La verdad y la leyenda de: El barco fantasma

por Alicia Sellares

Sin lugar a dudas son dos los nombres más populares para referirse al legendario barco, o navío fantasma; ellos son: el Mary Celeste, o el Holandés Errante, pero este último el más difundido y menos correcto, ya que en los mares del Norte se lo denomina: “Flying Dutchmar”, cuya traducción podría ser: Holandés volador del mar, o simplemente: El Holandés Volador. En cuanto al primero de los navíos mencionados, el Mary Celeste es confundido, casi siempre, con el del Sea-Bird (Pájaro del mar), caso bastante similar por cierto pero con notables diferencias, tales como la famosa: “Comida caliente y la pipa humeante aun”. ¡Pero vayamos a los hechos...!

Ambos navíos fueron encontrados sin nadie a bordo de manera inexplicable, pero con detalles distintos entre los que figuran los anticipados.

Caso Nº 1 Mary Celeste

En !a tarde del 4 de diciembre de 1872 fue encontrado al garete a unas seiscientas millas de Portugal, el bergantín Mary Celeste, el que un mes antes, exactamente el 4 de noviembre de ese año, había zarpado del puerto de Nueva York. El hallazgo fue realizado por el navío británico Dei Gratia, bastante cerca del lugar donde se asegura surge San Brandano o San Borondón -una isla que misteriosamente aparece y desaparece sobre el mar, y que por lo mismo ha recibido el mote de Isla Sirena, o Espectro.

Sintetizando este "Enigmático caso", diremos que cuando el primer oficial, Oliver Deveau, enfocó hacia barlovento su catalejo, supo con ese “sexto sentido”, muy propio en los marinos avezados, que el navío que se aproximaba veloz y zigzagueante, como conducido por un beodo, un loco, o un “suicida”, era portador de una tragedia. Comunicado de la novedad el capitán David Morehouse, éste ordenó un pronto abordaje con el propósito de brindar ayuda a la nave, la que por otra parte estaba al mando del capitán Benjamín S. BRIGGS de quien era amigo muy íntimo, con el que solían encontrarse en puertos de recalada celebrando agradables veladas, ya que los dos comandantes viajaban con sus esposas y éstas eran muy amigas también.

Llegado a bordo del Mary Celeste, Oliver Deveau y sus hombres hallaron un espectáculo tan desolador como insólito: “Todo parecía tranquilo; no había señales de violencia, pánico o apresuramiento... pero el barco estaba Fantasmalmente solitario. Nada... ni una sola criatura viva a bordo. Desde luego que el factor más notable era la ausencia total de seres humanos... pero algo descubrieron también los “viejos y avezados hombres de mar” que les hizo erizar el cabello de sus nucas: No había una sola rata, y como es sabido estos verdaderos “parásitos de los navíos” sólo abandonan los mismos cuando están a punto de hundirse o frente a un peligro de inminente destrucción. ¿Qué había pasado sobre el buque, qué había arrebatado no sólo a los tripulantes sin dejar rastros, sino además a las mismas ratas? Como dato ilustrativo digamos que la latitud y longitud exacta del hallazgo quedó establecida en los anales marítimos como: 38° 20’ Norte y 17° 37’ Oeste, encima de la ruta directa entre las Azores y Gibraltar, o sea, dentro del área del famoso Triángulo dentro del área del famoso Triángulo mortal de las Bahamas, Azores o Bermudas —o como prefiera denominárselo.

El informe de Deveau y sus hombres dice más o menos textualmente: “No se halló nadie a bordo; había un metro de agua en las bombas delanteras; la escotilla delantera y la del lazareto abiertas; la caja de la bitácora y el tragaluz levantados; el compás de la bitácora destruido como por una rabiosa furia; todos los efectos personales del capitán y de la tripulación en perfecto estado y en sus lugares correspondientes; así también los vestidos de la señora Sara Briggs y de su pequeña hija Sofía, colocados pulcramente en sus anaqueles... ” (Luego sigue un breve comentario, que de prestar atención puede estremecer al lector, por corresponder al área de lo DESCONOCIDO) ... “Noté—agrega el primer oficial— que sobre la cama del capitán había una huella breve, como la de un ser muy pequeño que hubiera dormido o permanecido sobre ella...” (¿?)

El navío fue remolcado hasta Gibraltar, donde el Almirantazgo tomó cartas en el asunto, e inició una investigación de la que no escaparon los hombres del Dei Gratia, incluyendo al capitán Morehouse y Oliver Deveau. Se sospechó que el Mary Celeste había sido objeto de un acto de piratería. Las autoridades subieron a bordo y revisaron minuciosamente todo el navío. Todo estaba en perfecto estado, hasta el valioso cargamento de 1.700 barriles de alcohol. Nada indicaba lucha o violencia; ni una sola mancha de sangre. .., tan sólo se manifestó corpóreamente el “HORROR”, cuando el Procurador de la Reina, Federico S. Flood, descubrió personalmente bajo la cama del capitán Briggs —donde aún se podía observar la huella de un cuerpo pequeño sobre los cobertores— Una antigua espada italiana, con la desconcertante particularidad de que pese a su modelo de estilo arcaico, parecía rescién salida de las manos del orfebre que la fabricara... (¿?)

