José María Eguren nació
en la Lima antigua, en el cercado, el 7 de julio de 1874, siendo de
signo zodiacal cáncer a quienes atrae el misterio y la imaginación
resultando ser los más sensibles y especiales del horóscopo.
Sus padres fueron don José María Eguren y Eulalia Rodríguez. Fue
bautizado en la iglesia de San Sebastián donde también recibieran el
agua sacramental Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres y el héroe de
la batalla de Arica Francisco Bolognesi.
De niño vivió mucho tiempo en el medio rural o campestre en la Hacienda
Chuquitanta de su familia, de la cual dejó dibujados unos bodegones que
retratan sus muros añejos y aires feéricos.
LOS REYES ROJOS
Desde la aurora
combaten los reyes rojos,
con lanza de oro.
Por verde bosque
y en los purpurinos cerros
vibra su ceño.
Falcones reyes
batallan en lejanías
de oro azulinas.
Por la luz cadmio,
airadas se ven pequeñas
sus formas negras.
Viene la noche
y firmes combaten foscos
los reyes rojos.
2.
En 1896 o 1897 al fallecimiento de sus padres se traslada con sus
hermanas Susana y Angélica al balneario de Barranco en aquel tiempo aún
separado y distante de Lima y no como ahora que forman parte de la misma
ciudad.
En aquel entonces él hacía el camino a pie, cuidando de no pisar ni
siquiera una musaraña, pero mirando más al cielo en donde reconocía mil
fantasmagorías.
LA TARDA
Despunta por la rambla amarillenta,
donde el puma se acobarda;
viene de lágrimas exenta
la Tarda.
Ella, del esqueleto madre
al puente baja, inescuchada;
y antes que el rondín ladre
á la alborada,
lanza ronca carcajada.
Y con sus epitalamios rojos,
con sus vacíos ojos
y su extraña belleza,
pasa sin ver, por la senda bravía,
sin ver que hoy me muero de tristeza
y de monotonía.
Va a la ciudad, que duerme parda,
por la muerta avenida,
y sin ver el dolor, distraída,
la Tarda.
3.
Vivió siempre con sus dos hermanas, que nunca contrajeron matrimonio y
que conservaron el carácter dulce y delicado de su madre, atributos que
dedicaron completamente al querido poeta.
Él, al igual que ellas, nunca se casó ni se conoce que tuviera con
alguien algún amorío. Él y sus hermanas eran ramas de un mismo árbol,
sutil, reservado y recóndito.
Barranco era un promontorio levantado frente al mar, una aldea de
familias soñadoras, con un sol amarillo quebrado en la copa de los ficus
que sombrean calles y avenidas, un lugar silencioso donde deambulan
duendes y marineros sonámbulos.
LIED III
En la costa brava
suena la campana,
llamando a los antiguos
bajeles sumergidos.
Y con tamiz celeste
y al luminar de hielo,
pasan tristemente
los bajeles muertos.
4.
Carcomidos, flavos
se acercan vagando...
y por las luces dejan
obscurosas estelas.
Con su lenguaje incierto,
parece que sollozan,
á la voz de invierno,
preterida historia.
En la costa brava
suena la campana
y se vuelven las naves
al panteón de los mares.
Barranco tiene un hondo camino al mar, una quebrada de ensueño
atravesada por un puente de vieja madera y de sombra. Es el famoso
Puente de los Suspiros en donde las parejas de enamorados se hacen
juramentos de amor y sentidas promesas.
Deambulan por sus calles muchachas cristalinas, ancianos extasiados,
gatos trashumantes en la greca de algún tejado, y en los tiempos de
Eguren monjas y beatas. Y algún caballero con un clavel en el ojal de
largo traje.
Por las noches las parejas se besan recostadas a los muros de la orilla.
5.
Eguren no viajó a ningún sitio. No salió de Lima, ni siquiera a alguna
provincia del Departamento. Ni por turismo, ni por motivos académicos ni
por expansión, salvo un viaje administrativo que hizo por barco a
Guayaquil. Su vida fue austera y recogida.
El amor para él es una añoranza. Está tejido de nostalgia. No es
presente, ni real ni tangible. Es una reminiscencia de algo secreto y
recóndito.
LA NIÑA DE LA LÁMPARA AZUL
En el pasadizo nebuloso
cual mágico sueño de Estambul,
su perfil presenta destelloso
la niña de la lámpara azul.
