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2012, Año de la defensa del agua para la vida y construcción de Los Andes nuevos |
Diciembre, mes de las
montañas, de los Derechos de los animales; |
Estampa del mes de diciembre |
1. Es mejor Hoy día es 15 de diciembre. Es sábado y hoy finaliza el año escolar. Y para mí y mis compañeros de promoción, hoy también concluye nuestra Educación Primaria. Por eso, no sabemos si estar tristes o estar alegres, festejarlo o llorar, abrazarnos enternecidos o reír de no sé qué. Nuestro corazón presiente un asomo. Y no nos deja estar contentos. Hay algo que nubla y ataja el júbilo y regocijo que debiéramos tener. Por ejemplo: nos prometemos tantas cosas, que no las vamos a cumplir: como vernos y reunirnos de aquí a un año, otros dicen que a cinco, y otros que a diez. Decir todo esto es una manera de llorar. A ratos somos tiernos, y a ratos nos hacemos los duros. Pero es mejor no jurarnos nada. Nadie sabe cómo nos irá en la vida. ¡Pero ahoga saber que unos se quedan y saber que otros se van! 2. El sol radiante Por eso, ¡adiós compañeros de clases del salón sonoro y cristalino, lleno de gritos y de voces! ¡Adiós carpetas que en cada estría, borde y hendidura se queda el latido y el temblor de las yemas de nuestros dedos y manos alucinados! ¡Adiós concursos de cometas entre secciones, en la Pampa de Chaychugo! ¡Adiós vuelos de aviones que echamos a volar, arrojados desde el corredor al patio! ¡Adiós desfiles escolares al redoble de los tambores, de las cornetas de adelante, que hacen que alcemos más el paso y asentemos más fuerte el pie en las piedras! ¡Adiós campana, que nos convocaste al recreo o a la fila para la actuación, o para el ingreso al salón de clases! ¡Adiós olor a tierra vieja de los adobes descascarados! ¡Adiós patio y corredores alumbrados por el sol radiante, límpido e insigne de la serranía! ¡Adiós escuela mía! ¡Adiós! ¡Ya me voy! 3. La escalera de la vida ¡Es diciembre!, cuando el aire se torna límpido y translúcido, tanto que deja mirar y descubrir el alma de las cosas. Cuando rasgan el fondo de la tarde sones de voces ululantes, acompañadas de panderetas, flautines y tambores. Y el rozar de zarcillos de las pastoras que entonan villancicos candorosos, ensayando sus melodías y compases para la noche buena. ¡Es diciembre!, mes con no sé qué de encanto, turbación y gemido. Mes del regreso, pero igual del adiós y de las despedidas. Hoy, después de haber rendido los últimos exámenes, hemos asistido a escuchar el dictado de nuestras calificaciones. ¡Qué nervios irlas conociendo una por una, en relación al niño empinado o apabullado por ellas! ¡Qué expectación de nuestros rostros ilusos, o repentinamente arrojados a la fosa de repetir un año más!, y demorarnos entonces en recorrer un peldaño en la escalera de la vida. 4. Los que han triunfado ¡Qué tumulto el de nuestras palpitaciones al escucharlas! Qué retumbar de nuestro pecho estremecido. Hay compañeros que van a repetir el año, a quienes hemos abrazado y consolado compungidos. Al principio no lloran externamente, pero tiemblan con los labios apretados. No dejan reflejar ni un solo gesto hacia afuera. Pero cuando salen por los caminos se van llorando. Porque cabe imaginar: ¿cómo se sentirán por dentro? ¿Cómo decirles a sus padres que han aplazado? ¿Y cómo recibirán esta noticia sus demás seres queridos? ¡Son tan pequeños y ya el destino les asesta sus duros garrotes y prueba su hombría! Cuando los palmoteamos y abrazamos de un momento a otro se quiebran, se derrumban y estallan en sollozos. Pero sus lágrimas se mezclan casi siempre con la de todos nosotros. Y eso nos salva de alguna manera, sino ¡qué fuera! Pero también celebramos, alzándolos en alto a los que han triunfado y salido airosos. 