Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay

 

Si desea apoyar la labor cultutal de Letras- Uruguay, puede hacerlo por PayPal, gracias!!

 
Instituto del Libro y la Lectura del Perú, INLEC 

22 de marzo
Día Mundial del Agua
El agua de mi tierra 


Danilo Sánchez Lihón

1. En la luz de tus ojos tiembla el agua


Nada es tan afín a Dios como el agua, de allí que todos los bautismos y abluciones de consagración en las religiones se hagan con agua.


Antes se creía que era propia de nuestro planeta, ahora se sabe que de agua es la cola de los cometas que surcan por el cielo estupefacto, con su bola de fuego adelante y con su cola de agua incandescente detrás.


Hay agua en la luna en forma de hielo. Y es vapor de agua la aureola de muchos cuerpos celestes que rotan en la bóveda sideral. El agua es constante en el cosmos. Y también en el microcosmos, y en la vida cotidiana.


Te miro, amor mío, y en la luz de tus ojos tiembla el agua. Y tus labios donde abrevo mi sed para siempre, son de agua; por eso también está en los afectos.


Pero en Santiago de Chuco que es mi pueblo y Tierra de Vallejo, el agua ha sido enajenada, capturada, convertida en propiedad privada por una empresa minera que ha cercado con alambres de púas el área que abarca 92 lagunas.


Este hecho parece delirante que ocurra en estos tiempos. Y el que los refiera, como yo lo hago ahora, corre el riesgo de parecer un loco. No me dolería que eso creyeran de mí, con tal de que la realidad no fuera cierta.

 


2. El reverberar del sol


En el camino de regreso de la escuela en mi pueblo cuando estudiaba la Educación Primaria, nos detenemos en las esquinas.


Y lo hacíamos porque allí se abre un pozo por donde fluye el agua corriente del alcantarillado, que teje con una red embrujada porque sube y baja por mil recovecos, por donde corre el agua clara, helada y borbotante que viene desde las alturas y entrelaza su malla desplazándose subterránea por aceras, calles y veredas.


El rito es agacharnos y en el vaso de nuestras propias manos ahuecadas y anhelantes, sorber el agua sonora y caritativa, paladeando su néctar y ambrosía.


Agua recién nacida, flamante y primigenia, incluso en la luz que forma parte de su esencia y de su entraña.


Virginal en todo para cada una de nuestras bocas; secreta y confidente en su ofrecerse y brindarse, única e intransferible para cada garganta sedienta. De cada hoyo ya conocemos cada una de sus piedras y lajas del borde y de su fondo alucinado con sus partes planas y hendiduras.


Para beber, tenemos que arrodillarnos. Y en el fondo del agujero ver las piedras y la arenisca. Y al levantar la mirada cegarnos con el reverberar del sol en las paredes blancas de las casas.


Ya nada de eso será verdad, porque ahora para cualquier niño el agua vendrá contaminada.

 

3. Nace allí suelta, sencilla


De niño fue también mi mundo ver entrar el agua en el patio de nuestras casas, como una visitante cotidiana.

 
Venía al principio turbia, pero luego se hacía diáfana, trayendo la brisa fresca de todas las colinas y la fragancia de limones y naranjas de todas las hondonadas por donde había pasado.


Agua fresca, rica y la mejor del mundo. Se llena en el pozo y desde allí circula por todo el contorno del patio, deslizándose translúcida con alguna musaraña sonámbula en su regazo.


Pero ahora, una empresa minera festinando trámites se ha adueñado de las 92 lagunas de la cabecera de cuenca, conocidas por nosotros con el nombre hialino de Callacuyán, y las ha acordonado con un cerco de alambres de púas al cual nadie puede acercarse porque hay un cuerpo de vigilantes armados, con teléfonos y camionetas en lo que antes era propiedad inalienable de mi pueblo. ¿Qué hacen dentro? ¿Para qué quieren las lagunas una empresa minera?


