Instituto del Libro y la Lectura, INLEC del Perú

y Capulí, Vallejo y su Tierra

Día internacional de los pueblos indígenas 
Escrivillo es llorar

Danilo Sánchez Lihón
www.danilosanchezlihon.blogspot.com

"La tierra es ancha e infinita
cuando los hombres se juntan"
Washington Delgado

1. Las vidas que ha costado en las últimas semanas

 

Escrivillo es llorar” es una frase grabada por Guzmán Poma de Ayala en su Carta al Rey de España, o Nueva Corónida, que dijo así por decir crónica, y cuando al escribir sobre las penurias que sufren sus hermanos de raza, ante la explotación y el usurpo de los conquistadores españoles, le estalla en la cara esa frase: escrivillo es llorar.


Bien podría esta oración ser todo un postulado en torno a la función de la literatura y el arte en países como el nuestro, en donde lo que menos cabe es hundir la cabeza, no mirar, agazaparte ante tantos males sino denunciar, inmolarse y utilizar el verbo para demoler tantos abusos e iniquidades.


Se siguen perpetrando extorsiones y despojos a las poblaciones indígenas, como la última pretendida usurpación avalada con decretos leyes que ponían a libre disposición sus tierras y con ello sus destinos, servidos en bandeja de plata a las empresas explotadoras de riquezas a costa del hambre y la muerte de los nativos; transnacionales a quienes les interesa únicamente sus ganancias y para lo cual corrompen todo, empezando por los gobiernos obsecuentes y cómplices, hecho que ha costado tantas vidas en el Perú en las últimas semanas.

 

2. Una adhesión sincera, amorosa y comprometida

 

¿Cómo graficar estos hechos en la historia? Del siguiente modo y con los siguientes datos: Cuando estudiamos en la educación primaria en las escuelas elementales, se nos enseña que los lugares más pobres del Perú son aquellos donde habita la población indígena y que abarca varios departamentos, como: Ayacucho, Apurímac, Huancavelica, cubiertos por “la mancha india”.


De entre todos esos departamentos a mí me quedó marcado, por la fuerza y el estigma de lo que es doloroso, saber que el más pobre de todos ellos era Huancavelica. ¡Pobre entre los pobres!


La lógica era pensar entonces que la rémora del atraso es el indio, por ser raza inferior, embrutecida y hasta llena de aberraciones.


Desde entonces una adhesión sincera, amorosa y comprometida tengo siempre a dicha región, por ese dato conturbado, que se nos decía ya sin ninguna emoción, de modo indolente, ya sin sensibilidad y hasta de forma maquinal.

 

3. Coca y látigo a sus diezmados pobladores

 

Pero luego me enteré de algo mucho peor, de un asunto más atroz todavía, de un detalle verdaderamente perverso y hasta inicuo, cual es que esa pobreza existía sobre una riqueza de fábula. Que Huancavelica y toda esa región eran ricas en los tesoros más preciados del mundo, en minas de oro, de metales preciosos, de uranio que se lo llevan vorazmente las empresas a costa de la pobreza y del dolor de la gente.


Por eso de Huancavelica  Guaman Poma de Ayala se estremeció al decir: "oro en piedras”, “oro en polvo" y hacha de atrocidades, abusos y crímenes. Porque su pobreza tenía entonces el cariz del estigma de la explotación, del sojuzgamiento, y de la esclavitud.


Porque era inmensamente rica. Allí existía la mina más custodiada de toda la corona española. Mina de fábula, de la cual era dueño nada menos que el Emperador de España, mina estratégica que ostenta en su puerta el escudo del Rey Felipe V. Era la mina de azogue, del mercurio del cual se proveía a todo el imperio. Pero que para explotarla se tuvo que embrutecer con alcohol, coca, látigo e iniquidad a la población indígena que fue muriendo en esa mina en un holocausto colectivo.

 

4. Genocidio rapaz y silencioso

 

Así, el promedio de vida de un joven indígena sano y fuerte que era enganchado y entraba a trabajar al socavón, hasta el momento en que moría, era  de solo apenas cinco a seis meses.


El sistema para enrolar era la mita, trabajo obligado de los indios para esta mina, llamada primero De los Santos y después Santa Bárbara. La mita era un tributo en trabajo ineludible y de segura muerte, siendo lo que diezmó totalmente a la población indígena.


Esta obligatoriedad se iba ampliando de radio de acción: de 50 a 100 kilómetros. Y después a 200 kilómetros a la redonda.


A finales del siglo XVIII se censa que los pobladores de raza indígena en la mina eran más de Ayacucho y de Puno, porque ya  habían muerto en sus socavones los indios del lugar.


Se impuso allí un genocidio rapaz, silencioso y corrupto, como producto de un sistema de usura y asco que imperó en toda la colonia en contra del indígena peruano.

 

5. Duélete de mí

 

Fray Buenaventura de Salinas y Córdoba que era un sacerdote que no acostumbraba a exagerar, relata en 1630 que era muy frecuente que las madres indígenas, que daban a luz a sus hijos varones, los ahogaran en el momento de nacer.


Y esto a fin de librarlos de ser enrolados años más tarde para trabajar en las minas de azogue. Este mismo fraile relata un triste suceso en palabras literales, cual es el siguiente:


"Habiendo llegado al valle de Jauja un indio que volvía de la mina de Huancavelica para ver a su mujer y a sus hijos y descansar en su tierra, halló muerta a su mujer; y a sus hijos de 4 y 6 años en la casa de una tía suya. Llegó detrás de él el Curaca y queriéndole llevar otra vez a la mina le dijo:


– Bien sé que te hago agravio, pues acabas de salir del socavón y te hallas viudo y con dos hijos que sustentar, flaco y consumido del trabajo que has pasado. Pero no puedo más; no hallo más indios para completar la mita. Y si no cumplo el número me quemarán, azotarán y beberán mi sangre.

6. Y me haces tal agravio


– Duélete de mí y volvamos a la mina. –Le ruega.


Le respondió el indio a su Curaca:


– Tú eres el que no te dueles de tu sangre pues viéndome tocado del polvillo de la mina y que hallo muerta a mi mujer y con estos dos hijuelos que sustentar, sin tierras que sembrar, ni ropa que vestirles, me haces tal agravio.


Y al ver que el Curaca no aceptaba la razón y la justicia de este indio, este cogió a sus hijuelos, los sacó a una legua del pueblo y abrazándolos y besándolos tiernamente, diciéndoles que los quería librar de los trabajos que el pasaba, sacando dos cordeles se los puso a sus gargantas y, hecho verdugo de sus propios hijos, los ahorcó de un árbol.


Y sacando, luego que llegó el cura y el Curaca, un cuchillo de carnicero se lo clavó en su propia garganta, entregando el alma a los demonios, por verse libre de la opresión de las minas".

7. Para escalar el cielo

 

Hace pocos días estuve nuevamente en Huancavelica para desarrollar un taller en el marco del programa: “Perú lector”. Y tuve ocasión de visitar otra vez la mina de Santa Bárbara en esa localidad, llamada también Villa de Oropesa, donde se ubica la famosa mina de azogue que se remonta a principios de la colonia española. Luce allí, encima del pueblo, como un emblema de luto y dolor.


Mina en donde la gente se enterraba en vida porque dentro vivían personas que nunca pudieron ver la luz del sol. Y no porque era grato estar enterrado en vida sino porque eran esclavos. Mina en cuyo interior existía incluso una plaza de toros.


Para mantener presos a estos esclavos ya no era necesario utilizar cadenas porque eran fosos para salir de los cuales  se hubiera necesitado construir escaleras equiparables a aquellas que nosotros necesitaríamos construir para escalar el cielo.


Allí nacían y morían en condiciones paupérrimas e infrahumanas. Mina sin sistema de ventilación que sólo se hizo siglos después de su intensa explotación.


Mina tóxica.

 

8. Un animal valía mucho más que la vida de un indígena

 

Mina sin seguridad, en donde en uno solo de sus derrumbes murieron centenares de indios.


