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7 de julio |
1. Muros añejos José María Eguren nació en la Lima antigua, en el cercado, el 7 de julio de 1874, siendo de signo zodiacal cáncer, a quienes atrae el misterio y la imaginación resultando ser los más sensibles y especiales del horóscopo. Sus padres fueron don José María Eguren y Eulalia Rodríguez. Fue bautizado en la iglesia de San Sebastián donde también recibieran el agua sacramental Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres y el héroe de la batalla de Arica Francisco Bolognesi. De niño vivió mucho tiempo en el medio rural o campestre en la Hacienda Chuquitanta de su familia, de la cual dejó dibujados unos bodegones que retratan sus muros añejos y aires feéricos. Desde la aurora combaten los reyes rojos, con lanza de oro.
Por verde bosque y en los purpurinos cerros vibra su ceño.
Falcones reyes batallan en lejanías de oro azulinas.
Por la luz cadmio, airadas se ven pequeñas sus formas negras.
Viene la noche y firmes combaten foscos los reyes rojos. 2. Y sin ver el dolor En 1896 o 1897 al fallecimiento de sus padres se traslada con sus hermanas Susana y Angélica al balneario de Barranco, en aquel tiempo aún separado y distante de Lima, y no como ahora que forman parte de la misma ciudad. En aquel entonces él hacía el camino a pie, cuidando de no pisar ni siquiera un gorgojo o menos aún atropellar con sus pasos a una araña que tejiera fascinada sus hilos; pero mirando más al cielo en donde reconocía mil fantasmagorías. LA TARDA
Despunta por la rambla amarillenta, donde el puma se acobarda; viene de lágrimas exenta la Tarda.
Ella, del esqueleto madre al puente baja, inescuchada; y antes que el rondín ladre a la alborada, lanza ronca carcajada.
Y con sus epitalamios rojos, con sus vacíos ojos y su extraña belleza, pasa sin ver, por la senda bravía, sin ver que hoy me muero de tristeza y de monotonía.
Va a la ciudad, que duerme parda, por la muerta avenida, y sin ver el dolor, distraída, la Tarda.
3.
Bajeles
muertos Vivió siempre con sus
dos hermanas, que nunca contrajeron matrimonio y que conservaron el
carácter dulce y delicado de su madre, atributos que dedicaron
completamente al cuidado del querido poeta. Él, al igual que ellas,
nunca se casó ni se conoce que tuviera con alguien algún amorío. Él
y sus hermanas eran ramas de un mismo árbol, sutil, inusitado y
recóndito. La villa de barranco
era un promontorio levantado frente al mar, una aldea de familias
soñadoras, con un sol amarillo quebrado en la copa de los ficus que
sombrean calles y avenidas, un lugar silencioso donde deambulan
duendes y marineros sonámbulos. En
la costa brava
suena la campana,
llamando a los antiguos
bajeles sumergidos. Y
con tamiz celeste y al
luminar de hielo,
pasan tristemente los
bajeles muertos.
4. Algún infinito
Carcomidos, flavos se acercan vagando... y por las luces dejan obscurosas estelas.
Con su lenguaje incierto, parece que sollozan, a la voz de invierno, preterida historia.
En la costa brava suena la campana y se vuelven las naves al panteón de los mares. Barranco tiene un hondo camino al mar, una quebrada de ensueño atravesada por un puente de vieja madera y de sombra trémula. Es el famoso Puente de los Suspiros, en donde las parejas de enamorados se hacen juramentos de amor y sentidas promesas que dejan una huella que calma, que alivia y duele. Deambulan por sus calles muchachas cristalinas, ancianos extasiados aunque temblequeantes, gatos trashumantes en la greca de algún tejado y, en los tiempos de Eguren hadas en las puertas como monjas y beatas en los interminables pasadizos de sus iglesias. Y algún caballero con un clavel en el ojal de largo traje. Por las noches las parejas se besan recostadas a los muros de piedra de la orilla de algún infinito de los muchos que lo pueblan. 5. Secreto y furtivo Eguren no viajó a ningún lar. No salió de Lima, ni siquiera a alguna provincia del Departamento. No le hacía falta, porque su alma vagaba por regiones siderales. Ni por turismo, ni por motivos académicos ni por expansión le urgió salir a ningún sitio, salvo un viaje administrativo que hizo por barco a Guayaquil. Su vida fue austera y recogida. El amor para él fue apenas una añoranza. Un huerto y una fontana tejida de nostalgia. No es presente, ni real ni tangible. Es una reminiscencia de algo secreto y furtivo: LA NIÑA DE LA LÁMPARA AZUL
En el pasadizo nebuloso cual mágico sueño de Estambul, su perfil presenta destelloso la niña de la lámpara azul.
