1. Los
enigmas de su nacimiento
José
María Arguedas es quien nos develó el mundo andino con entrañable
fervor y hermosura. En las reseñas sobre su vida se consigna que nació
el 18 de enero del año 1911 en Andahuaylas, en el departamento de Apurímac,
región de cerros inhiestos y pavorosas hondonadas.
Se refiere, además, que fue hijo del abogado Víctor Manuel Arguedas y
la señora Victoria Altamirano Navarro, quien era hacendada y murió
cuando él tenía dos años y medio de edad.
Sin embargo, sobre estos datos ha sobrevenido la controversia y ahora su
nacimiento está lleno de enigmas y paradojas.
Y esto desde que Luis E. Valcárcel su dilecto maestro, colega de
trabajo y amigo entrañable, revelara en sus memorias que era hijo
natural. Y fruto de una relación irregular.
Esto motivó una pregunta inquietante en personas que quieren y aman a
Arguedas, cual es:
¿Cómo es aquello de hijo natural y fruto de una relación irregular?
2.
Aflora, se filtra y orada
¿Entonces
no es hijo de las personas cuyo apellido formal su nombre consigna?
De otro lado, desde la localidad recóndita de Huanipaca se ha
extendido lo que allí se sabía desde el principio, y que ahora
resuma por entre las piedras, la tierra fecunda o los abrojos.
Y es aquello que parecía una historia aparentemente enterrada y
secreta. Y que ahora aflora, se filtra y horada hasta las rocas. Y que
se sintetiza en lo siguiente:
a. José María Arguedas nació fuera del matrimonio Arguedas-Altamirano.
b. Es hijo del padre que se menciona y reconoce. Pero en una criada,
cual es: Juanita Tejada.
c. El niño fue arrebatado del seno de su madre natural y se lo
presentó como hijo legítimo del matrimonio formalmente establecido.
d. Muerta la señora Victoria Altamirano la criada Juanita Tejada
reclamó a su hijo. Y este regresó a sus brazos.
e. Luego el niño volvió a ser recuperado por la familia Arguedas.
3.
Historia que se hace leyenda
Han
sido y son consecuencia de todos estos sucesos:
a. Que Juanita Tejada confinada en Huanipaca enloqueció reclamando a su
hijo y al sentir que era imposible recuperarlo.
b. Que José María Arguedas Altamirano es en verdad José María
Arguedas Tejada.
c. Que él sabía esta historia y debe haber sido uno de los motivos más
gravitantes en su desapego por la vida y en su suicidio concomitante.
d. ¿Quién sino él reveló estos datos a Luis E. Valcárcel, con el
que trabajó estrechamente, fueron amigos y confidentes?
e. La vida de José María Arguedas estuvo lacerada por dolores y
ausencias muy hondas. Y signada a vivir con los siervos y domésticos y
al lado de los parias de la tierra.
4.
Origen que se hace mítico
Se
han recogido datos que dan indicios de esta tesis o suposición. El
informe lo suscribe Walter Saavedra donde se dan estos alcances:
a. Que las fechas del posible encuentro entre el padre de José María y
la criada Juanita Tejada coinciden.
b. Que los parientes de Juanita Tejada recuerdan que ella tuvo por
aquella fecha del nacimiento de Arguedas un hijo varón.
c. Que el genotipo biológico de José María Arguedas corresponde al
tronco familiar de Juanita Tejada. (Blanco de piel, ojos claros, zarco,
con el pelo castaño y ondulado).
d. Que en la investigación se encontró a un sobrino nieto de Juanita
Tejada llamado Alejandro Tejada Guillén, que era "…el vivo
retrato" de José María Arguedas.
e. Que la localidad lejana de Huanipaca guarda esta historia como un
secreto.
a. Que los pobladores del lugar conocen que la muchacha enloqueció
porque le arrebataron a su hijo.
b. Que en la partida de bautismo después del apellido paterno Arguedas
figura una T borroneada.
c. Que José María tuvo una especie de fijación en sus novelas acerca
de estas relaciones desiguales de patrones y servidumbre.
Cabe suponer entonces que nació no en un pueblo grande, sino en un
lugar remoto, posiblemente una quebrada.
Y en una casa pobre y vetusta, porque estos son también escenarios que
constituyen una fijación en sus obras.
6.
Nació
en un resquicio del mundo
Nació
en una quebrada. Y pensemos en la significación de esta palabra.
Porque mujer y niño, todavía en el vientre, fruto de una relación
abrupta se recluyen en los pliegues que hace la Tierra.
Porque la mujer embarazada del patrón se refugia en un lugar
inaccesible.
Permanece oculta en los resquicios o resquebrajaduras del mundo donde se
alivian esas relaciones prohibidas.
Porque son las quebradas andinas, como dobladuras atroces de los cerros,
los lugares más propicios a vivir en otro mundo.
Son a su vez los lugares más prodigiosos, atravesados de cursos de agua
límpidos y cristalinos que purifican penas, agobios y estigmas.
7.
El estallido
mudo de la creación
Siendo
así José María Arguedas vería la luz primera del sol en alguno de
esos parajes que son milagros sobrenaturales de la naturaleza y de la
vida.
Quebrada envuelta entre bosques. Donde cada arbusto, planta y espiga
tienen alma, donde toda la naturaleza estalla y se pasma.
Donde el día y la noche se juntan en una comunión de amor y de muerte.
Donde la noche es oscura y el ser humano aprende a escudriñar las
sombras y a saludar al sol horadando las tinieblas, como él lo hizo en
sus obras.
Donde los cerros, los seres y las cosas tienen estupor. Donde pugna la
vida porque poderosa es la muerte.
Y allí también sentiría la noche estrellada, donde la luna riela en
el empedrado del patio.
En ese mundo nació Arguedas.
8.
En ese mundo
nació Arguedas
Quebrada
como aquella que recreó en su cuento Huarma Kuyay, "Amor de niño",
donde dice:
Noche de luna en la quebrada de Viseca…
Me fui hacia el molino viejo; el blanqueo de la pared parecía
moverse, como las nubes que correteaban en las laderas del "Chawala".
Los eucaliptos de la huerta sonaban con ruido largo e intenso; sus
sombras se tendían…
Donde todo es distante y cercano, el grillo anuncia y el zureo de la
torcaza predice.
De casas desperdigadas, algunas ennegrecidas por la pena. Donde el
aliento y el susurro reemplazan a la voz cotidiana.
Donde las noches son invisibles por lo sobrenaturales. Pero que al final
se asumen y se sobrevive.
Porque en ellas se manifiesta el estallido mudo de la creación.
Pero
hay otros estigmas en la vida de José María Arguedas, aparte de su
nacimiento tan misterioso.
Su padre era un abogado errabundo, sin asiento fijo, un doctor en leyes,
pero ambulante. Quien iba buscando clientes y pleitos. Y en ese afán
encontró a una señora a quien hizo suya. Y fue a su hijo a quien dejó
en esa hacienda. Ese hijo también se quedaba en los lugares y en las
escuelas y los colegios por donde el padre pasaba.
Pero lamentablemente el abogado perdía los juicios igual que al hijo
por los caminos.
Esto lo enrostran al niño sus hermanastros: que su padre los esté
hundiendo en la ruina. ¿De qué vale entonces que su madre se haya
comprometido?
Y no hay peor afrenta para un niño que aquella que rompe la imagen del
padre. Y lo cuestiona.
A
aquel niño le hacían sentir el peso de esas desidias, ausencias y
extravíos. Y aquel padre errabundo seguía en su deambular como si
huyera de algo o de alguien.
Y al niño amenazaban cobrarle lo que su padre perdía. A quien le imponían
trabajos para que devolviera siquiera en parte lo que su progenitor había
descalabrado.
Tan igual, idéntico al destino del Perú que José María Arguedas
asumió con amor entrañable y sin medida. Por eso es importante recrear
esta historia.
Porque, ¿acaso no pagamos una deuda externa que es ineptitud de
nuestros antepasados, adeudo por demás infame, confuso e irredento?
¿Qué es el Perú sino la madre ausente, muerta y arrebatada de
nuestros brazos? Y qué son los padres que nos gobiernan sino erráticos,
confusos y descalabrados?
Y los otros padres, ¿no están desperdigados por el mundo, errando por
estas y otras comarcas, enviando emolumentos que no compensarán jamás
la ausencia de su cariño?
Estigmas
que grafican en la vida de un hombre emblema y símbolo como es Arguedas
lo que nos toca como comunidad y nación.
Porque, ¿no es extraño y apartado de un sentido lógico que un padre
deje al hijo con la madrastra y vague por rumbos inciertos?