5. Para siempre en esta vida Hoy es el día de la clausura del año escolar, y por ser promoción nos despedimos para siempre de la escuela. Terminamos la Educación Primaria y empezamos la Educación Secundaria pero lejos, en otros pueblos. Dejamos una etapa de la vida, hecho que nos produce una inmensa pena. Y damos inicio a un nuevo período, hecho que nos produce alegría, curiosidad y expectativa. Algunos viajarán a Trujillo. Otros más lejos, quizá Lima. O quizá el destino los lleve más distantes todavía. Pero nadie sabe en verdad qué será de sus destinos. Lo único cierto es que hoy nos despedimos. Este racimo cargado de frutos hoy es arrancado y se deshace, cada uno rodando dispersos por distintos lugares. Muchos de mis compañeros de aula, por ejemplo, se mudarán con toda su familia hacia lejanas ciudades solo porque ellos estudien. Y con ellos dejaremos de vernos para siempre en esta vida. Y en las otras vidas si es que existieran, porque la suerte nos enreda los caminos. 6. Más ahora separarme Por eso, en el patio, con el rostro apretado para no llorar, escondidos nuestros ojos en el infinito, tras del cielo sereno, mirando más allá de las malvas de flores breves y luminosas sobre el muro, cantamos. Y lo hacemos reteniendo nuestras lágrimas que colman las órbitas de nuestras pupilas, alzando el rostro, porque si lo inclinamos se colmará la copa y pugnará el llanto por desbordarse. Y así, con el agudo acento de nuestras voces entonamos a pecho abierto, en el patio lacerado, la canción de despedida: Dulce y grato es el vivir de esperanzas y alegrías compartiendo simpatías persiguiendo un porvenir. Más ahora separarme de este claustro no podré, mil ensueños de venturas con ternura en el alma llevaré. 7. ¿Lo prometen? – ¡Niños! –Dice el profesor–. Hoy termina una etapa de nuestras vidas y comienza otra. Hoy las crisálidas que son ustedes, ya formadas y abiertas sus alas, vuelan al espacio infinito exterior. Repitan conmigo: “Y cada día volaré más alto y seré mejor”. – ¡Y cada día volaré más alto y seré mejor! – ¡Niños! ¡Que lleven a su escuela en el alma y en su corazón! Y los valores que aquí aprendieron los pongan en práctica en la vida real cada día de sus vidas. Y sean hombres de bien, verdaderos y valerosos. ¿Lo prometen así, por su escuela? – Sííííííííí. – ¡Gracias niños! Al cabo de los años mirarán esta etapa de sus vidas y les ha de parecer la mejor que tuvieron, por la ilusión que ustedes aquí albergaron. ¡No defrauden esa ilusión, niños! – ¡No lo defraudaremos! 8. ¡Adiós patio y corredores! – ¡Niños! Hoy se van. ¡Sean fuertes! El mejor honor a su escuela es que sean siempre hombres honestos, positivos, trabajadores. El mejor honor a sus maestros es amando el saber, la moral y el bien para todos. ¡Niños, adiós! – ¡Adiós, queridos maestros! ¡Adiós! pues centro escolar me despido aula querida, si Dios me presta la vida pronto podré regresar. Ay! por eso sin contento, ahora siento que me lleno de aflicción al cantar enternecido, y al decir ya me despido llevo triste el corazón. – ¡Viva el Perú! –Arenga el profesor. – ¡Viva! –Respondemos enronquecidos. Pero, en el fondo musitamos: ¡Adiós patio y corredores! ¡Adiós voces del recreo! ¡Adiós querido salón de clases! Que nunca me olvide, ni siquiera del color del hueco de la pared sin puerta. Adiós. ¡Adiós! 