Ágil y risueña se insinúa, y su llama seductora brilla, tiembla en su cabello la garúa de la playa de la maravilla.
Con voz infantil y melodiosa con fresco aroma de abedul, habla de una vida milagrosa la niña de la lámpara azul.
6. Torres ardiendo Con cálidos ojos de dulzura y besos de amor matutino, me ofrece la bella criatura un mágico y celeste camino.
De encantación en un derroche, hiende leda, vaporoso tul; y me guía a través de la noche La niña de la lámpara azul. No se conoce que tuviera una enamorada nunca, ni una novia jamás, ni que ¡imposible! estuviera comprometido con alguien. Tampoco se conoce que tuviera algún otro tipo de atracción, en esto hay unanimidad biográfica. Fue un ser tocado por el encantamiento y el sortilegio. Fue un ser hechizado, pero calmo. Estaba tejido de magia y de misterio sin aspavientos, tanto que ni él se daba cuenta, porque era reservado. Sobre la base de un tintero viejo de madera fabricó una maquinita de tomar fotografías. Y andaba con el juguete tomando fotos a sus hermanas; a “chucho”, su perro inglés; a los botes viejos; a las mareas del mar. Y, si no fotografiaba, hacía dibujos y pinturas de niñas vaporosas y torres ardiendo. Pero no crean que todo en la vida lo tenía resuelto y se dedicaba a esto por una complacencia de su espíritu. En el fondo era un ser angustiado y humilde. 7. Honesto y pobre Es Eguren poeta de leyenda, niño alado, leve y en éxtasis, con una flor y una herida en el alma. Y con la mirada lejana. Que camina silencioso como si desapareciera en el aire de la tarde. Es un príncipe de los bosques, de los castillos embrujados, ido de este mundo, inhallable en el día cotidiano sino más bien habitando en el horizonte infinito de lo que es lejano e inhallable. Si tenemos que engarzarle un tótem a su efigie, éste sería la gacela que recorre los bosques inhollados y umbrosos. Él hizo su cabaña o alzó su casa en la morada misma de la poesía, en el centro mismo de la estética, de lo bello y de la maravilla. Nada mundano, ni mucho menos criollo le era afín. Aunque los criollos han tratado de apoderarse de él y hasta de darle filiación social y hasta partido político. No. Él siempre fue honesto y pobre de bienes materiales. Si al lado de alguien tendría que ubicársele es al lado de los pobres del mundo. Por eso es de suponer el sufrimiento que a él le causara estar rodeado de una Lima mundana, sensorial y hasta procaz. 8. El fondo de sus ojos Era de rostro pálido y ojos vivaces, de intenso color negro. El sombrero se lo ponía de cualquier forma y dejaba varios mechones que le caían por la frente. Caminaba deteniéndose y dando saltos como alguien que está pescando seres imaginarios, persiguiendo saltamontes irreales a lo largo de su camino. Se entretenía en minucias, en bagatelas, en cosas sin importancia, que analizaba absorto. Era un personaje menudo, delicado, siempre asombrado cada día de seguir estando vivo. Augusto Tamayo Vargas dice de él: ...era un niño profundo y era la suya una poesía de niño, con sueños y pesadillas infantiles que reflejaban una sensibilidad herida por una impresión de maldad. Un niño, se ha dicho, a quien atormentaba la vida”. “...Había en el fondo de sus ojos una nota triste, grave… 9. Presencia de movimientos literarios Podría decirse de Eguren que era un poeta ingenuo, con la candidez no común sino rara de los grandes espíritus, con la simplicidad de las almas sublimes. Vivió en una época de oro de la literatura peruana, en donde se contaba con el magisterio de Manuel González Prada, con la presencia altiva y militante de Abraham Valdelomar, el Conde de Lemos, quien dirigía la revista Colónida que dedicó un número nada menos que a la