1. Vínculo entre periodismo y la literatura
En la búsqueda de un periodismo de calidad es importante reconocer las
motivaciones, los enlaces y las mutuas influencias que hay entre el
periodismo y la literatura.
La experiencia demuestra que cuando estos dos campos se asocian se
obtiene como resultado un periodismo de especial valor alcanzando un
nivel de excelencia. Así como también a partir de esta práctica los
autores de obras literarias obtienen fluidez, claridad, realismo y mejor
comunicación.
Del mismo modo los lectores de los medios en que dichos textos se
publican, se ven favorecidos elevando su nivel cultural. Y la sociedad
en su conjunto mejora en todo sentido.
Entre los estudiantes que se forman para ser futuros periodistas, hay
aficiones literarias poderosas y auténticas que es importante encausar y
que es de esperar que se cristalicen en obras.
En dichos textos han de estar asociadas la actividad periodística como
también la literaria, a fin de vigorizar el acervo de obras necesarias
para mejor reflejar nuestra realidad, con los atributos que nos brinda
el lenguaje en su dimensión de belleza y trascendencia.
Asimismo, se tiene expectativa, con relación a que del humanismo y la
sensibilidad hacia el arte, que el vínculo de periodismo y la literatura
propician, se ayude a plasmar obras situadas en la realidad, como el
periodismo traza y exige.
2. Amantes
consagrados
De ese modo, periodismo y literatura tienen un vínculo de estrecha
colaboración, constante e intensa amistad, y relaciones amatorias
habituales e inquietantes. Y, con frecuencia, pasiones intensas y hasta,
a veces, desenfrenadas.
También entre estos cómplices y a veces rivales, amigos y, en ocasiones,
enemigos, hay odios y rencores, furores y desamores, algunos declarados
y otros implícitos o fingidos.
Todos estos niveles de acercamientos, proximidades y revoltijos se dan
entre el periodismo y la literatura, donde se registran situaciones,
como concretos personajes, eventos y otras circunstancias, marcados por
la tibieza o intensidad de este antagonismo, por un lado, como de su
enlazamiento, convivencia o maridaje, total y pleno, por otro.
En tal sentido, lo primero que podríamos decir es que periodismo y
literatura no son extraños el uno para el otro. ¡Esto sí que no ocurre
de ninguna manera! Ambos se conocen y, si no se encuentran y hasta
fusionen, por lo menos son desde conocidos hasta pasar a reconocerse
compañeros y hasta cómplices en algo o en mucho.
Dando un paso más adelante: concuerdan en ser amigos. Avanzando aún más:
urden en coexistir cómo amantes, estables o fortuitos. Pero hay casos en
que llegan hasta el nivel más alto cual es el de ser, en muchos casos
amantes consagrados, legendarios y totales, entre una y otra actividad.
3. Muchos
puntos de encuentro
Llega a este último nivel, de un amor sacramentado, en escritores como
Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, cuyos quehaceres parecieran
deslizarse entre esos dos andariveles, cuales son: ser a la vez
extraordinarios literatos y al mismo tiempo grandes y espectaculares
periodistas.
Ellos mismos son figuras rutilantes de los medios de comunicación y
autores consagrados de las academias, hasta el punto de haber merecido
ambos el Premio Nóbel de Literatura, y muchos otros lauros en el campo
del periodismo.
Ambos autores han narrado en diversas páginas sus autobiografías, en
donde destacan su pasión por el periodismo y la literatura. Nos cuentan
que han nacido a las letras combinando dichos oficios o campos de
trabajo hasta el punto de hacerlo uno solo.
Y aún más: en diversas ocasiones han racionalizado y explicado los
muchos puntos de encuentro que reconocen que hay entre ambos oficios.
Entre nuestros grandes hombres de letras no puede dejar de mencionarse
asimismo, de ninguna manera, una figura como la de César Vallejo, quien
al mismo tiempo que a la poesía también enrumbó sus pasos, su espíritu,
su mente y su imaginación y su compromiso hacia el periodismo.
4. Ambos campos
se fecundan
Para graficar esta conjunción basta referir que hay poemas de César
Vallejo que antes fueron artículos periodísticos.
