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Tratar de sonreírle a la existencia sin exigirle perfecciones
 
 

María Angélica Bosco
por Horacio Semeraro
(Especial para Pregón)
horacio.semeraro@hotmail.com 

 
 

Tiene noventa y dos años. Es una de las mujeres más nombradas de la literatura argentina. Desde mediados del siglo veinte viene dando que hablar por su valiosa narrativa, especialmente sus novelas policiales. Desde que comenzó y hasta la fecha, no dejó nunca de escribir aunque comenta que actualmente le cuesta un poco hacerlo y aunque descree que pueda publicar por el difícil momento editorial por el que se atraviesa. Ama al amor y a la naturaleza. Es frontal y sincera y usa el humor como terapia, sin sobrexigencias.

La obra narrativa de María Angélica Bosco se inició con la novela La muerte baja en el ascensor (1954), Segundo Premio Emecé. Luego publicó La muerte soborna a Pandora(1955). La trampa (1960), Premio Fondo Nacional de las Artes, Tercer Premio Municipal 1961, Faja de Honor de la SADE y llevado al cine en 1974 con el título El amor infiel; El comedor de diario (1963), Premio del Consejo del Escritor a la que siguieron otras novelas no mencionadas, igualmente prestigiosas, excediendo en conjunto las veinte obras. En 1996 publicó Tres historias de mujeres; en 1999 Memoria de las Casas. Como ensayista publicó Borges y los otros, en 1967, reeditada en 2000 y Carta abierta a Judas (1971). Entre 1977 y 1979 escribió varios libretos para el programa televisivo "División Homicidios". Fue condecorada por el gobierno italiano en 1989 con el titulo de "Cavaliere de la Orden del Mérito y elegida como "La mujer del año" por el Rotary Club de Buenos Ares en 1987. Fue homenajeada por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Ares en el año 2000.

María Angélica Bosco


¿ Cuándo comenzó a escribir y qué le Impulsó a hacerlo, María Angélica?
MA.B- A los veinte años, casi exigida por un gran amigo, el juez Horacio Dohanich, que se preocupaba por darle un sentido a mi vida más allá de mi señalado destino de niña bien. Tanto insistía (o tanto me aburría yo) que decidí escribir unos apólogos que también por iniciativa de Dohanich se publicaron en la Revista Sudamericana de Buenos Aires, una publicación dirigida por Victoriano Lillo Cátala. La revista se difundía por todo Sudamérica y así fue como obtuve el aplauso y el apoyo de un escritor brasilero, Claudio de Souza, que me ofreció la corresponsalía de una revista femenina de Porto Alegre proyecto que no se llevó a cabo porque me casé, y en mi mundo de entonces la mujer casada no solía tener vida propia.

No es frecuente que una mujer a los 92, tenga la lucidez y el empuje con los que emprende sus actividades, entre ellas escribir. ¿A qué factores lo atribuye, dejando de lado el talento natural?
MA.B- No creo en las fórmulas para una mejor calidad de vida que propone la cultura "light" posmoderna y globalizante. Sí creo que me ha ayudado el sentido del humor con el que me defiendo de los berrinches cotidianos y el tratar de sonreír a la existencia sin exigirle perfecciones.

El amor entre el hombre y la mujer, la relación de pareja, aparecen en casi toda su obra muy bien perfilados, tratados a fondo; es casi una constante. ¿Es quizá el reflejo de la vida de una mujer que, por lo que cuenta en su obra autobiográfica "Memoria de las casas" puede decir parafraseando a Amado Nervo, "Amé , fui amado /el sol acarició mi faz/ vida nada me debes, vida estamos en Paz". ¿Es así?
M.A.B.- Puede ser. Nadie esta obligado a declarar contra si mismo, dice la ley. Nadie está obligado a publicar su vida privada, digo yo.

Aparte de Ágatha Christie (posiblemente, porque es un cláslco) ¿qué escritores le sirvieron de guía para escribir sus novelas policiales?
M.A.B.- Seré pedante: Graham Greene y Chesterton. A Ágatha Christie nunca la tuve de modelo; es más, traté de no imitarla.

Su libro "Borges y los otros", publicado por primera vez en 1967 y luego reeditada en 1999, intentó quizás desmitificar la imagen de "ogro"que tenía J.L. Borges. Me tocó en suerte comentarlo y por ese motivo lo leí concienzudamente. Descubrí un Borges menos odioso del que se conocía por su bien ganada fama en polémicas declaraciones, más allá de su innegable talento como escritor. Quizás porque está hecho desde la admiración y el cariño, como quien defiende a un amigo. ¿Es así?.
MA.B- Cuando Fabril Editora me propuso escribir el ensayo sobre Borges, como novelista pensé en el Borges hombre, en su imagen para el otro. El Borges que yo conocí como persona, fue el que compartió conmigo una entrevista por T.V. cuando otorgaron a La muerte baja en el ascensor el segundo premio del concurso de Emecé Editores en 1954; un Borges amistoso, cordial. Como autora del ensayo, indagué a los otros y de esa indagatoria surgió el libro. Recojo la opinión del público y la comento, aprobándola o no. No me constituyo en defensora de Borges; él no necesita defensores; siempre será más grande que sus circunstanciales críticos.

¿Existió alguna influencia del libro de Manuel Mujica Laínez "La Casa" en su novela "Memoria de las casas"? Yo esperaba encontrarlo en algún momento, pero no fue así.. Y respecto a la mención de su vida privada en la misma, ¿no tuvo quejas familiares por hacerlo?.
M.A.B.- Es curioso: La casa, de M. Mujica Laínez me inspiró El comedor de diario. Manucho había contado la historia de una familia en decadencia. Yo me propuse contar la de una familia en ascenso desde la burguesía media hasta la alta burguesía. Me llama la atención que usted haya detectado ese hilo conductor, pocos lo advirtieron. Ahora sí, nunca me propuse imitar el estilo de Manucho. Pero recuerdo una recomendación de Jean Louis Barrault a los actores de teatro independiente durante su visita a Buenos Aires en 1953 o 54: "Imiten, no tengan miedo de imitar, si tienen personalidad saldrá una cosa diferente".
Con respecto a la segunda pregunta. No. Porque no he ocultado la verdad de mi vida a mis hijos, educados en la sinceridad. Frente a ellos he sido sincera sin alardes; esto hizo nuestra relación auténtica y luminosa. Las mentiras, los disimulos, no sirven en una relación familiar. Tampoco ayudan los narcisistas desplantes.

Durante el acto realizado por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires en homenaje a su trayectoria y a sus primeros 90 años, pudimos observar un vigor sorprendente y el deseo de vivir plenamente su vida de mujer, según sus respuestas, de tal manera que provocó chanzaa y aplausos al mismo tiempo. "Mucha mujer" diría alguien. ¿Es temperamental y siempre fue así? Porque si la mujer toma la delantera demasiado, algunos hombres se asustan...
M.A.B.- Soy como me presento. No sé que es peor, si asustar a un hombre tomando la delantera, o fingir conformismo. En el primer caso el hombre se va. En el segundo la mujer corre el riesgo de anularse. A mis 92 años hace rato que esto ya no es mi problema. Es obvio que me salvé de la anulación.

¿Qué la inspira a escribir? ¿ Necesita algo que obre de disparador?
M.A.B.: Necesito un tema que me interese. Siempre se necesita un motivo para actuar. De lo contrario somos robots; nos movemos como si nos diesen cuerda. Creo en el libre albedrío y en el poder de la mente sobre el cuerpo.

¿Cómo imaginó los argumentos de sus novelas policiales? ¿Están basados en hechos reales o son totalmente ficticios?
MA.B.- Solo partí de un hecho real en mi segunda novela Muerte en la costa del río pero recreándolo porque carecía de información sobre el caso: El feroz asesinato de una joven mujer en su departamento del barrio de Flores. La saña de los asesinos hacía suponer que eran allegados, allegados locos. En ese tiempo (hace mas de treinta años) solía comer en casa de una amiga común en casa del comisario Watkins, Inspector Jefe de la Policía Federal -Déme entrada al sumario, le pedia. El se negaba: -Sólo falta que venga usted con su imaginación a complicarnos más de lo que estamos, me decía. Invente entonces la novela, y la situé en Colonia, porque me parecía un bonito marco el del Puerto Viejo que hacía posible un doble acceso a la casa del crimen y un interesante elenco, la gente de los yates anclados allá. Diez años después el crimen se descubrió; como yo supuse, fue causado por la locura agravada por el vínculo familiar. La instigadora resultó ser la madre, una fanática de un culto esotérico que la hija repudiaba. Mataron a la joven para sacarle el diablo del cuerpo (sic) La realidad gana por vanos cuerpos a veces a la ficción.

¿Hay alguna anécdota que recuerde en especial, referida a su trayectoria, a los escritores amigos, a su obra? A pesar de que este medio es muy competitivo en Buenos Aires, y que llevó una intensa vida de relación comprometida con la literatura ¿Logró hacerse de verdaderos amigos escritores?
M.A.B.: Anécdotas mil. Amigos algunos, dos entrañables: Marco Denevi, ya fallecido y Eduardo Gudino Kieffer. Conversar con ellos fue, es, como encontrar una mina de oro. Lo peculiar es que ellos no se soportaron. Alguna vez se agredieron de palabra. Pero mi versión de cada uno es diferente. Bueno, Edgardo Morin -que ahora vive en Francia- dice que a veces somos polifacéticos. Con respecto a las mujeres, quiero y admiro a Magdalena Ruiz Guiñazú (la conocí cuando ella tenía 20 años.) Es una mujer superior por su inteligencia y comprensión humana. Fui amiga de Beatriz Guido, cálida y adorable persona, perpetua fabricante de noveleras mentiras. Trate como amiga a Marta Lynch (fui jurado en el concurso que otorgó un premio a su primer novela La Alfombra Roja) Marta era inquietante. Me desconcertaba su conflictiva personalidad. A Silvina Bullrich la consideré una mujer inteligente, vivaz, que buscaba la polémica, muy ocurrente. Recuerdo y añoro ahora aquel tiempo de mi vida, nuestros interesantes encuentros, nuestras charlas.

¿Quién es para usted María Angélica Bosco?¿Cómo se definiría?
M.A.B.- ¿Definirme yo? Ojalá pudiera...Que lo hagan otros. Será una imposición lo de conocerse a sí mismo, pero ¿Lo habrá logrado Sócrates...?

Buenos Aires, Marzo de 2002 - especial para Pregón
 

por Horacio Semeraro
horacio.semeraro@hotmail.com 

Publicado, originalmente, en Pregón Literario de San Salvador de Jujuy, en marzo de agosto de 2002

 

 

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