1. Blandiendo sus sables
– ¡Suéltenlo! ¡Desgraciados! ¡Suéltenlo!
– ¡Fuera cachacos! ¡Mastines de los ricos! ¡Serviles! ¡Suelten al
compañero Zavala!
– ¡Oiga, carajo, no lo pegue!
– ¡Oye! ¡Hijo de qué madre eres! ¡Suéltalo!
– ¿Qué ocurre?
– Llevan preso a nuestro compañero, al presidente Artemio Zavala.
– Lo arrastran y lo llevan preso. ¡Quién me ayuda a rescatarlo!
– ¡Vamos! ¡Todos a una! ¡Vamos!
– ¡No va! ¡Él no va!
– ¡No va! ¡Él no va! ¡No va! ¡No va! ¡No va!
Pese a la gritería los soldados que van montados a caballo protegen
blandiendo sus sables, a los que van a pie, quienes avientan y arrastran
a Artemio Zavala Paredes por el suelo.
2. Suben al capturado
De pronto, una multitud irrumpe por las dos bocacalles. Una tras otra
caen andanadas de piedras y troncos de caña sobre los soldados. Otros
piquetes se acercan blandiendo palos.
– ¡Suelten al compañero!
Los soldados rastrillan sus armas. En vano, una multitud avanza y los
soldados entonces, apuntando a la multitud, descargan sus fusiles en
varias direcciones dejando la calle de la hacienda Roma, regada de
muertos y heridos. en el Valle de Chicama.
El pelotón de caballería y de soldados de a pie ahora avanza a todo
galope, arrastrando el cuerpo malherido del dirigente rumbo a la ciudad
de Trujillo.
Al poco tiempo llegan hasta donde espera un vehículo militar, a la vera
del camino carretero.
Suben a él al capturado, custodiado por un pelotón de soldados. Y parten
en dirección del puerto de Salaverry, en donde está anclado el barco
“Elías Aguirre”, especialmente enviado con soldados para sofocar el
levantamiento y la huelga general indefinida de los campesinos y obreros
de las haciendas azucareras del norte del Perú.
3. ¿Es justa esa cuota?
Ya capturados los dirigentes del movimiento y cabecillas de la revuelta,
el buque parte entre la neblina y el humo gris rumbo a Lima, capital del
Perú.
– ¡Es increíble! –dice Gonzalo Palacios, capataz y gerente de la
hacienda Roma al ver partir el barco, citado allí para testimoniar la
identidad de cada uno de los apresados–. ¡Es increíble! –Vuelve a
repetir–. Aquí el trabajador era agradecido, sumiso y obediente. Se
respiraba orden, tranquilidad, sin murmuraciones. Y vino este guiñapo
humano de Santiago de Chuco y vean ahora en lo que se ha convertido
Roma, y todo el Valle de Chicama. ¡En un polvorín! Por eso, yo en vez de
arrastrarlo y llevarlo preso a él y a su banda de forajidos que lo
acompañan, mejor lo hubiera fondeado aquí, en esta misma playa, o más
lejos, dándole antes un tiro en la nuca o en la sien para que nunca más
se levante y se acabe esta mala yerba. Once campesinos y obreros se han
inmolado tratando de evitar su captura. ¿Es justa esa cuota?
– Señor Palacios: ¿no es más bien culpable de esas muertes la patronal
sanguinaria?
– ¡Cállese! ¡Debió usted ir también es engrilletado y conducido en ese
barco!
– Hasta luego, don Gonzalo.
4. Breve pero ejemplar
– Sí. Es mejor que lleves a tu amigo y compinche, si no me voy a ver
obligado a denunciarlo por comunista. Eso sí, que nunca más se aparezca
por la fábrica. Si lo hace lo tomo preso y ahí mismo lo fundo en el
horno. ¡Llévalo!
– ¡Ya ves, ya perdiste tu trabajo! Debiste callarte.
– ¿Por qué? Otros mueren ¿y yo ni siquiera voy a poder hablar?
– ¡Es cierto! Yo lo apoyo al compañero. ¡No tenemos por qué tener miedo
ni callar!
– Ahí está. Vean. Toda esta calaña ahora de rebeldes es obra de ese
Artemio.
Es increíble que apenas tenga 24 años, cuando ya ha logrado la
organización del movimiento obrero campesino del Valle de Chicama y haya
lanzado un pliego de reclamos de cuarenta puntos que ha estremecido a la
patronal y a todos los estamentos coludidos en mantener este estado de
oprobio.
Ese pliego es síntesis de toda una experiencia y reflexión acerca de las
luchas sociales por la reivindicación y la justicia social. ¿Cómo es
posible haberlo formulado?
5. Buenos compañeros
La hazaña lograda se explica por su propia vida, breve pero ejemplar. La
vida de Artemio Zavala que se sintetiza así:
– Señora, ¿esta es la calle Lima y aquí dan pensión?
– Sí, joven. Pase. Pase. Tengo una sola vacante. Aquí las habitaciones
son dobles y se comparten. Tengo una sola que me queda, con un huésped,
joven como usted, que trabaja en la fábrica de la hacienda.
