Me
dicen que los jóvenes ya no aman sino vacilan. Que no son ya quienes
traban quereres entrañables sino amor al paso, cual es: usar y
desechar.
Que eso ocurrirá en jóvenes que no pertenecen a una cultura como la
nuestra: con fondo, lastre y arraigo. Cultura densa, contundente y
acrisolada, con ancestro, prosapia y raigambre, con un rumor profundo.
Que si es cierto eso, que hay jóvenes así y que viven entre nosotros,
serán en verdad bien pocos.
Porque los jóvenes auténticos de mi comunidad yo los veo rectos, ecuánimes
y briosos. Firmes y tajantes, vigorosos y límpidos. ¡Buenos robles!
2.
Limpidez para afrontar los hechos
Me
dicen que los jóvenes ahora eligen todo lo que es superfluo y frívolo.
Y viven en el frenesí inconsciente de las discotecas.
Que esos serán los jóvenes de los países opulentos, que viven de la
usura de una deuda que pagan nuestros pueblos y que nos cobran de modo
implacable. Deuda inmoral que a nosotros no nos consta, ni que jamás
hemos usado para el bien.
Por eso sus jóvenes no tienen limpidez para afrontar los hechos de la
realidad con honestidad y transparencia. Que como no sufren ni le
toman el peso a la situación son débiles, ligeros, a quienes bate
cualquier soplo del viento.
Porque a los jóvenes de mi vecindario yo los veo poner el hombro en
todo. Ayudar a sus padres en el mantenimiento del hogar. Estudiar
desvelados y trabajar a brazo partido, trasladarse de un lugar a otro.
Aquí se labora, aunque sea en forma rústica
3.
Belleza, identidad y altruismo
Me
advierten que a los jóvenes ya no les interesa la cultura, ni el arte,
ni nada que sea espíritu. Huyen de algo que les huela a conocimiento o
sabiduría.
Que esos serán los jóvenes de las clases que miran el país como su
botín. Aquellos de las prebendas y canonjías. Serán los hijos de los
ricos que están buscando siempre ganancias y fondos mal habidos.
Que si hay alguien así por aquí es porque lo copia de la tele que
viene de otros países, que difunden modelos que a ellos les conviene
para seguir nosotros sojuzgados. Y entonces emiten patrones de
comportamiento que nos mantengan siempre sumisos y como sociedad de
consumo.
Pero los jóvenes que conozco son serios, enterizos e íntegros. Que
vibran ante cualquier manifestación de belleza, de identidad y
altruismo, de la construcción de mejores condiciones de vida para su
familia y para toda la comunidad donde viven.
Me
dicen que a los jóvenes solo les interesa lo fácil, lo cómodo, lo que
está a la mano; inmediato y rentable.
Que esos jóvenes no sé quiénes son. Serán hijos a quienes no los han
criado ni sus madres ni sus padres.
Que fueron amamantados por las pantallas de la televisión y después
por las computadoras.
Que son hechura de los videos-juegos, o de las mangas japoneses.
O quizás de algunas institutrices indolentes, porque sus padres sanguíneos
prefirieron sus fiestas, o sus viajes de placer o las frivolidades, que
todo lo es cuanto por ello abandonamos el cuidado de nuestros propios
hijos.
Pero los jóvenes de los pueblos entrañables que yo conozco son gente
esforzada y cabal, de puños en alto, que sabe lo que es virtud, lo que
es bondad y lo que es coraje.
5.
Obsesionados por indagar en los grandes misterios
Me
dicen que a los jóvenes les interesa ahora sólo la risotada, la
chacota y el palmoteo insulso ante cualquier manifestación insulsa,
barata y hasta sórdida.
Lo sé porque voy con ellos a las excursiones. Vamos juntos a paseos.
Porque soy su profesor. Y, al contrario, digo que son austeros, eso sí
un poco tímidos –¿quién no?– pero para nada complacientes con la
chabacanería.
A los jóvenes de mi comunidad les interesan las grandes preguntas.
Están obsesionados por indagar en los grandes misterios del alma, de la
vida y del cosmos.
Que tienen interesantes propuestas. Que están inquietos por corregir
los males que se han enseñoreado sobre el mundo. Que espero de ellos
grandes definiciones para el bien de nuestras sociedades.
6.
Pero definamos ¿quiénes son jóvenes?
Eso
es: ¿quiénes son jóvenes de a verdad?
Jóvenes, siempre jóvenes, son los héroes que se inmolaron en Arica.
Entre otros: Ugarte, Zavala, Donaban.
¡Quienes juraron no rendirse! ¡Ni arriar la bandera jamás!
Quienes lucharon hasta quemar el último cartucho. Son jóvenes
eternamente.
Ese anciano ínclito Francisco Bolognesi imbuida la frente de fuego
sagrado. ¡Él es joven eterno!
Todo ese comando de gloria que se inmoló el 7 de junio de 1880, a quien
tres veces se le pidió la rendición y las tres veces la rechazaron.
Que si se les pedía mil, diez veces mil, un millón de veces. Igual la
hubieran igualmente rechazado unánimemente.
Y esto ante un enemigo cien veces, mil veces superior en
maquinaria de guerra:
Jóvenes son ellos eternamente, porque ostentan en sus frentes el fuego
sagrado del honor y de la fidelidad al ideal al cual se han consagrado.
7.
Para adorar siempre y eternamente a su tierra
Joven,
siempre joven es Guamán Poma de Ayala quien nació el año en que
ingresaban los conquistadores españoles. Y aprendió su lengua y su
escritura y defendió con ellas al vencido denunciando oprobios y
atrocidades. Y anduvo huyendo, expulsado de todo sitio como un réprobo.
Joven es Leoncio Prado quien liberado y hecho jurar que ya no volvería
a pelear más por su patria en la guerra, caminó miles de leguas para
encontrar el ejército de Cáceres, peleó a su lado y se inmoló en
Huamachuco.
Joven, siempre joven es Federico Barreto quien cantó a la Tacna
arrebatada y en cautiverio por mano brutal. Y al morir quiso que lo
enterraran boca abajo para adorar siempre y eternamente a su tierra.
Joven es Daniel Alcides Carrión, quien siendo destacado estudiante de
medicina se hizo inocular el vacilo de la verruga para mejor informar a
sus profesores sobre ese mal que diezmaba a la población indígena
causando muerte, desolación y dolor entre sus hermanos del ande.
8.
Al batallón del “sufrimiento armado”
Joven,
siempre joven, es César Vallejo, por su amor solidario al hombre y a la
humanidad como realidad y entelequia.
Quien murió consumido de dolor, angustia y quebranto por la España
crucificada en la agonía de una guerra infausta.
Quien murió de hambre pero despreció todo dinero. Quien sufrió el
dolor humano, pero no pudieron quebrar su espíritu.
Quien amó entrañablemente a su tierra, a su gente, a los pobres del
mundo a quienes los convocó al batallón del “sufrimiento armado”,
donde desde entonces tú y yo tenemos un puesto reservado en esas filas.
Quien renunció a todo. Y se consagró a la solidaridad humana involucrándose
con la Guerra Civil Española hasta perder por ella el último aliento y
átomo de energía y con ello la vida.
9.
Instaurar entre nosotros y para siempre la aurora
Joven,
eternamente joven es Javier Heraud. Quien todo lo tenía, pues nació en
un hogar mullido. Pero mucho más tenía de bondad y coraje, de temple e
indignación en el alma ante tanta injusticia tomó las armas y fue
asesinado en medio del río en Puerto Maldonado.
Quien optó por hacer flamear el amor consagrado y generoso a su patria
como una espada en el aire
Y murió acribillado en medio del río incluso por la gente por la cual
él luchó tanto, por la gente humilde y sencilla a quienes hostigaron
los policías, quienes le disparaban hasta con escopetas a una balsa
solitaria en donde él hizo flamear su camisa blanca en mensaje de paz
que no respetaron.
Joven será siempre su corazón inflamado de pasión y coraje por hacer
la felicidad e instaurar entre nosotros y para siempre la aurora.
Joven para siempre es Luis de la Puente Uceda.
10.
En el fondo de un ardiente corazón
Porque
joven es ser generosos, como ellos lo fueron. Quien se brinda íntegro
en lo que piensa, cree y en lo que hace.
Quienes arriesgan la vida por un ideal.
Es tener capacidad de arrojo. Es quien se echa al camino con una
guitarra al hombro y lleno de música que le borbotea dentro del alma.
Es quien se inclina conmovido y reverente ante las rosas. Quien, hunde y
moja sus cabellos en el agua cristalina de los arroyos y manantiales.
Quien inclina su frente y besa el cuello de la mujer amada, la adora y
la besa.
Jóvenes son las playas, las montañas, las nieves eternas cuando
amanece.
Joven es ser confiado, alegre, virtuoso, incólume.
Joven es quien tiene la moral, el idealismo, las virtudes. Y los sueños
que se agitan como guijarros en el fondo de un ardiente corazón.
11.
Su fuerza, su moral y su destino
Por
eso, ¡Jóvenes!, allende de estas montañas, más allá de esa línea
del horizonte que cubre la neblina, hay un país hermoso por descubrir,
el país que soñamos y que vale conocer y conquistar. País que es
tuyo.
Un país de fábula. Construido sobre la base de una cultura que ningún
grupo humano ha podido realizar en el mundo: la utopía de la
fraternidad humana, que aquí fue realidad y práctica de acción.
Hay un país de nieves impolutas y de ríos poderosos, pero más de
anhelos, sueños y utopías.
Un mar de ilusiones que se elevan y traspasan el cielo con su canto,
ahora todavía de añoranza que debemos convertir en himno de júbilo.
Hacia él dirijamos la luz de nuestro conocimiento y la calidez de
nuestros corazones.
Sintonicemos con su refulgencia y con el caudal de esas corrientes
subterráneas que pugnan por desbocarse. ¡Abracémonos!
Sintonicemos
con su fuerza, su moral y su destino.
12.
La esperanza como la flor suprema
Por
eso y en razón de todo ello, ¡jóvenes!, somos los conjurados.
Que viajamos en lo alto de los camiones, que alzamos banderas, que
abrimos surcos, impartimos consignas para incendiar la pradera con el
bien, con el amor fraternal.
Detrás de esa línea del horizonte hay un Perú solidario, que pese a
la humildad comparten su mesa con el peregrino y el forastero.
Y sé que ustedes saben asumir las causas nobles y justas con total
dedicación y con puro y aureolado heroísmo.
Y es que ustedes portan el estandarte del tiempo nuevo. Y es que ustedes
son los adalides de un tiempo nuevo.
Por eso, brindemos. Por subir a las montañas y a la reserva moral de
nuestras nieves eternas para amar mejor, para construir la utopía
andina de la ternura y la fraternidad humanas.
Por alzar los andenes nuevos del canto a la vida, para entonar con alma
matinal la endecha al amor sublime. Y por forjar la esperanza y redención
de nuestro pueblo, como la flor suprema.
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