inmediatamente comenzó a jugar con las
hijitas de Estelita La Sublime.
Llegó
la hora de partir pero esta vez prometieron que se visitarían con
frecuencia y nunca
se dejarían de ver. Entre
hipopótamos, plazas y juegos,
este cuento se ha terminado. Y no se olviden de la importancia de perseverar en aquello que queremos lograr. |