En Trapolandia, el país de los muñecos de trapo y de la fantasía, la brujita Ángeles hacía muñecos, mientras tanto en El Totoral, nuestros amigos Paula, Lucía, Luis y Patricio junto con Igor y Carmelita, los muñecos de trapo, se reunían en el Club Hilario todos los fines de semana para jugar y compartir sus dulces, chocolates, aventuras y experiencias.
Transcurrió el tiempo y en cada árbol se asomaban tímidamente los brotes de las flores, los pajaritos alegres entonaban bellas melodías anunciando que llegaba la primavera, los niños organizaron un paseo a los cerros cercanos a El Totoral.
Como siempre, avisaron a sus padres, quienes les recomendaron no volver muy tarde porque además de ser peligroso, les costaría encontrar el camino. Ellos respondieron que llegarían temprano.
A Igor y Carmelita, les costaba subir el cerro, entonces Luis y Patricio, decidieron llevarlos en sus hombros. En una hora estuvieron en la cima y el pueblo El Totoral se veía cada vez más lejos y su belleza era impresionante.
De pronto, se sorprendieron al ver que en el cielo volaba el cóndor Kalín, quien descendió para saludarlos.
-¿Cómo estás Kalín? -preguntaron los niños -no te esperábamos.
-Lo que sucede es que ustedes han sido muy ingratos conmigo, no me han vuelto a llamar.
-Es que hemos tenido que estudiar mucho.
-Entiendo, pero ustedes prometieron ir más seguido a ver a la brujita Ángeles.
-Eso es verdad -dijo Carmelita, mirando a Igor.
-No quisiera volver tan pronto porque me he acostumbrado a la vida en El Totoral- respondió Igor.
Kalín los miró y les expresó:
-A los amigos hay que cuidarlos igual que a una plantita, sino puede morir y ¿qué pasaría si Trapolandia desapareciera? Ustedes son simplemente muñecos de trapo y cuando sus amigos crezcan, y lo están haciendo porque ya parecen jóvenes, y pronto los guardarán en una repisa como un recuerdo.
Igor y Carmelita se miraron preocupados y preguntaron:
-¡Amigos!, ¿podría suceder eso? Nosotros nunca vamos a olvidarnos de ustedes.
-Eso no pasará, pero ya estamos grandecitos para llevarlos como mascotas- contestaron Paula y Lucía.
-La fantasía a veces se pierde en los seres humanos cuando crecen - expuso Kalín.
Paula les pidió a todos que se sentaran. Debían meditar acerca de lo que Kalín les había dicho. Se sentaron haciendo un círculo y el cóndor también se mezcló entre ellos. Estuvieron un buen rato meditando y de pronto a Carmelita se le ocurrió una gran idea.
-Queridos amigos, ¿qué pasaría si fuéramos a la tierra de los hechizos que se llama "Pensamientos"?
-Ese es el nombre de una flor que crece en nuestra tierra- señalaron Luis y Patricio.
-Igor dijo que "Pensamientos" se caracterizaba por el perfume diferente de las flores que se esparcía con el viento y que para ir a este lugar tendrían que escalar y llegar al otro lado de un gran cerro. Vivirían más de alguna aventura y quizás les daría miedo seguir y querrían regresar.
-¿Qué encontraremos en ese lugar?- expresaron al mismo tiempo Paula y Lucía.
-Si logramos llegar, seremos recibidos por el ángel de la sabiduría y él nos llevará a un lugar especial, donde sólo habitan seres muy sabios y diferentes. Nos harán una serie de preguntas para saber si estamos realmente preparados para aceptar que Igor y yo nos convirtiéramos en seres humanos, pues si lo hacemos jamás volveríamos a tener aventuras en Trapolandia. Se terminarían las fantasías y sólo viviríamos como ustedes, con aventuras, estudios, juegos y seríamos unos niños normales.
Todos se quedaron pensativos, todavía no estaban preparados para viajar a "Pensamientos". Primero, tenían que conseguir los implementos necesarios, luego practicar y entrenarse en subir cerros, sólo en ese momento podrían realizar la aventura que, a lo mejor, terminaría con la magia y fantasía de los muñecos de trapo que hablan y parecen sentir como los humanos.
-¿Han pensado en mí?- dijo Kalín-. Yo no tendré más aventuras y me convertiré en un pájaro libre y majestuoso.
-Eso no será así, tú tendrías la oportunidad de transformarte en el animal que te gustaría haber sido- respondió Carmelita.
-¡Ah, no! Yo soy y seré siempre el cóndor Kalín. Encontraré una compañera para que nazcan otros Kalines y vivan las más hermosas aventuras y fantasías junto a otros pequeños.
El tiempo pasó muy rápido y llegó la hora en que debían bajar para llegar a casa antes que sus padres empezaran a preocuparse. Kalín les ofreció llevarlos cerca del Club para que regresaran más rápido y así estaría muy cerca de ellos para saber cuando emprenderían la aventura.
-No te preocupes Kalín, lo haremos más pronto de lo que te imaginas. Tienes que darnos tiempo para planificar el viaje sin descuidar ningún detalle. No podemos fallar.
-No se demoren, pues crecerán tan rápido que se les olvidará esta aventura y Carmelita y su amigo Igor sólo serán recuerdos del pasado.
-Kalín, te prometemos que no se nos olvidará el juramento que hicimos en el Club: que nada, ni siquiera el tiempo nos podrá separar.
-Bueno, me voy más contento y tranquilo. Cuando me necesiten, yo estaré en su Club. En ese lugar donde sólo tienen acceso los niños y niñas capaces de vivir y disfrutar una fantasía.
-¡Adiós Kalín!- gritaron los niños.
-¡Adiós amigos, ya nos veremos! |