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y Capulí, Vallejo y su Tierra

24 al 30 de septiembre, 
Semana de los derechos del niño

Nuevos derechos universales del niño

Cuatro secciones conforman la “Convención Internacional sobre los Derechos de la niñez”, adoptada por la Asamblea General de la Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y firmada hasta la fecha por más de 160 países, abarcando derechos de:

1) supervivencia, 
2) crecimiento, 
3) protección, y 
4) participación. 

Proponemos ahora los Derechos a la Esperanza, uno de cuyos capítulos trataría: En Torno a la Fantasía e Imaginación, ineludible tratándose de niños. 



En Torno a la Fantasía e Imaginación

Propuesta:
Danilo Sánchez Lihón
www.danilosanchezlihon.blogspot.com 



1. 

Legislar 
que los niños tienen derecho 
a zambullirse, 
con ropa, zapatos, cuadernos, 
y todo, 
en los manantiales prodigiosos
de la imaginación 
sin que nadie intente por ello
reprenderle 
sino al contrario, echarse a volar
al lado
y junto a ellos hacia mundos
de utopía 
distantes, distintos y hasta 
opuestos;
otorgando prioridad al uso
de un par
de alas, artefacto sencillo
que bien
puede ser fabricado en vez 
de producir 
armas destructivas y material 
bélico, 
a fin de que todos se valgan
de ellas 
para dar un par de vueltas 
por la realidad, 
reinventándola en sus sueños.

2. 

Los niños
tienen derecho, y los seres 
humanos
en general, a quedarse
extasiados
donde sea y cuando sea. 
A no ser 
reprendidos ni sancionados 
por ello, incluso
sea que pierdan dinero u
olviden 
de realizar cualquier otra 
actividad, 
por contemplar el lento abrirse 
de una flor, 
desenroscarse una oruga, 
elevarse 
las aguas de una fuente,
seguir 
paso a paso el lento caminar 
de un caracol. 
Como el guarecerse bajo 
un alero
arrobados en el suave caer
de la lluvia.
Que ante la felicidad de avistar 
un arco iris, 
campos de trigo, un plenilunio 
o el cielo
tachonado de luceros, se cierren
los cuadernos 
y se guarden las teorías.

3. 

Tienen derecho los niños 
a subir 
a lo más empinado de una torre 
y contemplar 
el milagro simple de la creación. 
Que 
se abran los lugares más altos 
de los edificios 
y desde allí se pueda avizorar 
imaginar 
y emprender el reto de hacer
un mundo mejor. 
Que haya excursiones obligadas 
a las cimas 
de las montañas a fin de quedar
arrobados 
ante el vasto panorama estelar. 
Tienen 
derecho a conocer un castillo, 
un lago, 
una catarata; mojarse en la lluvia, 
moldear 
la arcilla y navegar en el mar.
A albergar
un gorrión, un caballo y un río
en el corazón.

4. 

Los niños
tienen derecho a ser valorados 
por la osadía 
de sus sueños y por dicho motivo 
a ser
enaltecidos, siendo identificados,
valorados
y reconocidos principalmente 
por ello. Después 
de la exposición de un concepto 
a soñar, 
dejando a un lado la pregunta
impertinente 
del profesor si ésta no alcanza 
el nivel 
del prodigio, ilusión y delirio. 
Que cuando 
alguien imagine todos caminen
de puntillas,
se aquieten los artefactos y no 
haya ruido sino
una alerta y consigna general 
a fin 
de no interrumpir el portento 
de este 
hecho extraordinario cual es
soñar.

5. 

Los niños
tienen derecho y plena libertad
de imaginar 
un mundo mejor, instalando 
el reino 
del bien, la belleza y los valores. 
Que todos 
ellos son atributos de la infancia. 
A instaurar 
la imaginación en el poder. 
Que 
ante el anhelo de transformar 
el mundo 
no se replique que es imposible 
hacerlo 
ni descabellado intentarlo. Que 
al contrario
en este y otros aspectos nosotros 
los adultos
vayamos humildemente siguiendo
sus pasos.

6. 

Tienen 
todo derecho a mirar la realidad 
con ojos 
fascinados, abiertos de asombro
y admiración. 
Ante ello no podemos ser críticos, 
ni descreídos 
o escépticos, sino asidos a su vuelo 
por el ámbito 
de la fantasía, subidos y en la proa
de aquellas
naves, trocados en alas y viento, 
convertidos 
en todo lo que viaja y se eleva.
Siendo 
bienvenidas estas tres gracias: 
el trabajo 
gozoso, el honor de sentirse 
hermosos 
y la divina locura de amar y mil 
veces más
amar convencidos e indivisos 
lo creado.

