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2012, Año de la defensa del agua para la vida y construcción de Los Andes nuevos |
Septiembre, mes de la primavera, de los derechos cívicos de la mujer, el niño y la familia |
7 de septiembre |
1. Atuendo de bayeta – ¡Suéltenlo! ¡Suéltenlo policías! – ¡Oye! ¡A ti, qué te pasa! – ¡Adentro! – ¡Métanlo adentro! – ¡Ya, coge el brazo! – ¡Ya lo tenemos! ¡Al calabozo! –Gritan los custodios. – ¿Por qué? ¿Qué ha hecho? – ¡Devuélvanme mis llaves, policías malnacidos! ¡Por qué me han quitado mis llaves! ¿Qué ocurre? Es un muchacho esmirriado, con atuendo de bayeta, ágil e impetuoso, quien se enfrenta a los gendarmes que lo tratan de apresar. – ¡Explíqueme policías, por qué lo van a detener! ¿Qué ha hecho? 2. Por ser tan altos De cabello ensortijado y abundante, el rostro encendido. Apenas un adolescente quien forcejea con cuatro policías que no pueden doblegarlo. Tiene a su lado a su esposa, una chiquilla de mejillas sonrojadas, con un bebé que carga en la espalda. Y que está cogida a él con brazos y piernas. – ¡Tendrán que llevarme presa a mí también! –Exclama. Desde la puerta del convento, en donde ocurren estos hechos, se ven los andamios de carrizos de los castillos de fuegos artificiales, que se quemarán esta noche. Pero también se divisan las estructuras renegridas de otros, que ya se quemaron ayer por el Día del Alba de la festividad del Patrón Santiago. Por ser tan altos sobresalen sobre los techos rojos de la iglesia y el Palacio Municipal de Santiago de Chuco, casi a la altura de la bandera que ha izado la mayordomía. 3. Ya lo alzan Las calles están congestionadas de gente que visten de atuendos multicolores. Y lucen aires de fiesta. Pero se siguen escuchando los gritos del tumulto del muchacho jalonado por los cuatro policías. Y es que al frente de donde estamos queda la comisaría. Dos de los gendarmes lo empujan de atrás y otros dos lo jalan de adelante. Y no pueden llevarlo por la resistencia que pone la moza en impedirlo. Quieren arrastrarlo hacia la puerta y la mujercita, cogida a él lo retiene con todas sus fuerzas. Pero ya lo alzan en vilo. Allí mismo él apoya los pies en ambos lados de la puerta. – ¡Al calabozo! ¡Al calabozo! –Gritan los uniformados. 4. Indómito y agitado – ¡Suéltenlo! ¡Oigan! ¡Suelten a mi marido! –Sigue gritando la chica. Es una adolescente, con una criatura en la espalda, quien arremete. Detiene a los policías y prendiéndose del muchacho lo jala para ayudarlo a zafarse de los custodios que ven arrancados sus uniformes verdes. Por fin logran otra vez acercarlo al pórtico, lo reducen y logran introducirlo, desapareciendo por el callejón del puesto policial. Ella queda afuera, atajada por otros guardias. Pero la mujer se suelta, empuja y entra. Y logra, no sé cómo, sacarlo hacia fuera al jovenzuelo, quien se defiende que lo apresen con puños y patadas. – ¡Suelten a mi marido! ¡Oigan! ¡Por qué van a detenerlo! ¿Qué les ha hecho? ¡Abusivos! 5. Y otra vez Pollera roja, blusa verde con bordes blancos y amarillos. Encarnado el rostro por la emoción y la cólera. Sus pantorrillas lisas y límpidas evocan los arroyos cristalinos de los campos. Sus zapatos son llanos y pobres. Revolotean por el aire sus dos trenzas negras, donde lucen bien sujetas unas peinetas estampadas de flores silvestres. Otra vez los cuatro policías lo arrastran al muchacho, pero ella como una fiera, alzando los brazos se prende de él. Y otra vez lo rescata, jalándolo calle abajo, tropezándose en las piedras. Los policías se quedan anonadados. – ¡Desgraciados, devuélvanme mis llaves! –Vocifera el mozo. – ¡Ya cállate! ¡Vamos! –Le grita ella. 6. ¡Y así! Y pocas son las fuerzas de la chica para sostener el ímpetu del joven. Este quiere soltarse y arremeter otra vez contra los guardias que se han quedado observando, sin atreverse a actuar. – ¡Policías afuerinos! ¡Malnacidos! Uno de los policías, el más corpulento, se adelanta amenazante, con la vara en alto: – ¡Vamos! ¡Vamos todos a cogerlo! –Dice. Y anima a sus compañeros a seguirlo. – ¡Devuélvanme mis llaves, cachacos desgraciados! – ¡Ya cállate! –Y ella hecha un revoltijo le tuerce la cabeza para que no mire hacia atrás, y así alejarse. – ¡No me voy a callar los abusos! ¡Bastardos! 7. Su anda de oro Y allí corren otra vez decididos a castigar al insolente. – ¡Ya ándate! ¡Llévalo! –Grita una mujer con una fuente de vasos de gelatina en las manos. Y otras se interponen también para defender a que no apresen al muchacho. – ¡Ayuden a llevarlo a su casa! Grita una más, que también ya se ha involucrado. Y ahora hay una muralla de mujeres que defienden al mozalbete. La mujercita, como sea, jalonea a su esposo. Y lo sigue remolcando calle abajo. Las bombardas en el cielo anuncian que ya está saliendo a la plaza la procesión del Patrón Santiago en su anda de oro. 8. Ya quisiera – ¿Cómo se llamará esta muchachita? –Escucho que dice el policía maravillado, sorprendido como si hubiera visto un prodigio. – ¡Chucomama! –le digo. – ¿Así se llama? –Me mira curioso e incrédulo. – ¡Chucomama! Chuco por tierra. Y mama por madre. – ¿Así se llama? – ¡Claro! – ¿Usted la conoce? – ¡Por supuesto! ¡Todas las mujeres aquí se llaman Chucomama! ¿No ha visto cómo las otras les han atajado a ustedes? – Y, ¿qué fuerza que tienen, no? –Dice otro. – ¡Qué manera de pelear por su marido de esta mocosa! ¡Ya quisiera que alguna vez alguien me hubiera defendido de ese modo! 9. De aquí ¡Es increíble! – Nunca he visto! – Yo, señor, me estoy divorciando, pero si alguna vez mi esposa me hubiera defendido como esta chiquilla ha defendido a su marido, suficiente para yo dar la vida por la madre de mis hijos. – ¡Es que Chucomama es madre tierra! – Otras mujeres todo nos reprochan, por cualquier cosa. ¡Seguro que algo has hecho!, nos dicen. ¡Y se van! – Es que a las Chucomamas las inspira la tierra. – Y, ¿qué idioma es ese? – Culle, idioma en el cual chuco significa tierra. – Pero he escuchado que chuco significa sombrero. – En quechua, pero en la lengua originaria de aquí es tierra. 10. Es de ella – ¿Y Chucomama, quién fue? – Una divinidad que les enseñó a ser guerreras. ¿Ha visto cómo ya todas habían formado un cerco? Eso viene desde tiempos muy antiguos. – ¿Y qué significa afuerino, señor? – De afuera. – Y, ¡qué manera de hablar tiene aquí la gente! ¿No? – ¡Por algo aquí nacieron César Vallejo y muchos otros grandes poetas! – ¡Y lo extraño es que son gente del campo! – Precisamente, es por eso. ¡Es la madre tierra! ¿Es de ella que deviene toda virtud, sabiduría y coraje! |
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