La mala suerte siguió a los posteriores comandantes y dueños de la NAVE FANTASMA, en una seguidilla de desgracias que condujeron a la bancarrota y a la muerte a quienes osaron desafiar la maldición que parecía haber caído sobre el Mary Celeste.

Como detalle digno de resaltar diremos que el navío estuvo muy cerca de nuestras costas, pues en el año 1882, el 24 de enero, atracó en el puerto de Montevideo con un cargamento de caballos, los que también resultaron víctimas del MALEFICIO muriendo casi en su totalidad por pestes no determinadas.

Muchos fueron los historiadores, escritores, e investigadores que arrojaron numerosas hipótesis, pero ninguna resultó probada. Hasta el mismísimo sir Arthur Conan Doyle expuso una serie de “soluciones”, al estilo de su personaje Sherlock Holmes..., pero sin arribar a destino, como tampoco lograron llegar a puerto alguno los tripulantes del bergantín, A quienes —a decir por los viejos hombres de mar— algo que no es de este mundo arrebató para siempre de la faz del planeta.

Caso Nº 2 El Seabird

Aunque el acontecimiento ocurrió treinta y dos años antes de lo sucedido con el Mary Celeste, ex profeso lo hemos ubicado en segundo lugar, por ser el menos difundido, aunque no carente de igual o mayor misterio.

A las siete horas de la mañana del año 1850, los pobladores de Easton’s Beach, próximo a Newport (R. I.), quedaron con los ojos abiertos de asombro, al contemplar un barco de vela, que al parecer buscaba alocadamente, como guiado por un DEMENTE, la destrucción al estrellarse contra los escollos de la costa.

Pequeñas lanchas se hicieron a la mar, y por medio de picas intentaron en vano alterar su ruta suicida. Cuando ya se cerraban los ojos de quienes asistían al inevitable desastre, aprestados a escuchar los lúgubres crujidos del maderamen deshecho, la nave pareció ser levantada por manos invisibles, enormes y poderosas..., para depositarse blandamente sobre la arena sin sufrir daño alguno.

Los hombres, supersticiosos y temerosos, subieron persignándose a su cubierta advertidos que no había movimiento alguno Sus presunciones se vieron confirmadas al descubrir que la única criatura a bordo era un simpático perro mestizo, quien los siguió agitando la cola mientras revisaban prolijamente la nave. Tanto el capitán John Durham como el resto de la tripulación, se había desvanecido en el aire —al menos eso pensaron quienes abandonaron corriendo la nave temerosos de hallar algo demasiado siniestro como para que una mente humana pudiera afrontarlo, sin poner a! mismo tiempo en peligro su cordura.

Por último las autoridades, pese a su lógico y humano temor, no pudieron hacer menos que ascender al barco —y allí es donde las posteriores habladurías populares confunden este suceso con el del Mary Celeste— encontrando la comida caliente, pipas con las cazoletas tibias, y una cafetera hirviendo sobre la cocinilla de la cabina del capitán. Asimismo el fuerte aroma a tabaco en los camarotes y sala de tripulación, se sumó para confirmar que no más allá de quince minutos antes el navío estaba habitado por sus hombres.

Se sabia del comandante del barco, capitán Durham, que éste era un hombre muy valiente y capaz de enfrentar al diablo mismo; recorrieron su cabina y hallaron el libro de bitácora con !a siguiente anotación: “BRANTON REEF, avistado” —Branton Reef es una cadena rocosa que dista unos tres kilómetros de Newport, donde el navío estaba consignado para su atraque—. El Seabird, de 300 toneladas, regresaba de un viaje de cuatro meses y procedía de Honduras.

Como para confirmar las presunciones de los pobladores y autoridades del lugar, una lancha de pescadores llegó minutos después, asegurando sus tripulantes que un rato antes habían saludado al capitán y a la tripulación, cuando iniciaba su entrada hacia puerto. Durante esa tarde y parte de la noche las tabernas y hogares de la región eran escenario de mil hipótesis y supersticioso temor. Después de medianoche estalló una tremenda tormenta; el viento y el oleaje hacían suponer que el nuevo día iluminaría desechos de maderamen y cuartillas, de lo que sin duda quedaría de la nave, destruida por la tempestad. Afortunadamente la carga consistente en maderas exóticas, sacos de café y mangle, había sido bajada a tierra antes de la llegada de las sombras; ¡de todas maneras el barco encallado en la arena estaba perdido! —eso fue lo que afirmaron los hombres y mujeres de Easton’s Beach.
Con los primeros rayos del sol, el asombro y el temor nuevamente hicieron presa de los pobladores del lugar: EL SEA-BIRD no daba señales ni de haber estado sobre la arena.

