1.
Acervo que constituye nuestra propia sabiduría
El
folclor tiene enorme importancia en la formación de la personalidad del
ser humano porque es hilo, textura y cobertor que sostiene y da calidez
y es expresión máxima de la cultura de un pueblo. Acompaña todo el
proceso de adquisición de sensibilidad, conocimientos y conciencia.
Dota de ubicación, pertenencia y filiación, así como confiere a la
persona de sensibilidad y conciencia individual y colectiva.
Tengo,
tengo, tengo...
tú no tienes nada.
Tengo tres borregas
en una manada;
una me da leche
otra me da lana
y otra mantequilla
para...
Una
de las características trascendentales del hecho folclórico es que en
su condición superviven diversas etapas históricas, distintas de la
actual, que han impreso en él su espíritu. Es en este atributo que
radica su mayor virtud, porque algo que supervive es siempre vigente y
signo, además, de su autenticidad y legitimidad.
Una de las ricas y vastas áreas del folclor es el repertorio de
literatura infantil oral, que ayuda a que el niño se sensibilice y
adquiera una clara conciencia de su propio cuerpo, de su imagen mental y
de sus potencialidades en general. Ella identifica a los seres y las
presencias que rodean el universo infantil, proveyendo a los niños de
criterios y categorías que la comunidad ha ido decantando a través de
centurias en un acervo que constituye nuestra propia sabiduría.
Si el niño carece de ese sustrato no será capaz de establecer
comunicaciones amplias y sabias con el exterior ni podrá comprender ni
amar a su prójimo, siendo que el único sendero para un auténtico
aprecio de la cultura universal pasa necesariamente por el
descubrimiento y la adhesión en primer lugar a nuestra propia cultura.
Puerta
del arco
ábrete
que paso llevando
mi cocavi
de corazón de llama.
Carmen
Bravo Villasante, especialista consumada en este tema, en su obra
monumental: Historia y Antología de la Literatura Infantil
Iberoamericana, expresa:
“...
el fabuloso oro del Perú que nos asombra en las vitrinas de los
museos, la portentosa magia de los tesoros peruanos incaicos se
corresponde con un depósito ingente de rico material de leyendas y
cuentos. Pueblo rico en oro y en literatura ¡qué suerte! Los
peruanos tienen que aprovechar sus propias minas espirituales para la
literatura de los niños. ¿A qué buscar hadas, gnomos y elfos nórdicos
si tienen espíritus y magos en su propia tierra? Locura sería pedir
prestado a la mitología extraña mientras no agoten la propia.”
Pero,
de otro lado, José María Arguedas, días antes de morir entregó a
"El Comercio" de Lima un artículo titulado “Salvación del
arte popular", en donde expresa que en el Perú la literatura oral,
los mitos, leyendas y cuentos que constituyen elementos valiosos para el
conocimiento de la naturaleza misma del ser humano:
"...están
en peligro de muerte, de extinción absoluta, de estas extinciones que
no dejan huellas".
3.
Afianzamiento de valores como el de la identidad
Frente
a todo esto, se constata con alarma que la literatura infantil que
consumen nuestros niños, más se refiere a ambientes, personajes
situaciones que nada tienen que ver con su realidad. No conocen aquello
que les rodea. Y allí justamente tiene una gran tarea el folclor en
todas sus formas y manifestaciones, dentro de las que reviste especial
importancia la poesía familiar tradicional.
Di
que sí
con los ojos,
di que sí
con la nariz,
di que sí
con la boca,
que me quieres
mucho a mí.
Se
comprueba, con gran pesar, que desconocemos aquellos textos que nos den
una imagen de nuestro ser. Así, nuestros niños jamás aprenderán a
valorar lo que es suyo, desde pequeños ellos pensarán en un paisaje,
en una realidad y en un mundo que no corresponde a aquel en el cual
viven, actúan y estén dispuestos a luchar, aplicando en todo su aporte
renovador.
Es sumamente peligroso que el niño para incursionar en cualquier campo
del conocimiento tenga que hacerlo con materiales, versiones y
contenidos extraños a su realidad. He allí un fin práctico de la
literatura infantil folclórica, en apoyo de la educación y formación
del niño.