presencia, personalidad y figura de J. M. Eguren que ilustró una de sus carátulas con su rostro de duende alucinado. Época literaria en que se contaba con la mente sagaz e inteligente de José Carlos Mariátegui, con su estatura moral, capacidad organizativa y visión política. Período en la cual se contaba en las ciudades interiores del Perú con la presencia de movimientos literarios y artísticos de suma importancia como el grupo Norte en Trujillo, el Orcopata en Puno, el Aquelarre en Arequipa. El grupo Norte, nada menos que con Antenor Orrego a la cabeza, y con César Vallejo, Alcides Espelucín, José Antonio Garrido, Francisco Sandóval. El de Orcopata. con Alejandro Peralta, el Churata. El Aquelarre, con Alberto Hidalgo, César Atahualpa Rodríguez, Percy Gibson. 10. De acentos desolados Ahora bien, ¿cómo ubicar a Eguren en cuanto a escuelas, movimientos o corrientes literarias? He aquí una muestra: EL DOMINÓ
Alumbraron en la mesa los candiles, moviéronse solos los aguamaniles, y un dominó vacío, pero animado, mientras ríe por la calle la verbena, se sienta iluminado, y principia la cena.
Su claro antifaz de un amarillo frío da los espantos en derredor sombrío esta noche de insondables maravillas, y tiende vagas, lucífugas señales á los vasos, las sillas de ausentes comensales.
Y luego en horror que nacarado flota, por la alta noche de voluntad ignota, en la luz olvida manjares dorados, ronronea una oración culpable, llena de acentos desolados, y abandona la cena. Lo más próximo a él es el simbolismo literario que surge en Francia como reacción al realismo o naturalismo, al decir de Estuardo Núñez, postulando una poesía: “consistente en el abandono de fórmulas trilladas, en la acogida de elementos raros y extraños dentro de la materia poética, en la sutileza y selección verbal y en otras conquistas estéticas como el versolibrismo”. 11. La dulzura del alba Jorge Basadre encontraba cuatro expresiones diversas en Eguren: PRIMERA. Poesía puramente lírica, con influencia rústica: Por doquier nos dicen las flores blancas el amor misterioso feliz que guardan. SEGUNDA. Poesía trasrealizada del paisaje, donde este no aparece tal como es, sino que sirve como motivo que el poeta traspone recogiendo esencias de color o de música. Al acantilado las aves regresan con celeste geometría. TERCERA. La poesía propiamente simbolista que puebla la imaginación de doncellas, de arlequines, de muñecas, sirviendo todo ello para expresar estados de conciencia diversos: niñas, mariposas, vírgenes rubias, Pedro de Hacer, etc. CUARTA. Poesía imaginista, donde no hay propiamente ni símbolos, ni alegorías, sino simple expresión de sueño, sucesión de imágenes fantasiosas, de sutiles y estilizados poemas que vagan por un mundo de ilusión: y núbiles corsos y celtas infantes le dan la dulzura del alba camelia. 12. Donde todo es insólito Escribió José María Eguren: “La poesía es la revelación del misterio por la verdad del sentimiento” Qué gran apunte, definición y emblema para su propia poesía. Este es un lema a escribir con letras de oro en el castillo sublime de la poesía de Eguren. Los hondos parajes del encantamiento donde todo es misterio y armonía, con ecos y resonancias por los que se nos tamiza un sentido grave y profundo de la vida. Y es que él era un mago del lenguaje, quien inventó su propia lengua. Recreó palabras, desenterró vocablos o voces perdidas u olvidadas de la lengua de otros siglos. El mundo medioeval, caballeresco y cortesano es el de Eguren. El mundo de lo prodigioso en donde todo es insólito, pero en el caso de él ahíto de estremecedor sentido. 13. El enigma más tupido Fue un fabulador, un imaginero, un alegorista. Un animador de figuras y de estados estupefactos del alma. Personaje misterioso y fantasmagórico que deambula por un castillo medioeval. “Suena trompa del infante con aguda melodía... La farándula ha llegado de la reina Fantasía; y en las luces otoñales se levanta plañidera la carroza delantera. Pasan, luego, a la sordina, peregrinos y lacayos y con sus caparazones los acéfalos caballos; va en azul melancolía la muñeca. ¡No hagáis ruido!; se diría, se diría que la pobre se ha dormido. Vienen túmidos y erguidos palaciegos borgoñones y los siguen arlequines con estrechos pantalones...” He aquí cómo traza y configura a los personajes, ¡cómo crea sensaciones inéditas y nos sumerge en el enigma más intenso y tupido! 14. Un turbión que ruge Jorge Basadre escribió de él: “Su alma sigue siendo de niño pero conoce toda la amargura de la vida. Su musa tiene toda la pureza de la inocencia, a la vez que la conciencia de la horrenda miseria humana”. Eguren es un niño asombrado, temeroso y atribulado frente a la inmensidad, el secreto y el misterio del universo. Fabrica un mundo de ensueños, de encanto y de símbolos que trasuntan sus temores y sus incógnitas. Está tocado por lo mágico y misterioso, sublimando su realidad hacia el reino de la maravilla. Pero animado por un turbión que ruge y espanta hacia el fondo y debajo del ser humano: “Alumbran en la mesa los candiles, moviéronse solos los aguamaniles, y un dominó vacío, mientras ríe por la calle la verbena, se sienta iluminado, y principia la cena”. Eguren al parecer leyó y asumió mucho de los cuentos de los hermanos Grimm y de Charles Perrault; y de todos los contadores de historias de seres fabulosos, de los cuales él recoge principalmente el más secreto estremecimiento. 15. Feliz o desdichado Urdió un mundo propio, original, de extrañeza y prodigio. Creó su universo de juguete y de cristalería, en donde los personajes, como en un vaudeville o en un baile de máscaras y movimiento de marionetas, nacen, crecen y encuentran su destino descalabrado. Viven los dramas de la vida y mueren, pero todo en un plano de figuras de cartón o bisutería, con un misterio y profundidad que lo hacen sencillamente abrumador y angustioso. Trama un universo de arlequines, muñecas, reyes, sotas, caballos de barajas, duques engolados en sus capas. Urde fabulaciones propias del medioevo, con niñas fantasmales, bajeles herrumbrados, duendes y marionetas, princesas encantadas. Se encaraman animales fantasmagóricos y estrafalarios en un mundo de quimera sobrecogedora, pero todo esto con seriedad compungida, como si frente a ello no hubiera salvación posible. Ilusión no elegida sino obligados a aceptarla. Así, una letra es un personaje fabuloso, mítico, con todo el contenido humano, infernal o divino, dramático y terrible, como lo puede ser el hombre más feliz o el más desdichado. 16. Esencias de miedo Veamos: LA DAMA I
La dama I, vagorosa en la niebla del lago, canta las finas trovas.
Va en su góndola encantada de papel a la misa verde de la mañana.
Y en su ruta va cogiendo las dormidas umbelas y los papiros muertos.
Los sueños rubios de aroma despiertan blandamente su sardana en las hojas.
Y parte dulce, adormida, a la borrosa iglesia de la luz amarilla. ¿No es acaso estremecedor? Donde hasta los colores son esencias de miedo y espanto. 17. La vida misma Eguren es el cazador de figuras, el “Andarín de la noche”, el Juan Volatín trashumante. Hay en él un trasfondo misterioso, mágico, onírico, por donde se desliza la muerte, el espanto y el horror más opresor y lacerante, como el caballo que pasea fantasmal por la calle solitaria: EL CABALLO
Viene por las calles, a la luna parva, un caballo muerto en antigua batalla.
