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Capulí, Vallejo y su Tierra

Construcción y forja de la utopía andina

Centenario 18.1.1911,de nuestro Apu tutelar
Arguedas, el hijo ajeno
Danilo Sánchez Lihón
www.danilosanchezlihon.blogspot.com 

1. Los enigmas de su nacimiento

José María Arguedas es quien nos develó el mundo andino con entrañable fervor, ternura y belleza sin límites. En las reseñas sobre su vida se consigna que nació el 18 de enero del año 1911 en Andahuaylas, en el departamento de Apurímac, región de cerros inhiestos y pavorosas hondonadas.

Se refiere, además, que fue hijo del abogado Víctor Manuel Arguedas Arellano y de la señora Victoria Altamirano Navarro, quien era hacendada y murió cuando él tenía dos años y medio de edad.

Sin embargo, sobre estos datos ha sobrevenido la controversia. Y ahora su nacimiento está lleno de enigmas, preguntas sin respuestas, suposiciones y paradojas.

Y esto desde que Luis E. Valcárcel, el gran historiador del Incario, su dilecto maestro, colega de trabajo y amigo sincero, revelara en sus memorias que era hijo natural. 

Y, además, fruto de una relación irregular. ¿Qué significa ese apunte turbador, pavoroso y con signos de ser una lanza meticulosamente adobada y lanzada por un historiador?

Esto motivó una pregunta inquietante en personas que quieren y aman a José María Arguedas con libertad y a la vez con compromiso consagrado.


2. La tierra rezuma sus lágrimas

Dicha pregunta se la formula porque él es un corazón palpitante y una fe adorable a seguir en el camino de construir otra vez la utopía andina en esta nuestra geografía estremecida.¿Cómo es aquello de que es ¿hijo natural y fruto de una relación irregular? el las memorias de aquel señero maestro?

¿Entonces no es hijo del matrimonio formal Arguedas Altamirano? ¿Por qué el ecuánime, recio y circunspecto maestro y amigo personal suyo, quizá el personaje más cercano a él en el trabajo y en la amistad, se atrevía a anotar que es hijo natural? 

¿No provenía de un matrimonio establecido con hermanos y hermanas ya conocidos? ¿Sus padres, o uno de ellos, no son aquellas personas cuyo apellido formal consigna él en su nombre oficial?

De otro lado, hay personas en la localidad recóndita de Huanipaca que modulan y saben sucesos que ellos mismos esconden y entierran muy hondo. Pero al final la tierra rezuma sus lágrimas por entre las piedras, la tierra fecunda y los abrojos. 

Y entonces aquello que parecía una historia lacrada y secreta ahora aflora, se filtra y horada hasta por entre las rocas. Y que se diseña o esboza del siguiente modo:



3. Dejándolo por los caminos

a. José María Arguedas no nació dentro sino fuera del matrimonio de Víctor Manuel Arguedas con la señora Victoria Altamirano. 

b. Es hijo del padre que se menciona, pero en una criada o sirvienta de la casa de su hermana, la señora Amalia Arguedas Arellano hermana del padre de José María y dueña junto a su esposo de las cuatro haciendas más grandes de Huanipaca. 

c. Don Víctor Manuel Arguedas Arellano, abogado trashumante, solía visitar a su hermana en Huanipaca y en las haciendas que el matrimonio Guillén-Arguedas tenía y en donde servía Juanita Tejada Gutiérrez con quien engendraron un hijo.

d. Una manera de garantizar la supervivencia del niño ya nacido habría sido presentarlo como hijo legítimo del matrimonio formalmente establecido.

e. Muerta la señora Victoria Altamirano la criada Juanita Tejada Gutiérrez recuperó a su hijo, regresando a su cuidado por breve tiempo.

f. Luego el niño volvió a ser recuperado por la familia Arguedas, para que su padre fuera dejándolo por los caminos como encargado, hijo extraño o hijo ajeno, faceta esta última que lo relata el propio José María.


4. ¿Quién sino?