Y no debe sorprendernos considerarlo así, a pesar de quienes conceptúan
que la literatura sólo persigue el goce estético. La literatura
infantil –y más la de origen folclórico– si bien tiene un
compromiso con la belleza también lo tiene con la educación, la
formación de la persona humana y el afianzamiento de valores.
4.
Coincidencias entre folclor y edad infantil
Las
primeras formas de literatura con las cuales el hombre toma contacto en
su vida son las manifestaciones del folclor literario como las nanas,
arrullos, canciones de cuna; las rondas, trabalenguas, cantilenas y,
posteriormente, los mitos, leyendas y cuentos populares.
Con
cuatro llamitas
me voy a Belén,
al lado del niño,
María y José.
Cruzando los andes,
la selva y el mar,
por muchos caminos
tendré que pasar.
La llama más linda
la llevo al Señor,
un poncho de lana
de todo color.
Frazadas tejidas,
pañales y ojotas,
un chullo con borlas
blanquitas y rojas.
Pendientes de plata
y lliclla bonita,
le llevo a la Virgen
en otra llamita.
Dos guantes de alpaca
al buen San José,
alfalfa a la mula
forrajes al buey.
Las otras dos llamas
cargadas están
con ricas cositas
que van a probar.
Pastores y reyes,
amigos y hermanos,
que quieren servirse
manjares peruanos.
El
folclor, por estar más vinculado a la cultura tradicional, es decir, a
aquella que conserva y usa la interpretación del mundo que dieron
nuestros antepasados –expresada en formas tan primigenias como las
creencias, pensamientos e ideas cosmogónicas– encuentra en el niño
un enorme asidero, tanto que se podría postular una plena coincidencia
entre literatura para la infancia y la infancia de la civilización y
del hombre.
El niño hace interpretaciones originales del mundo, anima lo inanimado,
cree y diviniza, corroborando la analogía entre la mentalidad del
hombre en los orígenes de la humanidad y la mentalidad del niño de hoy
y mañana, razón por la cual la mejor forma de iniciar a éste en el
desarrollo de ideas y en la expresión artística es con el folclor,
expresión ancestral con la cual tiene enormes afinidades y
coincidencias.
Hacia
el canto
dormirás.
Media noche
yo vendré.
5.
Cabal asidero al don supremo de la poesía
El
mito y la poesía, –que corresponden a la primera edad de la humanidad
y civilización–, también, y con toda legitimidad, corresponden a la
infancia, de allí que se haya dicho con muchas razón que el niño es
el padre del hombre, en contraposición a la postura inversa en la cual
el adulto –con toda arrogancia, autoritarismo e impositiva
suficiencia– se irroga ser padre del niño.
Pero, un atributo aparentemente formal resulta básico en esta identidad
entre infancia y arte popular. Es el que radica en el carácter oral del
folclor literario, ofreciendo al niño la experiencia lingüística más
vívida y plena en relación con el habla concreta y real, distinta a la
del texto escrito en el cual se dan las otras literaturas, resultando
ser tanto más distantes y artificiales.
¿Quién
es ella que en la rosa
bella sus colores posa?
¿Quién es la guapa doncella
que entre el sol, luna y estrellas
vaga y vaga... vagorosa?
Las
imágenes, figuras y metáforas de las culturas tradicionales son
representaciones tanto del mundo real y objetivo como del universo de lo
abstracto; imaginación que es la misma que se renueva en cada mente
infantil, en donde se plasman las intuiciones simbólicas del
subconsciente colectivo y halla su cabal asidero el don supremo de la
poesía, el acto creador por excelencia y el gesto más alto de que es
capaz el alma humana, cual es avizorar mundos ideales, nuevos, posibles
y eternos, que luego intentamos alcanzar con nuestro esfuerzo y actitud
decidida y heroica tendiendo las alas, mudos y convencidos, yendo hacia
ellos.
El
folclor, representado en los mitos, leyendas y. narraciones populares
nos dicen lo que hemos sido y lo que nunca debemos dejar de ser, porque
ello constituye nuestra esencia y nuestra forma de situamos en el mundo.
De allí que él tenga el sello de lo que ha llegado a ser perenne y
probablemente imperecedero. Siempre y cuando no haya una acción de
destrucción despiadada, la misma que cuando ocurre siempre está
dirigida desde el exterior como un atentado de genocidio cultural y un
acto de lesa barbarie.
La pérdida de la memoria colectiva puede tener efectos desastrosos para
un pueblo. Por eso, rescatar la literatura folclórica es tarea
trascendental, pues es contribuir a afianzar nuestra identidad sistemáticamente
destruida por los siempre presentes "extirpadores de idolatrías".
El hombre en su búsqueda de un humanismo, que se producirá como
consecuencia de la saturación tecnológica y científica, tiene que
volver la mirada a las fuentes primigenias del ser para encontrar la luz
y la verdad que lo guíe en el camino. Y allí debe estar esperándolo
aquel manantial.
El folclor literario contribuye a formar una conciencia propia,
predispone a mirar lo que tenemos más cerca de nosotros mismos y más
valioso; nos enriquece y está a nuestro alrededor. Y todo ello es una
buena base y un buen punto de partida, porque es sentando bien los pies
sobre la tierra que se puede proyectar y luego volar hacia otros rumbos,
pretendiendo acceder a posarse y poner los pies incluso en las
estrellas.
7.
El cauce por donde la historia se desliza
El
relato o la poesía folclórica se constituyen así en el vínculo más
sólido que puede establecer el niño con su cultura, cordón umbilical
que lo une a su raíz y a su ancestro, línea de continuidad con las
generaciones anteriores que hace posible no perder identidad y exorcizar
el desarraigo y el exilio que es el drama de una gran mayoría de los
hombres de nuestro tiempo.
En
la punta de débil hierba
he visto temblar un rocío.
En un cristal tan pequeño
caben el Sol, el cielo y el río.
¡Cuántos
se han visto obligados a emigrar de las provincias a las capitales y de
estas al exterior de sus países corren el serio peligro de quedarse sin
memoria y sin raíces! Niños, jóvenes y adultos tenemos la experiencia
de una flor cuando se transplanta: se agosta y muere o bien florece y se
arraiga delineando su imagen en la tierra adoptiva, pero sin olvidar la
flor que se es y su fragancia primigenia.
A nadie sin embargo –salvo casos muy raros– se le ocurriría
transplantar un árbol. Sin embargo, socialmente eso ocurre en nuestro
sistema social cuando familias enteras se trasladan de los campos a las
ciudades, de las ciudades pequeñas a las ciudades grandes siendo los
fenómenos migratorios un drama universal en el mundo de hoy. A
remediar, en parte, ese mal contribuye el folclor.
Por eso es importante remitirnos a las fuentes de la tradición y de la
cultura popular. Y qué mejor si ello empieza con la literatura que se
hace y ofrece para los niños, quienes pueden dar los primeros pasos
desde ahora y enderezar así el cauce por donde la historia se desliza.
Una
característica del folclor que es importante destacar, entre otras,
como es su índole popular, funcional y anónima, radica en su carácter
colectivo.
¿Y qué valor es más extraordinario que este?: ¡que el niño
participe, a través del folclor literario, de algo que lo integre y
enlace a su colectividad!, ¡que lo haga solidario con sus semejantes!
Porque del folclor participa no sólo un grupo, una capilla o un clan,
sino el común de las personas, el colectivo social, todos los hombres
juntos, enlazados por esta hebra que aunque no estén contiguos físicamente
¡sí están hermanados por este cordón de oro!
Y ¡qué bien que ello sea así!, en contraposición al otro arte, que
se ha convertido en una expresión afectada por un vil individualismo y
una postura egoísta, incluso en cuanto significa logros y éxitos que
no significa otra cosa que una cosecha personal.
Pues bien, allí está el folclor literario, como una fuente viva del
ser colectivo, como un conjunto de representaciones que forman parte de
la estructura ideológica de una sociedad. ¡Y que tiene un rol
importante que cumplir en lo que significa afianzar el ser colectivo!
Es, pues, un recurso, hasta de un valor geopolítico estratégico,
respecto al cual el amauta Ernesto More, en un artículo titulado
“Patria y folklore”, publicado en la revista Runa Nº 4, expresa
explicando el triunfo del Vietnam, un pueblo aparentemente indefenso, en
guerra contra el ejército y la nación más poderosa del planeta:
"Los
países que han tenido la suerte de ser fieles a sus tradiciones, al
verse en peligro, ponen en juego el recurso inagotable de su
profundidad y se hacen invencibles, porque nadie puede batir a los
muertos que viven..." y en el cual "...cada generación es
un peldaño. La patria es una escalera que no tiene principio ni fin
en el tiempo, cuyos auxiliares son el mito, la leyenda, el folclor y
la historia".