9. Alguna que otra musaraña De regreso a nuestras casas, trayendo los pomos de tinta azul, roja y verde, que penden de las pitas con que los amarramos, descansamos en alguna esquina donde se abre la boca de un pozo de la acequia rumorosa. Por ella corre el agua bullente, entre la humedad y el musgo de las paredes de piedra. Dejamos a un lado el morral con los demás útiles escolares y puesta la rodilla en tierra nos hundimos por la abertura, sumergiendo la cabeza inclinada hacia adentro. Hasta rozar nuestra frente con las lajas del borde, y después con el agua que se desliza reverente, llevando en su cauce pajillas, alguna que otra musaraña, hojas y arenisca, y haciendo un cuenco con nuestras manos empapamos nuestra cabeza. 10. Aunque asustadas Y las hundimos después hasta los puños. La corriente se hace turbia y después otra vez se aclara. El agua es sabia y compasiva, traspasando el lecho de piedrecillas vivas y extasiadas, aunque allí incrustadas y cautivas para siempre. En cambio, como el agua nosotros pasaremos a ser otros. Y esta vez la mayoría yéndose lejos. Y así, pensando a solas permanecemos un rato, con las manos hundidas en el agua, tratando de ablandar primero y restregar después las manchas de tinta que parecieran haberse hecho marcas indelebles en nuestros dedos crédulos e ingenuos. Están manchados el índice, el pulgar y el dedo medio, que al abrir y cerrar los tinteros con el corcho, y peor si la tapa ha sido de latón que se enrosca, han teñido con la iridiscencia azul, escarlata y turquesa, nuestras manos impregnadas y ahora libres, aunque asustadas. 11. Hierve la tinta
Mañana y tarde los tinteros han ido colgados del morral, balanceándose por las calles absortas. Topándose con alguna pared o alguna piedra al agacharnos para recoger un dije, un abalorio, un vidrio iridiscente caído entre los guijarros y que convertimos en amuletos y talismanes, camino a la escuela. Tinteros que por la agitación de nuestros pasos atolondrados y el loco corazón que nos embarga, que nos agita y estremece el pecho, han ido exhalando sin abrirlos ese encaje mirífico de espuma. – ¡Hierve la tinta cuando quiere que algo se escriba! –Es un lema que nos hemos acuñado todos estos años y que hoy acaban. O este otro: “La vida pasa, las manchas quedan”, que se aplica a lo que ahora tratamos de borrar.
12. Horadar una incógnita
Todo eso decimos entre chiquillos. Y buscamos explicarnos el motivo de tanta impaciencia de la tinta por derramarse. Y de la vida por agotarse. Y nos preguntamos: – ¿Qué puede ser? ¿Por qué borbota tanto esta espuma compuesta de millares de esferas que rezuma entre el borde del vidrio y el corcho ajustado con algún pedazo de papel cómplice y compasivo con nuestros inciertos pasos y travesías? – ¡Cuidado con el destino! Hundidos en el pozo, extraemos la fina arenisca, confundida al limo de tierra. Y, ya afuera, nos restregamos los dedos en algún pedrusco, para que se desvanezca la tinta salpicada al coger el lapicero de madera con su pluma de metal sumida en el hechizo. Mirando la calle y los cerros azulinos tratamos de horadar lo que es una incógnita. 13. Del Niño Dios Y así nos despedimos hoy de las aulas y del patio escolar. Cuando ya el invierno se anuncia en el perfil melancólico de los cerros, en el cielo anubarrado y en el agua cargada que ha legado repentinamente desbordante por la acequia. Cuando ya se anuncia en la niebla que exhalan las hondonadas del Huaychaca y del río Patarata. Y en las chirapa con que amenazan las lluvias imprevistas y las tempestades que atruenan el universo. Ya los designios se esconden y remozan en los viejos y nuevos caminos. Y en el enigma de la vida que tejerá y destejerá el destino con sus largos hilvanes, cosidos, descosidos y puntadas. Y la pregunta de fondo, hoy que hemos dejado la escuela, es: ¿cuál será nuestro destino? Cuando llegan más nítidos rasgando los aire los cantos pastoriles que anuncian el nacimiento del Niño Dios. |
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