1
Quienes
se agachan y arreglan la bomba
de agua
del baño público, evitando que
el líquido
continúe derramándose. Quien
va
cansado pero cede su asiento,
y eso
le infunde coraje y le da ánimo.
Quien antes
de pronunciar la palabra hiriente
muerde
su lengua haciéndola sangrar;
está
comprobado: ellos no salvarán
el mundo,
aunque un brillo de esperanza
empiece
a nacer a partir de la luz de
sus ojos.
2
Quienes
confían en que todo saldrá
bien,
infunden aliento y dan ánimo
pese
a que secretamente sientan
miedo
y hasta vean que es mucho
peor
y más temible el panorama.
Quienes
ya habiendo proyectando y
haciendo
cálculos, aún no han partido
cuando
los otros ya han regresado.
Quienes
Reconocen, en la expresión
de quien
a diario los denigra y hace
daño,
un rasgo noble, ¡y aquello es
lo que más
les interesa! ¡Es lamentable
decirlo:
así no cambiarán el mundo,
aunque
también es posible dudarlo!
3
Aquéllos
que no sólo pesan y dan lo
exacto
sino que, ¡a sabiendas! se
equivocan
a favor del cliente, que a su vez
disimula
y compensa con una compra
diferente.
Estos incluso quizá ni existan,
pero es posible
imaginarlos ¡y sería hermoso
si es que tú
en ti mismo los encuentras!
Aquellos
que pierden una sinecura
con tal
de decir la verdad; los que
se quedan
sin entrar haciendo que otro
ingrese.
Quienes escogen para ellos
la fruta
que está mal a fin de que otro
hermano
encuentre y pruebe la uva
dulce.
4
Aquéllos
que en el juicio, al asociado
le dicen
la verdad: ¡que aún confían!,
pese
a que el abogado y la familia
aconsejan
rígidos aseverar lo contrario.
¡Éstos
quizá no cambien el mundo
ni lo salven
ni lo transformen un ápice!
Pero es
a partir de ellos que las calles
lucirán
tenues y frescas, tal como si
se juntaran
amorosamente la tierra con
el cielo.
Es gracias a ellos que el día
luce
hermoso, tierno, y el jardín
florece
5
Quienes
pese a haber perdido algo
muy amado,
ni huyen ni maldicen, pero
tampoco
se quedan a dejarse morir ni
a lamentarse
o llorar, los brazos cruzados.
Quienes
rescatan una pepita de oro
de un océano
de lodo. Aquéllos que no se
avienen
a despotricar de la persona
ausente,
caída en desgracia o recién
subrogada.
En definitiva, no cambiarán
el mundo,
aunque gracias a ellos alguien
se sentirá
inexplicablemente contento y
tendrá
ganas de abrazar a todos y
reconocerlos
como hermanos y hermanas.
6
¡Estos
no cambiarán el mundo que
estamos
todos obligados a cambiar!
Quienes
dañan su prestigio por estar
al lado
del ser vapuleado. Quienes
poniéndose
a favor de lo justo se juegan
íntegros,
¡y no ganan! Los que alaban
lo bello,
bueno y tierno. Y lo celebran,
pese
a ser de alguien que blande
siempre
contra ellos un puñal afilado.
¡Estos
pobres para nada salvarán
el mundo!
pero reemplazan una corona
de espinas
por otra de nardos y jazmines.
7
Quienes
hacen público que estaban
en error.
Quienes limpian una banca
a fin
que un desconocido se siente
en ella
más tarde o más temprano.
Quienes
cogen de la mano a un niño
perdido
y olvidan una cita de amor
o de negocios,
pero encuentran a la madre
desesperada.
Quienes defienden al agredido
pese a que
en ello caigan muertos, dejando
hijos pequeños.
Quienes iban por la calle y un
asaltante
arremetió contra una persona
y sin pensarlo
interpuso su brazo y su pecho
perdiendo la vida.
¡Ésos no cambiarán el mundo,
pero dan
el primer paso y lo hacen
posible!
8
Quienes
no huyen, ni piensan que
el mundo
se transforma con grandes
batallas,
sino en los actos cotidianos,
en cada
minuto y en cada ínfimo detalle.
Quienes
no suben el vidrio de su auto,
sino
lo bajan y reconocen a su hijo
en el niño
que le limpia el parabrisas. Y
es su madre
la mendiga que tiene súplicas
y solo lágrimas.
Es lamentable decirlo: todos
ellos
¡no lo modificarán siquiera un
punto!
Pero quizás hagan sonreír
en sueños
a un chiquillo que no conoce
padre
ni madre. ¡Y eso es en verdad
bastante!
9
Quienes
renuncian a un mundo hecho,
por el riesgo
de un mundo por hacer y construir.
Quienes
enderezan lo torcido y lo acomodan
derecho.
Quienes dan la mano al desposeído.
Quienes
pagan bien por mal. Los ingenuos,
los caídos.
Los que resultan siempre culpables.
Aquéllos
que ponen la palma de sus manos
entre
dos espadas. Todos ellos, es cierto
no lo salvarán
y eso definitivamente es una gran
pena
En lo que toca a mí déjenme que
al menos
lo sueñe, no importa estando yo
muy lejos,
permítanme que lo anhele desde
las altas
montañas, desde las plazas llenas
o desiertas.
10
Que en los momentos atroces
o sublimes
erija esa bandera: Mundo Nuevo,
Un pañuelo
que flamee de cumbre a cumbre,
con tu nombre
adentro, donde estén los rostros
felices
de los niños que murieron tristes,
las palabras
secretas de amor de quienes no
fueron
amados, sino expulsados de todo
donde
estén fundidas todas las fórmulas
de amor
que solo el amor dicta e inspira.
Pero es
lamentable decirlo: nada de esto
moverán
al mundo un milímetro, tal como
está. No
lo cambiarán, es cierto. Pero así
es tan hondo
y pequeño, que inventamos para
nosotros
y para todos, un Mundo Nuevo.
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