Ágil y risueña se insinúa,
y su llama seductora brilla,
tiembla en su cabello la garúa
de la playa de la maravilla.
Con voz infantil y melodiosa
con fresco aroma de abedul,
habla de una vida milagrosa
la niña de la lámpara azul.
6.
Con cálidos ojos de dulzura
y besos de amor matutino,
me ofrece la bella criatura
un mágico y celeste camino.
De encantación en un derroche,
hiende leda, vaporoso tul;
y me guía a través de la noche
La niña de la lámpara azul.
No se conoce que tuviera una enamorada, ni una novia, ni que jamás
estuviera comprometido con alguien. Tampoco se conoce que tuviera algún
otro tipo de atracción, en esto hay unanimidad biográfica. Fue un ser
tocado por la magia y el misterio.
Sobre la base de un tintero viejo de madera fabricó una maquinita de
tomar fotografías.
Y andaba con el juguete tomando fotos a sus hermanas, a “chucho” su
perro inglés, a los botes viejos, a las mareas del mar. Y, si no
fotografiaba, hacía dibujos y pinturas de niñas vaporosas y torres
ardiendo.
7.
Es Eguren poeta de leyenda, niño alado, leve y en éxtasis, con una flor
en el alma y con la mirada lejana que camina silencioso como si
desapareciera en el aire de la tarde.
Es un príncipe de los bosques, de los castillos encantados, ido de este
mundo, inhallable en el día cotidiano, sino más bien en el horizonte
infinito de lo que es lejano e inhallable.
Si tenemos que engarzarle un tótem a su efigie, éste sería la gacela que
recorre los bosques umbrosos.
Él hizo su cabaña o alzó su casa en la morada misma de la poesía, en el
centro mismo de la estética, de lo bello y de la maravilla.
Nada mundano ni mucho menos criollo le era afín.
Por eso es de suponer el sufrimiento que a él le causara estar rodeado
de una Lima mundana, sensorial y hasta procaz.
8.
Era de rostro pálido y ojos vivaces de intenso color negro.
El sombrero se lo ponía de cualquier forma y dejaba varios mechones que
le caían por la frente.
Caminaba deteniéndose y dando saltos como alguien que está pescando
seres imaginarios, persiguiendo saltamontes irreales a lo largo de su
camino. Se entretenía en minucias, en bagatelas, en cosas sin
importancia, que analizaba absorto.
Era un personaje menudo, delicado, siempre asombrado cada día de seguir
estando vivo.
Augusto Tamayo Vargas dice de él:
...era un niño profundo y era la suya una poesía de niño, con sueños y
pesadillas infantiles que reflejaban una sensibilidad herida por una
impresión de maldad. Un niño, se ha dicho, a quien atormentaba la vida”.
“...Había en el fondo de sus ojos una nota triste, grave.
9.
Podría decirse de Eguren que era un poeta ingenuo, con la ingenuidad no
común sino rara de los grandes espíritus, con la ingenuidad de las almas
sublimes.
Vivió en una época de oro de la literatura peruana, en donde se contaba
con el magisterio de Manuel González Prada, con la presencia altiva y
militante de Abraham Valdelomar, el Conde de Lemos quien dirigía la
revista Colónida que dedicó un número nada menos que a la figura de J.
M. Eguren. Y se contaba con la mente sagaz e inteligente de José Carlos
Mariátegui, con su estatura moral, capacidad organizativa y visión
política.
Época en la cual en las ciudades interiores del Perú había movimientos
literarios y artísticos de suma importancia como el grupo Norte en
Trujillo, el Orcopata en Puno o el Palenque de Arequipa.
El grupo Norte con Antenor Orrego a la cabeza y con César Vallejo,
Alcides Espelucín, José Antonio Garrido.
10.
Ahora bien, ¿cómo ubicar a Eguren en cuanto a escuelas, movimientos o
corrientes literarias? He aquí una muestra:
EL DOMINÓ
Alumbraron en la mesa los candiles,
moviéronse solos los aguamaniles,
y un dominó vacío, pero animado,
mientras ríe por la calle la verbena,
se sienta iluminado,
y principia la cena.
Su claro antifaz de un amarillo frío
da los espantos en derredor sombrío
esta noche de insondables maravillas,
y tiende vagas, lucífugas señales
á los vasos, las sillas
de ausentes comensales.
