Instituto del Libro y la Lectura del Perú, INLEC 

20 de noviembre
Derechos universales del niño

Propuesta:

En torno a la lectura y los libros
Danilo Sánchez Lihón
Director INLEC PERÚ

Cuatro secciones conforman la “Convención Internacional
sobre los Derechos de la niñez”, adoptada por la Asamblea General
de la Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y firmada hasta
la fecha por más de 160 países, abarcando derechos de:
1) supervivencia, 2) crecimiento, 3) protección, y 4) participación,
proponiendo nosotros ahora los Derechos a la Esperanza,
uno de cuyos capítulos trataría Sobre la Lectura y el Libro.

 
Artículo 1
 
El niño
tiene derecho a la felicidad
en la lectura
y con los libros. ¡Que nadie dañe
ni pervierta
este vínculo! Que cuando aún
habita
en el vientre materno su madre
y padre,
además de acariciarte con honda
ternura,
deben leerte y contarle cuentos,
repetirle
poemas, modularle rimas, cantilenas
y, si es posible,
plantearte una nueva adivinanza,
de tal modo
que cuando venga a este mundo,
y ya sepa
hablar, nos sorprenda a todos dando
una respuesta
inusitada, propia del reino maravilloso
de dónde
él viene, respuesta que nos abrirá
perspectivas
para mejorar el mundo

 
Artículo 2
 
El niño
tiene derecho a que las personas
adultas
que rodean su mundo erijan al lado
del real
un mundo encantado. Que vivan
y recreen
junto a él  aventuras, personajes
situaciones
e historias referidas en los libros,
hasta
después que él se haya dormido,
pudiendo
seguir los mayores con la lectura
a solas,
bajo la luz de la misma lámpara,
dejando
aletear en las sienes las mismas
alas
que para el niño los ángeles
batían.
 
Artículo 3
 
El niño
tiene derecho a esperar y hasta
exigir
que la lectura sea un espacio
mágico,
¡sorprendente y admirable! A que
todos
reconozcan y contribuyan a hacer
de ella
un acontecimiento fascinante.
A leer
a las orillas del lago, en una parva
de trigo.
en la cumbre de las montañas. O
en un bote
que venza al río y llegue al mar.
O bien
trepado en la copa de los árboles.
También
a leer los libros vueltas sus letras
al revés,
o de atrás para adelante si ése es
su deseo.

 
Artículo 4
 
El niño
tiene derecho a que los adultos
en casa,
la escuela o en cualquier otro
lugar
le lean en voz alta los pasajes
de los libros
que más  le interesan.  Y que
al leer
su voz sea hermosa, afectiva.
A que
la voz de los maestros al leer
cobre
diversas resonancias y matices.
A que
cada personaje tenga su voz. Y
que aquella
del narrador sea contagiante:
de trueno
o apacible según convenga;
y que en ella
la vida cante su mejor melodía.

 
Artículo 5
 
El niño
tiene derecho a relacionar
lectura
a libertad. Y al pleno disfrute
de la gracia
y belleza. A vincular el libro
a fiesta
y recreo. A primavera y playa.
A montañas,
arroyos y cascadas. A setos
de flores.
A gaviotas volando en el cielo
azul.
A que los libros sean navíos,
peces,
cometas multicolores. Que sean
frescos
como helados, dulces como
uvas,
y silvestres como las fresas
de abril.
 
 
Artículo 6
 
El niño
tiene derecho a que antes
de conocer
libros de texto escolar ya haya
leído
y frecuentado libros de locura
y fantasía;
descifrados a su vez con voz
sonora
por las personas mayores,
pudiendo
preguntar muchas veces
qué dice
en tal o cuál palabra o pasaje
y así
descubrir entonces por si mismo
el secreto
del canon y la decodificación
alfabética.
 
 
Artículo 7
 
El niño
tiene derecho a indagar
en los libros
todo aquello que le inquiete
y apasione.
A que no hay tema vedado
y que este
debe salir del texto para ocupar
el espacio
de la sala, el aula y la calle.
A que
alguien le guíe hasta donde
pueda.
Porque después será el niño
quien
le oriente a ir por los ignotos
meandros
de éxtasis del mundo y la vida.
 
 
Artículo 8
 
El niño
tiene derecho a concebir
que leer
es parte de la amistad, afecto
y confidencia
que debe reinar entre personas.
Un milagro
que surge entre adulto y niño.
A que
la lectura afiance, conmovida
y temblorosa
lo humano. Y que alguien esté
a nuestro lado
en cuerpo y alma. Y exorcice
con su voz
algún pasaje oscuro que también
forma
parte de nuestro destino.
 
 
Artículo 9
 
El niño
tiene derecho a que los libros
estén
a su alcance por los sitios
por donde
pase, juega y sueña. Incluso
en jardines
y lugares de recreo y juego.
Que no
pueden haber libros prohibidos
ni encadenados
detrás de vitrinas, ni impedidos
de ser
hojeados porque son caros o
estar
pendientes de ser fichados o
pertenecer
a la propiedad privada. Menos
pueden
ser impedidos por ser textos
sagrados.
Sagrado es el niño y sagrada es
las ganas de leer
 
 
Artículo 10
 
El niño
tiene derecho a nunca ser
reprendido
por haber deteriorado un libro,
motivo
por el cual deben estar hechos
y confeccionados
de material adecuado y su costo
ha de ser
asequible a fin de no lamentar
daños,
puesto que se trata de ganar
lectores
aunque los libros resulten heridos
contusos,
rasguñados o rotos, y se tengan
que perder
en la contienda. Lo único que no
se puede
ni debe perder son lectores
 
 
Artículo 11
 
El niño
tiene derecho a reclamar y exigir
que los libros
contengan prodigios. Que sean
conjuros,
amuletos, talismanes. Que sirvan
para enamorar
y nos enamoren. Que hablen
de asuntos
significativos. Que toda la maravilla
esté
contenida en ellos. Que sean
gratos
para pasar las mejores horas
arrobados
en sus páginas y subidos en lo alto
de los mástiles
de las naves más bizarras.
 
 
Artículo 12
 
El niño
tiene derecho a que los adultos
conozcan
sus inquietudes y aficiones a leer
e implementen
los materiales que las satisfagan.
Y no
que deba leer lo que a criterio
de los adultos
resulte interesante. Coadyuvar
a que la vida
se enriquezca con las sugestiones
de los buenos
lectores y las buenas lecturas.
Porque
¿de qué vale que todo sea hermoso
en los libros
si la vida  se desenvuelve por otro
rumbo
y más todavía en sentido contrario
o inverso?

 
Artículo 13
 
El niño
tiene derecho a que la biblioteca
escolar
sea preciosa. Que en ella hayan
dejado
impresas sus alas los colibríes
y mariposas.
Que las personas que atienden
tengan
fulgor y luz en el alma y en los ojos.
Que porten
alas. Que se enamoren de los niños
lectores.
A no llenar fichas ni papeletas.
A que
el libro se le preste por indicios
de color,
olor, tacto y sentido gustativo.
Pudiendo
preguntarse acerca del contenido
de tal o cual
libro y la respuesta sea mágica.
 
 
Artículo 14
 
El niño
tiene derecho a emprender
un viaje
intenso, aventurado y pasional
en razón
de celebrarse en aquel lugar
remoto
una fiesta al libro, donde haya
un desfile
de personajes, comparsas,
un gran circo
de animales lectores, carros
alegóricos
y animen bandas de músicos,
se eleven
globos, fulguren castillos con luces
de bengala.
A que todos los días se celebre
el cumpleaños
del libro; a que allí lengua oral
y lengua
escrita dejen de estar divorciadas,
y sean
otra vez cataratas de un mismo
río.

 
Artículo 15
 
El niño
tiene derecho a realizar paseos
y excursiones
a lugares donde hayan ocurrido
los hechos
narrados en los libros. Si acaso
no arribaran
ómnibus ni aviones seguir rutas
astrales.
A realizar paseos hacia las ferias
de libros,
a las presentaciones de autores
y librerías.
A enamorarse de la niña de los
cuentos,
y a seguirla libro a libro. Y leamos
con él a fin
de decirle por qué sotos, alcores
 y riberas
la hemos visto pasar derramando
su hermosura
 
 
Artículo 16
 
El niño
tiene derecho a leer libros
de mitología
y a enamorarse de a verdad,
de una diosa.
Siendo así perdidamente amará
el mundo
con más fervor a tal punto de querer
ser
heroico en el intento de salvarlo.
Se extasiará
mirando las estrellas al leer libros
de astronomía.
Y encontrará nuevos caminos
para llegar
a ellos contemplando la rotación
de los astros.
Al leer libros de historia pernoctará
en los campos
de batalla en noche de plenilunio.
Así exigirá
que los libros digan la verdad
acerca
de la vida y del hondo misterio
de la muerte.

 
Artículo 17
 
El niño
tiene derecho a vivenciar
en la escuela
prácticas de elaboración de libros
con formas
de aviones, barcos, caracoles
o peces.
A reconocer como libros a plantas
y flores:
tienen en sus corolas y pistilos
mensajes
y en sus pétalos impresas hay
letras.
A los animales examinándoles
uñas,
pelambre y ojos. Se encontrarán
signos
en calles, casas, tiendas y celajes.
 En las manifestaciones
populares se leerán cánticos
y banderas.

 
Artículo 18
 
El niño
tiene derecho a no dar
ninguna
respuesta sino a formular
todas
las preguntas con relación
a los libros.
A no hablar –si así lo decide–
cuando
una lectura le haya impactado;
ni siquiera
podemos interrumpirlo cuando
una lectura
se le ha clavado en el alma.
Se le nota
al regresar después de haber
caminado
con la lectura a cuestas largo
rato
bajo los árboles. En tales casos
una respuesta
valedera demorará en darla años
de años.
 
 
Artículo 19
 
El niño
tiene derecho a sentir
y pensar
que una frase u oración
al parecer
marginal contiene la idea
principal
de un texto, si a él así se le
ocurre.
A que aquellas ominosas
pruebas
de comprensión lectora
las resuelvan
los tipos a quienes se las ocurre.
¡Y no
los niños! ¡Qué buena cosa!
De lo contrario
que mejor se arranquen esas
páginas
que las contienen y ofenden
en verdad
la magnificencia de un libro
y una ensoñación
gloriosa como es la lectura.
 
 
Artículo 20
 
El niño
tiene derecho a que su idea,
concepto
e imagen de los libros y la lectura
sean únicos.
A perfilar en ello su identidad,
a enlazarte
allí mano a mano con todos
los hombres
de la tierra, vivos o muertos.
A volver
a soñar y construir a partir
de ellos
un mundo nuevo y mejor para
todos
los seres humanos de la tierra

Danilo Sánchez Lihón

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