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27 de marzo
Día Mundial del Teatro
La magia del teatro infantil

Danilo Sánchez Lihón
dsanchezlihon@aol.com

 
 

Porque desde el aula hoy día puedo
cambiar el mundo.
«Mi madre hizo una cruz en el calendario
el día en que nací,
y yo era el que gritaba. Yo era ese
pequeño
montón de cabellos, de uñas y de carne.
– Soy yo, soy yo...
–Solo no eres nadie. Es preciso que otro
te nombre.»
Bertolt Brecht

 

1. Palabra y espacio mágicos

El niño tiene derecho desde su nacimiento a un nombre y a una nacionalidad, reza el principio 3 de la Declaración de los Derechos Universales del niño.

El principio que hemos citado lo podríamos definir y caracterizar como el de la identidad, reconociendo que todos tienen derecho a un nombre y a la palabra. Y a la pertenencia a un lugar y a un espacio, real y a la vez ideal, es decir la identidad.

Como el niño tiene derecho a ser libre, más libre que nunca. ¿Dónde? En el teatro y la literatura, en donde está la palabra y el espacio mágicos.

En donde ha de volar con las alas fuertes, amplias y arriesgadas de su ilusión. Donde ha de arrojarse hacia el infinito, sin temores ni reservas, con creatividad. Donde no ha de amilanarse, ni tener temores ni recelos.

Y estos no son derechos que tiene que aprender o asimilar, sino que él nace con estas aptitudes intrínsecas al ser humano, cual es representar el mundo y la realidad a través de la acción y de la palabra.

Y al ocuparnos del teatro primero lo hacemos como una de las manifestaciones más auténticas de la condición humana y como uno de los derechos intrínsecos del niño en este mundo.


2. Tiene como centro al hombre

El niño tiene el derecho a considerar la literatura y el teatro como un país de maravilla y fábula, una gruta encantada y uno de los placeres más exquisitos de la existencia.

Porque en ellos nada es punible salvo quedar para siempre atrapados entre su plumaje dorado, y elevados para siempre en sus naves hechizadas.

El niño tiene derecho a que todo se arregle y acomode de acuerdo a cómo es, tiene y trae, porque es obra directa de Dios.

A transformar la vida y hacerla de acuerdo a cómo sus ojos cuando se abren la representan.

Y es la literatura, y dentro de ella el teatro, el arte que recrea la conducta de los hombres en niveles de alta significación, enlazadas aquellas en una historia de la cual se desprenden mensajes inusitados y trascendentes. Y tiene como efecto esta actitud la configuración de un mundo ideal.

Representación y mundo que tiene como centro y como destinatario al hombre, recreando el destino peculiar de éste en su excelsitud como también en sus desgracias, caídas, miserias y fatalidades.


3. Es un espejo verbal

La clave implícita de este arte es la representación del destino del ser humano que sufre sobre la faz de la tierra y lo hace en el espacio mágico de un escenario.

Ahora bien, el teatro de niños tiene que ver con estos elementos ya enunciados, pero mucho más con la fantasía, e igual, y aún más en extremo todavía, con la identidad.

Incluso, una forma o manera de comprender mejor la identidad de una persona o un grupo es a través del psicodrama y del socio drama.

Es volando prendidos a las alas de las metáforas y del hechizo de la imaginación, que se ofrece a través del teatro infantil, cómo el ser humano se mira en el espejo para saber quién es.

Porque toda representación es un espejo verbal.

Así, por ejemplo, para entender un problema de cómo es el sufrimiento de los minusválidos se recurrió a aquella hermosa metáfora del niño que tenía dos ojos entre los normales de aquel universo, en que todos solo tenían un solo ojo.


4. Nuestro propio destino

Esta perífrasis deja como conclusión y resultado la meditación de ¿qué es finalmente lo hermoso y lo normal? ¿Tener dos ojos o tener uno solo, como en el cuento?

La dicotomía da lugar a que por derivación se acepten las diferencias de unos en relación a otros, como hechos de revelación y hasta de enriquecimiento. Y no como defectos y menos como horror. Y jamás como taras o estigmas.

El teatro siendo un descubrimiento de lo propio y auténtico sana del horror a lo diferente.

En el teatro infantil la clave no está centrada en el rol o el papel que como niños se pueda representar en la función. Tampoco en el desempeño de actores, que nos puede resultar bien, regular o mal.