Y luego en horror que nacarado flota,
por la alta noche de voluntad ignota,
en la luz olvida manjares dorados,
ronronea una oración culpable, llena
de acentos desolados,
y abandona la cena.
Lo más próximo a él es el simbolismo literario que surge en Francia como
reacción al realismo o naturalismo, al decir de Estuardo Núñez,
postulando una poesía:
“consistente en el abandono de fórmulas trilladas, en la acogida de
elementos raros y extraños dentro de la materia poética, en la sutileza
y selección verbal y en otras conquistas estéticas como el versolibrismo”.
11.
Jorge Basadre encontraba cuatro expresiones diversas en Eguren:
PRIMERA. Poesía puramente lírica, con influencia rústica:
Por doquier nos dicen las flores blancas
el amor misterioso feliz que guardan.
SEGUNDA. Poesía trasrealizada del paisaje, donde este no aparece tal
como es, sino que sirve como motivo que el poeta traspone recogiendo
esencias de color o de música.
Al acantilado las aves regresan
con celeste geometría.
TERCERA. La poesía propiamente simbolista que puebla la imaginación de
doncellas, de flores, de muñecas, sirviendo todo ello para expresar
estados de conciencia diversos: niñas, mariposas, vírgenes rubias, Pedro
de Hacer, etc.
CUARTA. Poesía imaginista, donde no hay propiamente ni símbolos, ni
alegorías, sino simple expresión de sueño, sucesión de imágenes
fantasiosas, de sutiles y estilizados poemas que vagan por un mundo de
ilusión:
y núbiles corsos y celtas infantes
le dan la dulzura del alba camelia.
12.
Escribió José María Eguren:
“La poesía es la revelación del misterio por la verdad del sentimiento”
Qué gran apunte, definición y emblema para su propia poesía. Este es un
lema a escribir con letras de oro en el castillo sublime de la poesía de
Eguren.
Los hondos parajes del encantamiento donde todo es misterio y armonía
con ecos y resonancias por los que se nos tamiza un sentido grave y
profundo de la vida.
Y es que él era un mago del lenguaje, quien se inventó su propia lengua.
Recreó palabras, desenterró vocablos o palabras perdidas u olvidadas de
la lengua de otros siglos.
El mundo medioeval, caballeresco y cortesano es el de Eguren. El mundo
de lo prodigioso.
13.
Fue un fabulador, imaginero, un alegorista. Un animador de figuras.
Personaje misterioso y fantasmagórico que deambula por de un castillo
medioeval.
Suena trompa del infante con aguda melodía...
La farándula ha llegado de la reina Fantasía;
y en las luces otoñales se levanta plañidera
la carroza delantera.
Pasan, luego, a la sordina, peregrinos y lacayos
y con sus caparazones los acéfalos caballos;
va en azul melancolía
la muñeca. ¡No hagáis ruido!;
se diría, se diría
que la pobre se ha dormido.
Vienen túmidos y erguidos palaciegos borgoñones
y los siguen arlequines con estrechos pantalones...
Cómo traza y configura a los personajes, cómo crea sensaciones inéditas
y nos sumerge en el enigma más intenso y tupido.
14.
Jorge Basadre escribió de él:
Su alma sigue siendo de niño pero conoce toda la amargura de la vida. Su
musa tiene toda la pureza de la inocencia, a la vez que la conciencia de
la horrenda miseria humana.
Eguren es un niño asombrado, temeroso y atribulado frente a la
inmensidad, el secreto y el misterio del universo. Fabrica un mundo de
ensueños, de encanto y de símbolos que trasuntan sus temores y sus
incógnitas. Está tocado por lo mágico y misterioso, pero sublima su
realidad hacia el reino de la maravilla. Pero animado:
Alumbran en la mesa los candiles,
moviéronse solos los aguamaniles,
y un dominó vacío,
mientras ríe por la calle la verbena,
se sienta iluminado,
y principia la cena.
Eguren leyó y asumió mucho de los cuentos de los hermanos Grimm y de
Charles Perrault y de todos los contadores de historias de seres
fabulosos de los cuales él recoge principalmente el más secreto
estremecimiento.
15.
Urdió un mundo propio, original, de extrañeza y prodigio. Creó su
universo de juguete y de cristalería, en donde los personajes como en un
vaudeville o un baile de máscaras y movimiento de marionetas, nacen,
crecen y encuentran su destino descalabrado.
