“Piedra
desde siglos escogida
para reclinar mi cabeza”.
César Moro
1.
Iridiscente es el agua por las alas de las cantáridas
La
Piedra Bruja es en Santiago de Chuco un promontorio rocoso, como la
proa de una nave al infinito.
Allí hay unos pocitos de agua de lluvia detenida verdosa por el
tiempo; donde el agua es iridiscente por las alas de las cantáridas
que allí mueren y renacen. Y en donde de noche juguetean los duendes,
se bañan las brujas y adquieren sus poderes mágicos.
De día es el lugar en donde los niños elevamos cometas y
contemplamos cómo se oculta el sol entre celajes.
También este sitio es el camino y bajada a un río y a un viejo
molino abandonado, donde vamos todos los fines de semana con mamá,
primos y hermanos a lavar la ropa. Y ahí cocinamos.
Desde ahí se divisa uno de los paisajes más hermosos de Santiago de
Chuco, con las cuevas de Shiminiga y Quenre al frente, en donde se
enterraban los gentiles.
Ahí he jugado, cazado cantáridas, buscado –sin encontrar nunca–
tréboles de cuatro hojas.
Allí he esperado, como muchos otros, el regreso de los seres queridos
que venían por la ruta de Trujillo
2.
Amor a la casa que nos habita
Ya
de noche, es el lugar hacia el cual salíamos a caminar con mis padres,
sea alumbrados por la claridad de las estrellas o por una que otra luciérnaga
que encendía sus candelas a la vera del camino.
Mi madre enlazada al brazo de ti, papá.
Y nosotros correteando; a veces perdiéndonos por los atajos de pencas y
espigas. Hasta llegar a la quebrada de Las Guitarras donde siempre, en
mi recuerdo, alumbrará la luna.
– No vayan lejos, que se pueden caer.
– Cuidado de mojarse los zapatos. Fíjense bien dónde hay espinas.
– Cuidado que hay pozos de agua.
Allí nació mi amor por la noche estrellada. Mi cercanía por el perfil
de los cerros que nos consuelan, por la geografía que nos envuelve.
Como también por la pared, el umbral de nuestra puerta, y la casa que
nos habita.
3.
Nos han llenado el alma con sus encantamientos
Al
frente de La Piedra Bruja quedan los cerros de Chollagueda por donde se
oculta el sol, haciendo en el cielo figuras abigarradas y caprichosas.
Pareciera la paleta de un pintor que hubiera enloquecido y tirara
enfebrecido sus colores al aire.
Un demiurgo que delira con paisajes de sueños y en aras de ello se pasa
derramando todas sus pinturas, porque ha reconocido una verdad
primigenia.
Tarros de colores que arroja a lo lejos empapando con ellos a las pobres
nubes que huyen y se espantan ante tanto arrebato.
Nubes que repentinamente cobran figuras de pasmo, maravilla y estupor.
Hacia abajo se extiende otra locura, que son los campos sembrados de
trigo, maíz, cebada y alfalfa.
Y un reguero de flores de todas las formas y colores. Tonalidades de
verdes, amarillos y fuccias. Y el misterio de las cuencas de los ríos
Patarata y Conra que confluyen en un lugar de fábula llamado La
Pamplona, cuyas aguas atruenan con sus ecos por lo encajonado de
los cerros.
Allí se esconden todos los duendes. Y todas las hadas que nos han
llenado el alma con sus sortilegios, misterios y encantamientos.
4.
Calles empinadas desde donde se divisa un paisaje sideral
En
el centro de toda esta eclosión está el promontorio de La Piedra
Bruja.
De mañana y tarde es visitada por los enamorados.
Y de noche por los zumbidos aterrorizantes de las hechiceras del bien y
del mal, que danzan con sus escobas por las copas de los árboles.
Hacia arriba y subiendo una cuesta está La Parva de la Virgen.
Es este un hermoso lugar en Santiago de Chuco, aunque poco visitado por
sus mismos pobladores, porque para llegar a él hay que subir unas
calles empinadas desde donde se divisa un paisaje sideral.
– ¿Por qué aquel lugar se llama así?, –me han preguntado.
Hay una explicación prosaica y administrativa.
Y hay otra religiosa, mística y plena de misterio.
5.
Aquí la Virgen recibió el misterio de la Anunciación
La
primera, dice que los terrenos de aquí eran antes de la iglesia. Y en
esa loma quedaba la parva donde se acumulaban las mieses para la trilla
de los productos.
Entonces estos eran terrenos de La Virgen, porque en la iglesia las
propiedades también están divididas por los santos que la pueblan.
Así, por ejemplo, estas chacras pertenecían a la Virgen María, madre
de Jesús.
Otros terrenos, por diferentes rumbos, son propiedad del Apóstol
Santiago. Y algunos más, pertenecen a otros santos que los tenemos en
sus tronos.
La segunda explicación, más bien religiosa y divina, dice que en este
lugar colindante al cielo, la Virgen María se entregó a Dios y fue
desposada por el creador de todos los mundos.
Y fue así por ser un lugar tan maravilloso que miren cómo se rasga,
abre y deja ver el paraíso sus entrañas.
O, por lo menos, que aquí la Virgen María recibió el misterio de la
Anunciación dicha por el Arcángel San Gabriel.
6.
A la vera de un camino y sobre un abismo
Pero
también he titulado “La piedra bruja” a este libro lleno de relatos
de misterio, porque ese es el nombre que define bien a Santiago de
Chuco, mi pueblo y que es el escenario de todos estos relatos, varios de
ellos actuales y vigentes.
Porque piedra es el elemento más simple, lo primario y esencial. Aún más,
ella es fundamental en nuestra cultura, hecha de piedra y fantasía, de
roca y embrujo. de materia y espíritu.
Pero también hecha de concreción y azahar. Así como de realidad y de
utopía, de greda pero a la vez de hálito y de rosa.
Con este libro intento ser fiel al mundo que viví de niño.
Porque el amor a la tierra que nos vio nacer creo, que es el mejor amor.
Es cariño limpio, sin tacha ni sospechas; sin sombras que lo opriman.
El amor a la tierra nos redime porque es un canto al infinito.
Es una mandolina pulsada en la noche desde una casa vetusta.
Es la quejumbre del acordeón en una choza a la vera de un camino y
sobre un abismo.
El
libro La Piedra Bruja, de Danilo Sánchez Lihón lo integran veinte
cuentos, todos ellos de índole mágica basados en tradiciones que se
cuentan en los pueblos y senderos del mundo andino, en este caso
concreto en Santiago de Chuco, Tierra de César Vallejo.
Es el espacio del encantamiento, del ensueño y de lo onírico, donde
hacen su aparición duendes, espantos y aparecidos, ángeles, sirenas,
brujas y demonios que pueblan los caminos, configurando un mundo propio,
peculiar y auténtico en donde los límites entre realidad y fantasía
se confunden e integran.
Es la literatura entrañable, de prosa límpida, poética y sentida;
literatura llena de afecto y devoción, correspondiente a un pueblo
legendario que contiene la mejor tradición mítica y mágica, donde
predomina el sustrato de lo anímico, del subconsciente colectivo y de
la pasión más acendrada, de mucha originalidad en los argumentos.
También es un libro de relatos ligados a las vivencias acontecidas en
la infancia de su autor y ocurridas en su pueblo natal que él recrea,
pero también en él se plasman historias que forman parte de la tradición
popular más arraigadas de esa región.
Por estar escrita en un lenguaje sencillo y coloquial, esta es una obra
apta para niños y jóvenes de toda edad, pero sobre todo por los
valores que su contenido trasunta y por el fervor que fulgura en sus páginas
de afianzamiento de una identidad cultural y forja de un porvenir de
felicidad para nuestros pueblos.
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