Lo importante está en asumir un papel, cumplir un empeño y encarnar una misión en nuestra vida. Lo importante es conocer y representar nuestra propia imagen frente al mundo.

Lo importante es dar plena realización a la función que nos ha tocado cumplir, al rol que hemos elegido o al personaje que hemos aceptado encarnar en nuestra existencia.

En conclusión, es dar plasmación a ser actores de nuestro propio destino.


5. Al niño eterno

Al hacer teatro con niños olvidémonos por un momento de lo formal, del libreto y de la actuación. Y bajemos más al zócalo, al cimiento y al inicio de esta actividad. Y no confundir que el motivo es actuar o el de ser actor.

La primera responsabilidad que aparecerá para quienes son maestros de niños –si maestros es lo que somos, o de simplemente adultos que quieren asumir el reto de educarlos a través del teatro– es conseguir que los niños actúen en coherencia con su identidad.

Tal identidad tienen que buscarla cada día, cada hora y en cada palmo de tierra que abarcan sus pasos. Esa es la primera y principal obra de teatro que debemos poner en escena, logrando que cada uno conquiste su autonomía y su plena libertad.

Porque, no distorsionemos las cosas aceptando que el público hacia el cual se dirige el teatro infantil son los adultos. El teatro para niños se dirige para los propios niños que actúan, de modo principal. Los padres estarán allí para que aprendan a no olvidar esto.

Y es al niño eterno, al niño que hay en todos los seres humanos, el niño que habita en todos nosotros, a aquel a quien se dirige –de manera central– el teatro infantil.


6. Brillo y vigor

El teatro en la infancia es un género literario ligado de manera natural y espontánea al alma y al ser infantil, debido a que el niño lo realiza como una expresión innata, incluso sin proponerse hacerlo. Así como ocurre con la poesía y el cuento, artes para lo cual ellos tienen especial predisposición.

Para el niño la vida es teatro y el teatro es vida. Y juega encarnando personajes, porque la existencia para él es aventura y merece ser representada. Y todo ello se da constantemente vinculado al juego.

Sin embargo, hay diversas formas de teatro relacionado a la infancia.

El primero es un teatro para niños que los adultos dedican o destinan a dicha edad, basados en cánones, convenciones y propuestas de las cuales son conscientes los adultos.

Requiere, que como condición previa se atienda los intereses e inquietudes profundas que tienen los niños ante la realidad, la vida y el universo; hondura de tratamiento, así como pensamiento cabal y valeroso sobre los temas y asuntos que enfoque.

También, realización estética de mucho brillo y vigor, dejando de lado las banalidades y supercherías, las idealizaciones y adornos gratuitos, porque el niño quiere y aprecia la belleza que es honda y raigal.


7. Textos abiertos

Este teatro no sólo debe entretener, divertir, complacer. Ha de hacerlo, pero como un requisito y exigencia inicial o de partida para arribar a su fin esencial, que es mucho mayor: 1. Formar una conciencia individual y social. 2. Hacer comprender una serie de aspectos fundamentales de la vida, y 3. Proponer una ética y una moral social.

Hay, de otro lado, lo que podríamos llamar teatro infantil, que hacen los niños dirigidos y orientados por los adultos, quienes les plantean una temática, un argumento o una historia; les asignan roles, se hacen responsables de la dirección, y organizan el acto de la presentación para un público infantil y adulto.

Bien conducido este teatro convierte el tiempo cronológico en tiempo afectivo y éste en tiempo mágico, que altera todos los relojes y hace estallar todos los cronómetros; poniendo al revés los prejuicios y colocando de cabeza, y boca abajo, las sinrazones.

En este teatro lo que se busca no debe ser tanto producir una obra acabada, perfecta o exacta; pues la literatura como el teatro son textos abiertos, obras inconclusas, que solo alcanzan a ser plenas cuando los recrea el lector o el público que participa activamente en su consumación.


8. Íntima razón de ser

Es importante. en este tipo de teatro que el niño actor y el público niño, añadan o quiten éste o el otro elemento, le den éste o el otro sentido, cambiándole de mensaje o de ser.

Por eso, en esta clase de teatro, más que el producto debe interesar el proceso, el camino, la participación y las experiencias que alcanzará a tener el niño.

Y hay también una tercera modalidad, que es el teatro de niños, que es cuando ellos por su propia cuenta e iniciativa se organizan para urdir una historia y representarla.

Lo hacen como parte de sus juegos, como una dimensión recreativa inherente a su proceso de maduración y desarrollo, en donde tiene que ver mucho la fantasía, pero de igual modo la identidad.

Porque la primera función del teatro de niños es el hallazgo de aquello que somos, que siempre será un apasionado descubrimiento y consagración.

Es el camino para hacer evidente cuál es nuestro rol en el universo, es ver con claridad de imágenes la coherencia de lo que representamos en nuestra actuación vital.

Es el encuentro de nosotros mismos, la encarnación veraz y sincera del personaje que somos, lo que verdaderamente importa. En suma: el afloramiento de nuestra íntima razón de ser en el mundo.


9. Teatro es maravillarnos

Dicho de otra manera y tal vez recapitulando lo anterior:

En el teatro para niños, que es el primero que referimos, los niños son el público; en donde es preferible que todas las actividades las hagan los adultos, pues de lo contrario se forzaría demasiado a los pequeños, presionándolos para que se ajusten a normas y cánones rígidos y fuera de su contexto natural.

En el teatro infantil, que está muy emparentado con el teatro escolar, los niños son los actores y a su vez los animadores. En él el público está compuesto de personas de distinta edad.

En el teatro de niños, son estos quienes actúan y generalmente no hay público, todos participan de algún modo. E incluso los que observan cumplen un rol y una función cardinal en la representación.

Cabe anotar, como corolario de todo esto, que el teatro es importante sobre todo para descubrir nuestra identidad, profundizar e extasiarnos con ella. San Agustín expresa un pensamiento que corresponde anotarlo aquí:

 

«Los hombres viajan al extranjero a maravillarse ante la majestuosidad de las montañas, las gigantescas olas del mar, los interminables cauces de los ríos, la inmensidad del océano y los movimientos circulares de las estrellas, y no se maravillan de su propio ser».



El teatro es una de las formas, tal vez la más límpida y directa de complacernos con nuestro propio ser.


10. Principios del teatro infantil

Cuando el niño convierte a un palo de escoba en un caballo o en un corcel, y a sí mismo en un jinete que devora caminos, cruza ríos, tramonta montañas y hasta asciende a las nubes, en realidad ¿qué está haciendo? Teatro.

De manera espontánea, viva y natural, hace el teatro más puro, auténtico y raigal que uno pueda imaginar, pero a la vez está dando expansión a su ser.

Igualmente, cuando el niño coge un sombrero, una capa, un par de zapatos de su padre o de su abuelo y empieza a hacer una función de representación, está suplantando la realidad por otra que yace oculta.

Allí asume la conducta de todo aquello que sus sueños, sus anhelos ocultos, sus miedos y sus cariños le inducen o sugieren ser. Y aflora aquello que debemos hacer evidente, porque es algo que debemos superar. O porque es la verdad que esperábamos ver.

De allí que el teatro infantil se basa en dos principios educativos del máximo valor:

La práctica creadora, que deja libre la capacidad de cada uno en particular y de todos los miembros o participantes en general, de intervenir con ideas, sugerencias, planteamientos y actuaciones propias.

Y el trabajo grupal, en donde el niño aprende a asumir roles y a acoplarse armoniosamente en un conjunto vasto de personas y situaciones.


11. Libre iniciativa

Otro elemento se agrega a lo anterior: la capacidad organizadora, dado que hay que ordenar muchos factores, pero principalmente las coordenadas de espacio y tiempo, tanto en la preparación de un determinado texto a ser representado, como en la escenificación misma de dicha obra.

El teatro infantil debe permitir el desenvolvimiento de los aspectos biológicos, psíquicos y sociales de los niños; servir para aliviar tensiones, generar climas de entusiasmo, de compromiso y responsabilidad, tanto en el grupo que actúa como entre quienes desempeñan otras actividades inherentes a la representación pero distintas a la actuación.

En lo posible, debe dejar la libre iniciativa de los pequeños, la posibilidad de que ellos creen soluciones propias y audaces a cada situación que se presente.

Ha de ser un momento de juego, de alegría, de total expansión, en donde la confianza, la sonrisa y el placer de compartir estalle y se exalte; en donde el niño tímido, inhibido, triste o melancólico, sea incitado a salir de esos estados de ánimo. Y todo obtenido por el ambiente contagiante de espontaneidad que se logre conseguir.