Habrían sido y resultan ser consecuencia de todos estos sucesos:

a. Que José María Arguedas Altamirano quizá sea en verdad José María Arguedas Tejada, hijo de la criada de su tía Amalia Arguedas Arellano, hermana de su padre.

b. Que Juanita Tejada confinada en Huanipaca asumiera con resignación este hecho reconociendo que era un destino mejor para su hijo. Desde entonces Juanita Tejada adoptó una actitud ausente extrañando a su hijo, reclamando a veces y delirando otras, sintiendo y sabiendo a la vez que era imposible recuperarlo.

d. Pareciera que José María Arguedas supo de este nudo en su destino y de esta historia sublevante y estremecedora. Y de ser así, debe haber sido uno de los motivos más gravitantes en su desapego por la vida y en su suicidio concomitante.

e. ¿Quién sino él mismo pudo revelar estos hechos a Luis E. Valcárcel para que él anote después que es hijo natural e irregular del matrimonio? ¿Quién sino José María para haber confiado en el hombre viejo, sabio y sosegado con quien trabajó estrechamente, con quien fueron amigos y confidentes?


5. Un emblema y una consigna

Se han recogido datos que dan indicios a la tesis o suposición de corresponder a José María Arguedas el apellido materno de Tejada, en vez de Altamirano, y de haber nacido en Huanipaca. El informe lo suscribe Walter Saavedra donde se dan estos alcances:

a. Que las fechas del posible encuentro entre el padre de José María y la criada Juanita Tejada Gutiérrez en Huanipaca coinciden.

b. Que los parientes de Juanita Tejada recuerdan que ella tuvo por aquella fecha del nacimiento de José María Arguedas un hijo varón.

c. Que el genotipo biológico de José María Arguedas corresponde al tronco familiar de Juanita Tejada Gutiérrez, blanco de piel, ojos claros, zarco, con el pelo castaño y ondulado.

d. Que en la investigación se encontró a un sobrino nieto de Juanita Tejada llamado Alejandro Tejada Guillén, que era “el vivo retrato” de José María Arguedas.

e. Que la localidad lejana de Huanipaca guarda esta historia como un secreto pero a la vez como un emblema y una consigna en el alma.


6. La vida se eleva en un prodigio

A ello se agrega:

a. Que los pobladores del lugar conocen de algún modo la vida extraña que la muchacha llevó a consecuencia de que le arrebataron a su hijo.

b. Que en la partida de bautismo después del apellido paterno Arguedas figura una T borroneada.

c. Que José María Arguedas tuvo una especie de fijación en sus novelas acerca de estas relaciones desiguales de patrones y servidumbre.

d. Que su adhesión no es a los mistis, patrones o encumbrados sino a los siervos pero alentando un profundo anhelo de justicia social.

e. Que es un hombre que vive con sus emociones en punta, en filo, suspendidas, temblando y en vilo; o en vuelo.

f. Que siempre tuvo fascinación por los abismos, hondonadas y barrancos; sobre los cuales la vida se suspende y eleva en un prodigio de equilibrio.


7. Purifican estigmas

Cabe suponer entonces que nació no en un pueblo grande, sino en un lugar remoto, posiblemente en la hacienda Karketi de Huanipaca.

Y en una casa pobre y vetusta, porque estos son también escenarios que constituyen una fijación en sus obras.

a. Que nació en una quebrada. Y pensemos en la significación de esta palabra.

b. Porque mujer y niño, todavía en el vientre, fruto de una relación abrupta se recluyen en los pliegues que hace la Tierra.

c. Porque la mujer embarazada del patrón se refugia en un lugar inaccesible.

d. Porque allí permanece oculta, en los resquicios o resquebrajaduras del mundo donde se alivian esas relaciones prohibidas.

e. Porque son las quebradas andinas, como dobladuras atroces de los cerros, los lugares más propicios a vivir en otro mundo.

f. Porque son a su vez los lugares más prodigiosos, atravesados de cursos de agua límpidos y cristalinos que purifican penas, agobios y estigmas.