Sus cascos sombríos... trepida, resbala; da un hosco relincho, con sus voces lejanas.
En la plúmbea esquina de la barricada, con ojos vacíos y con horror, se para.
Más tarde se escuchan sus lentas pisadas, por vías desiertas y por ruinosas plazas. Son figuras, pero en ellas se encarna no solo el drama del hombre como especie sino de la vida misma como ontología. 18. Y vienen por la hondonada Esta poesía aparentemente inofensiva es de una carga terrible de vacíos y temores. En esta poesía, aparentemente de ilusión y de joyería preciosa, campea la presencia absoluta, presente y evidente de la muerte, estremeciéndonos de espanto. Veamos: NUBES
Descienden de la montaña las nubes enmascaradas.
Y en el valle primoroso de camelias y tacones, blondas niñas adormidas, cantan estivos amores.
Descienden de la montaña las nubes enmascaradas.
Y van parejas errantes por arenal azulino; y en amores, van al bosque buscando fresas y lirios.
Descienden de la montaña las nubes enmascaradas.
Toca, toca el campanero de vieja torre ambarina; claras bodas, en la aurora se oyen con lenta harmonía.
¡Y vienen por la hondonada las nubes enmascaradas! 19. La mansión de mi pena Si algún personaje omnímodo, constante y pavoroso es dominante en esta poesía de estupefacción y pasmo, ese personaje es la muerte. Es una poesía en la cual la adversidad donde habitamos se acepta resignados porque es ineluctable, donde nada se reclama, nada se contraviene, porque todo es fatal y así está establecido. No se ruega ni anhela, todo se lo mira y se lo observa asombrados. Se detiene ante la casa vetusta y abandonada, la capilla derruida y con la cúpula hecha jirones en el puente. En casa vetusta de raros sonidos en donde vagaran los aparecidos de mirada adusta. Y dio esta explicación el poeta, acerca de su universo y su talante, con rictus afligido: Yo adoro la obscura mansión de mi pena. 20. Marionetas y fetiches Con su poesía se eleva y tramonta el abismo del ser, lleno y acosado de miedos, pavores y angustias. Surgen siniestras figuras, atroces cavilaciones y hoscos presentimientos. Horas vacías, aleteos innombrables, presencias extrañas, temibles alegorías. Es decir un mundo de silenciosa y eterna tragedia en medio de la cual el hombre permanece atónito, sin lugar ni al reclamo, y en el caso de Eguren ni siquiera al llanto. En sus poemas más ingenuos, más paisajistas, más juguetones hay un abismo de miedo, de espanto y agonía. Por las avenidas de miedo cercadas brillan en la noche de azules oscuros la ronda de espadas. El libro Simbólicas, por ejemplo, tiene por un lado una sucesión de marionetas y fetiches que unen a su candor lo adusta presencia de lo senil y grotesco. 21. Lucha de contrarios Y hay también, al lado y al fondo de esta galería de juguetes, una sensación y un sentimiento de desolación, de asombrosa tristeza y hasta de horror frente al vacío y a lo tenebroso de la existencia. Así como Cervantes con el genial Don Quijote de la Mancha ama y se burla de la vida caballeresca, como también llora y ríe con sus leyes, códigos y avatares, así José María Eguren hace del mundo cortesano. Aquella realidad o espectáculo de los señores y las damas, de los roles y las formas, de las cosas y los fantasmas, de lo serio y de lo que es juguete, lo sumerge en el baño despiadado de lo que le produce cariño y burla, de lo que gana su afecto y a la vez su efecto, de lo que gana y pierde quedándose únicamente con el asombro de haberlo inventado y hundido otra vez en las aguas o en los mares aciagos. Como todo gran creador es de antítesis, es dialéctico, es centro e infierno de lucha de contrarios. 