Capulí,
Vallejo y su Tierra Construcción y forja de la utopía andina |
Día Vallejo en Puerto Callao |
1. Regresando siempre Hoy 17 de junio es Día de Vallejo en Puerto Callao, porque un día como hoy del año 1923 él estuvo aquí, en este sitio, de pie en espera de abordar el barco Oroya que lo conduciría a Marsella, puerto francés sobre el mar Mediterráneo y a la eternidad donde mora y habita ahora. Nunca como hoy día él estuvo consciente de que su iniciativa de viajar a Europa no era tal, sino su viaje sin retorno era viajar al infinito. Por eso hoy estamos aquí porque en este punto que el Callao tiene el privilegio de tenerlo tanto en su suelo físico como en su geografía anímica y espiritual, se juntan en este lugar el pasado, el presente y el futuro. Aquí se convoca y se sintetiza la historia del Perú y por ser el Perú un epicentro y un eje geopolítico se conjugan coordenadas del planeta y tratándose de que aquí Vallejo en este punto se dividió su vida, como se cohesionan también coordenadas del mundo imperecedero. Aquí Vallejo se estremeció y dijo su último adiós a la tierra que amaba y nunca olvidó. A la cual estuvo regresando siempre en las alas de la evocación, el recuerdo y la añoranza. 2. El adiós y el regreso Aquí muchos han sentido que dejaban una vida e iniciaban otra. Aunque lejos y distantes del lugar donde nacieron y con el cual se identifican. Por eso este es un gozne, un umbral, el vano de una puerta que en el caso de César Vallejo siempre nos planteará el dilema del que se va y del que se queda, de quienes se demoran en llegar y de quienes esperan, de la tierra firme y del océano que aquí empieza. Desde aquí muchos peruanos salieron al destierro por querer corregir los males que aún nos hacen daño. Y aquí al volver reencontraban al país que amaban. Desde aquí, el Muelle Dársena de la Plaza Grau del Puerto del Callao, al partir ya se empieza a recordar a la patria bien amada, pero también se empieza a soñar en mundos nuevos. Y al regresar se le vuelve a adorar con nuestra presencia sobre su suelo. Y es que en una despedida todo se separa como a la vez todo se junta. Y se convoca al presente insospechado, al futuro insólito y al pasado estupefacto. Esa es la proeza del adiós y el regreso que es el tema que César Vallejo nos propone enfocar esta mañana del 17 de junio de cada año. 3. Nos hemos ido y también hemos vuelto El adiós y el regreso porque ninguno que partió dejó de regresar, siquiera como fantasma merodeante de su casa y su terruño. O sino, envuelto en las gasas y tules de la añoranza y la melancolía. En una despedida todo se junta desde el futuro. Y en el regreso todo se convoca desde el pasado. Desde esta rada, en este sitio, en este límite de la patria en donde termina la tierra y empieza el agua, donde acaba la piedra y comienza el océano, se dice un adiós pero aletea al mismo tiempo el anhelado retorno. A este punto muchos retornaron físicamente, pero cuántas veces más lo hicieron en su alma atribulada. Y los pies, cuando volvieron y tocaron esta tierra cerraron las huellas abiertas que dejaran esos mismos pies cuando partieron. Por eso, este es un hecho significativo no solo en la historia del Callao que Capulí, Vallejo y su Tierra al celebrar esta efeméride, quiere ponerlo de relieve siempre, sino en la historia del alma nuestra, de nuestros padres y de nosotros mismos. Y lo será en la de nuestros hijos, puesto que sentimos que por aquí nosotros nos hemos ido y también hemos vuelto y habrá en el futuro siquiera la sombra nuestra que nos espere. 4. Asumiendo la causa de la humanidad A José Gálvez y a Miguel Grau con quienes el Callao se identifica tanto, se suma ahora César Vallejo. ¿En que medida se comparan, asemejan y se hacen uno? En muchos aspectos. Ellos amaron al Perú entrañablemente. Los tres dieron su vida por la causa que defendían. El primero luchando en la torre de la Merced para consolidar nuestra libertad frente a España, el 2 de mayo de 1866. Miguel Grau, quien durante seis meses mantuvo a la escuadra chilena acobardada en su codicia, hasta caer en Angamos el 8 de octubre del año 1879 y que nos da el ejemplo de su heroísmo sin par, sin perder para nada sino al contrario, ganando esencias humanas de altruismo y de nobleza. Y César Vallejo defendiéndonos de todo porque frente al mundo de la globalización tenemos su emblema y su insignia generosa en contra de todo lucro y alienación, con él sabemos quienes somos puesto que ha hecho visible y palpable nuestra identidad. ¡Y ella es hermosa! Con él alcanzamos universalidad sin renunciar a lo propio. Luchando en París por la causa del hombre, pero sin enajenarse, asumiendo la causa de la humanidad pero siendo auténtico. 