– A mi también me acaban de dar un trabajo en la fábrica. Está bien. La
tomo, señora.
– Entonces voy a presentarle al joven. Se llama Efraín quien será su
compañero de cuarto.
– ¡Don Efraín! ¡Baje usted un momentito, por favor!
– Le presento al señor, que está preguntando por la habitación. Y la va
a ocupar. ¡Haber si se hacen buenos compañeros!
– Mucho gusto. Soy Artemio Zavala Paredes, de Santiago de Chuco, para
servirle.
6. No la puedo olvidar
– ¡Ah, de Santiago de Chuco!, linda tierra. De allá es mi abuelo, de
apellido Díaz. Mucho gusto. Pase. Mi nombre es Efraín Díaz Ahumada.
– Pero vamos subiendo y permítame ayudarle con la maleta. ¡Qué bien! Me
encanta que compartamos el cuarto y podamos ser buenos amigos.
– Voy a trabajar en la fábrica de la hacienda, en mecánica de torno.
– ¡Ah, qué bien! Yo estoy también ahí, en la sección de hidráulica.
Entonces estamos cerca, prácticamente en la misma área. ¿Y cómo es
Santiago de Chuco?
– Es una tierra linda, hermosa. Yo nací en la campiña, no en el mismo
pueblo. El paisaje es lleno de verdor, límpido y transparente. Y el alma
de la gente es igual: inocente, pura, generosa. Mi padecimiento es haber
nacido en una tierra que ya no la puedo olvidar ni ser feliz, salvo
viviendo en ella.
7. Sensibles al dolor
–Hace un mes Artemio viniste a esta pensión y nos conocimos. Y siento
que mi vida contigo ha cambiado.
– ¿En qué sentido, hermano?
– Me has enseñando a mirar lo esencial de las cosas. A no ser ajeno ni
al dolor ni al sufrimiento de la gente.
– Ah, bueno. Si es así entonces está bien. Porque, eso sí que es
importante. Hasta trascendental.
– Y me has orientado a consagrarme a un ideal. A preocuparme en dar
solución a la miseria del mundo. Y a no ser indiferente a ella. A
corregir el despilfarro indignante. Y a no permitir la soberbia de los
ricos. Y a corregir la resignación de los pobres también.
– Gracias Efraín, hermano, por tus palabras de afecto. Nos falta mucho
por aprender, y se lo puede hacer desentrañando todo lo que se ha
escrito, pensado y sentido. A ser sensibles al dolor y al desamparo de
tantos niños. A abrirle posibilidades de desarrollo a tanta gente. A
solucionar la miseria y el hambre que existe porque una casta de
degenerados tiene todas las gollerías y prebendas.
8. Basta de gestos
– Lo que más friega es la injusticia que crea el sufrimiento en las
personas. Para eso seremos los anónimos hijos del pueblo que luchan para
corregirla. Sino, mira lo que está escrito en el frontis del ingreso a
la hacienda. “Pórtate bien, ora y trabaja”. Eso es un insulto, es un
lema esclavista.
– ¡Claro!
– Entonces tenemos que proponernos cambiar el mundo. Y hacerlo desde
abajo; ¡primero cambiando nosotros mismos, Efraín!
– Y, ¿cómo?
– Asumiendo valores y virtudes. Cambiando con apenas la luz de la
conciencia que hay que adquirirla con sabiduría. Tenemos entonces que
agotar lecturas.
– Entonces leer.
– Tenemos que estructurar un movimiento. Nuestra respuesta no deben ser
gestos, cóleras, malhumores, ni enfrentamientos. ¡Basta de grescas y
desavenencias con los capataces y mayordomos! Ese no es el problema, ni
el camino, ni menos la solución. El problema es más profundo. ¡Doctrina,
ciencia, sabiduría! Hay que estructurar un movimiento político, social,
de masas obreras y campesinas.
9. Poder explicar
– ¿Y cómo hacemos todo eso?
– Tenemos que leer a los grandes ideólogos. Leer a Juan Jacobo Rousseau,
a los filósofos ilustrados. También a Marx, Lenin, Trotski, para tener
conciencia de clase. Y esto sea en el cañaveral, sea en la fábrica, sea
en el taller o en el arenal. Tener una ideología muy firme, pero también
ser hombres de acción, Efraín. Y tener un grado muy alto de
organización. Sin organización somos pobre polvo, ceniza inerte y
carcoma abatida.
– Y ¿cómo lo haremos?
– Hagámonos un plan para avanzar más en el dominio del conocimiento que
debemos tener acerca de los fenómenos sociales y las soluciones que
deben haber a la tremenda pobreza y miseria de la gente. ¿Te parece?
– Sí, claro. De un lado está eso, pero del otro está el despilfarro, el
abuso y la corrupción de los ricos.
– Necesitamos prepararnos no solo para explicarnos nosotros mismos sino
para poder explicárselo a los demás.
10. Leer y enseñar
– De acuerdo.
– Mira, te propongo entonces lo siguiente. Tú lees y me explicas. Y yo
leo y te explico. Porque al mismo tiempo que nos imbuimos de esos
conocimientos tenemos que tener la práctica para enseñar y abrirle los
ojos a los demás.