Fue corresponsal en Europa de periódicos de Trujillo, tales como “La
Reforma” y “El Norte”. También colaborador constante de revistas de Lima
como Mundial” y “Variedades”, y de periódicos como el diario “El
Comercio”, como de otros medios de prensa escrita. Trabajó a horario en
una red de periódicos iberoamericanos, en París, Les Grands Journaux
IberoAméricains.
Fundó y editó revistas y boletines, como “Favorables”, revista que
dirigió conjuntamente con Juan Larrea, en 1926. Y con Pablo Abril de
Vivero funda “La Semana Parisién”.
Es César Vallejo un personaje y un prototipo de periodista con estilo,
galanura y profesionalismo.
Y así como él, en nuestro medio: Abraham Valdelomar, José Carlos
Mariátegui, Ciro Alegría, Sebastián Salazar Bondy y muchos otros autores
más de la galería de creadores sobresalientes de las letras nacionales.
De allí que sea importante reflexionar sobre el vínculo estrecho que
existe entre una actividad profesional como el periodismo y una de las
artes antiquísimas, y a la vez vigentes para siempre en las sociedades
humanas, cual es la literatura.
5. Una vida
ganada a sombra
Sobre todo es importante enfatizar en los aspectos en que ambos campos
se fecundan y favorecen en el logro de un periodismo literario de
calidad, cual es que:
El periodista es un profesional de las palabras; su profesión, su
actitud, su fuente de vida, su misión ante la sociedad es decir,
difundir y explayar palabras.
Su ara y su altar son los actos pero convertidos en palabras y estas
deben ser auténticas y legítimas.
La función y el papel del periodista es hilvanar fragmentos de realidad
con palabras, armar evidencias textuales que reflejen la objetividad
vista, oída o palpada pero en una nueva dimensión, y todo ello
principalmente con palabras.
Su desempeño es unir visiones, pensamientos, sensaciones y hasta humores
con la lanceta de las palabras, letra tras letra y sílaba tras sílaba,
formando con ellas vocablos y estos estructurando oraciones.
Todo ello como hilos trenzados que se unen en conjuntos semánticos más
elaborados que hacen un mundo de promisión, realidades virtuales que
constituyen su quehacer diario y cotidiano.
Hecho de palabras cada texto posee una configuración propia que luego se
integra en una estructura totalizadora que tiene una vida ganada a la
sombra, a lo anónimo e irreal, y a la nada.
6. Connotan
y denotan
Las palabras perfilan un mundo nuevo que se superpone al mundo viejo de
las cosas y los hechos, a fin de hacerlo mejor y esperanzador.
Y esta vida, así configurada, tiene su propio aroma y su propia
sonoridad.
Y es de este modo que se forma y se crea un imaginario, una visión de la
vida, una actitud frente al mundo y a la realidad que son palabras
plenas de vida y ahítas de significado.
En el periodismo y en la literatura los hechos y la vida alcanzan a ser
contenidos en el vaso, copa o cofre de las palabras y las imágenes.
Sin embargo, entre periodismo y literatura, y con relación a las
palabras hay algunas características y peculiaridades, dentro de una
matriz que los une de modo íntimo y estrecho.
Uno de aquellos aspectos es que las palabras en el periodismo más
denotan que connotan, más indican y se aproximan a los hechos y cosas. Y
más se ciñen estrechamente a los acontecimientos.
En cambio, en la literatura más connotan que denotan, más se ubican en
el halo y en la aureola que rodea a los hechos y a las cosas, más
ingresan al mundo de lo abierto, indefinido e ignoto.
7. Entre la realidad
y el sueño
Hay otras diferencias entre periodismo y literatura en relación con el
sentido y la orientación del lenguaje, como:
En el periodismo el lenguaje parte de un punto A para llegar a un punto
B, con la información que se ofrece a través de un medio de
comunicación.
El periodismo es lineal, directo, se refiere a hechos y produce
conocimiento acerca de un suceso o una circunstancia, como también
representa acción y movimiento.
La literatura, en cambio, da vueltas sobre sí misma, gira y revolotea
como una mariposa alucinada en torno a una hoguera o a una flama.
Su finalidad es ser ella misma. No se preocupa mucho en ocuparse de un
hecho ajeno o externo a su ser. Es auto suficiente y se ensimisma en su
propia idealidad.
