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Instituto del Libro y la Lectura - Inlec del Perú

24 de junio
Inicio del solsticio de invierno
 
Estalla el sol en las cumbres - Fiesta del Inti Raymi 
Danilo Sánchez Lihón
www.danilosanchezlihon.blogspot.com 

"Como rojas lanzas
de una estrella que sangra".
Poesía quechua

1. Lo más hermoso

 

El recuerdo más lejano que yo tengo de Santiago de Chuco, es cuando en la mesa mi madre nos dice:


– Lo más hermoso en el mundo es la aurora.


Tan inquietante y contundente nos parecía esa afirmación que volteábamos buscando los ojos de papá para corroborarla:


– ¿Es cierto, papá?


– ¡Sí! Es lo más bello del universo, –concluía él.


– Y, ¿cómo es? –surgía entonces la pregunta inevitable.


No se puede narrar. Un día voy a levantarlos de madrugada y veremos el amanecer, –concluía mamá.


– ¡Pero cuéntanos!, –rogábamos.


– ¿Para qué si pueden verla?

 

2. Todos los días el sol renace

 

Más tarde recurríamos al primo mayor que teníamos en casa:


– El sol se despedaza en los cerros, –Esa era su única, simple y tremenda descripción, que nos dejaba con el alma atónita, porque imaginábamos al sol como un armatoste que se hace trizas en las rocas y en el firmamento.


Y para contemplar ese milagro que tanto afiebró mi mente de niño no era necesario un boleto de viaje por barco, tren o avión sino que el secreto consistía en el hecho cotidiano de levantarse casi a oscuras y de madrugada.


– ¿Todos los días hay aurora, mamá?


– Sí. Todos los días el sol renace y vuelve a salir por el horizonte.


– Y, ¿por qué no nos enseñas?


– Siempre los despierto, pero otra vez se quedan dormidos en la cama.


Eso ocurría. Pero llegó un tiempo en que nosotros ya no pudimos soportar más postergaciones y nuestros padres tampoco, por el acoso en que los teníamos. Y todos nos preparamos para ver la aurora como quien va a conquistar el polo o a cruzar de uno a otro confín el continente. 

 

 

Inti Raymi completo Cuzco Perú 24 de junio de 2013 gerardolipe15

 

 

3. Un aliento que se esfuma

 

 Muy oscuro susurró mamá en nuestros oídos que nos levantáramos.


Pero era tan de noche y al principio daba tanto sueño que protestamos y nos arrepentimos de haber pedido semejante barbaridad.


Mientras nos arrancaban de la cama, yo me dejaba caer otra vez en ella y rogaba que mejor fuera otro día.


Pero ya mi padre me envolvía en un abrigo, me ponía una gorra, una chalina y, enfardado en una frazada, me dejaba chocando diente con diente en la escalera, mientras terminaba de arropar a mi hermano.


– Abríguense que afuera está cayendo helada, –oímos decir a mi madre que  ayuda a ponernos doble media de lana y encima otro pantalón más abrigado.


A esa hora, todavía honda la noche, la voz no es sonido sino apenas un aliento que se esfuma.

 

4. La luz de una luciérnaga

 

Despacio subimos por las escaleras hasta la parte elevada de la casa. Hay allí un altillo, al nivel de los techos más empinados, y detrás una explanada que llamamos El Mirador, donde nos sentamos tiritando.


El frío con sus mil cuchillos tasajea la piel y los huesos y más allá del alero, adonde apenas llega la luz de la lámpara, la oscuridad es ilimitada.


– ¿Por qué tan temprano? –reclamo sollozando.


– Parte de la aurora es la noche, –es el comentario alarmista y tremebundo de papá.


Es noche tupida y no se distingue absolutamente nada.


Titila, a esa hora, la luz de una luciérnaga.


– ¿Y, por dónde sale el sol?


– Por ahí, al frente.


