Instituto del Libro y la Lectura del Perú, INLEC 

¡Arica no se rinde y jamás se olvida!

7 de junio

Libreta de apuntes de un soldado
Danilo Sánchez Lihón

1. Yo lucho por ti, amor mío


Amor mío, pude haber tomado la ruta del norte y haberme refugiado en Arequipa para después encontrarme contigo. Jamás pensé que pudiera haber algo más fuerte que tú como para haber ido en sentido opuesto adonde tú estabas y tras de ese llamado. ¿Cuál es? Defender tu casa, tu tierra, la moral que sostiene la vida. Y ya ves, heme aquí, con mis pies en el desierto que me llevan a Arica.


La batalla del Alto de la Alianza fue una hecatombe, un holocausto. Tacna en este momento en que te escribo en esta libreta está siendo atacada; se saquea, se fusilan inocentes, se viola mujeres, se incendian casas y establecimientos públicos. Han impuesto la ley que si es atacado uno de sus soldados degüellan a toda una población.


El ejército aliado de Perú y Bolivia ha sido destrozado. La guarnición de Arica está aislada e indefensa, bloqueada por mar y tierra. En el alto mando del ejército que aún queda sólo Cáceres ha insistido en marchar y defender Arica.


En el fragor de la batalla ha sido tu regazo donde la vida nace la visión que me acompaña siempre. Ahora es tu rostro el que va conmigo por todos estos caminos. He cruzado el desierto. El ejército chileno se traslada por vía férrea y otros batallones avanzan bordeando los contrafuertes andinos para atacar Arica por el este.


Cuando la vida vuelva a su normalidad ¿desaparecerá el fervor en que vivimos estas horas? Yo lucho por ti, amor mío. Y aunque parezca que los he abandonado, el cariño hacia ti y mis hijos me impone que yo esté aquí.
 

 

2. Ya luzco mi uniforme de bayeta blanca


4 de junio. Arica es una ciudad hermosa convertida en factoría y cuartel militar, pero la vida en ella aún aflora bella y exquisita.


Me he presentado al coronel Bolognesi. En algún momento creí reconocer en él al padre que perdí de niño. Me parece un hombre noble, valeroso y lleno de comprensión acerca de la vida, con raigambre y sentido muy hondo del honor. Me encanta pensar en él. En mi mente se ha quedado muy fuerte y muy querida su imagen. Me ha asignado al batallón Artesanos de Tacna y ya luzco mi uniforme de bayeta blanca.


La cumbre del morro donde acampamos es una plaza natural de 10 mil metros de extensión y 260 de altura. Aquí se emplazan las piezas de artillería y en la pendiente se han hecho fosas y casamatas. Somos aproximadamente 1600 hombres repartidos en varios batallones.


Bolognesi ha mandado volar la línea férrea y los terraplenes de la estación del Hospicio así como los puentes de El Molle y Chacalluta para evitar la movilización de tropas enemigas. Sus equipos de ingenieros los han reparado al instante. Es una maquinaria de guerra intencionalmente preparada.


Hoy ha ocurrido una desgracia: El ingeniero Teodoro Elmore que conoce los planos y ha tendido las minas que rodean al morro y defienden Arica ha sido capturado por una patrulla chilena. La señal de que no confesó será que en unas horas será fusilado y aparecerá muerto. No cabe otra lógica.


En esta hora crucial qué suerte conocer a algunos hombres sublimes dentro de los sencillo. Basta mirarlos para sentir que la vida ya te premió por el solo hecho de conocerlos. Uno de ellos, entre otros que custodian el morro, es Bolognesi.
 

 

3. Aquí se defiende lo puro, lo moral, lo que es el orden del universo


El ejército enemigo tiene hasta este momento seis mil hombres al pie y en los contornos del morro.


Nosotros somos 1600 hombres que han tenido que dejar el arado, la garlopa, la tiza, el cepillo, el hilo y la aguja porque allanaron tu casa ¿cabe humillarte?, porque abofetearon a tus seres queridos ¿cabe permanecer pasivos?, porque vinieron a imponer cupos y hacer explosionar lo que habíamos construido con esmero ¿cabe ser indiferente?


Amor mío, cuando crezcan nuestros hijos háblales que si no  vuelvo ni estoy con ellos la razón es que su padre quiso que vivieran en un país con dignidad y eso lo conquistaremos hoy día. Y esa es la razón de esta partida. Ganaremos para siempre aquí el ser dignos. Porque se puede ganar una guerra pero también el oprobio.


Aquí defendemos no sólo una patria sino el sentido de la especie humana, el bien, la verdad, la justicia.


Por eso luchamos. Por eso Roque Saénz Peña deje su curul de diputado en Argentina y aquí viene a batirse? En Arica se defiende lo que hace que la vida merezca ser vivida.