Por
eso, es correcto postular que el primer encuentro que deben tener los niños
con su patria verdadera es a través de la literatura folclórica.
9.
Folclor y universalidad
Los
cuentos, hoy universales y de los cuales fueron recopiladores los
hermanos Grimm, son expresiones del folclor alemán, no habiendo confín
en el universo en donde ahora no se lo conozca y se identifiquen todos
los pueblos con ellos.
El folclor alemán, atesorado por los hermanos Grimm, se ha hecho tan
universal, que "Los músicos de la aldea", "El burro y el
perro" y "El gato y el caballo" se han hecho tan nuestros
y tan peruanos, que grupos de “teatro popular” como Yuyashkani lo
adoptan para transmitir a través de ellos sus mensajes sociales
imbuidos de una gran carga de naturalismo e identidad andina.
El universal Cisne de Avon, el gran William Shakespeare, ¿qué es sino
todo folclor? Sus grandes dramas se basaron en la tradición oral. Eran
leyendas, relatos e historias populares muchos de sus sainetes, farsas y
tragedias.
Cuando se enfatiza en el folclor, hay la aprehensión de que tal vez se
esté actuando en contra de un lenguaje universal, de que se acentúe el
problema de las nacionalidades, de que se particularicen y fragmenten a
los pueblos. Ello no ocurre así, porque es a base de la identidad como
se alcanza la universalidad, porque es principio dialéctico que no se
puede integrar lo que no tiene identidad, siendo pues éste el camino
para alcanzar la unidad.
El mundo debe ser una integración feliz de nacionalidades. El folclor,
al dar no una sino muchísimas interpretaciones del mundo –pues cada
pueblo y grupo humano, culturalmente distinto, tiene la suya–, afianza
la identidad y se empina hacia la universalidad.
10.
Experiencias culturales contradictorias
En nuestras sociedades, el folclor o arte popular mantiene una situación
de conflicto con el sistema ideológico imperante el que por las
condiciones históricas que lo favorecen es quien goza de los mayores
recursos para imponerse. Por eso, todo lo que se gane en una presencia
cada vez más intensa de aquél es vía para alcanzar la transformación
cultural que anhelamos, reivindicando la expresión genuina de los
pueblos.
Integran el folclor los hechos culturales propios en los cuales se
contienen factores de resistencia, protesta y apelación a una actitud
de cambio y transformación cultural y social. En el terreno de las
ideologías, un entrecruzamiento de experiencias culturales
contradictorias, entre el folclor y las tendencias del arte que imponen
los grupos de poder dará lugar al cotejo y a oposición de unas y otras
manifestaciones, pudiendo ser las que prevaleces aquellas que mayor
relación establezcan con la realidad concreta y la vida circundante,
como lo tiene y es el caso esencialmente del folclor.
Hay que contrastar, pero esto no sucede. Porque ocurre en la cultura lo
mismo que en la sociedad, se oculta, se apaña y se niega. Quienes
detentan privilegios y han capturado para sí el dictado de las normas y
los gustos aplican y hacen funcionar muy bien la receta que indica:
"¡Miente, miente que algo queda!". Y se miente también con
el gusto, campo en el cual se imponen contenidos, tendencias, formas,
estilos, que alcanzan a tener un predominio y hasta cierto absolutismo
en determinada época.
11.
Arma poderosa para transformar la cultura y la sociedad
Para
dichos grupos dominantes, el folclor es un género menor y tienen ante
esta manifestación una actitud condescendiente y hasta de velado o
descubierto menosprecio. Sin embargo, ¿qué composiciones podrían
igualar a la de los bellísimos cuentos populares que no tienen parangón
y superan en sabiduría, profundidad y refinamiento a todos los otros
que gozan de reconocimiento, pese a su dudosa calidad, pero consagrados
únicamente porque sus autores son los favoritos del sistema?
Creemos más bien, con César Vallejo, que:
"Todo
acto o voz genial viene del pueblo
y va hacia él, de frente o transmitidos
por incesantes briznas, por el humo rosado
de amargas contraseñas... "
Esta
es la naturaleza del arte popular. En cambio, se identifica mañosamente
folclor con provincianismo, con arte menor, con expresión marginal. El
arte más intenso, la expresión más acrisolada de las culturas, que
felizmente perviven y que son la única esperanza de redención para
modificar este infame orden social, son las del folclor, que evidencian
su fuerza y verdad en el hecho de que subsisten y perviven.