8. Mundo trémulo

Siendo así José María Arguedas vería la luz primera del sol en alguno de esos parajes que son milagros sobrenaturales de la naturaleza y de la vida. 

a. Quebrada envuelta entre bosques. Donde cada arbusto, planta y espiga tienen alma, donde toda la naturaleza estalla y se pasma.

b. Donde el día y la noche se juntan en una comunión de amor y de muerte.

c. Donde la noche es oscura y el ser humano aprende a escudriñar las sombras y a saludar al sol horadando las tinieblas, como él lo hizo en sus obras.

d. Donde los cerros, los seres y las cosas tienen estupor y pugna la vida aunque poderosa es la muerte.

e. Donde también sentiría la noche estrellada, la luna que riela en el patio empedrado y hecho transparente por la lluvia que ha caído.

En ese mundo nació José María Arguedas, para develar entrañable y apulso el mundo andino lacerado, trémulo y sobrecogido.


9. En ese mundo nació Arguedas

– Donde todo es distante y cercano, el grillo anuncia y el zureo de la torcaza predice.

– Donde el aliento y el susurro reemplazan a la voz cotidiana. De casas desperdigadas, algunas ennegrecidas por la pena. 

– Donde las noches son invisibles por lo sobrenaturales. Pero que al final se asumen y se sobrevive.

– Donde en ellas se manifiesta el estallido mudo de la creación.

Quebrada como aquella que recreó en su cuento Warma Kuyay, “Amor de niño”, donde dice:

Noche de luna en la quebrada de Viseca…

Me fui hacia el molino viejo; el blanqueo de la pared parecía moverse, como las nubes que correteaban en las laderas del “Chawala”. Los eucaliptos de la huerta sonaban con ruido largo e intenso; sus sombras se tendían…

Esas sombras que él perfila y delinea en el suelo son las que pisamos a tientas y seguimos conmovidos en este trabajo.


10. En sus mínimos detalles

Siguiendo dicho rastro y fascinación y queriendo conversar con alguien que nos precise un poco más acerca de los perfiles del pueblo de Huanipaca, el día sábado 8 de enero del año 2011 entrevisté a la Sra. Rosa Mattos Gutiérrez en su departamento ubicado en la cuadra 8 de la Av. Mariátegui, en Jesús María, en Lima. 

Ella cuenta con 81 años de edad, se ha desempeñado como empleada estatal en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones y en ocasiones como profesora.

Antes que me concediera la cita me preguntó por teléfono:

– ¿Cuál es el motivo de su entrevista?

Y yo me arriesgué diciéndola:

– Conocer sobre el posible nacimiento de José María Arguedas en Huanipaca. 

– Ah. Está bien. Lo espero a las cinco de la tarde. –Respondió.

Mujer precisa, que escruta con sus ojos azulados antes de dar una respuesta, buscando que ésta sea lo más exacta y objetiva posible. Es una dama fina, cultivada y se la siente que busca el bien en todo. Y quien conoce la obra de José María Arguedas hasta en sus mínimos detalles.



11. Fui como una hija para ellos

– ¿La han entrevistado antes sobre este tema? –Pregunto.

– Usted es el primero. Y no sé por qué lo hago.

– ¿Puedo tomar apuntes? 

– Sí, puede hacerlo.

– Usted nació y se crió en Huanipaca, en qué año?

– Nací en Huanipaca el año 1928 y me crié allí hasta los 9 años, pero he regresado siempre. A veces por períodos largos, cuando estudiaba en el Cuzco.

– ¿Conoció a la señora Amalia Arguedas Arellano, hermana de Víctor Manuel Arguedas Arellano padre de José María Arguedas?

– Sí. Estaba casada con don Manuel María Guillén, ambos dueños de las cuatro haciendas principales de Huanipaca. Fueron mis padrinos de bautizo y yo fui como una hija para ellos.

– Conoce la casa y las haciendas que ellos tenían.

– Sí. En esos lugares he jugado y he vivido. Tenían las haciendas más grandes del distrito: Karketi, Huaychuyo, Wanchulla y Tacmara. Eran dueños de la mayor extensión de tierras.


12. Fui la última en verla

– ¿Cómo es Huanipaca? 

– Tiene su plaza, sus calles, aunque ahora un poco desoladas, su iglesia que mandó a construir don Manuel María Guillén, esposo de la señora Amalia Arguedas.

– Usted tuvo familiaridad con ella.

