21 de mayo

Día de la diversidad cultural para el diálogo y el desarrollo

El mundo es hermoso, por eso: ¡qué viva mi aldea!


Pliegos de lectura

Cofre de tesoros son nuestros pueblos 
Danilo Sánchez Lihón

1. Somos inmensamente ricos. ¿Quién dijo que éramos pobres? Tenemos la tierra, sus dones y paisajes. Son nuestras también las ciudades y caminos. Los bosques, ríos y nevados son íntegramente tuyos y míos, como también las expresiones de la gente, sus lenguas, sus danzas, sus costumbres y sus fiestas.

2. Nos pertenecen a mí, a ti y a todos, las plazas, las calles, los monumentos y vestigios que permanecen: los detalles de los frisos, la aldaba que cuelga enigmática de una puerta. Es el legado de generaciones de antepasados que construyeron todo esto llenos de fervor, ilusión y esperanza.

3. En el aire palpitante de las mañanas aletea indeleble el espíritu de nuestros seres amados que se han ido y nos han dejado este patrimonio y con él ellos se han quedado. No seamos ingratos ni infieles. Cuidemos el mundo que hemos heredado. No los defraudemos.

4. Nuestros hijos cuidarán los bienes que les dejamos, pero igual engrandezcamos el mundo que hemos recibido. Que aquel balcón en la pared no se desmorone por la incuria del tiempo ni por el abandono. Mucho menos destruyamos implantando modelos y estilos foráneos y ajenos.

5. Patrimonio es lo que somos, lo que nuestros padres construyeron y nos legaron; es asumir con altivez el lar nativo y la aldea que nos pertenece; es atesorar para ser algo, de lo contrario no somos nada ni nadie.

6. Seríamos pajitas tiradas al viento sino tuviéramos arraigo a la tierra, sabiendo que es ella la que nos hace verdaderos. Patrimonio es la herencia de la cual somos apenas depositarios, no la desbaratemos, cedámosla mejor ataviada a nuestros hijos. ¡Que ese sea nuestro empeño!

7. Defendamos lo que es propio y genuino, porque ha nacido inspirado en la naturaleza que lo hizo hermoso y sabio, y porque nos distingue de otros pueblos.

8. Vivamos encantados de lo que somos y tenemos, sumidos en el hechizo y la magia del arco iris posado en la ventana crédula. Seamos hijos legítimos de nuestro pueblo. He aquí un cántaro, he aquí una manija, he aquí una cuchara que bien nos representa.

9. No hay desarrollo que valga la pena sin identidad y sin proyección del pasado que nos exorna y glorifica hacia el futuro promisorio. Así como no podemos expatriamos de nuestra infancia no podemos renunciar a ser ciudadanos de la utopía.

10. Podemos oír los acordes que emanan de los salones donde antes se hizo música, podemos degustar los manjares que aquí se sirvieron y ver danzar las parejas cuando aquí asistieron a una fiesta. No maltratemos estos vestigios, son sagrados.

11. Defendamos con nuestra vida un muro antiguo, una techumbre, un campanario. En ello está depositada nuestra historia, la cultura que nos distingue y la sangre que corre por nuestras venas.

12. Las ciudades son prodigios, síntesis de tiempo, abalorios; una cenefa, un friso, una filigrana sobre la ventana. Un farol que vigila, que resiste y permanece en la esquina y donde se posan tus ojos que se llenan de lágrimas.

13. Enseñarle a un niño, no importa si es a escondidas, a adorar una puerta, una lámpara, una piedra de su lar nativo, a limpiar reverentes y con el pañuelo el marco de un cuadro, un balaustre o un adoquín si ha caído polvo sobre su superficie.

14. Tanto o más que el palacio defender lo que queda de la casa del labriego o la morada del pastor que tributaban leche y miel al castillo; más que lo escrito defender la voz de los abuelos; más que la iglesia el reclinatorio donde dobló su rodilla en oración la madre humilde. Tanto o más que la fortaleza valorar el parapeto dónde veló sus armas el soldado.

15. Que bajo el techo típico estén todos los servicios de la modernidad; que sobre el mantel de la mesa esté aquello que la vida desarrollada nos prodiga. Pero que nada nuevo en la arquitectura altere la armonía del lugar en relación con el paisaje y el espíritu esplendoroso.

16. Que aquellos que trabajan en establecimientos que brindan servicios sean personas atentas, gentiles y que se comunican bien, porque finalmente es eso lo que atrae a la gente. La prueba es que le brillen los ojos al hablar de su pueblo.

17. ¡Y cuidado con la añoranza que ata de manos y de brazos y nos sume en la nostalgia! Activismo, militancia, alegría son las claves. No el lamento ni la pena, ni la queja por lo que fue ni por lo que tarda. ¡Acción!, ganas de hacerlo todo bien, es la consigna.

18. Teniendo ciudades y pueblos con identidad vamos a tener visitantes que colmen hoteles, consuman en los restaurantes, frecuenten las tiendas; compren los panes y quesos que tú, madre mía, acicalas. Y escribirán cartas a sus amigos contándoles lo bien que los trataron. Y querrán regresar algún día.

19. Porque se habla de la belleza de los pueblos que son originarios y donde descuella la cultura de su gente, de ello se habla y se cuenta, porque dan visiones para los ojos y música para los oídos. De ellos sí se tomarán fotografías. De estar ahí nos preciamos y sentimos que le hemos sacado una pluma de oro al ave maravillosa de la vida.

20. Por eso, quienes no respetan nuestra identidad, quienes adulteran y traen lo ajeno nos empobrecen. En el fondo en todo esto se trata de si tenemos o no tenemos alma.

UN PICAFLOR PENDE EN EL AIRE

Danilo Sánchez Lihón

1. Los pueblos andinos, mágicos y misteriosos, son un tesoro inmenso y un baúl precioso lleno de tesoros. Defendamos su fisonomía propia, su personalidad amenazada y su identidad sublime.


2. He aquí su plaza: la altitud perfecta de los techos, el volado exacto de las vigas, la inmensa armonía de sus balcones y las paredes arrobadas sumidas bajo la sombra de los arcos de cal y canto.


3. Las torres ladeadas de sus iglesias, con el brillo del sol en sus paredes de adobe y sus cimientos de piedra, con árboles de distintos colores sombreando a su vera, es de una hermosura sin par.


4. Caminemos por esta calle de portones añejos y ventanas ojerosas y que lucen hacia adentro patios empedrados entretejidos de cantos rodados; aquí se posan y vislumbran el sol y la luna con pleno convencimiento.


5. Sus tejados aparecen removidos por el furor amoroso de las aves y de las lluvias ahítas por caer y fecundar la tierra. Los balcones se prenden a las paredes como nidos que se hicieran en los pechos albos de las palomas.


6. Los zaguanes están hechos de piedra labrada. ¿Oyes las guitarras? ¿Cómo ingresan allí y rasgan sus cuerdas las mandolinas que hacen zapatear a la gente? ¿Y, la niña silenciosa? ¿Por dónde anda, camina o se esconde?


7. Desde estas baldosas, bajo el dintel y sobre el umbral gastado de la puerta salieron los guerreros que fueron a ofrendar su vida luchando por defender su patria. Esos hierbajos del muro podrán contar mejor la historia, no los arranquemos, pongamos mejor ahí los ojos confiados, reverentes y ungidos.


8. Tras las ventanas quedan las miradas transparentes de las mujeres que escucharon las serenatas. Ellas no han muerto, aquí perviven. En tanto entremos y veamos el maderamen de los corredores, del escalón y hasta de la mueblería de sala, comedor y cocina.


9. Tras las tapias de los muros viejos y torcidos invaden con su olor los huertos llenos y cargados de duraznos y manzanas, unas tiernas y otras que han madurado en las ramas y los pájaros asustados las dejaron a medio picotear.


10. He aquí las piedras de sus calles por donde han pasado tantas procesiones y desfiles como lentos ataúdes camino al camposanto. En un pueblo así dormiré tranquilo por miles de años.


11. Las calles retorcidas, junto a las acequias no son así porque sus dueños no supieran templar un cordel ni trazar una línea recta, sino porque han querido seguir el curso del agua que corre por el suelo y para no dejar que arrase el viento en las ventanas.


12. Un racimo de flores fucsias asoma por el muro de piedras frente a los nevados y que ha hecho que te detengas peregrino y te arrobes esta tarde. No dejes que la incuria del tiempo desmoronen estos peldaños.


13. Los corrales alucinados antes de llegar al cementerio silencioso, con el ichu alfombrando las tumbas. Que las cruces, los túmulos y espadañas vigilen esta santa morada.

 

14. Desde este lugar se miran las colinas de bordes transparentes cargadas de nubes donde rompe en sus bordes sus aristas el crepúsculo. Y al anochecer el cielo se tachona de luceros.


15. Amor entonces al pozo, al patio, a la grada de la escalera; al borde de la fuente donde caen y flotan pétalos de flores y en cuyo brocal suspiran las voces de nuestros antepasados vivos y otros ya difuntos.


16. Devoción por las macetas colmadas de geranios desvelados porque los hermanos y los hijos vuelvan. Y las paredes de las habitaciones que guardan el registro en su penumbra de nuestras voces, de alegría y desconsuelo, de cuando éramos niños.

 

17. Por eso, traiciona a la vida quien reemplaza un techo de teja por otro de calamina. Esta sentencia rima, lo cual indica que los dioses están contentos de que se consigne y se diga.


18. Por su geografía cósmica, por su vastedad dentro de lo minúsculo, por el dolor de su gente, por sus dramas seculares, por su belleza oculta y profunda, está impedido en él la pequeñez, la mezquindad y el desamor.


19. A un pueblo así hemos de regresar de donde fuera, estemos donde estemos, nos sorprenda la muerte o la vida donde nos sorprenda, porque es altura, cumbre y símbolo.

 

20. De pie en lo alto de la Torre Eiffel, del Empire State Building o en el alminar del Taj Mahal, no pude apartar de mis ojos el perfil de las malvas en el muro de adobe y de arcilla y sentí cómo el mundo se arrodillaba a tus pies, ¡oh tierra mía!

Danilo Sánchez Lihón

Instituto del Libro y la Lectura del Perú

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