Instituto del Libro y la Lectura del Perú, INLEC |
9 de agosto |
1.
Para luchar nos apoderamos de los caballos y las armas y también de la
escritura Porque, ni bien eran invadidas y conquistadas estas tierras y ya se imponía el crimen, la expoliación y el saqueo de los bienes y el genocidio sistemático de las poblaciones antes dueñas soberanas de estas tierras, y también se manifestaban los movimientos de resistencia como cuando ya Guamán Poma se apoderaba a su vez, y salvajemente, de la lengua, de los códigos del lenguaje y de la escritura para construir un encendido y bárbaro alegato a favor de sus hermanos de sangre, de raza y de destino. Pero así como se apropiaba de su poder y arrestos se enajenaba también con sus zancadillas y pozos negros, donde ha caído a ratos herido, muchas veces contuso y finalmente muerto, como cabe y corresponde morir a todo héroe. Pero también se apoderaba de la religión, de sus prédicas, actitudes, del cúmulo de ritos y el abundante repertorio de preceptos y creencias, como de la emoción y el sentimiento del propio cristianismo para poder comparar, juzgar y denunciar inconductas, despropósitos y falsedades, tanto de autoridades, corregidores, encomenderos, eclesiásticos y doctrineros de España venidos a estas tierras en donde todo alegaban que lo hacían en nombre de Cristo y su santa iglesia. 2. El modelo de escritor válido para estas tierras Intuyó, genialmente, que la mejor manera de defender a su pueblo no era peleando con las armas en los campos de batalla sino escribiendo. Tampoco gestionando en palacios, audiencias o gobernaciones sino quejándose, denunciando, conmoviendo. ¿Ante quién? Ante el rey de España. ¿Cómo? Mediante una carta que fue volviendo interminable mientras lo escribía, que le consumió sus bienes, su hacienda, perdió mujer, hijos, reputación, cargos y que él escribiría huraño, delirante, loco y por la cual perdió en conclusión la vida sin que la carta llegara jamás a su destino. Esa carta apelaría sobre todo al sentimiento y al corazón del monarca español en cuyos dominios no se ocultaba el sol. Entonces está escrita con lágrimas, rabia, sollozos, despecho, sin dejar de construir un sustento doctrinario e ideológico. Y sin dejar utopía posible por avizorar y ponerla a la vuelta de la esquina. Puso todas sus esperanzas en el platillo de esa escritura desvelada, entrecortada, de estertor con la cual se ilusionaba que iba a redimir, redimiendo así la suerte de sus hermanos al verlos sufrir y morir como sufrían y morían. Y se hace escritor de manera compulsiva y violenta, para defender. Recurre a la escritura como un garrote con el cual luchar. A la lengua y al idioma castellano y su escritura para denunciar, quejarse y clamar por el dolor de su gente, convirtiéndose, humillándose, exaltándose, provocando e insultando a medio mundo, arrodillándose sin hacer caso a la coherencia de su discurso, o a la sintaxis, o a la forma y a la ponderación de su alegato. 3. El mundo al revés Pero antes tuvo que aprender ya adulto siquiera los esbozos de dichos lenguajes, desde el castellano oral difícil para un quechua hablante, el código de la escritura casi inalcanzable para un ágrafo de cuna, el manejo de la pluma y la tinta increíble para un andino cósmico y con la cual debía dibujar el castigo, las penas y el clamor de la gente, siendo su aprendizaje arisco y brutal. Tal fue su urgencia y compulsión que los rudimentos en el dominio del código de la escritura lo aprendió de su hermano materno –este sí mestizo, mucho menor y no indio puro como él– y que profesó el sacerdocio quien a trompicones le enseñó a leer y escribir, además de instruirle algo en latín y griego que él salvajemente aplica en sus escritos. Utilizó la escritura para inquietar, fustigar, conmover, enarbolar la bandera de la redención de su pueblo, de su raza y de su identidad. No escribió para estar y sentirse bien, para complacerse y tener éxito o buena posición social. Más bien en este designio perdió toda su riqueza dedicándose a escribir y previo a ello a investigar la realidad. Fueron tantas las dificultades que tuvo que superar, las barreras que tuvo que vencer para escribir que es un mártir, un héroe, un gladiador, y son tantas las intuiciones geniales a las que arribó, el adelanto de ciencias ni siquiera antes avizoradas quizá gracias a su actitud ingenua a tal punto que no falta quien, para explicar este fenómeno, le quiera atribuir poderes sobrenaturales. En realidad, los tuvo para darse cuenta que el mundo estaba al revés, para empeñarse en enmendarlo y persistir hasta morir en el intento. 4. En realidad, ¿quién era? Guamán Poma era hombre de puna, llacuaz, un yaro, jalquino, de paja brava, zorro de arriba, águila y puma. ‘Rey de las aves y de los animales de tierra’, apuntaba él mismo socarronamente. Fue indio noble y con tal de defender a su pueblo haciendo constar en un escrito sus sufrimientos y vejámenes de parte de encomenderos y adoctrinadores– llegó a ser mísero y hasta un mendigo. ¡Qué signo, determinista y fatal se cierne a veces sobre la escritura! Nació en San Cristóbal de Santunto, dependencia de Santiago de Chipao, perteneciente al corregimiento de Lucanas y al obispado de Huamanga. Su linaje y sus antepasados eran huanuqueños, de sangre Yarovilcas, pero la tierra donde vino al mundo él fue en las alturas de Lucanas. Debió nacer luego de la invasión española a las tierras del Tahuantinsuyo, en 1535, o un poco después. Su nombre es totémico: Guamán, que es águila y Poma, que es puma, deidades adoradas en el antiguo Perú. Pudo haber nacido incluso antes de la incursión europea a estas tierras pues no se precisa bien la fecha de su nacimiento. Su denominación como Felipe Guamán Poma de Ayala es una investidura prestada por él mismo quien en un momento se autodenominó Felipe, por el Rey de España, y Ayala por un español tutor y amigo a quién él tributa toda clase de reconocimientos. Es indio, no mestizo; quien, así como se apropió de la escritura para defender y combatir, se apropió de la genealogía y estructuró su árbol genealógico de tal modo que sus ancestros pasan por los soberanos incas y se remontan hasta descender de un origen divino. 5. La obra La obra que escribió es un libro rudo, tembloroso y mesiánico que tituló “Nueva Corónida o Buen Gobierno”, “corónida” por decir crónica en su mal lenguaje, siendo un alfabetizado compulsivo, quien para continuar con su memorial lo escribía en lengua de Castilla como también en quechua, a veces en aimara, sin obviar el latín y hasta en griego. Lo hizo sin saber escribir de modo seguro, pues en muchos pasajes hace un amontonamiento de palabras sin ninguna sintaxis que ha motivado que se diga que pudo ser escrita en estado de embriaguez O, cuando las palabras ya no le alcanzaban o ya no podía describir ni dar pábulo a sus experiencias, emociones e ideas, entonces dibuja. O repetidas veces, manifestando que era imposible continuar algo, solía llorar. Su obra la escribió a lo largo de más de cuarenta años (1567 a 1613), como él lo dice, hecho que ha sido cuestionado aduciendo que en algunos períodos ofrece datos que ocurrieron en fecha posterior que él dice vivirlas. A esto se refuta diciendo que el original pudo actualizarse. Más bien la escribió con el alma en vilo, o como si se estuviese al borde de un abismo, o ante el morir, como él decía. 6. El dolor de las lenguas Tres siglos esta obra urgente y perentoria para aliviar los males de la gente, permaneció oculta y sepultada. Pero ¿cómo es que fue a parar en donde se la encontró sin sospechar nunca de ella? Su descubridor después de aquellos tres siglos fue el director de la Biblioteca de Gottinga, Richard Pietschmann, quien se dio de bruces con ella en la Real Biblioteca de Copenhague en Dinamarca, encuadernada en pergamino, numerada como el manuscrito 2232 de la colección real. Y la presentó con un informe en el Congreso de Americanistas realizado en Londres en 1912. Al dolor con el cual fue escrita se suma el dolor de su olvido y enclaustramiento. Pero hay uno de esos tormentos significativos, cual es el dolor de las lenguas con que fue escrita, de la escritura abrupta y retorcida de sus líneas y las épocas en pugna, de los instrumentos, de los instrumentos con los cuales él escribe, de los códigos, porque cuando ya es impotente para escribir dibuja. Donde todo es asombro, estupor, confusión y debajo dolor. Pero a esa confusión de lenguas se agrega otra más. El manuscrito se encontró en Copenhague, en una biblioteca y en un país de otro idioma, bajo la cúpula de una biblioteca de una lengua extranjera que a él le hubiera aturdido, el danés, idioma más extraño todavía a aquellos en los cuales el legajo había sido escrito. ¡Qué desorden de lenguas para el buen gobierno para su pueblo, que era su cometido y sigue siendo utopía y sigue siendo ilusión día tras día! 7. Los viajes Para escribirla tuvo que realizar constantes viajes y en muchos casos dando vueltas sobre una red de caminos como en una noria. Estos signos mágicos, estos recovecos y pasos laberínticos de su crónica por el mundo real y el otro por el mundo de la ilusión de un buen gobierno y la esperanza de redención para que todos se hagan buenos, explotados y explotadores, ¿no tienen acaso un signo trágico? ¿Y aquel otro viaje simbólico y laberíntico y por extramares, mágico y atávico para ir a dar a la Real Biblioteca de Copenhague y permanecer allí recluida durante tres siglos? ¿Habráse terminado este sino? Ahora, ¿se la comprende?, ¿se la conoce?, ¿se entiende lo que dice?, ¿se explica? Guamán Poma para escribirla se impuso investigar la realidad, viajar por los pueblos Él era cacique de su provincia y al ver la explotación despiadada de sus hermanos de sangre y raza, y sabiendo que las leyes dadas por España se dedicaban a protegerlos se propone escribir dicha obra y de ese modo podía arremeter contra los malos funcionarios corrompidos. En tal propósito consideró seriamente que lo mejor sería informarse bien averiguar, investigar, hacer anotaciones siendo el primer periodistas de estas tierras. Armó su equipo, donde consideró a su caballo y a sus dos perros con los cuales se lanzaron a los caminos. A entrevistar a los antiguos, a los viejos. 8. El autor que camina Se dedica a visitar pueblo por pueblo para conocer su vida y sus costumbres. Él mismo se dibuja bajo la lluvia, con relámpagos y truenos; pone el sol a un lado y a la luna en otro significando de ese modo transcurso, viaje o devenir, dando lo mismo caminar con luz de sol o de luna. El mismo se denomina “vagamundo” o "el autor que camina", de feria en feria pueblerina, de valle en valle, de cuenca en cuenca, deambulando por los mercados, por las fondas de mala muerte, con su castellano mal hablado, pernoctando a veces en guaridas de bandidos. ¿Qué hace en todas estas circunstancias? Observa, conversa y anota. No olvida mentalmente nada. Registra como una misión esencial en su vida, haciendo cálculos y comparaciones, recogiendo información de toda clase, sobre hechos históricos, sobre el origen de los antepasados, sobre costumbres, medicinas, aspiraciones de los pobladores, pero sobre testimoniando el dolor de la gente expoliada por mandones y mandoncillos. Llegaba a un pueblo y buscaba a los ancianos de más de 100 años y a los quipukamayos que leían los kipus en quienes lo primero que resalta de sus relatos es la grandeza y el esplendor del imperio incaico. En este trajinar andariego perdió su caballo, de nombre Guiado, murieron sus perros Lautaro y Amigo, y se le escapó el hijo que llevaba: Francisco. Cuarenta años caminó llevando en su alforja estas hojas de su manifiesto con el cual redimiría a sus hermanos. 9. Otra era la condición que correspondía a los indígenas De lo primero que se dio cuenta es que el mundo no había sido así. Los abuelos le informaron de la grandeza del imperio incaico, de la nobleza insigne, de la justicia proba y de las leyes justas y benefactoras que imperaban, de lo cual ahora por obra de las armas extranjeras solo quedaban ruinas y despojos porque vino una cultura del saqueo, del egoísmo y del engaño. Ocho décimas de la población de los antiguos peruanos habían desaparecido. Es decir, de cien ochenta. Y su obra se torna denuncia de los crímenes y atrocidades que se seguían cometiendo en contra de los indios parias, míseros, tratados peor que bestias. “Peor que los mismos perros”. Y había que poder mirar al revés, vueltos de cabeza para darse cuenta que otra era la condición que correspondía a los indígenas. Pero, ¿qué infierno y lugar de condenación es este que hasta los virreyes en sus informes suplican piedad para los indígenas? Ellos ¿gobernaban o no? ¿Qué lógica es esta? Lo concreto del poder ¿quiénes lo tenían? Corregidores y encomenderos. Los virreyes hacían vida social y de vez en cuando se condolían de la miseria de los hombres de su reino, “los más pobres del planeta”, según ellos después de haber pertenecido a una sociedad en que no hubo un solo desprotegido o que se quedara un día de hambre en el gran Tahuantinsuyo. 10. ¿Cómo escribió su obra? ¿Cómo escribió su obra? Conversando con los pobres, trabajando en todos lados. Él mismo lo refiere:
La recopilación folclórica que hizo Guamán Poma incluso por sus propios detractores es reconocida como extraordinaria y valiosa. Recoge cantos, danzas, ritos agrícolas y religiosos, poemas, uno de ellos estremecedor: “El cráneo del traidor beberemos en él / llevaremos sus dientes como collar / de sus huesos haremos flautas / de su piel haremos un tambor / entonces bailaremos”. 11. Un visionario solitario Pensó solo, sin tener grupo o un colectivo de personas que lo secundaran. Su texto así es un soliloquio, un hablar a solas, una confesión de parte consigo mismo. Su defensa de los indígenas no era una corriente de pensamiento compartida, porque era arriesgado hacerlo. No se conocen otros nombres de personas que formaran con él un grupo de amigos, un cónclave o cofradía con los cuales pudiera compartir, debatir, confrontar sus ideas. Rumiaba sus pensamientos, mascullaba palabras, acunaba sentimientos pero solo y luego las escribía. Y debió proteger y salvaguardar sus escritos como si fuera un tesoro. Su informe al rey era su nave, su tabla de salvación, su asidero en el abismo. Todo lo vivía para consignarlo en las páginas de su atestado, sin dejar de ser una carta personal, solitaria y confidente que al final llegó a constituir un legajo de 1179 páginas, con 400 dibujos de la vida cotidiana, de las costumbres y de los hechos sociales e históricos de su época. Escribir con las entrañas abiertas. Escribir como si estuviéramos amarrados a un cepo y fuéramos a morir, amando y odiando fue su destino de este apóstol indio. 12. El precursor Fue un idealista de solemnidad y en el fondo un alma candorosa y hasta ingenua. Pensó en la magnanimidad del Rey de España y él en su brazo para corregir los males del mundo de este quijote indiano Pensaba en que las leyes son buenas y los que las aplican son malos, venales y abusivos. Fue un recogedor fascinado de tradiciones, un documentalista íntegro, un científico de la información y, a su manera, un innovador de contenidos asombrosos en el campo de la educación y el desarrollo social. Tal como lo dejara consignado el historiador Juan José Vega en su libro “Guamán Poma, el precursor”: Fue visionario en una época en que sólo una mente delirante hubiera concebido: la educación femenina, la educación por el arte, la enseñanza bilingüe, la educación permanente, la educación universal. Avizoró disciplinas y profesiones, tales como: el folclore, la geografía, la antropología, los estudios afroperuanos; aparte de tener intuiciones geniales respecto al evolucionismo social, la teología de la liberación, la jornada laboral limitada a las ocho horas. Fue precursor también, en el año 1600, en que vivió, de la independencia americana Por más de tres siglos solo existió un ejemplar de su obra, manuscrita por él mismo. Absolutamente cerrada por tres siglos estuvo esa epístola dirigida al rey que él abriera y volviera a abrir bajo las estrellas de los cielos de todos los pueblos por los cuales anduvo. ¿Conocerla hubiera cambiado en algo el destino de las poblaciones indígenas? Lo menos que podemos decir es que él fue un escritor valiente y no complaciente. Vigoroso y no de la morbosidad, sincero y no medrero. 13. Una obra apasionada Traza siete escatologías de animales para parodiar y caricaturizar la fauna que diezma y tortura a sus hermanos indígenas: El tigre (españoles del tambo), serpiente (el corregidor), león (el encomendero), zorro (el cura aldeano o padre de la doctrina), gato (el escribano), ratón (el cacique principal). “estos dichos animales que no temen a Dios, desuellan a los pobres indios en este reino, y no hay remedio, pobre de Jesucristo”. En su crónica hay dolor y queja contra la desmesurada codicia de corregidores y encomenderos. Es apasionado, fanático, parcial. En ello se le va la vida. No es neutro ni imparcial, ni sereno ni ponderado. ¿Cómo había de serlo teniendo el abuso y la muerte por delante? Es luchador, vive apostrofando, divagando si se quiere, pero defendiendo lo urgente. Toma partido por algo. Su obra, como él lo dijo: “A unos arrancará lágrimas, a otros maldiciones, a unos risas; otros lo encomendarán a Dios...” A ratos riguroso a ratos alucinado. Por momentos cuerdo y por momentos desmesurado, en instantes piadoso y en otros delirante y exacerbado. A ratos creyente a ratos apóstata, reencarnación de la behetría que subsiste en el fondo y en la inconciencia del alma de nuestra gente. 14. Su genio y su lenguaje viperinos Sería difícil encontrar un explorador, recopilador, procesador de información y sobre todo un defensor de su pueblo más vivo y arriesgado que él. Fue también, por este motivo, el primer ambulante del Perú, que andaba escribiendo en el libro que llevaba bajo el brazo por los obrajes, las minas, los puertos, orillando el curso de los ríos, o en las casuchas de los pastores y siempre acerca de la vida y el sufrimiento de la gente. En todo sitio –a veces a la luz de la luna– iba escribiendo, fue primero un maravilloso lector oral, que no tenía casa y dormía en los zaguanes de donde era arrojado porque su presencia y su modo de ser resultaban impertinentes. Su genio y su lenguaje eran virulentos, constantemente procaces y quien tuvo diversas denuncias como un indio “de mala inclinación”. Se conoce que quitó mujer y le quitaron también su mujer, que era jaranero y andaba y bailaba hasta el amanecer. 15. Indio levantisco Y es que nada más chocante para aquella época que un indio orgulloso. Mucho más que tenía mucho de verbo y qué decir. Porque se tiene el estereotipo de ubicar al indio sumiso, súbdito y servil. De allí ¡qué sublevación debe haber causado entonces la imagen de un indio rebelde, vigoroso, desenfadado! Con lengua fácil para aducir, replicar, debatir, presto a la denuncia, a acusar, señalar entuertos y malas acciones. Un indio así debe haber sido inaguantable, juzgado desde su condición de indio. Estas libertades hasta se podían permitir en cualquier otra raza o clase pero no en un indio. Fue un indio perennemente sublevado, pese a que se declara vasallo del rey y cristiano fervoroso. En el fondo se pone las investiduras del rito occidental para bufar, bramar, despotricar. Se atilda para lanzar su grito herido en nombre incluso de los supuestos valores occidentales. Le pusieron en la cárcel porque no era un indio sumiso. Era un indio arrogante. Tenía él una fascinación por si mismo. Se dibujaba armonioso, joven, seductor. Y consignaba por escrito ser príncipe. 16. Llegó a su destinatario De su obra le decía al Rey en su grueso legajo: "Escrivillo es llorar", por el enorme sufrimiento de su gente y por los males que en su libro se cuentan. Fue el primer "gestor de información", pero de aquel conocimiento para cambiar urgentemente y redimir la vida y el mundo. Fue recogedor de la información que nos interesa, porque está hecha para tomar decisiones de vida o muerte; de aquella que representa al hombre, que nos dice de la realidad, que subleva y postula una esperanza. Sin embargo, su libro “Nueva corónica y buen gobierno” no llegó a su destinatario. Fue vendida al peso en una carnicería de Lima cuando su autor ya mendigaba y se había decepcionado del último intento que hizo de remitírsela al Rey. Como hemos dicho, fue descubierta en 1908, se presentó un informe de ella en 1912 y recién dicha obra fue publicada el año 1937. Está no solo dedicada sino escrita y dirigida al Rey. Pero llegó a su destinatario 350 años después cuando el Rey Juan Carlos de Borbón visitó, en 1972, el Cuzco acompañado de su esposa la Reina Sofía, circunstancia en la cual, el Alcalde de la ciudad de ese entonces, don Daniel Estrada, le entregó un ejemplar editado de aquella obra. ¡Qué extraños laberintos siguen los pasos de los seres y las cosas! 17. El marginado de siempre Guamán Poma quien recogió datos, informaciones, conocimientos empapados en lágrimas, sudor y llanto del pueblo que amó y por el cual se hizo mísero, por el hecho de ser indio ni en vida –ni tampoco después de muerto– es tomado en cuenta en la galería de personajes importantes del Perú. Sigue siendo un marginado. No hay una sola calle, ni una plaza ni un solo monumento en cualquier ciudad importante de nuestro país dedicado a su memoria. No figura ni siquiera entre los retratos de hombres que se los erigen como aquellos que culturalmente han ayudado a construir el Perú y que se presenta en la galería de forjadores de la nacionalidad peruana, y que lucen, en la galería de retratos en el hall de la Biblioteca Nacional Al contrario, se lo persigue para destruirlo. Se trata de hacerlo desaparecer. En el último congreso de historiadores realizado en la Universidad Católica se consintió que se presentara una ponencia, a cargo de la italiana Laura Laurencich, en la cual se negaba incluso su existencia, atribuyéndole su "Nueva corónida..." al sacerdote chachapoyano Blas Valera, como si el sufrimiento, el dolor y la lucha feroz con el lenguaje pudieran simularse. 18. Forjador de identidad Cabe imaginar a Guamán Poma de Ayala, que cuando todo ya no le obedecía, recurría a la oralidad, también para apostrofar, maldecir, gemir y retorcerse de dolor por el Perú, expresiones que no han quedado registradas pero que es posible imaginarlas la literatura y su ubicación en la realidad en el sentido de cuánta relación tiene con nuestra identidad que es lo mismo a decir en cuanto equivale y tiene correspondencia con nuestro destino como individuos y como comunidad. En él, César Vallejo, José Carlos Mariátegui y José María Arguedas, encontramos la equivalencia del acto de escribir junto y paralelo al de sufrir, anhelar el bien y luchar por la humanidad. Y, mientras tanto el dolor permanece y hasta se expande, utilizar la pluma como un arma de lucha y redención. Ellos son los paradigmas de escritores porque en ellos como en ningunos otros está latente y palpable el drama de nuestra identidad. Fue el primer recolector de nuestras tradiciones orales, el primer folclorólogo y documentalista en el Perú; precursor de muchas corrientes de pensamiento en el Perú actual. 19. El modelo de escritor Constituyen el modelo de escritor no para vender, ni para tener éxito ni para ganar premios, ya que se cree ahora que esa es la misión de un escritor, una suerte de mono de vitrina. Él asume el escribir para defender, amparar y proteger, para cumplir una alta misión social, vigilante y redentora, como es la misión que se impuso cumplir. Guamán Poma llegó a ser finalmente un hombre de letras –si se podría llamarlo así– y constituye un paradigma de las letras ariscas y conturbadas que alcanza a ser su escritura, urgido de escribir por el dolor en el que se desangraba su pueblo. Llegó a ser el escritor de una obra que quería cumplir la misión de aliviar el sufrimiento de la gente, un cronista de su época elevado a la picota de sus sentimientos y de su conciencia histórica. Para quien era un imperativo moral sacudir la conciencia del gobernante de quien se veía que depende la solución a los males que afligen a la gente, reflexión candorosa que no resta mérito a su descomunal aventura. Era un creyente en la función social y redentora de la palabra escrita y eso lo salva y lo vuelve un referente en la historia humana. Era un indio sensible, dolido, ofendido, indio de gran coraje que intuyó el poder mágico y revelador de l palabra escrita. 20. Un alegato moral “Monstruosa miscelánea” dice de su obra Raúl Porras Barrenechea quien se burla, hace escarnio y hasta lo calumnia. Pero Guamán Poma pulsa el lenguaje intentando arrancar condolencia, piedad, purificación del alma para cambiar el trato con los indios. Amar lo nuestro hundir las raíces en la heredad querida. Alentar nuestra identidad. Su obra es un monumental legado a nuestra identidad, a la reconstrucción de nuestra historia, a formar pertenencia e identidad, personal y colectiva. Este compromiso con el pueblo, con lo popular, lo humilde, lo pobre, sencillo y mísero. Esta adhesión al hombre que sufre. Este vibrar con lo telúrico. Por solidarizarse y comprometer su vida fue deviniendo en tormentosa, angustiada e infausta. A eso llamo escribir para formarnos, querernos y amarnos. La voz, la palabra y la letra de Guamán Poma que hasta ahora sangra cuando clama por las condiciones de vida que sufren los indios en minas, obrajes y haciendas, nos llena de coraje y esperanza. |
Danilo
Sánchez Lihón
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