22. Paquita danza y llora ¡Pobre, pobre marionnette que la van a sepultar! con silente poesía va un grotesco Rey de Hungría y los siguen los alanos; así toda la jauría con los viejos cortesanos. Y en tristor a la distancia vuelan goces de la infancia, los amores incipientes, los que nunca han de durar. ¡Pobrecita la muñeca que la van a sepultar! Melancólico el zorcico se prolonga en la mañana, la penumbra se difunde por el monte y la llanura, marionnette deliciosa va a llegar a la temprana sepultura. En la trocha aúlla el lobo cuando gime el melodioso paro bobo. Tembló el cuerno de la infancia con aguda melodía y la dicha tempranera a la tumba llega ahora con funesta poesía y Paquita danza y llora. 23. Pero no era eso Lo aman tanto que lo critican, presentándolo con rasgos grotescos, de ridiculización en donde reyes y cortesanos tienen taras y defectos o rasgos de horror, como caballos sin cabezas que forman el cortejo de cómicos y farsantes que asisten al entierro de la muñeca. Muñecos, juguetes excéntricos que caricaturizan un mundo aristocrático. Ridícula procesión liliputiense. Crítica simbólica de una realidad pasada. Galería despiadada en tono alegórico, figurado, contraído. Se le criticó que era curioso y sorprendente cómo en una realidad tan dramática socialmente, tan urgida de soluciones de carácter práctico, surgiera una voz tan entregada a la fábula, al deliquio de soñar despierto en reinos de encanto y de maravilla. Pero no era eso. Se esperaba que en todo ello algo funcione mal. Que algún mecanismo se malogre, que se produzca una falla que hiciera ver el vacío y el hueco en el cual se actúa. 24. Tres nombres De ahí que ello quizá sea el mensaje mayor de José María Eguren, cual es presentar la quebrazón del mundo de lo imaginario. Así como dijimos: Cervantes adoptó el mundo de la caballería para burlarse de él. De igual modo Eguren se burla de la fantasía tan querida a su alma, pero tan falta de sentido en una realidad tan áspera, dolorosa y fatal como es la nuestra. Por eso, cometemos un error de encasillar a Eguren con el rótulo de poeta puro, exótico e irreal. Casi, inclusive, como un hombre sin geografía, sin pertenencia a la tierra y que pudo nacer en Noruega, en Australia o en la Cochinchina pero que nació aquí, en el Perú conturbado, convulso y violento. Pudo vivir en otros mundos pero en este estableció su universo. Respecto a todo esto, creámosle por lo menos a tres hombres que sabían mucho de la realidad peruana, que la estudiaron profundamente y la valoraron en todas sus perspectivas prometedoras. Ellos son, sólo por citar tres nombres, aunque la lista podría engrosarse abundantemente: José Carlos Mariátegui, Gamaniel Churata, cuya figura trascendental se la está reivindicando últimamente, y José Jiménez Borja. 25. En sus ojos de infante José Carlos Mariátegui, sin contradecir para nada su ideario socialista, ni su apuesta por un Perú de justicia y libertad, comprendió a Eguren como un poeta auténtico. No es que él hiciera una excepción, no es que hiciera un paréntesis en lo que eran sus visiones y concepciones del mundo y la realidad para admirar a Eguren, sino como parte fundamental de su doctrina e ideario socialista involucra a Eguren en su proyecto social: “Queremos a toda costa incluirlo en nuestra esperanza, afirmando que no solo es pasado sino futuro” Aseveró el Amauta en el homenaje que le dedicó la revista que él dirigía. Y dice de él en su panorama de la literatura, en sus 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana: Toda su poesía es una versión encantada y alucinada de la vida. Su simbolismo viene, ante todo, de sus impresiones de niño. No depende de influencias ni de sugestiones literarias. Tiene sus raíces en la propia alma del poeta... En sus ojos deslumbrados de infante, está la explicación total del milagro. Pero podríamos hasta cuestionar a Mariátegui diciendo que él finalmente era un intelectual socialista con inclinaciones literarias y con formación en la vanguardia europea. 