Está escrita la crónica por la cual un visitador de la corona española que tenía que hacer una inspección descendió unos cuantos metros y se sintió asfixiado.


Delante de él sacaron varios cadáveres de indios muertos en ese mismo instante. Sin embargo no hizo figurar estos hechos en su Informe al Rey. ¿De qué valían visitadores e informes si la estructura de explotación era la supervivencia en los cargos públicos y en la burocracia del Estado? Y, de otro lado, era impensable hubiera podido el Rey corregir estos hechos.


Ir hacia ella era pues un suicidio voluntario, y se lo hacía porque era preferible esa suerte a seguir viendo morir de hambre y miseria a la mujer y a los hijos.


Situación en la cual el suicidio era laborioso, porque se buscaba la muerte pero trabajando para darle un pan a la familia, suicidio con cantos de tristeza y de nostalgia


Donde no se usaron llamas o animales de carga para extraer el mineral porque esos animales valían mucho más que la vida de un indígena en el mercado de aquella época.

 

9. No se le daba comida

 

Para intentar bestializarlos, ¡y no lo pudieron! sino que al contrario siguió siendo un grupo humano límpido y prístino, se repartía a los indios o peones ya como una costumbre el “icha carami”.


Esto era, o es, porque todas esas prácticas siguen todavía vigentes, la porción diaria de alimento que se daba al indio peón, o trabajador de la mina.


También se les da a los trabajadores del campo para hacer leña del árbol derribado, o para hacer el cerco de piedras o adobes, o para levantar el muro del corral, o para azuelar madera a fin de tener vigas de refuerzo para el corredor de la casa hacienda.


Sea para aporcar, que es sacar la tierra de adentro para afuera para airear la raíz de la planta. Sea de la papa. O sea del maíz, no se le da comida sino el “icha carami”.

 

11. ¿Y qué significa?

 

¿Cuál es ese alimento del mediodía?


Es un costalillo de coca para repartir entre el grupo que trabaja, es una talega grande de cal con la cual armar el "bolo". Y es el coñac o pisco. Y todo ello entregado o repartido al mediodía, como almuerzo.


Con lo cual prácticamente se los droga o se trata de idiotizarlos. Y todo ello a fin de que el trabajo sea rudo y ciego, sin medir fuerzas ni peligros.


¿Y qué es lo que significa esta expresión del "Icha Carami"? Al final algo tierno, pleno de dolencia y resignación, significa: "dame lo que quieras".


En cambio a la bestia, sea caballo, buey o pollino, se le da un buen forraje, agua limpia y descanso.


Al indio no, a él se lo droga. De allí que Guamán Poma de Ayala cuando escribía de todos estos sufrimientos de los indios de su época, en la colonia, decía “Escrivillo es llorar”.

11. La esperanza que nos toca a nosotros recoger

 

Sin embargo, esos mismos hombres, –los quechuas, los nativos peruanos, los llamados "indios", pongos, yanaconas, runas, nos se los ha vencido; al contrario, nos donan ahora, nos regalan a los peruanos un acto de coraje increíble y de valor inmenso. ¿Cuál es?


Que no se dejaron atraer por los hechizos fáciles de una sociedad opulenta como fue la sociedad colonial, que los atrajo de múltiples maneras una de ellas la droga y el alcohol, para hacerlos siervos en el peor sentido.


Porque no pudieron hacerle renegar de su identidad, tendiéndoles los puentes de plata de la vida sin contratiempos, dándoles siempre las sobras de sus privilegios, queriéndolos sumarlos como sociedad de segunda clase a sus residencias palaciegas de Lima, Cuzco, Arequipa o Trujillo.


Porque nos han donado la respuesta de no haber transigido, de haber conservado su lengua, sus costumbres, su dolor de siglos, su espíritu pero a la vez sus cantos, su alegría y su esperanza que nos toca a nosotros recoger y proyectar al futuro y al mundo.

 

12. Ese grito está vivo

 

Aparentemente lo lograron. Parecía que habían sucumbido, pero en el fondo y en esencia fue imposible. 