12. Exacta belleza

Ha de ser como cuando salimos de paseo con los niños al aire libre. O cuando practicamos un deporte en los campos abiertos y nos disponemos a la sana recreación a través del vuelo del espíritu por los ámbitos de la imaginación.

El teatro como tal y visto así será franco, sincero, desenvuelto, y parte del proceso del niño de instalarse o relacionarse con los demás en un clima de confianza y de crecer en comunión con los otros.

Es consabido que hay una etapa de la evolución del niño que es imitar, en la cual él aprende reproduciendo lo que padre, madre, y toda persona que alcance a conocer, hacen. Ellos imitan los aspectos más característicos y definidos que cumplen en realizar sus mayores.

Y es eso, lo que llevado a un espacio de representación de teatro en vivo, lo que significa una reflexión valiosa y un vivir a otro nivel, con categorías intelectuales superiores, teatro que surge desde el centro del ser y vuelve hacia él, idéntico o transformado.

Cabe advertir que en el teatro infantil hay la tentación del acartonamiento, de los clichés y de la rigidez. Por eso, siempre debe estar presente en él, como fundamento de trabajo, que el principio rector es la libertad creativa. Claro que bajo la práctica de un trabajo disciplinado y de pleno compromiso. Es sólo con esa condición que se manifiesta en todo su esplendor la vida auténtica de los seres humanos, con autonomía pero también con exigencia de lograr exacta belleza y esplendor.


13. Punción en el alma

Pero, finalizando ya estas reflexiones, hay otro factor digno de apreciar y de tener en cuenta, cual es la incondicionalidad del espectador, actitud esencial para la existencia de este arte acrisolado. Es esa complicidad, esa sana creencia de que todo lo que se representa merece atención, lo que favorece llegar a la esencia de este arte.

Es esa convicción de respeto a las reglas de estos juegos artificiales y simulaciones, la que hace posible la existencia de un arte como el teatro. Y esta maravillosa actitud y condición nos la enseñan cada día los niños.

De allí que el teatro no sólo redime al espectador, porque la catarsis, el cambio, la transformación ocurre igual o más en el actor. Así como también en el creador literario, en el guionista, en el adaptador y en muchos otros participantes que se involucran en la obra, que originariamente fue escrita ingenuamente y, en la mayoría de casos, solo con una lejana esperanza de que fuera escenificada.

De allí que el teatro infantil sea una forma de lectura colectiva del texto, pero a través de unos intermediarios, transmisores y recreadores, cuales son los actores y todos quienes intervienen en una u otra tarea en esta actividad múltiple y compleja.


14. De máximo valor

¿Es el teatro infantil una distracción, un adorno, una actividad de extensión? ¿Es en la escuela una actividad de carácter mas bien recreativa, para alivio entre una y otra tarea pedagógica? Una concepción así es errónea.

El teatro infantil es una actividad esencial y trascendente. Y lo es si es que verdaderamente se lo acepta como teatro, es decir como un arte cabal, íntegro y completo.

En tal sentido, es como la música y las artes plásticas, un bien y un valor primordial en la educación; y de gran significado en este campo, puesto que desarrolla la percepción, la emotividad y las diversas inteligencias que alcanzan a integrarse en experiencias que son síntesis de vida y de visión del mundo.

Es básico y primordial para la formación integral del hombre. Y si aceptamos que ese es el fin supremo de la escuela entonces consideraremos, consecuentemente al teatro infantil como central y de máximo valor en la educación de la persona humana.

Ellos son los que tamizan, traspasan, enfatizan u ocultan, relevan o apagan un determinado mensaje. Y con ello una punción en el alma de quienes lo viven y comparten.


15. de corazón una flor


Borroneé lo siguiente:

Ser actor,
poeta, ilusionista, apasionado;
ser
músico, danzante, declamador,
¡qué
sensacional! Y algo más bravo
aún
es arrojar saco, corbata, camisa
y pañuelo
al viento, arrojar los zapatos a
una fuente.
Y algo más bravo aún: soplar un
clarinete
y darse de volantines al ritmo de
un tambor.
Ser actor es colgarse de corazón
una flor,
tener un colibrí inapagable en la
garganta,
hacer de pies y manos sonajas,
y un cascabel.
Es ser acróbata, alarife y estar
loco
de remate. Es tener alma y voz
de ruiseñor.
Es ofrendar la vida. Y, más aún,
es
consagrarse ahora y para siempre
a los demás.

dsanchezlihon@aol.com

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