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2012, Año de la defensa del agua para la vida y construcción de Los Andes nuevos |
Septiembre, mes de la primavera, de los derechos cívicos de la mujer, el niño y la familia |
27 de septiembre |
“Eh visorrey. Eh
Comendador. Alejandro Peralta |
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1. El capulí tierno y en flor Para ser en el mundo afiancemos nuestra identidad, esa línea honda y suprema del perfil nítido de los cerros cuando amanece. Desde la placita se ubica en la colina y las calles se hunden en los bajíos o se elevan hacia las cumbres. Donde el sol se posa ensimismado en el balaustre del balcón y el tiempo antiguo y nuevo se columpia absorto en la baranda de la escalera de los pueblos andinos. Donde son tranquilas las voces íntimas y entrañables de los seres queridos que ya se afanan encendiendo el fogón, y hay un destello de luz en las pupilas. Donde yacen extendidos para aliviar y proteger los rojos tejados bajo la luz del sol, como el pan, la leche y la miel. Y en la mesa de la casa nativa los higos maduros con queso, las humitas y los choclos humeantes, las habas verdes, ¡el capulí tierno y en flor! Esta es mi plena y cabal heredad. Ante esto, no nos dejemos avasallar por la dominación, ni los modelos que nos endilgan los medios de comunicación. Hagamos más bien que ellos contengan lo nuestro. 2. El manantial de todas las sangres El Perú es un país glorioso por sus raíces indígenas e hispánicas. Cada uno de nosotros tiene en sus pueblos de origen un tesoro oculto por descubrir y valorar. Entre nuestros ancestros contamos con ejemplos de tesón, de arrojo, de altruismo. En nuestros padres y abuelos; en bisabuelos y tatarabuelos es copioso el bagaje de historias legendarias que no podemos olvidar. Tengamos el coraje de ofrecerles a nuestros hijos un mundo no solo benéfico sino pleno de valor, atesorable e insigne, revalorizando lo que somos hacia adentro y hacia el fondo de nosotros mismos. ¡No nos traicionemos! Seamos dignos ciudadanos del mundo, no renunciando a nuestra identidad ni a nuestra cultura sino haciéndola más valedera y aún más preciosa con nuestra plena adhesión a ella. Y ello para enriquecer el crisol de aportes universales en lo que debe ser la fiesta de la civilización contemporánea. Dado que el mundo actual no tiene por qué estar hecho ni basado en el predominio de un modelo hegemónico sino en la integración de aportes venidos de diversas latitudes. 3. De fulgores sagrados El Perú es un pueblo depositario de una de las grandes culturas universales. ¡Qué pueblo tan grande, fuerte y bello, que hace del sufrimiento una nota de fe, de la desgracia un anhelo de esperanza en el porvenir! Y del dolor un ejemplo de lucha. Un pueblo que decanta, destila cada nota de su ser de manera profunda, que se erige sobre tragedias y desde ese abismo proclama un himno de afirmación, desgarradamente a favor de la vida. Que hunde sus raíces en la roca, en los abrojos más fieros, en lo más duro de su condición, para desde allí extraer un canto de fervor, belleza y victoria. Un pueblo de harapos pero prístino, de chozas o casas soterradas bajo las moles de piedra. ¡O sobre barrancos alucinantes! ¡E insigne!, de fulgores sagrados. Como el hombre del ande, que se alegra y es solidario, generoso y humano, superando miserias que le han impuesto la infamia del abusivo, la rabia y el odio del procaz y malvado. Primero del conquistador. Luego el patrón, del gamonal o encomendero. Luego de un país invasor, títere de la codicia propia y extranjera. Y después de los agentes de explotación. 4. Son nuestros Pero aun así, ¡existimos! Y, por ser la situación de ese modo, ¡no renunciemos a lo que somos sino revaloricemos lo nuestro. ¡Amémonos y sintámonos orgullosos de lo que somos! Y avancemos más en tareas y aspectos de organización. Si no, ¿por qué se hacían invencibles los ejércitos incas? Porque detrás de los runas de piedra que caían se levantaban otros más agigantados y más fortalecidos. Aquí, entre nosotros, debe ocurrir lo mismo o algo parecido. Cuando alguien se va de los nuestros otros que estaban detrás casi imperceptibles, se han de poner de pie y avanzar con mayor firmeza a ocupar esos puestos. ¡Y revaloricemos lo que tenemos, hasta nuestras piedras! ¡Porque eso somos! Por eso mismo, proclamamos que el Perú legítimo está en los andes, en la voz de los pueblos profundos del mundo andino, y su corazón es puro y jubiloso como esos arroyos cristalinos que bajan de las altas montañas. Por eso mismo, tomemos posesión de nuestro país: de sus nieves, de sus montañas, valles y ríos. ¡Son nuestros! Nos pertenecen. ¡Consustanciémonos con ellos! Las caderas de sus mujeres, sus senos túrgidos, sus labios abultados y firmes, son nuestros. ¡Es nuestro este país inmenso, como alto y profundo! 