5. El mismo vaso de sangre Y uno de los primeros mensajes que quisiera recoger del viaje de Vallejo a Europa es que hay un signo familiar en su partida, que no es muy común ni frecuente entre intelectuales que descartan o alejan totalmente a la familia de sus vidas. Era domingo. El Oroya partió a las cinco de la tarde y estuvo en este lugar para despedirlo su hermano Néstor Pablo quien vino especialmente desde Huamachuco solo con este propósito. De Trujillo a la capital se venía por mar y el viaje duraba de cuatro a cinco días. Pero tenía que estar él, el hermano con quien César Vallejo estudió en la Universidad, compartieron la pensión y fue con quien más intimidad tuvo, a quien prodigó entrañable e inmenso respeto y cariño. El hijo mayor de ese hermano, don César Vallejo Infantes está aquí ahora presente con nosotros, luego de 87 años en que su padre estuviera en este mismo lugar dándole el último adiós al poeta. ¿No es extraordinario, significativo y produce estremecimiento que el mismo vaso de sangre enhiesta y cariñosa que lo abrazara fuerte y trémulamente aquel día esté aquí después de 86 años de vida? 6. Un pasaje evangélico Pero hay otro signo en este viaje, cual es el de la amistad, al estar aquí presente para darle el adiós aquella tarde un amigo suyo: el buen, Crisólogo Quesada, a quien apodaban “El gordo”. Aquel era una especie de protector, tutor y ángel guardián de César Vallejo, quien lo había tomado bajo su tutela a ese niño indefenso y desvalido. Quien lo rescató del forzado matrimonio al cual ya lo habían sometido los familiares de Otilia Villanueva, quien había salido embarazada de la relación con el poeta. Allí estaba Crisólogo, a quien no se le escapaba la evidencia de que nunca más volvería a ver a ese hombre puro, candoroso y dolido de los males del mundo. En cierta manera, y para él, un profeta. El signo de la familia y la amistad es el escudo y emblema de este acto que se grafica de modo intenso e indeleble en el hecho de que el viaje lo hacía Vallejo con un amigo, el entrañable Julio Gálvez, quien había cambiado su pasaje de primera clase por dos de tercera para hacer, sin proponérselo de esta experiencia, un pasaje evangélico. 7. De pie, firmes y militantes Pero hay otro signo en la conmemoración de esta mañana. ¿Quiénes están hoy aquí? Son sus paisanos, sus coterráneos, sus poblanos, como somos nosotros quienes nos reunimos bajo el estandarte de “Capulí, Vallejo y su Tierra”. Porque Vallejo todo cuanto sentía y pensaba lo hacía siempre como paisano, como morador y vecino de Santiago de Chuco, mucho más en aquel momento en que se alejaba del Perú. Justo en ese instante en que daba el salto o el paso dejando la tierra y abordaba el barco, le asaltó el puñal hiriente y quemante del amor a su pueblo natal y a su gente. Y estoy seguro que su casa, las calles de Santiago de Chuco, los cerros circundantes, sus sembríos, las pircas y curahuas con las flores de malva, margaritas, toronjiles y pachas rosas, estuvieron presentes con su aroma como lo están ahora, cuando él aquella tarde se despedía de su patria. 8. Como diría Por eso, al estar aquí después de 88 años en que él partiera, nosotros le decimos a voz en cuello: ¡César Vallejo, tu pueblo te ama, te admira, te respeta y te recuerda y te está agradecido!, ¡César Vallejo vives entre nosotros! ¡César Vallejo estamos juntos, tú al lado nuestro! César Vallejo tus paisanos de Santiago de Chuco recordando el día que te fuiste, estamos aquí, de pie, firmes y militantes. Pero están presentes también aquí los maestros representados por colegas de numerosos centros educativos del Callao. Y entonces él se siente entre familia, entre amigos, con paisanos, con colegas, complacido y emocionado. ¡Qué más da! Emocionado… Emocionado… como diría. 