Viven los dramas de la vida y mueren, pero todo en un plano de figuras
de cartón o bisutería, con un misterio y profundidad que lo hacen
sencillamente angustioso y abrumador.
Un universo de arlequines, muñecas, reyes, sotas, caballos de barajas,
duques engolados en sus capas, dueñas del medioevo, niñas fantasmales,
bajeles herrumbrados, duendes y marionetas, princesas encantadas. Se
encaraman en un mundo de fantasía sobrecogedora.
De una letra hace un personaje fabuloso, mítico, con todo el contenido
humano, dramático y terrible, como lo puede ser el hombre más feliz o
más desdichado.
16.
Veamos:
LA DAMA I
La dama I, vagorosa
en la niebla del lago,
canta las finas trovas.
Va en su góndola encantada
de papel a la misa
verde de la mañana.
Y en su ruta va cogiendo
las dormidas umbelas
y los papiros muertos.
Los sueños rubios de aroma
despiertan blandamente
su sardana en las hojas.
Y parte dulce, adormida,
a la borrosa iglesia
de la luz amarilla.
17.
Eguren es el cazador de figuras, el “Andarín de la noche”, el Juan
Volatín.
Hay en él un trasfondo misterioso, mágico, onírico, por donde se desliza
la muerte, el espanto y el horror, como el caballo que pasea fantasmal
por la calle solitaria:
EL CABALLO
Viene por las calles,
a la luna parva,
un caballo muerto
en antigua batalla.
Sus cascos sombríos...
trepida, resbala;
da un hosco relincho,
con sus voces lejanas.
En la plúmbea esquina
de la barricada,
con ojos vacíos
y con horror, se para.
Más tarde se escuchan
sus lentas pisadas,
por vías desiertas
y por ruinosas plazas.
18.
Esta poesía aparentemente inofensiva es de una carga terrible de
temores.
En esta poesía, aparentemente de fantasía y de joyería preciosa, campea
la presencia absoluta, presente y evidente de la muerte,
estremeciéndonos de espanto. Veamos:
NUBES
Descienden de la montaña
las nubes enmascaradas.
Y en el valle primoroso
de camelias y tacones,
blondas niñas
adormidas,
cantan estivos amores.
Descienden de la montaña
las nubes enmascaradas.
Y van parejas errantes
por arenal azulino;
y en amores,
van al bosque
buscando fresas y lirios.
Descienden de la montaña
las nubes enmascaradas.
Toca, toca el campanero
de vieja torre ambarina;
claras bodas,
en la aurora
se oyen con lenta armonía.
¡Y vienen por la hondonada
las nubes enmascaradas!
19.
Si algún personaje omnímodo, constante y pavoroso es dominante en esta
poesía de maravilla, ese personaje es la muerte.
Es una poesía en donde todo se acepta resignado, nada se reclama, nada
se contraviene. No se ruega ni anhela, todo se lo mira y se lo observa
asombrados.
Se detiene ante la casa vetusta y abandonada, la capilla derruida y con
la cúpula hecha jirones en el puente.
En casa vetusta
de raros sonidos
en donde vagaran los aparecidos
de mirada adusta.
Y explica:
Yo adoro la obscura mansión de mi pena.
20.
Con su poesía se eleva y tramonta el abismo del ser, lleno y acosado de
miedos, pavores, angustias.
Surgen siniestras figuras, atroces cavilaciones y presentimientos.
Horas vacías, aleteos innombrables, presencias extrañas, temibles
alegorías, es decir un mundo de silenciosa y eterna tragedia en medio de
la cual el hombre permanece atónito, sin lugar ni al reclamo ni al
llanto.
En sus poemas más ingenuos, más paisajistas, más juguetones hay un mundo
de miedo, de pavor y de espanto.
Por las avenidas
de miedo cercadas
brillan en la noche de azules oscuros
la ronda de espadas.
El libro Simbólicas tiene, por un lado, una sucesión de fantasmas,
marionetas y fetiches que unen al candor lo senil y grotesco.
21.
Y hay también, al lado y al fondo de esta galería de juguetes, una
sensación y un sentimiento de desolación, de asombrosa tristeza y hasta
de horror frente al abismo o al vacío de la existencia.
Así como Cervantes con el genial Don Quijote de la Mancha ama y se burla
de la vida caballeresca, llora y ríe con sus leyes, códigos y avatares,
así José María Eguren hace del mundo cortesano.