Por eso Alfonso Ugarte que es rico y podría estarse divirtiendo en cualquier lugar ameno, equipa y solventa un batallón y prefiere el fragor de la batalla. Hace unos días se ha batido como un león en Tarapacá; tiene heridas de bala, una en la frente y está aquí prefiriendo el sacrificio y la muerte antes que permitir el abuso y la afrenta. Por eso, amor mío, ahora no estoy a tu lado.

  

4. Muchos de nosotros seremos cadáveres dentro de algunas horas

 

Bolognesi ha tenido un gesto muy lindo. Ha preguntado por mí y he caminado a su lado. Me ha confesado que tengo un gran parecido con su hijo Enrique. (Nota de editoes: Enrique y Augusto, hijos de Francisco Bolognesi, ofrendaron luego su vida en la defensa de Lima). Me ha pedido que sea su ayudante de campo.

 

Hoy día, 5 de junio, se recibió al emisario chileno Juan de la Cruz Salvo pidiendo la rendición de la plaza en base a las siguientes razones: 1) Es imposible su defensa por la inmensa superioridad militar del ejército de Chile en fuerzas de tierra y mar. 2) El aislamiento total en que nos encontramos. 3) Dicen saber todos nuestros emplazamientos, pertrechos y recursos.


La rendición consistiría en dejar que todo el destacamento acantonado en este lugar se retire portando sólo armamento ligero, alejamiento que no sería hostilizado por las tropas chilenas.


Bolognesi ha respondido que su decisión inquebrantable es luchar hasta quemar el último cartucho. Esta decisión ha sido consultada a la junta de jefes quienes la han ratificado unánimemente sin excepción.

 

En la historia humana sólo Leonidas de Esparta en las Termópilas ha de ser comparable, con la diferencia que nosotros somos artesanos y hombres de paz. Bolognesi mismo es un anciano.

  

5. Hoy día el resultado para los defensores del morro ha sido victorioso


¡Arica no se rinde! Y esta decisión la hacemos nuestra los 1600 hombres de este pináculo.


¿Luego de este sacrificio podrá haber algún peruano indolente? ¿De aquí para adelante habrá algún maestro o estudiante mediocre? Muchos de nosotros seremos cadáveres dentro de algunas horas. Vamos a morir por todo lo excelso, prístino y acrisolado. ¡Que eso sea lo que prevalezca!

 

Día 6 de junio. Cerca de la una de la tarde empezó el bombardeo. Los barcos de guerra Loa, Magallanes, Covadonga y Cochrane disparando desde el mar y la artillería chilena desde tierra.


El resultado para los defensores del morro ha sido victorioso y cerramos la noche con aplausos. Se alcanzó a averiar a la Covadonga y se acalló una batería chilena con 4 cañones.


He acompañado al coronel Bolognesi a pasar por cada trinchera. Ha saludado y agradecido por la jornada. De cada emplazamiento surgían vivas al Perú.


Insólito. Al anochecer el ing. Teodoro Elmore traía un nuevo mensaje del ejército de Chile pidiendo la rendición. ¿Ahora hace de emisario chileno? Francisco Bolognesi no lo recibió.

 

6. Todos los que defendemos somos hermanos


Día 7 de junio. Velamos al pie de los cañones. No dormimos. La noche es húmeda y fría. La neblina cubre los cerros y cala los huesos.


Son las cuatro de la mañana y ha sonado la diana de zafarrancho de combate.

 

Permanecemos de pie en los parapetos con el arma sujeta a nuestras manos. A las cinco y quince del amanecer se pinta en el horizonte una línea negra que avanza. Chile inicia el ataque.


Pronto hay fuego nutrido de fusilería. 


La artillería chilena de los cañones Krupp desata un bombardeo infernal e implacable.


Son lanzados oleadas de soldados chilenos. Los batallones Iquique y Tarapacá del Perú a paso de trote tratan de ganar la altura y son diezmados.

 

Palmo a palmo son defendidas nuestras posiciones.

 

Aquí ya no hay jefes ni subordinados. Todos los que defendemos somos hermanos, sin distingos ni diferencias de razas, ni de procedencias.


Se escuchan explosiones que hacen retumbar la tierra. Estallan los polvorines peruanos.


Me veo envuelto en una confrontación cuerpo a cuerpo, a balazo y bayoneta.

7. La vida herida, ofendida, traicionada


La lucha es increible.


Son las ocho y quince de la mañana y todo sucumbe en contra nuestra.

 

Estoy cerca de Bolognesi que sigue disparando revolver en mano. Una bala le atraviesa el cráneo y cae salpicando con su sangre la tierra y cubriéndola con su cuerpo. Todo el morro cubierto por su cuerpo.


Estoy herido. Me he arrastrado hasta la pendiente donde podré arrojarme al abismo.


Nunca fue tan hondo y vibrante ser peruano. Sentir lo propio y extraño; lo que es tuyo, lo ajeno y lo contrario.


– ¡Ríndase! ¡Ríndase! –gritan a Alfonso Ugarte que ha picado su caballo y se arroja por el acantilado hacia el mar, casi por encima mío que yazgo tendido.