– De acuerdo. Pero además en la explicación hagamos análisis y síntesis.
Y, sobre todo, debate.
–Entonces leamos sin interrumpirnos, totalmente concentrados. Y
estructuremos un horario para que en ese lapso expongamos lo leído.
– Está bien. Entonces, mira. De estas revistas que nos han prestado tú
escoges una y yo otras.
– Yo escojo: “La antorcha”, “Surco” y “El nivel”.
– Y yo: “La batalla”, “El obrero” y “Textil”.
– Y de libros yo escojo este, “Dieciocho Brumario”, de Karl Marx. Y tú
cualquiera de estos otros, el que tú quieras. Así empezamos.
– Conforme. De acuerdo. Yo tomo este: “Horas de lucha”, de Manuel
González Prada.
11. Galopando en la noche
– Artemio Zavala, hermano, ¿qué pasa? ¿Recién llegas? ¿Qué ocurre? Se te
ve agotado, cansado, ido. ¿No has dormido? ¿Dónde estuviste?
–En Cartavio, en Casagrande, en Chiquitoy. Recorriendo haciendas,
coordinando con la gente.
– Pero ya está amaneciendo. Descansa un poco. Si te duermes en el torno
es peligroso. De repente te corta una mano o un brazo. O te corta
entero.
– No me alcanzó llegar a Laredo, Chicama, Alto Moche. Falta tiempo y
fuerzas, hermano. Estamos discutiendo un documento. Esta noche iré,
quiero decir que desapareceré. Te lo digo ya, para que no te preocupes.
– Pero así te estás matando, Artemio. ¿Es urgente? Estás sacrificando tu
salud y tu vida. Y sin salud no hacemos nada.
– Claro que es urgente. Un favor, Efraín. Voy a dormir un poco. Estoy
comisionado por el jefe del taller para ir a buscar una pieza del torno
a Trujillo. Dile a Leto que a las diez me deje afuera el caballo moro,
el negro, para que no relumbre en la noche y no me vean galopando.
12. No te dejarán libre
– Oye, pero eso es arriesgado.
– Le dices que es de vida y muerte. Que todos tenemos que arriesgar. Que
otros compañeros están exponiendo su vida.
– ¿Y tú quién eres? ¿El jinete insomne? ¿El Búfalo Bill? ¿El Tartamán?
¿Quién eres? ¿Cuál de ellos?
– Ninguno.
– ¿Entonces? Toda la noche te pasas visitando haciendas, montando
caballos a lomo, galopando por caminos polvorientos, sudoroso en pleno
relente, humedad y frío.
– Tenemos que estar informados y en coordinación cabal y precisa.
– Sí, pero tampoco deben ser tan continuas tus salidas.
– Lo único malo es que me pesquen.
– A eso voy. Se van a levantar sospechas. ¿Y sabes qué le espera a
alguien a quien tipifiquen aquí como rojo, subversivo o conspirador?
– Lo sé.
– Saber que no es solo dejarte sin trabajo, ¿no es cierto? Tú eres
peligroso a donde vayas, y no te dejarán libre. Te pudrirás en una
cárcel.
13. Debemos atrevernos
– Eso, ya lo sé.
– ¿Sabes entonces que tu destino es la cárcel, la tortura y luego te
desaparecerán, abierta o subrepticiamente?
– Sí, lo sé, pero mientras no muramos serán experiencias que nos
fortalezcan.
– No te dejarán vivo, Artemio.
– Entonces, ¿hay que resignarse? Entonces, ¿no hay que hacer nada?
– Dime Artemio, ¿Cuántos años tienes?
– Tengo veinticuatro.
– La vida que tú tienes, ¿crees que va a salir ilesa después de las
atroces torturas por ser un revoltoso comunista?
– Por eso, la organización del sindicato tiene que ser pronta, casi de
inmediato. Solo así respetarán a la clase obrera y trabajadora.
¿Qué tal si te interceptan? Es una temeridad la que estás haciendo. Y
hace días que no te pasa esa tos que tienes. Puedes enfermarte, Artemio.
– Aún así. Debemos atrevernos.
14. Un Chuco
– Dos días que te busco Artemio. ¿Dónde te has metido? Todo el día sin
encontrarte. Estuve preocupado. Dije: Ya lo cogieron. Ya nos delataron.
Ya lo tomaron preso. Nunca has desaparecido así, por completo.
– Disculpa. No te avisé. Lo hice para no exponerte. Por eso a veces no
te digo dónde estoy. Porque, si a mí me cogen, tú quedas. Si me apresan
a mí, tú estás libre.
– Está bien, pero ¿dónde has estado?
– Te diré. Ya te había hablado de César Vallejo y leído algunos de sus
poemas. Bien. Se anunció que saldría libre de la cárcel el día sábado
26, o sea ayer. Yo quería conocer personalmente a ese hombre, siquiera
verlo, mirarlo y ojalá que tocarlo. Entonces, he estado desde el día
sábado, apostado frente a la Penitenciaría, con un grupo numeroso de
personas, principalmente jóvenes estudiantes. Y recién lo han dejado
libre hoy, domingo 27 a las seis de la tarde.