Aquella realidad o espectáculo de los señores y las damas, de los roles
y las formas, de las cosas y los fantasmas, de lo serio y de lo que es
juguete, lo sumerge en el baño despiadado de lo que le produce cariño y
burla, de lo que gana su afecto y a la vez su efecto, de lo que gana y
pierde quedándose únicamente con el asombro de haberlo vivido e
inventado.
Como todo gran creador es antitético, es dialéctico, es centro o
infierno de lucha de contrarios.
22.
¡Pobre, pobre marionnette que la van a sepultar!
con silente poesía
va un grotesco Rey de Hungría
y los siguen los alanos;
así toda la jauría
con los viejos cortesanos.
Y en tristor á la distancia
vuelan goces de la infancia,
los amores incipientes, los que nunca han de durar.
¡Pobrecita la muñeca que la van a sepultar!
Melancólico el zorcico se prolonga en la mañana,
la penumbra se difunde por el monte y la llanura,
marionnette deliciosa va á llegar á la temprana
sepultura.
En la trocha aúlla el lobo
cuando gime el melodioso paro bobo.
Tembló el cuerno de la infancia con aguda melodía
y la dicha tempranera a la tumba llega ahora
con funesta poesía
y Paquita danza y llora.
23.
Lo aman tanto que lo critican, presentándolo con rasgos grotescos, de
ridiculización en donde reyes y cortesanos tienen taras y defectos o
rasgos de horror, como caballos sin cabezas que forman el cortejo de
cómicos y farsantes que asisten al entierro de la muñeca.
Muñecos, juguetes grotescos que caricaturizan un mundo aristocrático.
Ridícula procesión liliputiense. Crítica simbólica de una realidad
pasada. Alegórico, figurado, contraído.
Se criticaba que era curioso y sorprendente cómo en una realidad tan
dramática socialmente, tan urgida de soluciones de carácter práctico,
surgiera una voz tan entregada a la fábula, al deliquio de soñar
despierto en reinos de encanto y de maravilla.
Pero no era eso. Se esperaba que en todo ello algo funcione mal, algún
mecanismo se malogre, se produzca una falla que hace ver luego el vacío
y el hueco en el cual se actúa.
24.
De ahí que ello quizá sea el mensaje mayor de José María Eguren, cual es
presentar la quebrazón del mundo de lo imaginario.
Así como Cervantes adoptó el mundo de la caballería para burlarse de él,
de igual modo Eguren se burla de la fantasía tan querida a su alma, pero
tan falta de sentido en una realidad tan áspera, dolorosa y fatal como
la nuestra.
Por eso, cometemos un error de encasillar a Eguren con el rótulo de
poeta puro, exótico, irreal.
Casi, inclusive, como un hombre sin geografía, sin pertenencia a la
tierra y que pudo nacer en Noruega, en Australia o en la Cochinchina
pero que nació aquí en el Perú conturbado, convulso y violento. Pudo
vivir en otros mundos pero en este estableció su universo.
Creámosle por lo menos a dos hombres que sabían mucho de la realidad
peruana, que la estudiaron profundamente y la valoraron en todas sus
perspectivas prometedoras.
Ellos son, sólo por citar tres nombres, pero la lista podría engrosarse
abundantemente: José Carlos Mariátegui, Gamaniel Churata, cuya figura
trascendental se la está reivindicando últimamente, y José Jiménez
Borja.
25.
José Carlos Mariátegui, sin contradecir su ideario socialista, su
apuesta por un Perú de justicia y libertad, comprendió a Eguren como un
poeta auténtico.
No es que él hiciera una excepción, no es que hiciera un paréntesis en
lo que eran sus visiones y concepciones del mundo y la realidad para
admirar a Eguren, sino como parte fundamental de su doctrina e ideario
socialista involucra a Eguren en su proyecto social: “Queremos a toda
costa incluirlo en nuestra esperanza, afirmando que no solo es pasado
sino futuro”, aseveró en el homenaje que le dedicó Amauta. Y dice de él
en su panorama de la literatura peruana en sus 7 Ensayos de
interpretación de la realidad peruana:
Toda su poesía es una versión encantada y alucinada de la vida. Si
simbolismo viene, ante todo, de sus impresiones de niño. No depende de
influencias ni de sugestiones literarias. Tiene sus raíces en la propia
alma del poeta... En sus ojos deslumbrados de infante, está la
explicación total del milagro.