Tiene la literatura su mirada vuelta o tornada hacia su mundo interior y
se desenvuelve no linealmente sino haciendo parábolas, ornamentos,
imágenes y filigranas.
Ella danza, gira sobre sí misma, y crea un espacio interior en donde
desarrolla un movimiento maravilloso como si fueran los pasos de un
ballet o los arreboles del crepúsculo o del amanecer.
8. Realidad
y fascinación
Por consiguiente, si el periodista escribe tal y como es el mundo o la
realidad, el literato sueña, exorna y alucina, apenas sostenido en la
cornisa de ese leve referente que es el mundo exterior.
Casi siempre este no lo convence y entonces la transforma ilusoriamente,
trata de pensar en cómo la realidad debe ser y crea mundos sustitutorios.
El periodista informa, se ciñe a los hechos, trata de explicarse
objetivamente cómo ha sido algo. El literato se subyuga pensando en cómo
será, y hasta en su capricho de cómo debe ser.
Al periodista no le interesa otra cosa que informar con exactitud y
rigor. Al literato en soñar e inventar.
El literato lo explica todo por sí mismo y su explicación es casi la de
un mago, la de un demiurgo o la de una especie de semidiós. Es
persuasivo, convence a su público, seduce y encanta. Él crea mundos
nuevos.
Considerando y reconociendo estas cualidades, no sólo diversas sino
contradictorias y hasta antagónicas, parecería imposible una fusión
entre periodismo y literatura.
Sin embargo, se da este encuentro y ligazón, y el resultado son los
portentos de obras que unen realidad y fascinación.
9. Relación honda
y entrañable
Entonces, ¿qué mixturas, osadías y sorpresas nos depara, cabe esperarlo
así, la unión entre el periodismo y la literatura?
La relación y el vínculo entre periodismo y literatura no se reduce
únicamente al espacio, lugar o inclusión que en el periodismo se da a
temas propios de la literatura.
No se limita a la cobertura que se ofrece y otorga en los medios de
prensa a libros y autores de literatura.
No es solo la acogida cordial en secciones de literatura en los
suplementos de los diarios o a secciones ya establecidas en la
estructura de una revista.
Indudablemente este hecho se presenta y es real, porque la literatura es
un campo que, mucho más que otros, merece la atención de los medios de
comunicación.
Pero, no es la cobertura que se da en los espacios de los medios de
comunicación a la literatura, el único vínculo entre estas dos
actividades, sino que hay una relación mucho más honda y entrañable.
10. Conforman
un mismo cuerpo
Vale reconocer más bien que hay vínculos mucho más estrechos entre una y
otra actividad, puesto que ambas utilizan la palabra, la escritura y el
lenguaje verbal, aparte de que muchos periodistas son literatos y
viceversa.
Empero, la asociación entre periodismo y literatura se imprime más bien
en la naturaleza misma del periodismo o en una clase de periodismo o en
un estilo de hacer periodismo, que lo emparenta con la literatura.
En realidad, conforman orgánicamente un mismo cuerpo. Son tejidos
distintos pero que ambos se entretejen para formar una sección o entidad
orgánica: comparable a un brazo, a una pierna, o a una mano.
Mucho más aún, cuando muevo las manos o los pies hay muchos sistemas de
tejidos que actúan ensamblados perfectamente. Por ejemplo, son
inseparables en un ser vivo el tejido óseo del tejido muscular.
11. La objetividad
periodística
Hay una buena parte o porción de periodismo que es intrínsecamente
asociado o vinculado a la literatura, en el cual encontramos con
frecuencia una simbiosis estructural entre la literatura y el
periodismo.
Sin embargo, cada uno de estos campos tiene sus propias características
y propiedades.
Se establece como un campo propio, o más directamente vinculado al
periodismo la realidad concreta, corpórea y tangible.
Como ocurre también que se reconoce y ubica a la ficción como el
elemento más vinculado a la literatura y hasta como un predio propio de
este arte.
Esta es una dicotomía que ha suscitado y seguirá ocasionando muchos
comentarios y también conflictos, sea que se junten o se separen.