¿Dónde está Dios? ¿Estamos solos en el universo?


Difícil ser bravo y valiente sabiendo que todo es adverso, que todo escasea, que todo es incierto. ¡Y aún así hemos sido bravos y valientes!


Veo y escucho el repaso de heridos con la bayoneta y corvo chileno. He rodado ladera abajo.


Inunda el olor y sabor a catástrofe; de sangre mezclada a polvo, de despojos ensangrentados, de pólvora quemada junto a la humedad salada del mar.

 

8. Las calles de Arica están rojas de sangre, sangre explosionada, quemada


He caído desde un farallón hasta una saliente de roca. Me cuesta moverme.

 

Me estoy muriendo. He podido deslizarme cayendo por el morro. Apenas me sostengo en una rendija de la roca con cara al mar.


Tengo perforado el abdomen y una desgarradura honda de bayoneta a la altura del omóplato.


Arica, que nunca el Perú te olvide.


Amor mío, dile a nuestros hijos que su padre se inmoló en Arica. Que estuvo en Arica y es un privilegio haber estado aquí.


El monitor Manco Cápac desde aquí veo que se hunde y su tripulación es ametrallada. Hay incendios por uno y otro lugar.


Que por Arica siempre sean grandes los peruanos. Les dejamos una patria alta y sublime.


Desde aquí veo el fusilamiento de peruanos en las graderías del atrio de la iglesia, entre sesenta u ochenta personas totalmente inermes.

 

Su caballería por todo lado persigue heridos que atraviesan el campo y les da muerte.


Las calles de Arica están rojas de sangre, sangre explosionada, sangre quemada.


No sé cuántas horas han pasado y sigo aquí convulsionando de frío y humedad. Veo caer delante mío los cadáveres de los soldados peruanos muertos y que los chilenos arrojan al mar. Son centenas.

 

9. Los ataúdes son llevados en hombros por una escolta


Estos apuntes, amor mío, los escribo ya desde una posada en la ciudad. No sé qué día es ni cuantos han pasado desde la batalla.


Me cuentan que el cadáver de Alfonso Ugarte fue rescatado de entre las olas donde bajaron a buscarlo los propios chilenos por la recompensa de mil pesos de oro que ofreció su madre.

 

Hoy día salgo para Lima. Por mediación del Brasil se esperaba para principios del mes de julio el ingreso a Arica el vapor “Limeña”, a fin de recoger a mil heridos peruanos.

 

Hoy por fin ha llegado. Soy uno de los más graves. También en ese buque serán transportados los féretros que contienen los restos de Francisco Bolognesi y Juan Guillermo Moore,


Sus cuerpos han sido exhumados de sus tumbas en la iglesia de San Marcos. El ejército chileno antes de entregarlos realiza una ceremonia que incluye una misa celebrada por el párroco José Diego Chávez.


Mientras se cumple la ceremonia la camilla en que me trasladan ha quedado detenida a un lado.


A su paso hay una formación de honor de tropas chilenas con uniforme de parada. Los ataúdes son llevados en hombros por una escolta de ese país.

 

Hasta a ellos no les cabe duda de que son héroes. Todos aquí fueron héroes.

 

10. ¡Arica no se rinde y jamás se olvida!

 

¡Oh padre! ¡No se debe llorar!


No lloré cuando vi cuando vi de niño que enterraban a mi padre. No lloré al ver caer al ejército en el Alto de la Alianza y luego saqueada y ardiendo a Tacna. Tampoco cuando te vi caer en tierra cubriendo con tu cuerpo el morro entero. No lloré al ver el fusilamiento inmisericorde de peruanos inermes.


¡No se debe llorar! Pero al divisar su ataúd y avanzar por el muelle cargado ya por una guardia de honor de soldados peruanos y al ver a la multitud agolpada, primero silenciosa y después rugir ¡Viva Bolognesi! ¡Viva el Perú!, desafiando a la prohibición y a la muerte... y al escuchar a Federico Barreto alzar su voz jugándose la vida.

 

¡Oh padre! lágrimas hirvientes, sin yo quererlo, han surcado mi rostro.


Día habrá, muy pronto, en que mis hijos pregunten quién fue su progenitor. Ojalá estas notas alcancen a llegar hasta sus manos.


Pero más, que lleven a Arica siempre en el alma. Que sirva para ser mejores peruanos.


Porque cada palmo de tierra la hemos defendimos con nuestra sangre y nuestros sueños, sangre amorosa, sangre que defiende, sangre trabajadora.


Porque nunca se probó tanto una fe en un altar como en Arica.

 

Por eso Arica será siempre nuestra. Aquí ser Perú supera todo cálculo, toda lógica, toda racionalidad.


Arica es un altar, un ara, un baluarte moral.


¡Arica no se rinde y jamás se olvida!

Danilo Sánchez Lihón

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