Pero podríamos hasta cuestionar a Mariátegui diciendo de él que
finalmente era un intelectual con inclinaciones literarias y con
formación en la vanguardia europea.
26.
Por eso, veamos lo que dice Gamaniel Churata, quien hizo de lo andino y
ancestral peruano un ideario de vida y de lucha. Veamos a este
indigenista radical lo que dice de Eguren, manifestando el propósito de
escribir acerca de la indianidad de este poeta:
Ofrece –escribe en referencia a “Los ángeles tranquilos” de Eguren– una
linda y fresca poesía aymara Poesía de tierra empapada, remojada por
lluvias tempestuosas de verano; poesía de ala húmeda, de corazón
esponjado, de sierra y de andinismo”. Esto escribe en el número 21 de
Amauta con el título: “Valores vernáculos en la poesía de José María
Eguren.
Pero hay algo más. En una carta a José Carlos Mariátegui expresa su
deseo de escribir un ensayo sobre lo que considera “más fundamental en
Eguren, esto es: su indianidad”. Y expresa:
El tema es temerario; pero así me agrada. Desde las primeras lecturas
que gocé del poeta, y ya ello corre por más de quince años, siempre lo
sentí andino, por sobre la apabullante razón de su costeñismo. Creo que
me robustezco en la presunción, y me halago pensando que podría decir
mucho en ese sentido.
27.
José Jiménez Borja desarrolla toda una tesis de relación entre el mundo
mágico de Eguren y los pintores de Nazca, los escultores de Moche y los
tejedores de Paracas.
La pintura de Eguren es paisajista. El poema es un cuadro y se puede
adivinar o ver a un lado la paleta de colores que él ha empleado.
Pero el mismo José María Eguren escribió en relación con esta
correspondencia con el ancestro que cada persona o poeta guarda:
“Ahora me pregunto: ¿si en la tristeza permanente de matices
prestigiosos; si en las sombras lunares; si en el cúmulo de acentos
siempre dulces, siempre doloridos: no hay una voz de quena, una voz
prolongada que en todos los lugares hemos oído desde la niñez y cuyas
vibraciones nos acompañan siempre en los remotos parajes de la tierra?
28.
Eguren fue completamente original, tanto que al principio hubo
dificultad en leerlo, comprenderlo y ubicarlo. Su poesía era
completamente distinta a lo que se hacía hasta entonces: distinta en el
lenguaje, la sintaxis, las imágenes y sobre todo el espíritu de la
poesía que albergaba.
Estuardo Núñez expresa lo siguiente:
Con Eguren empieza en el Perú y tal vez en el continente, el culto de la
poesía esencial. Con él concluye el ciclo y señorío de la poesía
descriptiva o explicativa, sierva de motivaciones extrañas. Aporta
además el criterio de la estricta selección en la materia poética y de
la incorporación del valor poético emergente de la vivencia auténtica y
artísticamente elaborada.
29.
Como una reparación tardía a un poeta que sufrió una existencia
desamparada e incomprendida, por muchos que se erigieron como voceros
generacionales, la Academia Peruana de la Lengua en 1941 lo elige como
miembro de la misma.
Pero ya estaba cansado y enfermo, y sin hacerse presente meses después
moriría.
Nadie más esencialmente esteta que Eguren. Nadie más tocado por la idea
y la esencia de la belleza que él. Nadie más exacto, puro, cabal a lo
que es el prototipo de la poesía misma.
Él había escrito lo siguiente:
Los poetas somos peregrinos
que vamos siempre solos por vías
infortunadas; aunque, aveces, cambiamos
voces de aliento en nuestra noche.
30.
Murió José María Eguren el 19 de abril de 1942; expirando esta figura
etérea que tuvo tan presente a la muerte pero que hizo de la muerte algo
transparente, personalidad transida por el arte y la belleza, siempre
con un aura interior que fue perfilando la irradiación incandescente y a
la vez sombría de sus sueños.
Días antes había escrito, como previendo su deceso:
y en su trémulo azul voló un alma
tranquila a los cielos.
ya sus ojos no ven la tiniebla
ven la aurora de Dios en el cielo.
José María Eguren y César Vallejo se conocieron y depararon una mutua
admiración y calidez intelectual y hasta percepción de que uno y otro
eran los picos mayores, nuestras montañas tutelares y las voces más
altas de la poesía peruana de todos los tiempos.
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