7. 

Los niños tienen derecho 
a reconocer 
que sus brazos antes fueron alas
y con ellos 
volar por el mundo en su proeza 
de ser 
amplios y vastos; que sus manos 
en el intento 
de crear y elevarse puedan romper
esquemas 
como trizar objetos y armatostes. 
Que las manos 
son para modelar y crear un mundo 
nuevo 
y los brazos para cobijar y proteger 
lo que es débil. 
Que manos y brazos son perfección 
de las alas 
guarecidas allí cuando es menester 
abrirlas, 
para dar concreción a los sueños.

8. 

Los niños
tienen derecho a sumergirse 
en el mundo 
del misterio, embrujo y sortilegio. 
A escuchar
los tambores, clarines y timbales.
Las dianas
que resuenan en la tempestad.
A entrever 
la sirena que emerge de las aguas 
envuelta 
en orquídeas. Que en la noche 
estrellada 
somos dioses actuales y remotos;
vigentes
y atávicos. Que la fantasía no es 
falsedad, 
que en nosotros reviven a cada 
instante 
y se hacen cotidianos los arcanos,
la clave
y los signos de lo supremo que
somos.

9. 

Tienen derecho a utilizar toda 
su paleta 
de colores para pintar cualquier
cosa
y asunto. Que en su visión todo
puede ser
otro. Las manzanas pueden ser 
azules 
y los tomates celestes. Que un 
gato 
puede tener estampado encima 
el arco iris, 
el sol un colibrí entres sus rayos.
Y los besos 
en las mejillas el color y el sabor 
del capulí. 
Pedirán sanciones para quienes 
todo 
lo pintan de un solo color, peor 
si es gris, 
siendo un agravante mayor pintar 
aulas 
y colegios de plomo. O de colores 
opacos, 
mortecinos o lastimeros.

10. 

Tienen derecho a colocar su oído 
en el hueco 
de un árbol, un puente o caracola
y trasmitirnos 
en cualquier lenguaje la sabiduría 
del cielo 
y del mar; de sus profundidades, 
estrellas 
e inabarcables orillas. Que a partir 
de esas 
palabras se cambien conductas
y disminuyan 
de precio los productos. Tienen
derecho 
a sumergirse de lleno en el océano 
de la vida, 
en los secretos que expliquen 
las razones 
o sinrazones supremas de esta 
efímera,
bella y asombrosa existencia.

11. 

Los niños
tienen derecho a transitar 
de asombro 
en asombro, de maravilla 
en maravilla, 
de milagro en milagro súbito. 
A descubrir
portentos en el naranjo enhiesto
en el patio 
que convierte las pepitas de oro
incrustadas 
en sus gajos en nuevos árboles.
Pendientes
a dar vida a seres y objetos que 
aparentemente 
no la tienen. A conversar ilusos
con las nubes, 
saber lo que piensan las piedras.
A tener 
comentarios de los vínculos 
de amor 
existentes entre el sol y la luna, 
la tierra 
y el cielo, el cerro y la colina.

12. 

Tienen 
derecho que a sus preguntas
las respuestas 
que den los adultos sean de igual 
o mayor 
calidad en cuanto a hechicería,
embrujo 
y maravilla. Que ya lanzados 
por ellos 
al mundo incógnito y misterioso,
como es 
felizmente el mundo, también 
participemos 
de ese juego y de ese asombro.
De tal modo
que si nos preguntaran algo 
respondamos 
con igual fascinación que tienen 
sus hondas
y raigales averiguaciones.

13. 

Derecho 
a que si creen en algo no se les
desmienta 
ni corrija, ni se les desencante
diciéndoles
que eso es errado y es falso. 
Que todo ser 
se enmiende para ser bueno 
ante ellos, 
y a fin de mirar el mundo con 
esperanza. 
Tienen derecho que su selección 
de fútbol 
gane siquiera un campeonato. 
A que 
se organicen festivales para dar 
lugar 
a que los que nunca han ganado 
por fin triunfen.

14. 

Tienen 
el derecho a que fuertemente
se les apoye 
en su convicción de que tienen 
los mejores 
padres del mundo y verdaderamente
se 
los reconozca así en una actuación 
pública. 
Que padre y madre sean coronados 
reyes
rey él, reina ella, una vez siquiera. 
Que 
su casa es su casa y no alquilada
por la inmobiliaria 
que quiere desalojarlos. Que nadie 
diga 
que su país es feo y de ladrones.
que se repita 
diez veces mil que no hay nada 
en el mundo 
más bello, bueno y hermoso que 
el lugar 
donde él naciera y donde vive. Y
esto
por una razón muy simple, porque 
es cierto,
porque no hay verdad más prístina
en el mundo.

15. 

Tienen 
derecho a creer en su familia, 
en sus hermanos, 
en la caballerosidad de sus vecinos, 
y pundonor 
de sus autoridades y gobernantes, 
porque
lo contrario significará dejar de creer 
y eso no solo
es triste sino muy grave. Gravísimo.
Los mayores 
tenemos el deber de luchar a brazo
partido
porque la realidad no los desmienta. 
A pedir 
que las personas de su alrededor 
sonrían 
como ellos lo hacen cada día. 
Que triunfen
los seres con los cuales ellos 
se identifican. 
Pedir el cambio de un maestro 
por no sonreír, 
por vestir de opaco, por hablar 
de catástrofes
desgracias y calamidades.

16. 

Tienen 
el derecho universal a la alegría, 
a celebrar 
la vida, a mirar cada una de sus 
manifestaciones 
con gozo, encanto y arrobamiento. 
A caminar 
libremente por las playas y colinas;
por valles y 
desiertos; a sacarle el jugo y néctar
a los amaneceres.
A rodar frente a los crepúsculos. 
A la danza 
libre y gloriosa en la adoración 
de todo. A
saludar al sol, la luna y el arco iris. 
A que 
sus miradas de luz y transparentes
sean
respondidas con iguales miradas
quizá ya
sin luz pero eso sí transparentes.

17. 

Todo niño 
tiene derecho a que su sonrisa 
sea 
respondida con otra sonrisa, si 
es posible
de oreja a oreja, sobre todo por
los adultos.
Se impondrán penas severas 
y multas
drásticas a toda persona mayor 
que no responda 
con la misma devoción, emoción
y cariño. 
Al maestro se le suspenderá
con un día 
de trabajo si incurriera en este 
agravio. Y 
si un individuo de edad madura
responde 
malamente y con regaños a la 
sonrisa 
de un niño esto se notificará
inmediatamente
al servicio de Serenazgo del distrito 
privándosele 
de libertad durante todo un santo 
día
y si después volviera a incurrir
en lo mismo 
se le encarcelará para siempre.

18.

Tienen 
derecho los niños a iniciar un viaje 
en busca 
de la clave que explique el misterio 
del universo; 
a dejarlo todo con dicho propósito,
porque 
puede ser que este asunto hasta
ahora
irresoluto finalmente lo avisten
y resuelvan 
para todos y esto nos convenga
para siempre. 
A dejarse guiar por un chispazo, 
un latido, 
una corazonada. A ser atraídos 
por lo ignoto, 
porque eso finalmente somos: 
misterio,
encantamientos, conjuros, prodigios
y adivinanzas 
en la noche intrincada del universo.

19. 

Estipular 
que el sistema educativo
debe 
propiciar la imaginación, 
que así 
como hay maestros de estética 
o lógica 
haya maestros de "fantástica", 
incluso 
funcionarios que inciten el arte
de imaginar, 
a fin que a partir de los sueños 
las personas 
cobremos ánimos a favor 
de alcanzar:
lo ideal. Que a partir de ella
se alcen 
y echen a flamear banderas 
y estandartes 
defendiendo la vida que es 
hermosa 
y no es justo desperdiciarla 
ni en falsos
problemas ni en trivialidades.

20. 

Reconocer
la importancia, maravilla
y significación 
y trascendencia de soñar, 
y esto
porque ello es esperanza.
Y esto
como un recurso de carácter 
estratégico 
y base del desarrollo social,
económico, 
y cultural de una colectividad
plena, 
precisando que sin la fantasía 
e imaginación 
la realidad no sería completa.
Y es sólo 
con estos atributos que la vida 
llega a ser 
verdad y merece ser vivida. 
A despertar 
en la humanidad el anhelo 
de hacer 
posibles las utopías del bien,
verdad y belleza.

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