5. Por eso mismo Por eso mismo, forjemos aquí un país donde se haga efectiva la felicidad humana, reforzando nuestras tradiciones, nuestras expresiones nativas, el desarrollo de nuestras comunidades, el trabajo artesanal, las actividades artísticas y culturales. Construyamos un país comunicativo y fraterno, de gente amable y cordial; y no como los fríos, tétricos y deshumanizados entes que circulan por las calles de los países mal llamados desarrollados, atosigados por la sociedad de consumo, que ni conversan, ni se enternecen, ¡y ya ni siquiera maldicen ni se impacientan! Por eso mismo, hablemos a nuestros niños de la obra gloriosa de nuestros antepasados, forjada en la alegría del trabajo colectivo, animados por cantos y bailes de regocijo y esperanza por estar logrando el bien colectivo. Hablémosle de cuánto ha sufrido nuestro pueblo, pero también de cuánto ha defendido su identidad, su lengua y su espíritu en todas las circunstancias de la vida. De cómo el nuestro es un pueblo esforzado y cálido en el afecto y solidaridad. 6. No perder el alma Hablémosle a nuestros niños de cómo hemos sido solidarios en las guerras infaustas, heroicos en la lucha y sacrificio, generosos en salvar vidas humanas después que las teníamos vencidas. Somos magnánimos, dadivosos, solidarios; abiertos, regalones, respetando la vida. Esto se vio en la Guerra del Pacífico, en donde mientras Grau rescataba del mar náufragos chilenos, en cambio el ejército de ese país remataba heridos en los campos de batalla. Bastaba a Grau bombardear los tanques de agua dulce en Pisagua y el ejército invasor hubiera tenido que desalojar ese puerto. Le dijeron y aconsejaron, pero no lo hizo por ser solidario. No cortábamos puentes ni dinamitábamos líneas de ferrocarriles. Nos era imposible hacerlo y es que nuestra cultura es siempre tender puentes y abrir caminos. Y por esos puentes y con esos ferrocarriles, que eran nuestros, luego nos atacaron. Por eso perdimos la guerra, pero no nos arrepintamos de esto, porque salió a relucir lo que somos. Y nunca deberemos ser distintos u opuestos a esa identidad y raigambre. Porque podemos perder una guerra, pero no el alma, como otros la perdieron hace tiempo, de manera ominosa y definitiva. 7. Sencillo y en lucha ardorosa Por eso hablémosles también a nuestros niños acerca de nuestras esperanzas; de los padres humildes que acunan a sus hijos y le brindan cobija y que a falta de recursos se despojan de su propio abrigo y alimento esperando forjar hombres sensibles y vigorosos, pese a las adversidades. ¡Hablémosles de nuestra infancia! Por eso mismo, seamos militantes de un arte que se funde en el amor a la tierra que nos vio nacer. Y en una consagración a trabajar por la niñez del Perú y del mundo. Anhelemos y trabajemos por una realidad en donde los sentimientos humanos sean transparentes. Y alineémonos con quienes buscan nuestra identidad aquí osada y jubilosamente, amando al niño imperecedero que somos. Y abrazando a nuestro pueblo que lo reconocemos sencillo y en lucha ardorosa. Y no como a veces, y frecuentemente, lo pintan urdidores de desgracias, desalientos, dudas y mentiras. 8. Lo que nos hace valer Sintámonos orgullosos de lo que es el Perú íntimamente, reconociendo que el hambre y la pobreza que sufre nuestro pueblo son indignas, pero que acabarán pronto, debiendo con nuestro trabajo y esfuerzo, ayudar a superarlos prontamente. Propongámonos hacer una literatura con la cual regresen los hermanos que se han ido lejos, proclamando y alentando desde aquí una nueva, fresca y pura corriente literaria que resalte lo entrañable, en oposición a aquella literatura “light” y de la globalización. Ahondemos más en la búsqueda de lo que somos, en nuestros orígenes, en nuestros antepasados, en el ancestro lleno de esplendor del cual somos herederos, arraigando más en lo propio, afincando en lo que nos es genuino y particular. Porque si hiciéramos lo contrario, si rompiéramos con nuestras raíces seremos una pobre brizna despreciada hasta por el cieno. Resistamos el dominio cultural esparcido por todo tipo de medios. Seamos auténticos. Porque es eso lo que nos hace valer como cultura, como país y comunidad. 9. Quienes ungen sus sienes Apenas somos una gota de agua en un mar inmenso, pero ese mar nunca será el mismo sin esa gota de agua fidedigna. Por eso mismo, obliguémonos a afirmar la vida, rescatando el valor de lo cotidiano, porque es hermoso y porque el hombre deposita lo mejor de sí en los actos simples, modestos y callados. Por eso mismo, defendamos que el hombre nunca deje de ser único, individual e intransferible, oponiéndonos a un mundo que intenta hacernos homogeneizados, convertidos en una masa de consumo sin lo auténtico, lo complejo y lo íntimo. Por eso mismo, aspiremos, ¡hombres y mujeres del Perú del presente!, a ser parte entre quienes ungen sus sienes en los arroyos nativos. En las rocas de nuestras quebradas y abismos, en el amanecer de nuestras cumbres. En el halo de nuestras montañas tutelares. Y en los andenes nuevos. Y en el Perú, como símbolo de poesía y de trascendencia en el universo.
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