Claro está, hay una estrategia de la cultura dominante para destruirlo
y una de sus tácticas consiste en una aparente defensa del mismo, para
lo cual recurren a la adulteración, a falsearlo y fabricarlo para el
consumo. Levy Strauss advirtió que mientras el orden instituido trafica
con las ideas, el indígena las ama y atesora.
Folclor es arte del pueblo. Pero no del pueblo engañado, devaluado y
falseado. Es arte del pueblo verdadero y no está en el color local ni
en la superficialidad de la anécdota, sino en el espíritu y en la
lucha de cada día, de allí que debemos considerarlo un arma poderosa
para transformar la cultura y la sociedad alienadas y erigir nuestra
esperanza.
Folclor
es saber tradicional del pueblo, pero al decir tradicional no se quiere
connotar una visión pasadista. De nada valdría el folclor si él no
sirve para actuar en el presente, si no es funcional y eficaz en la
solución de problemas actuales y sirve para iluminar perspectivas aquí
y ahora.
No puede mantenerse en una actitud arcaizante, ser expresión únicamente
de cómo fueron las cosas en el tiempo antiguo. Su valor es poder dar
expresión a una serie de problemas, alternativas y anhelos del
presente; es ser agente e impulsor de los procesos de cambio y liberación,
factor que ayuda a superar las situaciones injustas en que todavía se
debaten las sociedades.
En todas las manifestaciones folclóricas que el presente asume, se
trasuntan de manera sublimada los problemas más álgidos que sufre el
pueblo: la opresión, la injusticia, la migración y el exilio. O bien
se representan simbólicamente dimensiones profundas que alberga el alma
humana, o aquellos problemas eternos del ser humano.
El folclor es algo que se va haciendo cada día, que se crea y se recrea
a cada instante. Es algo vivo, como el habla y el lenguaje, por eso es
difícil desbrozar en él lo que es sustrato indígena, hechura
precolombina o agregado de la actualidad.
13. Recreación del folclor
El
folclor es una veta, un rico filón que hay que mantener vivo, recreándolo
con alegría, libertad y heroicidad. Inalterado en su esencia, en sus
formas debe renovarse cada día, el folclor, entre cuyas virtudes está
ser expresión de los problemas del presente y sentimiento profundamente
nuestro, del cual somos dueños absolutos y con el cual debemos sentimos
totalmente libres.
Así, es menester que muchos de los relatos folclóricos sean adaptados
para la lectura de niños y jóvenes –sin adulterar, por supuesto, su
sentido esencial– enfocando los temas del momento. Y deben hacerlo los
artistas y personas compenetradas profundamente con el destino de su
comunidad.
Si es así, la expresión genuina de un pueblo vivo, hay que aceptar que
ello se esté transformando cada día; traduciendo o expresando los más
caros intereses, valores y proyecciones de las poblaciones a las cuales
dichas manifestaciones pertenecen.
La recreación del folclor es legítima cuando se hace desde dentro, por
generación natural, cuando es reverente a la cultura que lo ha creado.
Como, a la inversa, es una mascarada, una impostura y hasta una traición
cuando se lo hace desde afuera, con el afán de comercializar, alienar o
domeñar los destinos de los pueblos.
14.
Lo único que nos justifica en la historia: ser nosotros mismos
Contra esta última postura arremetía José María Arguedas cuando
reclamaba que se aplique un castigo de delincuentes a quienes alteren la
esencia de una obra popular, anatemizando de que ellos "no tendrán
perdón de dios". Es comprensible, puesto que hay tráfico con
relación al folclor; hay quienes con afán comercial –y en el fondo
de sometimiento a patrones culturales foráneos– lo adulteran para
hacerlo más fácil al consumo.
Felizmente hay muchos maestros, promotores y artistas que han sabido
atender, escarbar y, luego, proyectar el torrente vital de nuestra
sangre contenida en el folclor y allí alzar su grito trazando la
perspectiva del futuro. A ellos nuestro homenaje, puesto que al final
coadyuvan a lograr lo único que nos justifica en la historia: ser
nosotros mismos.
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