Entre los más frecuentes está la discusión acerca de la objetividad
periodística, la misma que no debe verse afectada en la unión entre
periodismo y literatura aunque dicha objetividad en muchos análisis se
la caracteriza como una entelequia y hasta como una mentira piadosa.
12. Todo
este debate
Desde la otra vertiente, es decir desde la literatura, se esgrime y
defiende que ella no debe contaminarse con la realidad ordinaria e
intrascendente.
Y se aduce que los contenidos y los mensajes que la literatura nos
ofrece y prodiga por sí misma en muchas circunstancias resultan verdades
más sólidas y consistentes que las pretendidas verdades del periodismo
objetivo.
Todo este debate nos remite necesariamente a la pregunta de: ¿Qué es la
realidad?
¿Es ella, acaso, la que captan los sentidos? ¿Se deposita ella en la
historia cotidiana, en aquella que forma parte de la circunstancia y se
desvanece en el instante?
¿Está en el hecho que ocurre y que es “noticia acabada y periódico de
ayer”?
¿O Realidad, con mayúscula, es otra más subyugante y de fondo que hace
posible que las montañas, las flores y los ríos cada día aparezcan
lozanos o radiantes?
13. La quilla
de su barca
¿La realidad cabal no es más bien aquella que no se ve aparentemente ni
lo registran los sentidos sino que son ondas y corrientes internas
muchas de ellas animadas por el soplo del espíritu?
¿No es más bien realidad, que alcanza el grado de verdad, aquella que la
encontramos en las páginas de las obras de Cesar Vallejo, de Ciro
Alegría, de Mario Florián, de José María Arguedas, de Manuel Scorza o
César Calvo, hechas todas ellas con dosis altas de emotividad,
imaginación y hasta de aparente inverosimilitud o faltas de objetividad?
Creamos mundos, aspiramos a que lo inverosímil por lo menos exista en
las líneas escritas de un texto literario. Y ello repercute más en la
vida de las personas que la realidad cotidiana evanescente y desechable
que recogen los medios de comunicación.
Enfocados en el periodismo, por más que se quiera, nada vamos a poder
recoger si no es bajo una óptica personal.
14. Mundos
nuevos
Y es allí, es esa mirada que estará imbuida de una manera de ser de la
persona que da esa versión, en donde está el germen y la urdimbre del
periodismo literario.
Está en esa mirada única, genuina y original que nos ofrece la vida como
si escanciara hacia nosotros hasta la última gota de su licor, néctar y
ambrosía.
Es muy difícil, entonces, postular la objetividad o la imparcialidad en
el periodismo y peor aún dilucidar conceptos como el de la realidad o el
de la verdad, sea en el hecho periodístico o sea en la obra literaria. O
en lo que sea.
¿Hay objetividad en la literatura? ¿Hay subjetividad en el periodismo?
La literatura se propone mentir con verdades o decir verdades con
mentiras.
El periodismo se aferra a verdades que pueden ser mentiras patéticas.
Como dirige también la quilla de su barca hacia lo desconocido e ignoto
de los mundos nuevos.
15. Los talentos
de ambos oficios
¿Qué elementos del periodismo favorece que los tenga la literatura y qué
elementos de la literatura conviene que los incorpore a su ejercicio y
los asuma también el periodismo?
En primer lugar, se pretende que la literatura tenga la agilidad, la
novedad y el “mundo” que es propio del periodismo.
Y ojalá que este incorpore lo más posible los elementos propios de la
literatura, como es su magia y encanto.
Ya no viendo distinciones ni diferencias sino nexos, vínculos y hasta
coincidencias, es importante no sólo estudiar sino someter a una
práctica los talentos que nos ofrecen ambos oficios.
Porque enlazando periodismo y literatura lograremos que la realidad no
sólo sea referida o descrita, sino que se recree y se vivencie para
mayor asimilación y hasta para la mejora, el cambio y la trascendencia
del lector.
16. El sello
personal
Con el periodismo literario el lector en vez de establecer una relación
distante emotivamente, aunque bien delineada como presente, lo vive a
plenitud.
Acerca del hecho que el periodismo recoge, esta distancia puede ser
acortada y hasta eliminada por la literatura para que el suceso se
ofrezca con toda la capacidad de conmover y exaltar.