El agua que nace allí suelta, sencilla e impoluta, ha sido sometida a las leyes de compra y venta del mercado y a la codicia de empresarios y políticos corruptos.


Pero mi pueblo, el colectivo y el común, no sabe nada de este dolo, y acerca de cómo ha sido el proceso para su enajenación, solo registran el hecho que los campesinos junto con el alcalde quisieron plantar árboles, ni siquiera adentro sino alrededor del cerco, y los corrieron.

 

4. Antes de las lluvias


La otra imagen que guardo del agua desde cuando yo era niño es la del contingente de hombres cargando sus picos y lampas que pasaban de madrugada a limpiar la acequia del pueblo. Es la acequia que trae el agua desde los terrenos de jalca que siempre fueron propiedad del pueblo y que ahora aparecen como propiedad privada de una empresa minera extranjera.


Pasaban por delante de mi puerta, jubilosos, pletóricos y entusiastas, haciendo sonar sus tambores, sus flautas y sus sones de fiesta. Actividad denominada, no sé por qué, La República.


Subían a limpiar el curso del agua de la acequia legendaria que lleva el nombre de Vicente Jiménez y que a veces se desborda, se llena de palos y hay que dejarla libre del musgo y de las piedras que han caído en su corriente.


Se hace en el mes de diciembre antes de las lluvias de los meses de enero, febrero y marzo.


Allí van, felices y contentos acompañados de banda de músicos, de mujeres y niños que llevan la comida que van a cocinar en las alturas, así como otros atuendos.

 

5. Entre niños de mi barrio


Este trabajo comunal es herencia de nuestra cultura ancestral, la misma que rendía culto al agua y la reverenciaba.


Pueblo sabio el nuestro, cultura prodigiosa porque sabía respetar y venerar a la naturaleza en donde lo fundamental es el agua, porque hay castigo cuando se la merma, daña y maltrata.


Ningún señorito, ningún togado, iba en el contingente encendido de colores, todos campesinos felices y pletóricos que subían desde las tierras bajas que nosotros llamamos temple.


La acequia Vicente Jiménez que se limpia, es una proeza de construcción, es una obra en donde se ha roturado peñas. Y avanza abrupta y hacendosa, a veces por riscos y despeñaderos.


Tal es el portento de su cauce que hay una leyenda acerca de los vericuetos por donde circula, que nos contábamos entre niños de mi barrio y que ahora la escribo de este modo:

 

6. Dijo zalamero


Se había trabajado tanto y apenas logrado hacer unas ranuras que parecían solo rasguños a las rocas unas enterradas y otras salientes por donde debía proseguir la ruta de la acequia y hacer que pasara necesariamente el agua rumbo a nuestro pueblo.


No se podía hacerle un tajo, ni un orificio siquiera, para luego forzarla a reventar con dinamita. Nada.


Cuadrillas de otros trabajadores daban vueltas buscando algún atajo y otras opciones por donde llevar el curso de agua. Nada.


Volvían a golpear y las barretas como los cinceles saltaban rotos, magullados y haciendo saltar solo chispas y candela del granito.


Todos se sentían agobiados. Entonces se apareció el diablo.


Se asustaron de ver la cara horrenda del shapingo, quien les ofreció sus servicios, cordial, amable y comedido:


– Estoy al servicio de vuestras personas, hombres abatidos por el trabajo ¿Qué quieren que haga? –Dijo zalamero.

 

7. ¿Qué les parece?


– ¡Uf! –Resoplaron.


– ¿Qué se les ofrece? –Pregúntenme con toda confianza. Aquí estamos para ayudarnos. Hablen, digan sin ningún compromiso.


Se miraron. Y uno se atrevió a decirle:


– Abre la acequia por en medio de estas rocas.


– Hagamos una apuesta de caballeros, –les contestó inmediatamente el Satán.


– ¿Cuál es?


– Que si termino la obra, –que ya vieron que es difícil y complicada– antes del amanecer tienen que darme sus almas.


– Y, ¿si no terminas?