– Sí, mucha. Entraba a su casa con total confianza. Me obsequiaba canastas repletas de pan que yo no podía siquiera levantar, por lo pesadas que eran y tenían que ayudarme a llevarlas a mi casa. Fui una niña vivaz y seguramente con algún encanto para ellos.

– ¿Qué imagen guarda de la señora Amalia Arguedas, tía de José María, por ser hermana de su padre?

– Fui la última en verla cuando la llevaron ya muy enferma de hidropesía hacia Abancay cargada en su misma cama que acomodaron como litera con un toldo encima, en hombros de los peones que enrumbaron por el camino de arriba porque quisieron que la gente ya no la viera por lo enferma que estaba, pero corrieron a despedirla, como unas doscientas personas en un cortejo que lloraba hasta la curva llamada Hornada. Yo levanté el toldo que la cubría y fui la última en verla y en decirla adiós. Me ha dolido mucho en el alma conservar esa imagen de ella ya totalmente postrada.


13. ¿Cree en ella?

– ¿Su hermano, don Víctor Manuel, padre de José María el escritor, la visitaba continuamente?

– Sí, siempre. Eran hermanos y él era un abogado trashumante que visitaba los pueblos. 

– ¿Le recuerda a alguien el nombre de Juana Tejada Gutiérrez? 

– Sí. Era la empleada de la señora Amalia Arguedas, la muchacha de mano, nosotros les decimos así; es decir para hacer toda clase de mandados.

– ¿Cómo era ella?

– Esbelta, blanca, de ojos claros. Y muy buena moza.

– Existe la hipótesis de que ella es la verdadera madre de José María Arguedas. ¿Conoce esa suposición?

– Sí.

– ¿Cree en ella?

– Sí.

– ¿Hay pruebas? 

– No.



14. Porque es mi propia historia

(De un caso así lo primero que se tratarán de hacer desaparecer son las evidencias, pienso yo).

– ¿Hay algún documento que sustente esa tesis?

– Ninguno. Salvo un detalle significativo: la partida de nacimiento de José María Arguedas en Andahuaylas tiene un borrón en el apellido materno, sobre el cual se ha puesto el apellido Altamirano. 

(No es una prueba ni una evidencia, pienso yo, pero a partir de ello lleva a hacerse una pregunta: ¿Por qué?).

– ¿Usted ha visto la partida en donde aparece ese borrón?

– Sí.

– Si no hay pruebas o documentos, entonces, ¿por qué cree?

– Porque hay indicios y coincidencias. Pero, principalmente, porque es mi propia historia, porque es mi vida íntima. Porque yo soy hija natural y que, igual, estuve condenada a ser tirada al río. 



15. Convenía a todos ocultarlo

(Y si alguien más cree en eso, pienso yo, es porque sabe que así es el Perú, del cual Arguedas es su Apu).

– Sin pensar ahora en pruebas, ¿por qué cree que el desenlace fue ese?

– El hecho de que existiera un hijo fuera del matrimonio era una vergüenza y una afrenta. Por ejemplo, cuando mi madre, de 28 años de edad me concibió a mí, pero sin haberse casado, mi abuelo ordenó eliminarme.

– ¿Así?

(En el caso de José María, si ocurrió tal como se supone, o bien desaparecía el niño o bien se aparentaba que era hijo legítimo de los esposos casados, tal como se hizo. Y debía de desaparecer todo vestigio.

Entonces, que no haya pruebas es lógico, concluyo, y se compagina con las costumbres del lugar, cual es que es un hecho que convenía a todos ocultarlo poniendo sobre él cien candados y sellándolo con un silencio total, más aún de quienes eran actores o testigos directos).



16. Abrir dicho enigma

– ¿Usted no le preguntó nada a Juanita Tejada?

– Yo era una niña. Yo no sabía nada. Y no tenía ninguna inquietud al respecto. (No. De esas historias nunca se habla. Son arcanos. Aquí estamos frente a una lápida, pienso yo).

– ¿Ella vivió mucho tiempo?

– Sí. La última vez que lo vi, ya canosa, mendigaba en el mercado del Cuzco.

– ¿Juanita, tuvo otros hijos?