– Y, ¿lo has visto?
– ¡Claro!
– Y, ¿cómo es?
15. Hoy mismo
– Un ser formidable. Un hombre luz. Un Chuco, hermano. Ha sido un acto
emocionante. Toda la intelectualidad progresista de Trujillo ha estado
allí presente, poetas, periodistas y hasta sus profesores de la
universidad. ¿Con quién ocurre eso?
– Tengo la sensación profunda de haberlo abrazado. Me acerqué a
estrecharle siquiera su mano y él me abrazó. Tengo la sensación de sus
costillas en las yemas de mis dedos y en las palmas de mis manos, como
si hubiera tocado algo excepcional. Tengo aún el temblor en mi pecho.
Siento que este ha sido un acto inigualable en mi vida. Como si hubiera
estrechado la mano de alguien fuera de este mundo. Se siente una
dimensión extraordinaria en su ser, en su gesto, en el fulgor de sus
ojos, en el rictus de su boca.
– ¿Le dijiste algo?
– Nada. Se me fue el habla. No pude pronunciar palabra alguna. Pero él
sí me dijo algo.
– ¿Qué te dijo?
16. ¿Qué dices?
– Me dijo nada más que ¡hermano! Después no sabía cómo corresponder y
tuve la idea peregrina de que hoy mismo se pudiera fundar el sindicato,
en honor a la libertad de César Vallejo. ¡Cómo hubiera querido eso en
realidad! Ha sido mi ilusión y he ido a hablar con todo el mundo, con
don Eduardo Chávez en Cartavio. Pero, si bien él también lee y admira a
Vallejo, me ha persuadido para hacerlo de aquí a veinte días, esto es el
17 de marzo.
– Bueno. Yo te tengo otras novedades. Ha venido. ¿Adivina quién ha
venido preguntando por ti?
– No sé.
Varias veces ha pasado hoy día a buscarte por aquí Miriam, la hermosa
Miriam, quien quita el sueño a todo joven de esta villa. Hoy es su
cumpleaños. Y te extraña. Me dijo que tan pronto vengas vayamos a su
casa, así sea muy de noche. ¿Qué dices?
– Que no iré.
– ¿Por qué, ah? Oye, ¡qué te ocurre!
17. ¡No señor!
– ¿Qué se creen las mujeres? En verdad, ¿qué se creen? Unos días están
de humor, otros días no. Juegan para que el hombre las siga, y uno
convertirse en un juguete de sus caprichos.
– Tienes que ser tolerante, muchacho.
– No. Al final creo que es su estrategia a fin de alcanzar cierto
dominio. No estoy dispuesto a ser monigote de nadie. Ya terminé con ella
y eso es definitivo. No puedo seguir a una mujer.
– ¿Por qué?
– Sería olvidarme de mis principios e ideales. Si alguna mujer me quiere
tendrá que estar a mi lado siempre. Entonces, bienvenida sea.
– Oye, pero es la chiquilla más linda de todo Roma. ¿Quién no se muere
por ella?
– Mayor razón, Efraín. La vida se puede convertir en un infierno
precisamente por eso. Saben que tienen esa cualidad y la explotan. Y al
final ellas mismas terminan mal. ¡No señor! Es definitivo.
– ¿Cual es tu opción, entonces?
18. Sin claudicar
– Muy clara, Efraín. Si tienes una misión que cumplir es la mujer quien
tiene que ponerse a tu lado, clara y honesta. En alguna parte habrá
alguien que entienda quién soy, crea en mí y tenga el suficiente
sacrificio para estar a mi lado. En eso no quiero que me mientan ni
tampoco yo mentir.
– Oye, pero ahora ella está siguiéndote. ¡Si es ella la que viene a
verte!
– ¿Siguiéndome? ¿Diciéndome que vaya a su fiesta? ¿Y qué hay ahí? ¿En
qué plan se va a una reunión así? No Efraín. Mi vida va a ser muy dura.
Y para soportarla tendrá que ser una mujer de mucho coraje y convencida
de la causa por la cual luchamos. Si es así será una mujer sencilla como
un pan.
– ¿Una coincidencia total?
– El amor de pareja debe ser consecuencia de la lucha, para no
equivocarse ni hacer sufrir a nadie, ni a uno ni al otro. Ni a los hijos
que vendrán.
– ¿Y si nadie acepta ni se allana a eso?
– Sumaré a mis desvelos una honda nostalgia. Pero, sin claudicar,
traicionar, ni mentir.
19. Donde las cañas crecen
– Bueno, es tu decisión.
– Pero ahora pasemos a lo realmente importante. El día miércoles habrá
una reunión aquí de todos los compañeros coordinadores de núcleos de las
haciendas.
– ¿Dónde?
– En el aula magna. O, sino, ¿dónde?
– ¿Dentro del cañaveral?