Se transcribe una parte del articulo referente a este hecho, publicado en la revista especializada “FATE”, de abril de 1853

"Todos esperaban hallar al SEABIRD hecho pedazos y sus restos esparcidos por la playa. Pero, en lugar de eso, el barco había desaparecido igual que su desventurado capitán y tripulación. Se desvaneció sin dejar rastros, y jamás se le volvió a ver ni se volvió a oír de él”.
Según los cronistas, cuando la esposa del infortunado capitán Durham fue puesta al tanto de los acontecimientos, ésta se limitó a levantar sus ojos de la Biblia que se encontraba leyendo y murmuró resignada: “Esa es la voluntad del Señor”.

Son cientos y quizá miles las leyendas y realidades que se cuentan sobre el misterioso navío —o los navíos— que esporádicamente aparecen y vuelven a desaparecer frente a miradas temerosas de ¡os "lobos de mar”. Desde antaño se sabe que uno de los mayores peligros para la navegación lo constituyen los PECIOS; éstos no son otra cosa que naves abandonadas, o más aún que habiendo sufrido un naufragio reflotan enigmáticamente, quedando nuevamente sobre la superficie del mar y sin derrotero fijo, lo que los convierte en verdaderos escollos móviles. Han causado no pocos siniestros náuticos, dañando seriamente o hundiendo a los barcos que tuvieron la mala fortuna de tropezar con ellos. Los pecios resultan a veces invisibles para vigías y tripulantes, ya que en ocasiones muy frecuentes se mantienen a media agua con el consiguiente peligro que ello entraña para el casco y la integridad de las embarcaciones.

Los investigadores navales han atribuido a estos “reflotes” espontáneos muchas causas, entre las que figura la fermentación de cargas en bodegas colmadas por lo general con cereales, las cuales al contac-tacto con el agua, al hundirse una embarcación, producen gases que expulsan a ésta con la subsiguiente reflotación. Pero, ¡claro, no siempre pudieron ser probadas las causas! Periódicamente se envían contra verdaderas “ISLAS FLOTANTES”, de restos de muchas naves desechas que se van uniendo en su encuentro por los mares —las que por otra parte son detectadas y seguidas por ías autoridades navales— flotillas enteras que provistas de cargas explosivas destruyen y envían al fondo del océano para siempre a los ESPECTROS DEL MAR..., pero, desafortunadamente no todos los PECIOS son individualizados a tiempo, sin que antes arrebaten navios y vidas, como sintiendo rencor de aquellos que aún permanecen en el mundo de los vivos.

¡Sí!, son muchas las leyendas e historias que parecieran superar con su PAVOROSA realidad a la misma fantasía, relacionadas con “EL” o “LOS” barcos fantasmas. Desde un confín a otro del tiempo y del mar circulan y continuarán circulando relatos inquietantes. En muchas tabernas hombres aguerridos y valientes, encallecidos por el arduo trabajo marino, sentirán una y otra vez UN HORMIGUEO en todo su cuerpo cuando alguien mencione el “Mar de los Sargazos”, cuna indiscutible y lugar habitual de los navios muertos, según la ''ioia tradición. Y también murmuraran entre dientes la letra de aquella vieja canción:

“Cruzando mares oscuros.

[Con tempestades o calmas,

navegan barcos ESPECTRO,

[repletos de pobres almas”.

Si!, existen muchas leyendas y verdades, en las entrañas, y sobre este “Hermoso monstruo azul, que desde milenios rodea a la tierra, y al que poéticamente el ser humano ha denominado mar..., pero quizá una de las más estremecedoras es la del errático, .triste y pavoroso “Barco Fantasma”.

Mary Celeste, el mayor expediente X del mar

12 feb. 2020

Esta semana zarpamos en busca del que muchos consideran el mayor misterio de los mares: la desaparición de los pasajeros del Mary Celeste. Todo comenzó el 5 de diciembre de 1872, cuando el Mary Celeste fue avistado a la deriva... Y sin nadie a bordo. Las especulaciones no tardaron en correr como la pólvora y pronto se convirtió en un misterio eterno que resuena incluso en nuestros días. Hoy, junto a nuestro compañero Yvan Figueiras, hombre de mar apasionado por los enigmas que lo surcan, analizamos en profundid el expediente Mary Celeste y descubrimos la triste realidad que, probablemente, corrieron sus pasajeros.

 

por Alicia Sellares

Publicado, originalmente, en: Umbral Tiempo Futuro. Selección de relatos fantásticos y ciencia ficción Diciembre de 1977
Link del texto:  https://ahira.com.ar/ejemplares/umbral-tiempo-futuro-no2/

Gentileza de Ahira. Archivo Histórico de Revistas Argentinas

Ahira. Archivo Histórico de Revistas Argentinas es un proyecto que agrupa a investigadores de letras, historia y ciencias de la comunicación,

que estudia la historia de las revistas argentinas en el siglo veinte

 

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