– No, Ninguno.

– ¿Usted cree que José María Arguedas tenía indicios acerca de este origen? 

– Sí. (Y quizá para nadie peor que para él abrir dicho enigma).

– Usted, ¿lo conoció a él?

– Llegaba siempre a Huanipaca. Vestía terno, nadie más lo hacía. No hablaba con nadie. Cruzaba la plaza y se sentaba en una piedra de la colina de Cicuca. Me fascinaba verlo. Él pasaba horas mirando un mismo lugar.



17. Mirarlo a los ojos

(Después que salió libre de la cárcel y publicó “El sexto”, el primer lugar al cual fue a buscar alivio a su alma es Huanipaca).

Rosa Mattos a quien entrevisto, ha participado junto con otras personas, elaborando una semblanza acerca de sí misma en el libro titulado “Reflejos de vida”, producido por el taller literario del Centro de Adulto Mayor Pablo Bermúdez.

En ese texto leemos lo siguiente: 

“Cuando conocí “Agua” de Manuel María Arguedas y supe que era ese señor flaco, que salía todas las mañanas de la casa de doña Amalia, en mi pueblo de Huanipaca, lamenté no haberle dirigido la palabra, no haberme sentado a su lado y mirarlo a los ojos. 

Claro que aún era pequeña... me limitaba a seguirlo de lejos cuando subía al cerrito de Cicuca”.

18. Algún pasaje

– De niña, ¿supo usted algo de esta historia que comentamos?

– No. Nada. 

– ¿Hay personas que creen en esta versión de la vida de José María?

– Sí. Y muy respetables. Por ejemplo el profesor Waldy Gutiérrez de Abancay. El abogado Jesús Camacho quien conoció a la persona que crió a Arguedas en Andahuaylas, antes que muriera la señora Victoria Altamirano y quien nos refiere que mientras ella vivió la señora rechazaba al niño José María.

– En la obra de nuestro escritor, ¿recuerda usted algún pasaje de evocación a la Sra. Victoria Altamirano, siquiera en la referencia que de ella pudieran haberle hecho otras personas?

– No. Ninguna, aparte de aquella que dice: 

                                              “Mi madre murió cuando yo tenía dos años y medio”.

– Muchas gracias, señora. Ha sido usted muy amable.


19. ¿Por qué?

Sobre este particular elucubramos, en el sentido de ¿cómo es que en la obra de José María Arguedas no hay una sola línea de evocación de su madre? ¿Por qué?

Sea a partir de noticias, reseñas o anécdotas que le narrasen otras personas, que le informan acerca de ella. 

Si no fue así, es porque este constituía un tema vedado para él, prohibido y tabú. Que no podía acercarse a él ni tocarlo, salvo con una deidad como Luis E. Valcárcel.

Sino, ¿cómo se explica que él tan sensible no recogiera sus pasos, recreara sus huellas y revivieran sus latidos en su escritura? 

Ello pareciera ser el indicio principal de que él conocía su origen lacerado.

Sino, ¿por qué él tan reconocido a la Pacha Mama no tiene una sola línea dedicada a evocar a su madre biológica salvo estas diez palabras que más parecen una lápida que cierra y que clausura?

                                             “Mi madre murió cuando yo tenía dos años y medio”.



20. Siendo así

Nada más en toda una ingente producción literaria. Incluso entre los personajes nativos que más lo protegieron recuerda principalmente a mujeres, como doña Cayetana que le supo dar más amor, quizá porque los blancos cuando sufren necesitan más consuelo que los indios.

No es que excluyera entonces a las mujeres. Siendo así, ¿por qué no hace lo mismo con su madre siquiera en la evocación a través de los otros?

Igual que hizo con tantos otros asuntos y contenidos fundamentales, como cuando relata, en las palabras de otros, cómo los indios construyeron un camino de la sierra a la costa en unos cuantos días. 

En cambio a su padre sí le dedica capítulos enteros de su obra, no porque fuera un ejemplo sino por adhesión sentimental y emotiva. En torno a su madre nada. Pareciera entonces que tenía un muro temible que lo ataja a ocuparse de ella.