– Sí. Porque, ¿acaso puede ser en una casa, o en un restaurante? ¿O en
un bar, o en un salón? ¡No! Allí las paredes hablan, los objetos nos
pueden delatar. Los muebles son frágiles y torturados al final se pueden
corromper. Las ventanas al ser descuajadas lloran a hipos y confiesan
nuestros planes, secretos y estrategias. ¿Además, por qué exponer a sus
dueños? ¿Reunirnos en una colina, a la orilla de un río o al borde de un
camino? Son sitios muy visibles, casi públicos. En cambio en medio del
cañaveral no. Las cañas crecen con nosotros y saben de nuestros dolores,
son nuestras confidentes, proletarias como nosotros y por eso
solidarias.
– ¡Ah! ¡Y ya le pusiste nombre a ese sitio! ¡El aula magna!
20. Campos de caña
– ¿No te parece bien llamar Aula Magna al espacio que hemos abierto
dentro del cañaveral? Ahí se tomará la decisión trascendental. Seremos
doce los que nos reuniremos. Entonces falta espacio y te encomiendo que
lo ensanches.
– ¡De acuerdo!
– Cada compañero ingresará por lugares distintos. Caminará despreocupado
y, como si se recostara en el plantío, desaparecerá hacia adentro. Y ya
estará caminando oculto, apartando cañas. Se abrirá camino entre los
surcos. Cada uno sabe la ubicación para aparecer en el ágora, feliz y
sonriente.
– De acuerdo.
– Es aquí entonces, al centro de los campos de caña, en medio del
sembrío donde se realizará nuestra asamblea definitiva. Aquí, donde
vivimos un secreto y una conjura. Por los nuevos compañeros que vendrán
sucumbirán varias cañas, a fin de darle espacio, un lugar y una
consigna. Sustituir esas cañas haciéndose masa, pero de cañas
conscientes. Y el que esas cañas mueran por cada uno de nosotros es
nuestro juramento y compromiso. Es el espíritu de las cañas las que
están en nuestros acuerdos.
21. Tres vivas
– Hoy 17 de marzo de 1921 es un día histórico, por haber tomado la
decisión de fundar el primer sindicato de trabajadores de la hacienda
Roma, que lleva por nombre Sociedad Obrera de Beneficencia, Auxilios
Mutuos y Caja de Ahorros. Ha sido elegido Artemio Zavala como
presidente, en mérito a que su vida es un ejemplo de virtudes. A que
tiene capacidad de organización y jamás lo hemos visto en francachelas,
en juegos ni en fiestas, y sí más bien consagrado al estudio y al
trabajo sindical. –Dice el primer orador.
– Él es un Chuco, un hombre luz, un hombre con honestidad y con temple,
con coraje para afrontar las situaciones como él sabe afrontarlas. Solo
con la voz de nuestro aliento, para que no escuchen los delatores,
digamos tres vivas:
– ¡Vivan los compañeros trabajadores!
– ¡Viva!
– ¡Viva el sindicato!
– ¡Viva!
– ¡Viva el Perú!
– ¡Viva!
22. Valor en la lucha
– ¡Que hable el compañero presidente recién electo!
– Bien, compañeros: Yo agradezco a todos ustedes que hayan depositado en
mí su confianza para conducir los destinos de nuestra organización, la
misma que acabamos de fundar. Voy a pedir al compañero Efraín Díaz,
nominado vicepresidente, para que mañana mismo se apersone a una notaría
de Trujillo para hacer el registro correspondiente. Pero esta vez quiero
nuevamente agradecerles y decirles que los siguientes días serán de
prueba muy grande para nuestro movimiento, en cuanto a visión, prudencia
y fortaleza. No olvidemos que las haciendas azucareras son feudos o
señoríos, pero que en verdad son reinos medioevales. Se sienten dueños
no solo de la tierra sino del destino de la gente, de hombres, mujeres y
niños. Son los barones del azúcar una casta de reyezuelos que desde Lima
ponen y sacan al poder ejecutivo, al poder legislativo, al poder
judicial y tienen la prensa a su arbitrio. Ellos mandan en el ejército y
en la policía. Las torturas están a su servicio en sus múltiples formas,
sea “la gota de agua”, “la barra”, “el grillete”, son recursos aplicados
con sutil sofisticación para amedrentarnos. Es sobresaliente tener una
conciencia clara y lúcida; y una capacidad honda y grande de compromiso
y organización. De mi parte mañana pediré una cita en la gerencia de la
hacienda para hacerles conocer la decisión que hemos tomado. Quiero
agradecer nuevamente su confianza. ¡Claridad y valor en la lucha! Muchas
gracias, compañeros.
23. No sospechaba tanto
– Señorita, hemos solicitado con la debida anticipación y mediante
oficio una entrevista para hoy con el señor Gonzalo Palacios, gerente de
la hacienda Roma. Queremos hablar con él.
– Nuevamente, ¿de parte de quiénes le digo que vienen a buscarlo?
– De un grupo de trabajadores de la hacienda.
– Adelante, pasen.
– Gracias.
– Señor Palacios, hemos venido a entregarle el acta de fundación, visada
ya por el notario, de la “Sociedad Obrera de Beneficencia, Auxilios
Mutuos y Caja de Ahorros”, que entre otros fines tendrá la defensa de
los intereses de los trabajadores de la hacienda Roma, en la cual
venimos laborando.
– Algo me habían avisado. Pero no sospechaba del todo que era un
sindicato.