"Yo soy hechura de mi madrastra. Mi madre murió cuando yo
tenía dos años y medio. Mi padre se casó en segundas nupcias con
una mujer que tenía tres hijos… Me dejó en la casa de mi madrastra
que era dueña de la mitad de un pueblo. Tenía mucha servidumbre indígena
y el tradicional menosprecio e ignorancia de lo que era un indio…
", diría él.
Y porque lo odió tanto lo hizo vivir con los indios.
Y aquel caminar nómada del padre se proyecta también en el hijo. José
María. Quien fue errante él mismo: sus estudios primarios los realizó
en tres ciudades: en San Juan de Lucanas, en Puquio y en Abancay.
Sus estudios secundarios en otras tres diferentes: en Ica, Huancayo y
Lima.
Fue trashumante en diversos trabajos, en las ciudades en que vivió y
hasta en los vínculos de pareja que alcanzó a establecer.
12.
Ser tratado
como a otro y como ajeno
"…mi
madrastra… me tenía tanto desprecio y tanto rencor como a los
indios (y) decidió que yo había de vivir con ellos en la cocina,
comer y dormir allí.
Así viví muchos años… Los indios y especialmente las indias
vieron en mí exactamente como si fuera uno de ellos, con la
diferencia de que por ser blanco acaso necesitaba más consuelo que
ellos… y me lo dieron a manos llenas".
Fue su drama. Y también encuentra allí su liberación. Fue ser tratado
como a doméstico, siendo distinto. Lo que constituyó una grieta.
Fue el darle trato de indio siendo niño blanco.
De paria siendo hijo de abogado. Y de extraño siendo miembro de
familia.
Fue la vida quebrada de quien nació en una quebrada, abrupta y
escondida. Siendo él central o de centro.
He aquí una manera de castigar a alguien tratándole directamente como
a otro. Y como ajeno.
13.
Sirviente
de los hijos de la madrastra
Ya
el Inca Garcilaso de la Vega nos había advertido un anatema:
"El Perú es madrastra de sus propios hijos. Y madre de los
ajenos".
José María sufrió un estigma peor: hacerlo sirviente de sus
hermanastros.
Sirviente de los hijos adultos de su madrastra. ¿No parece un castigo
peor a cualquiera que se consignan en el infierno? Y lo anoto con todo
su horror porque de todo ello él hizo himno de redención:
Pero no solo he sido hechura de mi madrastra. Hubo otro modelador
tan eficaz como ella… pero un poco más bruto: mi hermanastro…
Cuando yo tenía siete años me obligaba a que me levantara a las seis
de la mañana a traerle su potro negro desde una chacra muy grande…
Un
día se perdió su poncho de vicuña y lo acusó de haberlo perdido:
Levantó el rebenque para pegarme en la cara y a última hora se
arrepintió… Pero luego ya en la cocina: …entró mi hermanastro…
me quitó el plato de la mano y me lo tiró a la cara y me dijo:
"no vales ni lo que comes"… Yo salí de la casa, atravesé
un pequeño riachuelo, al otro lado había una excelente chacra de maíz.
Me tiré boca abajo del maíz y le pedí a Dios que me mandara la
muerte.
He allí los abismos del país fracturado que aún somos. He allí la
despiadada crueldad con alguien que tuvo que sufrir ese destino para
develar no su suerte particular sino la de la comunidad indígena plena
de ternura.
Ese es el destino del Perú. Estos contenidos debieron estar presentes
en los dos balazos que se descerrajara en el cráneo al final de su
vida.
15.
La pachamama
convulsa y atávica
Ahora
bien, la vida y obra de José María –y dentro de ella las
circunstancias de su nacimiento– han cobrado aureola al punto de
constituirse ya en leyenda y hasta en mito, que ocurre cuando pasan a
ser esencias universales del ser del hombre las que se tocan, precisas y
cabales para un país milenario como es el Perú.
Y es que en los de seres paradigmáticos y legendarios se mimetiza o se
expresa mucho el colectivo social, en este caso el Perú: un país
misterioso, sensual y fragmentado.
La grandeza y significación de Arguedas bien podría conducirnos a
expresar que él es encuentro estremecedor de todas las sangres y que su
madre es la pachamama convulsa y atávica.
Y su padre el sol que gobierna, fecunda y redime todo.
De su vida y de su muerte surgirán los andenes nuevos que Capulí,
Vallejo y su Tierra se ha propuesto erigir, con Vallejo, Arguedas y Mariátegui
como nuestros apus tutelares.
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