1) Creo que hay sólo literatura. Algunos libros pueden ser más adecuados que otros para determinadas edades. Pero si un libro publicado en una colección infantil es bueno, conmueve también a lectores adultos.
2) No elijo temas, son obsesiones que me rondan desde siempre de diferentes maneras, por lo general algo que escucho o leo prende la chispa.
3) Los temas son más o menos los mismos desde que empezó el mundo: lo efímero, la eternidad, el amor, las pasiones, el dolor, la pérdida. Lo que cambia es el modo de construcción literaria, que podrá estar referido a determinadas épocas y lugares, pero es de resolución personal. Un autor honesto se escucha a sí mismo y no responde dócilmente al mercado.
4) Quizá vuelva ocasionalmente a algún poema de uno, a un cuento de otro, a un breve pasaje de una novela. Con mis libros nos hemos amado y luchado juntos. Pero cuando se editan, ellos y yo estamos exhaustos. Los dejo en paz. Que se vayan, que hagan su camino solos. Les estoy agradecido a todos, pero hoy ya no deseo volver a ellos. El mejor es el próximo.
5) “Antes” es algo difuso. ¿Antes de nuestros padres, de nuestros abuelos? ¿En el siglo 19? Lo que está lejos pierde sus contornos y permite la idealización. Creo que en general ahora los chicos leen más divulgación y temas de interés general, internet estimula la curiosidad y brinda muchas herramientas. La proporción de quienes se interesan espontánea y apasionadamente en literatura supongo que es más o menos similar. No veo razón para que haya cambiado.