– También es nuestro objetivo la defensa de los derechos de los
trabajadores.
24. ¿Obra de quién?
– Aquí no se necesita sindicato, este es un protectorado. O, mejor
dicho, la hacienda Roma es un patriarcado.
– Cualquiera sea la manera de llamarlo, señor, hay derechos de los
trabajadores que están siendo vulnerados.
– ¡Esto es inaudito!
Palacios se toca la cabeza, ¿está soñando? Este es un acto subversivo
que no lo puede creer.
– Comunicaré de estos hechos al doctor Víctor Larco Herrera.
– ¿Qué? –Dice, al otro lado del teléfono, Víctor Larco Herrera.
– Sí, doctor. ¡Es increíble! Aquí tengo el papel, que dice tal y como le
estoy leyendo: “Sociedad Obrera de Beneficencia, Auxilios Mutuos y Caja
de Ahorros”. Pero eso es una fachada, en el fondo es un sindicato,
porque acaban de decirme que defenderán los derechos de los
trabajadores.
– Se ve que son gente avezada. Y dígame: ¿quienes están en todo esto?
¿Son individuos recientes que se han infiltrado? ¡Porque la gente
siempre ha sido humilde y sumisa! Dígame, ¿obra de quién es todo esto?
25. Plazo de 48 horas
– Hay varios cabecillas, doctor, pero el primero es quien aparece
indudablemente como presidente. Y luego toda la directiva que lo
acompaña.
– Fíchelos a todos ellos. Y desde este momento me los vigila. Voy a
llamar a Seguridad del Estado, para pedir su intervención. Oiga usted: a
mí quien me lo hace me lo paga.
– Sí, doctor, eso lo sé. Así lo entiendo y esto no lo permitiremos
jamás. Confíe en mí, doctor.
– Debemos demoler, triturar y hacer desaparecer todo ese pus. Y recién
después sanar, haciendo que las cosas vuelvan a cómo eran antes.
Provóquelos, rételos. Saque un comunicado que por la crisis mundial se
disminuye el 33 por ciento del salario de todos los trabajadores, a ver
si aguantan.
– Sí, doctor, me parece una idea genial y la aplicaré de inmediato.
Y así se hace. Como respuesta la “Sociedad Obrera...” y su dirigencia
solicitan una entrevista a Palacios, en donde sin acatar este
dispositivo de la disminución de salarios, y en vez de estar ni
asustados o suplicantes, presentan más bien un pliego de reclamos de 40
puntos y dan un plazo de 48 horas para discutirlo.
26. Que no haya protestas
– Doctor Larco, aquí adjunto han presentado un pliego de reclamos.
– ¿Quién? ¿Mis peones? ¿Mis subordinados? Dígame: ¿Quién encabeza toda
esta revuelta?
– Es Artemio Zavala Paredes, doctor.
– Seguro que es un comunista, un agitador y resentido social. ¿De dónde
viene? ¿Con qué organización política está vinculado?
– Es de Santiago de Chuco, y antes no ha estado en ningún otro sitio,
doctor, sino que ha venido directamente de su pueblo.
– ¡Esos cholos son levantiscos! ¡Cuidado con ellos! ¡Mucho cuidado con
esos cholos!
– Pero, eso sí, doctor, tiene el apoyo de toda la gente. En eso sí no
quisiera mentirle. Los conozco, y son serios, doctor. Y eso los hace más
peligrosos.
– Pero, ¡arréstelos! Y en última instancia cierre la fábrica, para que
no haya protestas. Que los jornaleros de Casagrande pasen a recoger la
caña y se procese en ese molino. Y, ya le digo, ¡cierre la fábrica!
27. El pliego de reclamos
– Pero Casagrande también ya se ha declarado en huelga, doctor.
– ¡No lo puedo creer! Sencillamente me resulta inconcebible creer que
quien debería arrodillarse delante de mí, ahora me venga con esto.
Después de unos días también las otras haciendas del valle se declaran
en huelga.
Los primeros puntos del pliego de reclamos, abarcan:
– Aumento se sueldos y salarios.
– Implantación de la jornada de ocho horas, en todas las áreas de
trabajo.
– Mejora en el pago de tonelada de caña cargada por los peones “carreros”.
– Supresión del trabajo de los niños.
– Abolición de las contratas.
– Abolición de la persecución a los peones evadidos.
Hay esclavitud entonces. A las claras. El punto del pliego lo demuestra.
28. Entre otros puntos
Además, se exige:
– Salario mínimo para obreros.
– Atención con almuerzo para los peones macheteros, carreros y linieros.
– Abolición del castigo corporal a los peones a causa del desacato a los
mayordomos.
– Supresión de la “barra” y los “grilleros” en los calabozos.
– Servicio de movilidad para los obreros que salen al campo a trabajar.
– Intervención de la Sociedad Obrera... en el control del peso de la
caña que entra al trapiche.
– Indemnización por accidente o enfermedades contraídas en el trabajo.
– Mejoramiento en los servicios médico asistenciales.
Todo esto, entre otros puntos.
29. Morder polvo
Cumplido el plazo de las 48 horas y sin respuesta positiva de la
patronal se decreta la huelga general indefinida.
