Colabore para que Letras - Uruguay continúe siendo independiente |
Instituto
del Libro y la Lectura, INLEC del Perú y Capulí, Vallejo y su Tierra |
27 de noviembre |
“Se debe vivir con honra, o sucumbir con gloria” Andrés Avelino Cáceres |
1. Aquella hazaña heroica Hoy es 27 de noviembre, día en que se conmemora la Batalla de Tarapacá. El sol ha salido desde temprano como otros días, haciendo vivo y translúcido el verdor de los campos, de los árboles y las plantas que han germinado y renovado sus hojas con las lluvias de agosto, septiembre y octubre. Ya en el patio de mi escuela, rodeado de malvas y tejados cimbreantes, enfiladas todas las secciones, del primero al sexto grado de Educación Primaria, el director desde lo alto del corredor nos dice – ¡Niños, muy buenos días! – ¡Buenos días, señor director! –Respondemos nosotros. – Hoy día conmemoramos la batalla de Tarapacá. ¿Quién venció en esta gesta? – ¡Venció el Perú! – Por eso entonces, todos juntos, entonemos la canción alusiva, que dice: |
A ti, amada Patria a ti Patria querida te toca en este día la diestra levantar para cubrir de gloria de lauros bendecidos aquella hazaña heroica que hubo en Tarapacá, que hubo en Tarapacá. |
2. El cielo de azul intenso Las tres columnas en que estamos emplazados los alumnos de la sección del Tercer Grado, cantamos casi en el centro del patio con los rostros abiertos a la bóveda sideral. Mis compañeros aparecen lozanos e ilusos, como si todos hubieran brotado hoy, nuevos y fragantes, emergiendo esta mañana de la tierra pródiga, con el agua, la brisa y el sol. Varios de ellos vienen del campo, caminando desde la madrugada. Se los siente puros y límpidos, tal cual los árboles, las plantas y las flores de nuestras campiñas. Tal cual el aire y la luz de esta hora radiante, esperanzada y fraterna, donde todo suena más nítido, se aprecia más claro y más diáfano. |
Recuerdo tú sangrabas la herida estaba abierta la guerra fratricida tu ejército diezmó. Tras una larga pampa la arena enardecida quemaba las entrañas de aquel que la cruzó al fin de la jornada. |
A cada estrofa miramos el cielo añil y cristalino, por donde se tejen y destejen algunas nubes leves como hilachas blancas. 3. Los jilgueros retozan El sol alumbra esplendente en el firmamento. Al frente nos esperan los salones abiertos tras de las puertas y los añosos ventanales. Con nuestros rostros levantados al sol, los ojos apretados, los corazones rozagantes, a todo pulmón exclamamos jubilosos la estrofa siguiente: |
Peleando con denuedo con fe de espartanos tus hijos los peruanos allá en Tarapacá. Con bravo patriotismo luchando cual colosos anuncian victoriosos tu santa potestad, tu santa potestad. |
Los jilgueros retozan en torno al tejado. Los abejorros zumban en las malvas de las curawas buscando el polen de las flores para fabricar sus mieles. Al lado de cada sección están nuestros respectivos maestros. El mío es don Arnulfo Enríquez, hombre bueno, preparado, alto y sonrosado. Volteo a mirarlo y él con los ojos me dice que no me distraiga y mire al frente. Él también canta, junto con nosotros. 4. La mano en la frente Lleno el aire en mis pulmones, volteo el rostro a mirar al compañero de al lado que aspira el aire y también las pupilas hacia lo alto, embebido y con la boca llena, grita junto con nosotros, hechos ambos una sola voz y un solo latido: |
Resuenan los tambores y un himno de victoria rubrica ya la gloria de nuestro pabellón. Se yerguen los peruanos luchando como fieras conquistan las banderas y un nuevo galardón, y un nuevo galardón. |
Ha terminado la canción y el maestro que tiene el turno de esta semana sube las gradas del corredor, desde donde se dirige hacia nosotros: – ¡Alumnos! ¡Firmes! – ¡Descanso! – ¡Atención! Algunas nubes blancas empiezan a apelotonarse bajo el cielo azul. – ¡Alerta el plantel! ¡Saludo a la bandera! Todos nos llevamos la mano a la frente, tensa y vibrante. 5. Fuiste incendio Una escolta de estudiantes del Sexto Grado avanza marchando y portando en sus brazos la bandera, para izarla en el mástil que roza el techo más alto y se eleva airoso hacia el cenit. En tanto lo hacen, un alumno sale a recitar: |
La bandera tiene vida, la bandera tiene alma, y ama el Sol y ama la altura porque es águila y padece como ella, la nostalgia de las cumbres y es más grande y más soberbia cuanto más del suelo se levanta. |
Mientras se va izando la bandera, que ha flameado en mil batallas, una emoción profunda nos embarga. Mientras, el alumno que recita prosigue palpitante: |
¡OH bandera bicolor! ¡Oh bandera roja y blanca! que en el Morro fuiste incendio y jirones en el “Huascar”; que parece que la sangre de tus hijos te hizo roja y la nieve diamantina de los Andes te hizo blanca. |
6. Sorprendernos
y ultimarnos |
Revisar otros textos en el blog:
|
Danilo
Sánchez Lihón
Instituto
del Libro y la Lectura del Perú
Ir a índice de América |
Ir a índice de Sánchez Lihón, Danilo |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |