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Instituto
del Libro y la Lectura, INLEC del Perú y Capulí, Vallejo y su Tierra |
24 al 30 de septiembre, |
Cuatro secciones conforman la “Convención Internacional sobre los Derechos de la niñez”, adoptada por la Asamblea General de la Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y firmada hasta la fecha por más de 160 países, abarcando derechos de:
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1. Legislar que los niños tienen derecho a zambullirse, con ropa, zapatos, cuadernos, y todo, en los manantiales prodigiosos de la imaginación sin que nadie intente por ello reprenderle sino al contrario, echarse a volar al lado y junto a ellos hacia mundos de utopía distantes, distintos y hasta opuestos; otorgando prioridad al uso de un par de alas, artefacto sencillo que bien puede ser fabricado en vez de producir armas destructivas y material bélico, a fin de que todos se valgan de ellas para dar un par de vueltas por la realidad, reinventándola en sus sueños. 2. Los niños tienen derecho, y los seres humanos en general, a quedarse extasiados donde sea y cuando sea. A no ser reprendidos ni sancionados por ello, incluso sea que pierdan dinero u olviden de realizar cualquier otra actividad, por contemplar el lento abrirse de una flor, desenroscarse una oruga, elevarse las aguas de una fuente, seguir paso a paso el lento caminar de un caracol. Como el guarecerse bajo un alero arrobados en el suave caer de la lluvia. Que ante la felicidad de avistar un arco iris, campos de trigo, un plenilunio o el cielo tachonado de luceros, se cierren los cuadernos y se guarden las teorías. 3. Tienen derecho los niños a subir a lo más empinado de una torre y contemplar el milagro simple de la creación. Que se abran los lugares más altos de los edificios y desde allí se pueda avizorar imaginar y emprender el reto de hacer un mundo mejor. Que haya excursiones obligadas a las cimas de las montañas a fin de quedar arrobados ante el vasto panorama estelar. Tienen derecho a conocer un castillo, un lago, una catarata; mojarse en la lluvia, moldear la arcilla y navegar en el mar. A albergar un gorrión, un caballo y un río en el corazón. 4. Los niños tienen derecho a ser valorados por la osadía de sus sueños y por dicho motivo a ser enaltecidos, siendo identificados, valorados y reconocidos principalmente por ello. Después de la exposición de un concepto a soñar, dejando a un lado la pregunta impertinente del profesor si ésta no alcanza el nivel del prodigio, ilusión y delirio. Que cuando alguien imagine todos caminen de puntillas, se aquieten los artefactos y no haya ruido sino una alerta y consigna general a fin de no interrumpir el portento de este hecho extraordinario cual es soñar. 5. Los niños tienen derecho y plena libertad de imaginar un mundo mejor, instalando el reino del bien, la belleza y los valores. Que todos ellos son atributos de la infancia. A instaurar la imaginación en el poder. Que ante el anhelo de transformar el mundo no se replique que es imposible hacerlo ni descabellado intentarlo. Que al contrario en este y otros aspectos nosotros los adultos vayamos humildemente siguiendo sus pasos. 6. Tienen todo derecho a mirar la realidad con ojos fascinados, abiertos de asombro y admiración. Ante ello no podemos ser críticos, ni descreídos o escépticos, sino asidos a su vuelo por el ámbito de la fantasía, subidos y en la proa de aquellas naves, trocados en alas y viento, convertidos en todo lo que viaja y se eleva. Siendo bienvenidas estas tres gracias: el trabajo gozoso, el honor de sentirse hermosos y la divina locura de amar y mil veces más amar convencidos e indivisos lo creado. 7. Los niños tienen derecho a reconocer que sus brazos antes fueron alas y con ellos volar por el mundo en su proeza de ser amplios y vastos; que sus manos en el intento de crear y elevarse puedan romper esquemas como trizar objetos y armatostes. Que las manos son para modelar y crear un mundo nuevo y los brazos para cobijar y proteger lo que es débil. Que manos y brazos son perfección de las alas guarecidas allí cuando es menester abrirlas, para dar concreción a los sueños. 8. Los niños tienen derecho a sumergirse en el mundo del misterio, embrujo y sortilegio. A escuchar los tambores, clarines y timbales. Las dianas que resuenan en la tempestad. A entrever la sirena que emerge de las aguas envuelta en orquídeas. Que en la noche estrellada somos dioses actuales y remotos; vigentes y atávicos. Que la fantasía no es falsedad, que en nosotros reviven a cada instante y se hacen cotidianos los arcanos, la clave y los signos de lo supremo que somos. 9. Tienen derecho a utilizar toda su paleta de colores para pintar cualquier cosa y asunto. Que en su visión todo puede ser otro. Las manzanas pueden ser azules y los tomates celestes. Que un gato puede tener estampado encima el arco iris, el sol un colibrí entres sus rayos. Y los besos en las mejillas el color y el sabor del capulí. Pedirán sanciones para quienes todo lo pintan de un solo color, peor si es gris, siendo un agravante mayor pintar aulas y colegios de plomo. O de colores opacos, mortecinos o lastimeros. 10. Tienen derecho a colocar su oído en el hueco de un árbol, un puente o caracola y trasmitirnos en cualquier lenguaje la sabiduría del cielo y del mar; de sus profundidades, estrellas e inabarcables orillas. Que a partir de esas palabras se cambien conductas y disminuyan de precio los productos. Tienen derecho a sumergirse de lleno en el océano de la vida, en los secretos que expliquen las razones o sinrazones supremas de esta efímera, bella y asombrosa existencia. 11. Los niños tienen derecho a transitar de asombro en asombro, de maravilla en maravilla, de milagro en milagro súbito. A descubrir portentos en el naranjo enhiesto en el patio que convierte las pepitas de oro incrustadas en sus gajos en nuevos árboles. Pendientes a dar vida a seres y objetos que aparentemente no la tienen. A conversar ilusos con las nubes, saber lo que piensan las piedras. A tener comentarios de los vínculos de amor existentes entre el sol y la luna, la tierra y el cielo, el cerro y la colina. 12. Tienen derecho que a sus preguntas las respuestas que den los adultos sean de igual o mayor calidad en cuanto a hechicería, embrujo y maravilla. Que ya lanzados por ellos al mundo incógnito y misterioso, como es felizmente el mundo, también participemos de ese juego y de ese asombro. De tal modo que si nos preguntaran algo respondamos con igual fascinación que tienen sus hondas y raigales averiguaciones. 13. Derecho a que si creen en algo no se les desmienta ni corrija, ni se les desencante diciéndoles que eso es errado y es falso. Que todo ser se enmiende para ser bueno ante ellos, y a fin de mirar el mundo con esperanza. Tienen derecho que su selección de fútbol gane siquiera un campeonato. A que se organicen festivales para dar lugar a que los que nunca han ganado por fin triunfen. 14. Tienen el derecho a que fuertemente se les apoye en su convicción de que tienen los mejores padres del mundo y verdaderamente se los reconozca así en una actuación pública. Que padre y madre sean coronados reyes rey él, reina ella, una vez siquiera. Que su casa es su casa y no alquilada por la inmobiliaria que quiere desalojarlos. Que nadie diga que su país es feo y de ladrones. que se repita diez veces mil que no hay nada en el mundo más bello, bueno y hermoso que el lugar donde él naciera y donde vive. Y esto por una razón muy simple, porque es cierto, porque no hay verdad más prístina en el mundo. 15. Tienen derecho a creer en su familia, en sus hermanos, en la caballerosidad de sus vecinos, y pundonor de sus autoridades y gobernantes, porque lo contrario significará dejar de creer y eso no solo es triste sino muy grave. Gravísimo. Los mayores tenemos el deber de luchar a brazo partido porque la realidad no los desmienta. A pedir que las personas de su alrededor sonrían como ellos lo hacen cada día. Que triunfen los seres con los cuales ellos se identifican. Pedir el cambio de un maestro por no sonreír, por vestir de opaco, por hablar de catástrofes desgracias y calamidades. 16. Tienen el derecho universal a la alegría, a celebrar la vida, a mirar cada una de sus manifestaciones con gozo, encanto y arrobamiento. A caminar libremente por las playas y colinas; por valles y desiertos; a sacarle el jugo y néctar a los amaneceres. A rodar frente a los crepúsculos. A la danza libre y gloriosa en la adoración de todo. A saludar al sol, la luna y el arco iris. A que sus miradas de luz y transparentes sean respondidas con iguales miradas quizá ya sin luz pero eso sí transparentes. 17. Todo niño tiene derecho a que su sonrisa sea respondida con otra sonrisa, si es posible de oreja a oreja, sobre todo por los adultos. Se impondrán penas severas y multas drásticas a toda persona mayor que no responda con la misma devoción, emoción y cariño. Al maestro se le suspenderá con un día de trabajo si incurriera en este agravio. Y si un individuo de edad madura responde malamente y con regaños a la sonrisa de un niño esto se notificará inmediatamente al servicio de Serenazgo del distrito privándosele de libertad durante todo un santo día y si después volviera a incurrir en lo mismo se le encarcelará para siempre. 18. Tienen derecho los niños a iniciar un viaje en busca de la clave que explique el misterio del universo; a dejarlo todo con dicho propósito, porque puede ser que este asunto hasta ahora irresoluto finalmente lo avisten y resuelvan para todos y esto nos convenga para siempre. A dejarse guiar por un chispazo, un latido, una corazonada. A ser atraídos por lo ignoto, porque eso finalmente somos: misterio, encantamientos, conjuros, prodigios y adivinanzas en la noche intrincada del universo. 19. Estipular que el sistema educativo debe propiciar la imaginación, que así como hay maestros de estética o lógica haya maestros de "fantástica", incluso funcionarios que inciten el arte de imaginar, a fin que a partir de los sueños las personas cobremos ánimos a favor de alcanzar: lo ideal. Que a partir de ella se alcen y echen a flamear banderas y estandartes defendiendo la vida que es hermosa y no es justo desperdiciarla ni en falsos problemas ni en trivialidades. 20. Reconocer la importancia, maravilla y significación y trascendencia de soñar, y esto porque ello es esperanza. Y esto como un recurso de carácter estratégico y base del desarrollo social, económico, y cultural de una colectividad plena, precisando que sin la fantasía e imaginación la realidad no sería completa. Y es sólo con estos atributos que la vida llega a ser verdad y merece ser vivida. A despertar en la humanidad el anhelo de hacer posibles las utopías del bien, verdad y belleza. |
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