– Compañeros, cojan sus cosas más indispensables y avancemos.
Los trabajadores comandados por Artemio Zavala han tomado una decisión
histórica: abandonar la hacienda Roma. Y empieza el éxodo a Trujillo:
Carretas improvisadas cargando enseres, hatos de ropa avanzan por el
desierto. Animales amarrados a las patas de las mesas dadas vueltas
hacia arriba, balan, pían, cloquean. Van silletas atravesadas y sueltas
sobre los carromatos para sentarse durante la larga caminata. Y toda la
población de la hacienda Roma avanza hacia Trujillo.
– Haré que el ejército los detenga en el arenal. Van a morder polvo. Y
haré aniquilar a los cabecillas.
Antes de llegar a Chicama el ejército detiene a la multitud. Ahí se
quedan. No avanzan ni hacia adelante ni pueden tampoco regresar hacia
atrás. Víctor Larco Herrera decreta el cierre de la fábrica. Ha jurado
demolerlos con estas palabras: “Quien me lo hace me lo paga”. La
represión es feroz, cruel, horrenda. Se golpea a la gente, se arrasan
ranchos, se incendian viviendas. Y allí vino la masacre.
30. ¿Quién era?
Han pasado 60 años:
– Usted, don Mario, como directivo que sobrevive de la “Sociedad
Obrera...” estuvo presente en el éxodo de los pobladores de la hacienda
Roma y en los acontecimientos que se sucedieron, ¡cuéntenos, cómo fue!
– Capturan a Artemio Zavala, hecho que les he narrado al principio,
cuando dispararon sin contemplaciones a la gente. Pero el éxodo ya ha
sido determinado. Después de recoger a los muertos el pueblo de Roma se
organiza para avanzar en marcha de sacrificio. En la hacienda Roma no
queda un solo hombre. Hasta en camillas llevamos a nuestros enfermos. La
villa de Roma es incendiada. Nos han detenido en pleno arenal. No
podemos avanzar, ni en grupo ni individualmente. Sin carpas, sin comida
ni servicios básicos, ya estamos tres días aquí. Tenemos que dormir a
cielo abierto, acosados por mosquitos arañas, hormigas; en la humedad,
el frío y el polvo. Sin poder avanzar ni retroceder. Rodeados por
gendarmes que nos apuntan con sus armas.
– Y, usted, don Efraín, ¿qué recuerda?
– Artemio y los otros dirigentes sindicales hemos sido confinados en los
barcos. Y luego somos trasladados a Lima. A Artemio Zavala se lo trata
como a una fiera, o como a una tromba. Pero, ¿quién era realmente? Un
hombre noble, con ideas sublimes de amor y consagración a la gente
humilde.
31. Los mismos pasos
– Y usted, don Abel, también usted estuvo con él en el barco. Cuéntenos,
¿cómo fue?
– Se nos introduce en los calabozos de la nave que parte sin recalar en
ningún puerto. Al llegar a Lima permanece al frente del Callao, en el
océano. Y nosotros en ella como prisioneros. La humedad, el frío y la
insalubridad han minado la salud de los compañeros. Las mazmorras en el
barco apenas tienen un agujero pequeño en el techo y el oxígeno escasea.
Nadie nos visita, nadie sabe cómo estamos, nadie sabe nada de nada de
nosotros. La intención es que la humedad y la brisa marina horaden
nuestros pulmones.
Allí vienen los castigos diarios. Y maldiciones ¡Que mueran! Vociferan.
Que estos revoltosos y levantiscos se jodan. Escuchamos los insultos
desde nuestras celdas lúgubres. Es que están maltratando a uno y otro de
nuestros compañeros. Luego nos tocará a nosotros. Hijo de... ¡responde!,
cuando se te pregunta. Responde. ¡Ya! ¿Está bien? ¿Carajo?
– Aquí los vamos a quebrar el lomo y aniquilar, pero lentamente, para
que no haya reclamos. Y luego los vamos a soltar como a andrajos y
piltrafas humanas, minados para que a nadie sirvan de ejemplo. Para que
nadie se anime a seguir los mismos pasos. Hay que matar de raíz a esta
mala yerba.
32. ¡A ese basta!
– Don Abel, ¿usted nunca más lo vio a Artemio?
– ¡Sí! Volví a encontrarme con él. Lo habían destrozado Porque, les
diré: mañana, mediodía y tarde nos golpeaban en la espalda, pero sobre
todo a él, con unas varas llenas de arena húmeda. Sin dejar huellas por
sí quieran revisar el cadáver. Pero poco a poco se revientan así los
pulmones. Los barcos en los cuales estamos como presidiarios fueron
primero el “Elías Aguirre”, después el “Rodríguez”, y después la barcaza
“Elisabeth”. Un día me dice muy preocupado Pedro:
– ¡Oye! ¡Artemio se va en sangre! Tose y bota sangre. Cualquier acceso y
arroja más sangre.
En efecto, un día de mayo del año 1922, que le pude ver, se le venían
continuas bocanada de sangre.
Y las bocanadas se sucedieron hasta ser incontenibles.
– ¡A ese basta! ¡Ese ya está fregado! Entonces hay que botarlo, ¡afuera!