Asimismo, es importante el vínculo entre periodismo y literatura porque
la neutralidad, la impersonalidad y la nebulosa de la generalidad del
periodismo, de este modo son totalmente superadas.
Lo anterior, mucho más se cumple si a ello se agrega el sello personal
del cronista quien todo lo ha de mirar y vivir presentándose él también
ante el lector en y ante el hecho que se describe, como la literatura lo
sabe hacer cumplir.
17. El anhelo
de ver y vivir
Comúnmente, en el periodismo se dice lo que la realidad es. Así como en
la literatura lo que de aquella se anhela y sueña que debe ser.
Hay pues una relación de atracción y conflicto entre periodismo y
literatura. Para el literato este ámbito le ofrece audiencia y público,
cumple con el anhelo de ser escuchado o leído; cumple con ofrecerle el
diálogo que él requiere con el público.
Desde la perspectiva de un periodista también este vínculo es importante
por la perspectiva que le ofrece la literatura de que su texto
permanezca, perviva y no muera; de que sobre el estado circunstancial,
pasajero y de muerte, en el cual él trabaja, se ofrezca una perspectiva
de mayor permanencia para sus textos y hasta de consagración para su
nombre.
Al tener como objetivo lograr una pieza de texto periodístico-literario
lo que se elabore se impondrá contener aquello que el probable e
hipotético lector tiene el anhelo de ver y vivir, casi como que él
estuviera allí. Y, es más: siendo él el protagonista de los hechos.
18. Crear
y conmover
Todo texto se compone de imágenes que las palabras tejen o urden y a
partir de las cuales se construyen significados, algunos de los cuales
alcanzar a ser gloriosos.
Muchas veces la atracción lo ejercen estos elementos, es decir por las
imágenes, por un lado, y por otro los significados.
Entre ambos se obtiene el prodigio de alcanzar la realización plena de
la belleza.
Sin embargo, hay que avizorar aquello que nos proponemos conseguir, cual
es el sentido mayor y la razón del por qué se escribe.
Entonces, la pregunta constante ha de ser:
¿Qué objetivo, o fin, quiero alcanzar y estoy consiguiendo con el
ejercicio de la palabra en su máxima función, cual es la de ser creativa
y conmover?
Sin embargo, con ser tan importantes estos factores o elementos, a pesar
de lo dicho, no son totalmente suficientes.
19. Más digna
y feliz
Es más bien fundamental aquel factor que lo diremos a continuación, cual
es la conciencia de qué es aquello que estamos logrando como fundamental
con el texto compuesto.
Si está bajo nuestro control el enfoque hacia qué espacio estamos
apuntando, así como los sentimientos y emociones que estamos despertando
en el lector.
Y si todo ello está de acuerdo con el sentido que nosotros aprobemos que
contenga el esfuerzo que estamos realizando al escribir.
Esta faceta casi siempre se la olvida. A menudo escribimos solo por el
placer de escribir. Hasta eso llega a lo máximo el deber ser del arte
literario.
Empero, un paso más adelante estará siempre la moral, la responsabilidad
y nuestra justificación frente a la historia, si contribuimos al bien,
al afianzamiento de los valores y a forjar el destino del hombre sobre
la faz de la tierra con una moral cada día más digna y feliz.
20. Arte
acrisolado
El periodismo literario es genésico, donde el propio escritor crea su
noticia, la hace actual y hasta perentoria porque es el verdadero
periodismo creativo.
Y lo es así porque gesta una noticia o porque a una ya dada le insufla
un nuevo temperamento y una nueva moral. Sobre el periodismo común y
corriente, que se deshace en lo efímero, agrega lo que es trascendente.
Él se orienta a buscar cualificar y mejorar la calidad de los medios de
comunicación. Los dota de aquel espíritu trascendente, de mayor hondura
y valor, de un arte acrisolado como es la literatura.
Es ella quien dota, al carácter más bien efímero y eventual que
caracteriza a un medio de comunicación, de aquella aura indeleble del
espíritu humano que gracias a Dios habita, ojalá que de modo
imperecedero, en la literatura.
Siempre teniendo en cuenta esto que nos decía César Vallejo: “Todo, en
el fondo, viene a ser el mundo moral”. Pensamiento que ha de ser rector,
tanto en el periodismo como en nuestras vidas.
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