– ¡Ah! Entonces ustedes ganan. Y tendrán este tramo de su acequia completamente gratis.


– ¡Ah!


– ¿Qué les parece? ¿De acuerdo?

 

8. Atento y escondido


Otra vez se miraron los hombres y asintieron:


– ¡De acuerdo!


Estaban tan cansados los peones que aceptaron.


Pero más lo hicieron pensando que era imposible incluido para el propio diablo que pudiera avanzar ni un metro abriendo la trocha por esa roca.


El demonio con pico y pala se puso a trabajar y la roca se le abría como mantequilla.


Pero era mucho el tramo, tanto que da la vuelta a ese cerro.


Sudaba a chorros el pobre diablo y aún más en este frío tremendo, que es gélido. Pero aún así avanzaba con presteza.


Ya por eso de las cuatro de la mañana estaba casi por terminar la obra.


Todos los peones se habían quedado dormidos por el agotamiento.


Solo el hijo de un trabajador se había quedado despierto, atento y escondido, vigilando la tarea del diablo.

 

 


 

9. Agua niña


Al ver el peligro que corrían todos los comuneros, incluido su padre fue corriendo a su choza. Sacó un espejo y lo puso delante del gallo.


Entonces el gallo cantó:


– Kiquirikí. Kiquirikí. Kiquirikí.


Allí fue que el diablo dando un brinco desapareció arrojándose por el barranco, pensando que ya había amanecido.


Felizmente toda la acequia en ese tramo de roca granítica ya estaba hecha.


Y corría el agua cristalina discurriendo por esa peñolería.


Así salvaron el alma de los campesinos, el niño, el gallo y el espejo.


Ahora, esta acequia, cuando llega a mi pueblo lo hace desde lo alto, precipitándose el agua rumorosa y cristalina por el cerro de Quillahirca.


Y se contiene en los estanques del pueblo que se llaman: La Poza, en plena falda del cerro.


Agua niña, agua virgen, agua bendita.

 

10. Bajo el compás de tinyas y pincullos


Esa agua ahora ha sido arrestada, hecha presa y rodeada de un perímetro de alambres de púas en donde se han puesto letreros que dicen: propiedad privada de la empresa minera.


Las lagunas de los picachos nevados de Callacuyán que son tiernas, inocentes y candorosas, han sido infamemente circundadas, encadenadas, corrompidas, y vendidas para las minas.


El agua, cuya presencia reverenciaban nuestros antepasados, cuyas acequias se limpiaban bajo el compás de tinyas y pincullos en el trabajo comunal.


Por ella salíamos a bailar como ella baila en las cascadas. Esa doncella, esa niña, esa madre ha sido objeto de negocio y compraventa.


Y alguien ha recibido dinero a cambio de ella. ¿Para enriquecer a quién? ¿Para ir a qué bolsillos?

 

11. Luchar por el agua es luchar por la vida


Sin embargo, el agua en su estado natural es la representación de Dios. Quizá del Dios mujer.


Porque Dios es mujer en el agua. Mayor razón para defenderla. Es Dios mujer, o en forma de agua o hecha agua.


Por eso debemos aún más amarla y respetarla. Porque es la Pacha Mama amorosa. Por eso, habremos de desagraviarla.


Restituyendo nuestra primigenia cultura del agua. Y en una actitud coherente seamos seres morales, generosos y agradecidos.


Por todo ello, defendamos el agua de nuestras lagunas, ríos y nevados.


Y hagamos del agua y para siempre un motivo más de nuestras luchas, gestas y esperanzas.


Porque luchar por el agua es luchar por la vida.

 

Video: Día Mundial del Agua: 660 millones de personas no tienen acceso al agua potable

 

Danilo Sánchez Lihón

Instituto del Libro y la Lectura del Perú

Gentileza de danilosanchezlihon.blogspot.com

 

Ir a índice de crónica

Ir a índice de Sánchez Lihón, Danilo

Ir a página inicio

Ir a índice de autores