¡Llévenlo!
33. Una leña tendida
En una lancha se lo llevó y se lo dejó en el litoral.
– De todos modos, búscate un hospital de caridad para que allí pases tus
últimos días, –le dicen.
Y así ingresó al hospital Dos de Mayo.
El diagnóstico fue irremediable. Hematosis. Y no tiene cura, señor.
Seguirá tosiendo y botando sangre hasta morir.
Volvió al puerto y en un barco extranjero se trasladó a Chimbote. Y de
allí a pie, descansando por una y otra chacra, bordeando los arroyos, se
traslada hasta Trujillo.
Reposa unos días en Laredo. Y de allí, a lomo de caballo, emprende el
camino a Santiago de Chuco, su pueblo natal, tramontando la cordillera.
Llega a morir allí el 8 de julio del año 1922.
Fue enterrado al pie de una inmensa piedra como emblema de su vida.
– ¿Es un ejemplo? ¿Triunfó, acaso?
Triunfó. Porque se triunfa si se es una piedra sembrada en el camino,
significando algo trascendente. O cuando se es una leña tendida para
tejer un puente.
34. Un camino
Sin embargo, inmediatamente a su muerte, el 25 de julio de 1922 se
produjo este homenaje de quienes quedaron libres:
– Compañeros, nos hemos reunido aquí en el Aula Magna del cañaveral para
comunicar la noticia de que el compañero Artemio Zavala ha muerto. Solo
con 24 años de edad ha trazado una senda de heroísmo, de pundonor, de
dignidad y consagración a la causa del pueblo trabajador. A su corta
edad para ser un dirigente, se había convertido en un líder visionario,
un organizador y un conductor de masas. Su vida es un ejemplo. Y su
nombre es un clarín y un grito de batalla. Guardemos por él un minuto de
silencio. Gracias.
Habla Néstor Orbegozo:
– Se consagró a sus ideales y al trabajo organizativo. Fue valeroso. No
le arredró tener el destino que ha tenido. Porque, ¿quién se atreve a
hacer lo que él ha hecho? ¿Y a una edad en que otros no saben ni
siquiera quiénes son ni en dónde están parados? Él ha forjado un ejemplo
para el Perú y el mundo y la clase trabajadora. Ha muerto entregado a la
causa del pueblo. Quien dejó todo por consagrarse a la causa popular.
Compañero Artemio Zavala, ¡presente!
Habla Adrián Quispe:
– Seres como el compañero y combatiente Artemio Zavala nunca mueren y
será por siempre nuestro Presidente. Él nos ha dado una visión, un
camino y un programa de acción.
35. Enamorado de un destino
– Don Efraín, pero aparte de Miriam, ¿ninguna mujer lo amó?
– Esperaba esa pregunta, porque es la enseña más importante que ha
dejado en mi vida, cual es su apuesta por la pureza de los sentimientos,
de los ideales y de las actitudes en este mundo, que no es que acabó,
que no es que fue y que existió en otro tiempo sino que va a volver a
florecer, que se alza cada día y brota cada mañana. Mira, esta medalla,
¿qué dice? Léela.
Exactamente dice:
HONOR Y RECONOCIMIENTO
A ARTEMIO VAVALA
Entonces te contaré la historia de esta medalla, Y es esta
:
La personalidad de Artemio hizo nacer un amor sublime en una niña
llamada Carmen. Y de esto se dio cuenta su madre, quien la veía
ilusionada, inquieta y anhelante. Y un día le dijo:
– Te has enamorado de un destino que durará muy poco aquí en la tierra.
– Por qué, mamá?
– Porque su vida es muy arriesgada para que permanezca. ¡Pobre mi niña!
Pero te propongo algo, antes que sea demasiado tarde.
36. La vida es trascendente
Entonces organizaron ambas, madre e hija un homenaje a Artemio Zavala,
que se realizó un día antes de que lo cojan, lo confinen en el barco, lo
apaleen y lo torturen hasta enfermarlo y hacerlo perder la vida. Y se le
ofreció esta medalla de reconocimiento a nombre del comité de esposas de
los obreros de la hacienda Roma. Esta actividad la organizaron la mamá,
esa niña y las esposas de los obreros que admiraban mucho a Artemio.
Esta es la medalla que yo la conservo. Ahora, quien la prendió en su
pecho fue esa niña, Carmen.
Después viajaron juntas, madre e hija, a Santiago de Chuco, hasta el
lugar en donde él está enterrado, que es el mismo en donde naciera, en
Chacomas. Le llevaron flores y lloraron en su tumba.
Carmen le guarda un amor consagrado. Nunca se casó. Y siempre estuvo
dedicada al trabajo social. Ahí está ella. Lo lleva por siempre en su
mente y en su corazón. Sus ojos inmensos y grandes se llenan de
lágrimas. La vida es trascendente. En ella hay un amor imperecedero
hacia él. Es su devota. Lo tiene en sus sueños y en sus mejores horas de
lucha.
Para los chucos César Vallejo es el visionario, Artemio Zavala el
organizador y Luis de la Puente el hombre de acción. ¡Gloria a sus
ejemplos!
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