Abundan eso sí referencias a actos de violación de patrones a indígenas, de los poderosos con los débiles, de los amos con la servidumbre, como una fijación u obsesión permanente y constante en su espíritu. He allí los abismos del país fracturado que aún somos. 



21. ¿Quienes somos?

He allí la despiadada crueldad con alguien que tuvo que sufrir ese destino para develar no su suerte particular sino de la comunidad indígena plena de ternura y las raíces que nos sustentan a todos nosotros. 

He allí el destino del Perú irredento que aún somos. 

Esta historia no solo vale porque se trate de José María Arguedas sino porque es la historia de todos nosotros. 

Estos contenidos debieron estar presentes en los dos balazos que se descerrajara en el cráneo al final de su vida.

Porque somos un país fragmentado, escindido y atravesado por hondas y lacerantes heridas, divisiones y roturas. Hay entre nosotros enmascaramientos, ocultamientos y disimulos.

Y, ¿por qué insistimos en un hecho como este que podría parecer hasta una averiguación equívoca de detalles luctuosos?

Lo seguimos porque se trata de algo fundamental para nosotros mismos, para el Perú y su destino. Para tratar de responder a la pregunta fundamental de ¿quienes somos?


22. Es nuestra historia

Como dice la Sra. Rosa Mattos en la entrevista que le hacemos. Vale este rosario de hechos porque es nuestra propia vida. 

Y no es tan importante tener pruebas o documentos que convertirían este asunto en algo particular y biográfico, cuando su valor está en otra dimensión, mucho más social y hasta de rearme para nosotros mismos.

Por eso vale, de lo contrario podría parecer incluso de un interés superfluo, curioso e incluso atrabiliario. 

Sin embargo, y al contrario, su valor es trascendental, quizá no tanto por lo que a José María Arguedas incumba, sino para nosotros mismos como colectivo, sociedad y país.

Porque es nuestra historia, incluso personal de la que se trata. Si averiguamos a fondo quizá todos hemos estado condenados a ser tirados al río.

Y todo esto por la urdimbre de país irresuelto que somos, de ser los cantos rodados de “Los ríos profundos” de la tierra y de José María Arguedas, el que avizoró y vela por nuestro destino.



23. Desafíos en el alma

La vida de José María Arguedas estuvo herida y desgarrada por dolores y ausencias muy hondas, además de signada a vivir con los domésticos y siervos y parias. 

Y él mismo condenado a ser uno de ellos. ¿No hay en esto una adhesión a la madre si suponemos que lo sabía?

Su vida es un reflejo de su origen y su muerte, por mano propia, es consecuencia de un comienzo estremecedor y fragmentado, como es el Perú si se lo oculta, deforma y distorsiona, como ocurrió en su caso.

Pero sobre todo dedicamos estas páginas laceradas y porque una historia así nos engrandece, por los desafíos en el alma que nos abre y nos plantea y uno es libre de adoptar. 

Pensar, por ejemplo, que Juanita es la madre de Arguedas y mendiga en el mercado del Cuzco.

Ello, ¿no nos hará ser distintos con cada persona que nos interpela en esa dimensión y en ese sentido?



24. Los andenes nuevos

Porque es aprender a mirar con mayor sabiduría lo que somos. La vida y obra de José María –y dentro de ella las circunstancias de su nacimiento– han cobrado aureola al punto de constituirse ya en leyenda y hasta en mito.

Eso ocurre cuando pasan a ser esencias universales del ser del hombre las que se tocan. Precisas y cabales para un país milenario como es el Perú.

Y es que en los seres paradigmáticos y legendarios se mimetiza o se expresa mucho el colectivo social que somos, en este caso el Perú: un país misterioso, sensual y fragmentado.

La grandeza y significación de Arguedas bien podría conducirnos a expresar que él es encuentro estremecedor de todas las sangres y que su madre es la pachamama convulsa y atávica. Y su padre el sol que gobierna, fecunda y todo lo redime.

De su vida y de su muerte surgirán los andenes nuevos que Capulí, Vallejo y su Tierra se ha propuesto erigir, con Vallejo, Arguedas y Mariátegui como nuestros apus tutelares.

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