Instituto del Libro y la Lectura del Perú, INLEC |
20 de noviembre |
Cuatro secciones conforman la
“Convención Internacional
sobre los Derechos de la niñez”, adoptada por la Asamblea General de la Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y firmada hasta la fecha por más de 160 países, abarcando derechos de: 1) supervivencia, 2) crecimiento, 3) protección, y 4) participación, proponiendo nosotros ahora los Derechos a la Esperanza, uno de cuyos capítulos trataría Sobre la Lectura y el Libro.
Artículo 1
El niño
tiene derecho a la felicidad en la lectura y con los libros. ¡Que nadie dañe ni pervierta este vínculo! Que cuando aún habita en el vientre materno su madre y padre, además de acariciarte con honda ternura, deben leerte y contarle cuentos, repetirle poemas, modularle rimas, cantilenas y, si es posible, plantearte una nueva adivinanza, de tal modo que cuando venga a este mundo, y ya sepa hablar, nos sorprenda a todos dando una respuesta inusitada, propia del reino maravilloso de dónde él viene, respuesta que nos abrirá perspectivas para mejorar el mundo
Artículo 2
El niño
tiene derecho a que las personas adultas que rodean su mundo erijan al lado del real un mundo encantado. Que vivan y recreen junto a él aventuras, personajes situaciones e historias referidas en los libros, hasta después que él se haya dormido, pudiendo seguir los mayores con la lectura a solas, bajo la luz de la misma lámpara, dejando aletear en las sienes las mismas alas que para el niño los ángeles batían.
Artículo 3
El niño
tiene derecho a esperar y hasta exigir que la lectura sea un espacio mágico, ¡sorprendente y admirable! A que todos reconozcan y contribuyan a hacer de ella un acontecimiento fascinante. A leer a las orillas del lago, en una parva de trigo. en la cumbre de las montañas. O en un bote que venza al río y llegue al mar. O bien trepado en la copa de los árboles. También a leer los libros vueltas sus letras al revés, o de atrás para adelante si ése es su deseo.
Artículo 4
El niño
tiene derecho a que los adultos en casa, la escuela o en cualquier otro lugar le lean en voz alta los pasajes de los libros que más le interesan. Y que al leer su voz sea hermosa, afectiva. A que la voz de los maestros al leer cobre diversas resonancias y matices. A que cada personaje tenga su voz. Y que aquella del narrador sea contagiante: de trueno o apacible según convenga; y que en ella la vida cante su mejor melodía.
Artículo 5
El niño
tiene derecho a relacionar lectura a libertad. Y al pleno disfrute de la gracia y belleza. A vincular el libro a fiesta y recreo. A primavera y playa. A montañas, arroyos y cascadas. A setos de flores. A gaviotas volando en el cielo azul. A que los libros sean navíos, peces, cometas multicolores. Que sean frescos como helados, dulces como uvas, y silvestres como las fresas de abril.
Artículo 6
El niño
tiene derecho a que antes de conocer libros de texto escolar ya haya leído y frecuentado libros de locura y fantasía; descifrados a su vez con voz sonora por las personas mayores, pudiendo preguntar muchas veces qué dice en tal o cuál palabra o pasaje y así descubrir entonces por si mismo el secreto del canon y la decodificación alfabética.
Artículo 7
El niño
tiene derecho a indagar en los libros todo aquello que le inquiete y apasione. A que no hay tema vedado y que este debe salir del texto para ocupar el espacio de la sala, el aula y la calle. A que alguien le guíe hasta donde pueda. Porque después será el niño quien le oriente a ir por los ignotos meandros de éxtasis del mundo y la vida.
Artículo 8
El niño
tiene derecho a concebir que leer es parte de la amistad, afecto y confidencia que debe reinar entre personas. Un milagro que surge entre adulto y niño. A que la lectura afiance, conmovida y temblorosa lo humano. Y que alguien esté a nuestro lado en cuerpo y alma. Y exorcice con su voz algún pasaje oscuro que también forma parte de nuestro destino.
Artículo 9
El niño
tiene derecho a que los libros estén a su alcance por los sitios por donde pase, juega y sueña. Incluso en jardines y lugares de recreo y juego. Que no pueden haber libros prohibidos ni encadenados detrás de vitrinas, ni impedidos de ser hojeados porque son caros o estar pendientes de ser fichados o pertenecer a la propiedad privada. Menos pueden ser impedidos por ser textos sagrados. Sagrado es el niño y sagrada es las ganas de leer
Artículo 10
El niño
tiene derecho a nunca ser reprendido por haber deteriorado un libro, motivo por el cual deben estar hechos y confeccionados de material adecuado y su costo ha de ser asequible a fin de no lamentar daños, puesto que se trata de ganar lectores aunque los libros resulten heridos contusos, rasguñados o rotos, y se tengan que perder en la contienda. Lo único que no se puede ni debe perder son lectores
Artículo 11
El niño
tiene derecho a reclamar y exigir que los libros contengan prodigios. Que sean conjuros, amuletos, talismanes. Que sirvan para enamorar y nos enamoren. Que hablen de asuntos significativos. Que toda la maravilla esté contenida en ellos. Que sean gratos para pasar las mejores horas arrobados en sus páginas y subidos en lo alto de los mástiles de las naves más bizarras.
Artículo 12
El niño
tiene derecho a que los adultos conozcan sus inquietudes y aficiones a leer e implementen los materiales que las satisfagan. Y no que deba leer lo que a criterio de los adultos resulte interesante. Coadyuvar a que la vida se enriquezca con las sugestiones de los buenos lectores y las buenas lecturas. Porque ¿de qué vale que todo sea hermoso en los libros si la vida se desenvuelve por otro rumbo y más todavía en sentido contrario o inverso?
Artículo 13
El niño
tiene derecho a que la biblioteca escolar sea preciosa. Que en ella hayan dejado impresas sus alas los colibríes y mariposas. Que las personas que atienden tengan fulgor y luz en el alma y en los ojos. Que porten alas. Que se enamoren de los niños lectores. A no llenar fichas ni papeletas. A que el libro se le preste por indicios de color, olor, tacto y sentido gustativo. Pudiendo preguntarse acerca del contenido de tal o cual libro y la respuesta sea mágica.
Artículo 14
El niño
tiene derecho a emprender un viaje intenso, aventurado y pasional en razón de celebrarse en aquel lugar remoto una fiesta al libro, donde haya un desfile de personajes, comparsas, un gran circo de animales lectores, carros alegóricos y animen bandas de músicos, se eleven globos, fulguren castillos con luces de bengala. A que todos los días se celebre el cumpleaños del libro; a que allí lengua oral y lengua escrita dejen de estar divorciadas, y sean otra vez cataratas de un mismo río.
Artículo 15
El niño
tiene derecho a realizar paseos y excursiones a lugares donde hayan ocurrido los hechos narrados en los libros. Si acaso no arribaran ómnibus ni aviones seguir rutas astrales. A realizar paseos hacia las ferias de libros, a las presentaciones de autores y librerías. A enamorarse de la niña de los cuentos, y a seguirla libro a libro. Y leamos con él a fin de decirle por qué sotos, alcores y riberas la hemos visto pasar derramando su hermosura
Artículo 16
El niño
tiene derecho a leer libros de mitología y a enamorarse de a verdad, de una diosa. Siendo así perdidamente amará el mundo con más fervor a tal punto de querer ser heroico en el intento de salvarlo. Se extasiará mirando las estrellas al leer libros de astronomía. Y encontrará nuevos caminos para llegar a ellos contemplando la rotación de los astros. Al leer libros de historia pernoctará en los campos de batalla en noche de plenilunio. Así exigirá que los libros digan la verdad acerca de la vida y del hondo misterio de la muerte.
Artículo 17
El niño
tiene derecho a vivenciar en la escuela prácticas de elaboración de libros con formas de aviones, barcos, caracoles o peces. A reconocer como libros a plantas y flores: tienen en sus corolas y pistilos mensajes y en sus pétalos impresas hay letras. A los animales examinándoles uñas, pelambre y ojos. Se encontrarán signos en calles, casas, tiendas y celajes. En las manifestaciones populares se leerán cánticos y banderas.
Artículo 18
El niño
tiene derecho a no dar ninguna respuesta sino a formular todas las preguntas con relación a los libros. A no hablar –si así lo decide– cuando una lectura le haya impactado; ni siquiera podemos interrumpirlo cuando una lectura se le ha clavado en el alma. Se le nota al regresar después de haber caminado con la lectura a cuestas largo rato bajo los árboles. En tales casos una respuesta valedera demorará en darla años de años.
Artículo 19
El niño
tiene derecho a sentir y pensar que una frase u oración al parecer marginal contiene la idea principal de un texto, si a él así se le ocurre. A que aquellas ominosas pruebas de comprensión lectora las resuelvan los tipos a quienes se las ocurre. ¡Y no los niños! ¡Qué buena cosa! De lo contrario que mejor se arranquen esas páginas que las contienen y ofenden en verdad la magnificencia de un libro y una ensoñación gloriosa como es la lectura.
Artículo 20
El niño
tiene derecho a que su idea, concepto e imagen de los libros y la lectura sean únicos. A perfilar en ello su identidad, a enlazarte allí mano a mano con todos los hombres de la tierra, vivos o muertos. A volver a soñar y construir a partir de ellos un mundo nuevo y mejor para todos los seres humanos de la tierra |
Danilo
Sánchez Lihón
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