9. Sembrar y construir esperanza Porque él fue maestro de escuela siempre: en Huánuco, en Trujillo, en Lima. Es maestro en su poesía, en su legado a los niños del mundo, en su actitud de proteger siempre, de dejar un mensaje de aliento, en su actitud de sembrar y construir esperanza. Por eso los maestros decimos a voz en cuello: ¡César Vallejo, presente! ¡César Vallejo, presente! Están aquí los intelectuales poetas, narradores, ensayistas e historiadores del Callao y otras localidades. A todos quienes aman una cultura viva, humana, que no se desentiende del problema ni del destino del hombre, como tú nos lo enseñaste. Están los poetas de verbo inflamado y enardecido. Y así como nos reunimos ahora para conmemorar tu partida, nos reunimos también hoy día para conmemorar tu regreso, porque tú volviste para ocupar un lugar entrañable en nuestros corazones. 10 Para no irse ya nunca más Saliste para hacerte mar, junto a la rocalla, a la piedra o a la cordillera que eres. No como una línea trazada en esta agua que es una ruta para llegar a París sino para ser la inmensidad que ahora eres. Y que es el mar. Saliste para hacerte más universal. En vez de optar por hacerte de bienes materiales optaste por hacerte más niño y más solidario. Saliste para hacerte infinito, porque así ahora lo eres. Eres un infinito. En realidad todos lo somos, pero tú eres infinito incluso para los demás, para quienes se acercan a tu vida y a tu obra y ya no encuentran en ella ni principio ni final. Regresaste muchas veces a tu tierra y a tu gente que quisiste y lo evocaste constantemente para no irte ya nunca más de entre nosotros. Ojalá que en este lugar podamos levantar una estatua que te represente no yéndote sino regresando, con la mirada llena de mundo, de humanidad, de esperanza y utopía. 11. Poesía libre, suelta, natural Tú te fuiste a hacerte el ser universal que ahora eres. ¿Por qué? ¿No pudiste serlo aquí? Sí, pero además de esencias y contenidos hay que posicionarse. Y esa actitud la tuviste Vallejo al viajar a París. En lo demás Vallejo todo lo pudo cumplir desde aquí. Porque él aquí escribió Trilce, adelantándose incluso al surrealismo europeo. Él no aprendió nada de Europa. Se fue por amplitud, por horizonte y vastedad. Y a tomar posición, como debemos hacerlo nosotros siempre. Porque, ¿de quién aprende en Europa para escribir los Poemas humanos? ¿Se ha citado a algún autor como un referente de ese libro? No. Nunca. A nadie. España, aparta de mí este cáliz ¿tendrá algún antecedente en Europa? Ninguno. Nada. Nadie. Es una poesía original, valiente, absoluta. Sin tiempo, y sin época; en un espacio que es España en trance de agonía pero con el significado profundo de que es una utopía humana universal. La suya es poesía libre, suelta, natural, como las presencias sublimes que bogan por el firmamento. 12. Vallejo es el infinito Desde esta orilla en que se va o se llega, desde esta ensenada en que se siente y se piensa entrañablemente, desde esta atalaya que es la rada del Muelle Dársena en el Puerto del Callao renovamos nuestro juramento y promesa a nosotros mismos de no fallar ni claudicar jamás en nuestros sueños. Ahora que se sale tanto, que se evade tanto, que se va en busca de riquezas, qué importante el ejemplo imperecedero de César Vallejo. Salió no para olvidarse de su país sino para recordarlo y reencontrarse siempre con él. Salió no para enriquecerse sino llevando el mensaje de un Perú solidario y fraterno en el alma. Y murió como un voluntario de la República Española. Por eso, es la boya para sostenernos quien desde aquí viajó a la eternidad, a ser el poeta universal que es. Y Callao es el punto de partida y de llegada. Es el símbolo de ese viaje. Y desde ahora lo reconocemos como el puente para poder conectarnos. Callao es la frontera entre el mundo real y el mundo eterno. Y Vallejo es el infinito. |
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