26. Eguren, su indianidad Por eso, veamos lo que dice Gamaniel Churata, quien hizo de lo andino y ancestral peruano un ideario de vida y de lucha. Veamos a este indigenista radical lo que dice de Eguren, manifestando el propósito de escribir nada menos que acerca de la indianidad de este poeta: “Ofrece –escribe en referencia a “Los ángeles tranquilos” de Eguren– una linda y fresca poesía aymara. Poesía de tierra empapada, remojada por lluvias tempestuosas de verano; poesía de ala húmeda, de corazón esponjado, de sierra y de andinismo”. Esto escribe en el número 21 de Amauta con el título: “Valores vernáculos en la poesía de José María Eguren. Pero hay algo más. En una carta a José Carlos Mariátegui, Churata expresa su deseo de escribir un ensayo sobre lo que considera “más fundamental en Eguren, esto es: su indianidad”. Y expresa: El tema es temerario; pero así me agrada. Desde las primeras lecturas que gocé del poeta, y ya ello corre por más de quince años, siempre lo sentí andino, por sobre la apabullante razón de su costeñismo. Creo que me robustezco en la presunción, y me halago pensando que podría decir mucho en ese sentido. 27. Voz de quena José Jiménez Borja desarrolla toda una tesis buscando vínculos entre el mundo mágico de Eguren y los pintores de Nazca, los escultores de Moche y los tejedores de Paracas. Sencillamente increíble en un académico de la talla científica de don José Jiménez. La pintura de Eguren es paisajista. El poema es un cuadro y se puede adivinar o ver a un lado la paleta de colores que él ha empleado. Pero el mismo José María Eguren escribió, en relación con esta correspondencia con el ancestro que cada persona o poeta guarda: “Ahora me pregunto: ¿si en la tristeza permanente de matices prestigiosos; si en las sombras lunares; si en el cúmulo de acentos siempre dulces, siempre doloridos: no hay una voz de quena, una voz prolongada que en todos los lugares hemos oído desde la niñez y cuyas vibraciones nos acompañan siempre en los remotos parajes de la tierra? 28. El espíritu que albergaba Eguren fue completamente original, tanto que al principio hubo dificultad en leerlo, comprenderlo y ubicarlo. Su poesía era completamente distinta a lo que se hacía hasta entonces: distinta en el lenguaje, la sintaxis, las imágenes y sobre todo el espíritu que albergaba. Estuardo Núñez expresa lo siguiente: “Con Eguren empieza en el Perú y tal vez en el continente, el culto de la poesía esencial. Con él concluye el ciclo y señorío de la poesía descriptiva o explicativa, sierva de motivaciones extrañas. Aporta además el criterio de la estricta selección en la materia poética y de la incorporación del valor poético emergente, de la vivencia auténtica y artísticamente elaborada”. 29. Los poetas somos Como una reparación tardía a un poeta que sufrió una existencia desamparada e incomprendida, por muchos que se erigieron como voceros generacionales, la Academia Peruana de la Lengua en 1941 lo elige como miembro de la misma. Pero ya estaba cansado y enfermo, y sin hacerse presente meses después moriría. Nadie más esencialmente esteta que Eguren. Nadie más tocado por la idea y la esencia de la belleza que él. Nadie más exacto, puro, cabal a lo que es el prototipo de la poesía misma. Él había escrito lo siguiente: “Los poetas somos peregrinos que vamos siempre solos por vías infortunadas; aunque, a veces, cambiamos voces de aliento en nuestra noche” 30. Las voces más altas Murió José María Eguren el 19 de abril de 1942. Expiró esta figura etérea que tuvo tan presente a la muerte, pero que hizo de la muerte algo transparente. Personalidad transida por el arte y la belleza, siempre con un aura interior que fue perfilando la irradiación incandescente y a la vez sombría de sus sueños. Días antes había escrito, como previendo su deceso: “y en su trémulo azul voló un alma tranquila a los cielos. ya sus ojos no ven la tiniebla ven la aurora de Dios en el cielo”. José María Eguren y César Vallejo se conocieron y depararon una mutua admiración y calidez intelectual. Y hasta tuvieron la percepción y la conciencia al estar uno frente al otro de que eran los picos mayores, nuestras montañas tutelares y las voces más altas de la poesía peruana de todos los tiempos.
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