Y en la oscuridad no veo pero adivino la dirección a la cual apunta el brazo de mi padre.

 
5. La vida que late

 

Nos vence el sueño, cuando oímos a mi madre que exclama:


– ¡Ahí! ¿Ven ahí, al frente?


Una línea muy fina se esboza como si alguien pintara, con una brocha hecha de un cabello muy fino, una rayita de luz en el horizonte.


Es sobrecogedor ese trazo mínimo en la inmensidad de las tinieblas, que divide al mundo en dos: la tierra con el perfil de las cumbres lejanas y el cielo inconmensurable.


Es un rasgo leve que a ratos se apaga y enciende. Después es un temblor preciso, como debió ser el primer hálito de la creación.


Bajo nuestros pies aún todo es tenebroso. La tierra yace desvalida, exangüe. Y si hay en ella algo de intenso y profundo es la vida que late incipiente.


Arriba, una leve claridad se va expandiendo, remontando la dentadura afilada de la cordillera y avanzando por la bóveda sideral.

 

Orígenes y Explicación del Inti Raymi
AylluRecords

 

 

6. Se expanden hacia las nubes 

 

La tierra a esa hora se despierta, primero con el abrir lento de una ala de ave que se estira. O de un suspiro que se desahoga. ¡Una gota que cae desde un alero hasta un recipiente vacío!


Pero repentinamente el sol dispara su primer rayo fulgurante. Es un dardo de luz que traspasa los linderos y hiere a las sombras temblorosas.


¡Y se desencadena la guerra!


El suelo inerte se revuelve y un ¡ay! se exhala desde no sé qué escondrijo.


De pronto el grito altisonante de un gallo quiebra el espejo de tinieblas y hace que la serpiente quieta de la noche huya al monte de las horas infaustas.

 

En el horizonte se desata una lucha a muerte entre un rojo explosivo y un verde incandescente.


Mientras los amarillos llameantes se lanzan a los extramuros celestes, se expanden hacia las nubes tiñéndolas con matices violentos.

 

7. El diamante de un nevado

 

Se desvanecen y retroceden los grises y lilas y los oros y azules prenden sus broches resplandecientes en el perfil de la cordillera.


Hay una pugna encarnizada y feroz, un estallido de furia, una conflagración. Unos colores son desbarrancados en los abismos; otros se elevan a lo alto.


Unos se imponen con lanzas, estandartes y clarines, otros desaparecen huyendo o fugan encabezando sus tropeles de guerreros vencidos.


A los techos de las casas que dormitan a nuestros pies los reboza una tenue penumbra.


Imaginar a los hombres dormidos es sentirlos desasidos, incautos, bajo el misterio en el cual viven o reposan.


Poco a poco la dentadura de los cerros se hace más nítida y surge despacio el diamante de un nevado lejano.

 

Himno Inka (Inti Raymi)
Legion Kuntur

 

8. El prodigio de la creación

 

– ¿Y esos nevados, papá? –señalo hacia el fondo del horizonte.


– Este que parece una montura es el Huascarán, que es bifronte, es decir que tiene dos cabezas y es el picacho más alto del Perú.


– ¡Y ese otro!


– Aquel de más allá es el Huandoy y este otro el Huaylillas.


– ¿Y el de más allá?


– Aquella puntita que sobresale como el diente de un niño de pecho es el Alpamayo, el nevado más hermoso del planeta.


Así conocimos el nacer de la aurora que es un misterio que acontece cada día, antes que nosotros nos levantemos de la cama y bajo el cual vivimos.


De este modo quedó grabado en mí y para siempre, que cada día, cada hora y cada instante habitamos un secreto: el prodigio de vivir algo maravilloso y sagrado, cual es: ¡la creación!


Y que en dicha creación nada es más glorioso, útil para el trabajo y saludable para la vida que el sol.

 

Danilo Sánchez Lihón

Instituto del Libro y la Lectura del Perú

 

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