Fueron anexados pero ya muy tarde o era una cultura invencible para que ellos fueran remedos de sus amos. Ahora han descendido. Ya llegaron. Han venido a las ciudades pero manteniendo siempre su identidad.


Ellos han salido de sus cerros y quebradas después de haber sido fieles consigo mismos, con su historia, con su identidad. No se han dejado ganar por lo fácil, por lo inmediato ni rentable, como fue el uso y dominio pleno del idioma castellano que les hubiera dado más tener, pero restado, disminuido y anulado su ser.


Ese espíritu está incólume, ese grito está vivo, ese clarín del amanecer está vigilante en lo alto de las montañas.

 

13. Entusiasmo supremo por la vida

 

Con ello los indígenas peruanos nos han dado un ejemplo al mundo entero, el de haber decidido por el espíritu en vez de fascinarse y dejarse hechizar por las cosas, de dejarse arrastrar por las distracciones.


Con lo cual a partir de cualquier momento para ellos estará garantizado un verdadero progreso y evolución.


Y, en segundo lugar, han dado un grito de independencia porque todo aquel que afirma su lengua, su habla y su voz es soberano y es digno.


Así la resistencia andina es hacia nosotros un legado, una herencia invalorable.


Es una llama viva para que nosotros nos acerquemos y extraigamos de allí coraje y fervor.


Y entusiasmo supremo por la vida.

 

14 ¡Y ya está despertando Inkari!

 

De este modo se está desenredando el ovillo.


De este modo se está extendiendo la hebra y el tejido de nuestra identidad que estaba tan anudado, tan hecho un amasijo agitado, tanto que dolía, que sangraba cabeza abajo.


De este modo el ovillo de lo que somos, de aquello que corresponde que seamos, que volvamos a ser, se está desenvolviendo y haciendo elipsis, pirámide, arco iris.


De este modo se está configurando la utopía, de aquello que imaginemos incluso cómo ser.


El ovillo de nuestra sangre, del corazón que nos alienta y hace sufrir. Y llenarnos de pleno gozo.


Es el tiempo del resurgimiento, del despertar.


De desenterrar los dioses dormidos. Es el tiempo del regocijo, de despertar las huacas.


Porque las huacas no están muertas sino apenas dormidas.


¡Y ya están despertando, Inkari! ¡Kausachum hermanos!

 

ººººººººººº

Por eso, he aquí mi herencia

 Danilo Sánchez Lihón

 

1.

 

Bailar
al borde de un abismo.
Bailar
cara a la nieve helada.
Bailar
al filo de un cuchillo.
Bailar
desde un cuerpo inerte.
Bailar
en la peor de las batallas.
¡Esa
es mi mejor herencia!
Bailar
cuando hay frío en el alma,
cuando
hay espanto y horror detrás
de la puerta.
Bailar cuando ya nada
te alivia
y todo se vuelve en contra
tuya y mío.

 

2.

 

Bailar
sobre mi honda pena.
Reír
loco de alegría.
Bailar
con el corazón hecho
astillas.
Reír, sólo reír ante
el olvido.
¡Esa
es mi mejor herencia!
Bailar
porque te quedaste
solo
y todo a tu alrededor
confabula.
Bailar mientras sangran
las heridas.
Bailar sumidos en total
melancolía.
Bailar sin que nada te
divierta.
¡Esa es mi mejor
herencia!

 

3.

 

Bailar
ante la muerte ojerosa
y fría,
ante el dolor que goza
creyéndote
yerto, lívido o vencido.
Bailar
al compás del charango
y del tambor,
con la avispa entonando
en tu sangre
su letanía. Bailar. ¡Falso
lo que se creía
cierto! ¡Y cierto lo falso!
Bailar
porque la muerte ya no
puede
ni contigo ni conmigo.
Entonemos
un himno en su dulce
y duro hueso.
¡Bailar, ante  la muerte
y el olvido!

 

¡Esa
es mi mejor herencia!

Danilo Sánchez Lihón

Instituto del Libro y la Lectura del Perú

Ir a índice de América

Ir a índice de Sánchez Lihón, Danilo

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio