21 de mayo Día de la diversidad cultural para el diálogo y el desarrollo |
1. Somos inmensamente ricos. ¿Quién dijo que éramos pobres? Tenemos la tierra, sus dones y paisajes. Son nuestras también las ciudades y caminos. Los bosques, ríos y nevados son íntegramente tuyos y míos, como también las expresiones de la gente, sus lenguas, sus danzas, sus costumbres y sus fiestas. 2. Nos pertenecen a mí, a ti y a todos, las plazas, las calles, los monumentos y vestigios que permanecen: los detalles de los frisos, la aldaba que cuelga enigmática de una puerta. Es el legado de generaciones de antepasados que construyeron todo esto llenos de fervor, ilusión y esperanza. 3. En el aire palpitante de las mañanas aletea indeleble el espíritu de nuestros seres amados que se han ido y nos han dejado este patrimonio y con él ellos se han quedado. No seamos ingratos ni infieles. Cuidemos el mundo que hemos heredado. No los defraudemos. 4. Nuestros hijos cuidarán los bienes que les dejamos, pero igual engrandezcamos el mundo que hemos recibido. Que aquel balcón en la pared no se desmorone por la incuria del tiempo ni por el abandono. Mucho menos destruyamos implantando modelos y estilos foráneos y ajenos. 5. Patrimonio es lo que somos, lo que nuestros padres construyeron y nos legaron; es asumir con altivez el lar nativo y la aldea que nos pertenece; es atesorar para ser algo, de lo contrario no somos nada ni nadie. 6. Seríamos pajitas tiradas al viento sino tuviéramos arraigo a la tierra, sabiendo que es ella la que nos hace verdaderos. Patrimonio es la herencia de la cual somos apenas depositarios, no la desbaratemos, cedámosla mejor ataviada a nuestros hijos. ¡Que ese sea nuestro empeño! 7. Defendamos lo que es propio y genuino, porque ha nacido inspirado en la naturaleza que lo hizo hermoso y sabio, y porque nos distingue de otros pueblos. 8. Vivamos encantados de lo que somos y tenemos, sumidos en el hechizo y la magia del arco iris posado en la ventana crédula. Seamos hijos legítimos de nuestro pueblo. He aquí un cántaro, he aquí una manija, he aquí una cuchara que bien nos representa. 9. No hay desarrollo que valga la pena sin identidad y sin proyección del pasado que nos exorna y glorifica hacia el futuro promisorio. Así como no podemos expatriamos de nuestra infancia no podemos renunciar a ser ciudadanos de la utopía. 10. Podemos oír los acordes que emanan de los salones donde antes se hizo música, podemos degustar los manjares que aquí se sirvieron y ver danzar las parejas cuando aquí asistieron a una fiesta. No maltratemos estos vestigios, son sagrados. 11. Defendamos con nuestra vida un muro antiguo, una techumbre, un campanario. En ello está depositada nuestra historia, la cultura que nos distingue y la sangre que corre por nuestras venas. 12. Las ciudades son prodigios, síntesis de tiempo, abalorios; una cenefa, un friso, una filigrana sobre la ventana. Un farol que vigila, que resiste y permanece en la esquina y donde se posan tus ojos que se llenan de lágrimas. 13. Enseñarle a un niño, no importa si es a escondidas, a adorar una puerta, una lámpara, una piedra de su lar nativo, a limpiar reverentes y con el pañuelo el marco de un cuadro, un balaustre o un adoquín si ha caído polvo sobre su superficie. 14. Tanto o más que el palacio defender lo que queda de la casa del labriego o la morada del pastor que tributaban leche y miel al castillo; más que lo escrito defender la voz de los abuelos; más que la iglesia el reclinatorio donde dobló su rodilla en oración la madre humilde. Tanto o más que la fortaleza valorar el parapeto dónde veló sus armas el soldado. 15. Que bajo el techo típico estén todos los servicios de la modernidad; que sobre el mantel de la mesa esté aquello que la vida desarrollada nos prodiga. Pero que nada nuevo en la arquitectura altere la armonía del lugar en relación con el paisaje y el espíritu esplendoroso. 16. Que aquellos que trabajan en establecimientos que brindan servicios sean personas atentas, gentiles y que se comunican bien, porque finalmente es eso lo que atrae a la gente. La prueba es que le brillen los ojos al hablar de su pueblo. 17. ¡Y cuidado con la añoranza que ata de manos y de brazos y nos sume en la nostalgia! Activismo, militancia, alegría son las claves. No el lamento ni la pena, ni la queja por lo que fue ni por lo que tarda. ¡Acción!, ganas de hacerlo todo bien, es la consigna. 18. Teniendo ciudades y pueblos con identidad vamos a tener visitantes que colmen hoteles, consuman en los restaurantes, frecuenten las tiendas; compren los panes y quesos que tú, madre mía, acicalas. Y escribirán cartas a sus amigos contándoles lo bien que los trataron. Y querrán regresar algún día. 19. Porque se habla de la belleza de los pueblos que son originarios y donde descuella la cultura de su gente, de ello se habla y se cuenta, porque dan visiones para los ojos y música para los oídos. De ellos sí se tomarán fotografías. De estar ahí nos preciamos y sentimos que le hemos sacado una pluma de oro al ave maravillosa de la vida. 20. Por eso, quienes no respetan nuestra identidad, quienes adulteran y traen lo ajeno nos empobrecen. En el fondo en todo esto se trata de si tenemos o no tenemos alma.
|
Danilo
Sánchez Lihón
Instituto
del Libro y la Lectura del Perú
Ir a índice de América |
Ir a índice de Sánchez Lihón, Danilo |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |