1.
Horas de bordoneos
y quejidos arrancados a la guitarra
Danilo
Sánchez Gamboa es músico intenso, pero casero; de poyo y muro
soledoso.
Toca hechizado, con los ojos perdidos en no sé qué secretos.
En su deambular por los senderos distantes que las notas salidas de sus
manos van desgranando, su mirada atraviesa la pared de la sala insomne.
Está la casa acurrucada por sus acordes y sumergida en el más absoluto
misterio.
ya
bastante hemos sufrido
ya la vida nos ha dado
muchos golpes corazón.
Yo confío que algún día
ya no habrá más fatalidad
y ese día gozaremos corazón...
Los
bordoneos y quejidos arrancados a la guitarra se cuelgan a los
balaustres y a las vigas del techo.
Está embelesado, pensando o soñando sin duda en algo muy querido pero
inhallable, distante y lejano.
Son ¿amores perdidos? ¿Atajos aciagos? ¿Utopías presentidas en el
alba?
Cuando la nostalgia es más fuerte y arrecia, cara a la pared, toca
sentado en una silla de paja. Entonces la guitarra parece pulsarse sola
mientras él extraña.
Al lado de su silla hay otra vacía. La silla es de aquellas que se las
cubre con cojines tejidos con hilos multicolores o bien con telas a
cuadros.
Junto a la silla penan la soledad, los pilares cimbrados, los caminos
por donde alguna vez hemos pasado.
2.
Asomados ante el asombro
y el estupor de lo que es insondable
Toca
intensamente, con una mirada inubicable en el tiempo y en el espacio,
posado en otro mundo, en comparación al cual éste resulta vago e
indeciso.
Entonces el planeta tierra parece solo un peldaño en donde empinarse
para ver lo que hay al otro lado del muro:
Dos
amantes palomitas
penan, suspiran y lloran
y en viejos árboles moran
a solas con su dolor.
Por altas cumbres desiertas
una se escapó ligera
dejando a su compañera
llorando de infausto amor.
Paloma ¿dó están tus ojos?
¿dó está tu pecho amoroso?
¿dó tu piquito delicioso?
En
estos trances el diapasón de su guitarra y sus dedos en las cuerdas
estallan en un chorro de arpegios que se derraman por el empedrado.
Las cosas en cambio ante ese arrebato se tornan quietas e inmóviles,
como pasmadas.
Los gorriones se han quedado inmóviles. Demoran una eternidad en dar
vuelta a un párpado y en agrandar su mirada.
Fijo está el cristalino de la mirada de los cuyes.
Las gallinas lentas en levantar y volver a asentar una pata en el suelo.
Mientras, las cuerdas y el diapasón arden en aquellas manos.
Horas en que sus ojos no miran sino un infinito. O, más bien, ¡están
asomados ante el asombro y el estupor de lo que es insondable!
3.
El maestro y su violín,
en una suerte de tensión y sufrimiento
Integró
la orquesta musical Ollantay y formó posteriormente un conjunto de
cuerdas compuesto de dos guitarras, dos mandolinas y el violín que él
toca.
Completa la banda un “jazzband” o “batería”, hecha de un bombo,
tarola y un sonoro platillo. Lo hizo llegar a la casa don Gustavo
Pinillos Hoyle, el administrador de la hacienda Calipuy, conmovido y
emocionado de oírlo entonar “El cóndor pasa”.
Mi hermano Juvenal aún niño es el amo y señor de ese instrumento
ubicado al centro de la orquesta en torno al cual los otros atruenan con
sus cuerdas.
La orquesta, en gran parte, está integrada por miembros del magisterio
de Santiago de Chuco.
En ella algunas veces canta con voz de miel y aguardiente, con los
labios abultados elevándolos al cielo, el guardia civil Santos Guzmán,
a cuyo cantar los pajarillos que duermen en el alero se ponen a
revolotear en plena noche para hacerle coro con sus piítos.
El repertorio que interpreta es la música tradicional peruana,
compuesto de valses, polcas, pasodobles, así como marineras, huaynos y
serranitas.
Cuando
la actuación es en alguna ceremonia cívica, cultural o educativa, el
repertorio abarca música sinfónica de inspiración nativista como
“Cuando el indio llora”, “Vírgenes del sol”, “La pampa y la
puna”:
Linda
ñusta del Perú
tú tienes la virtud
de encadenar
a tus pies mi corazón.
Y en el ritmo cadencioso
del canto aprendido
pende un llanto divino
oh Virgen del Sol.
En
tales ocasiones los instrumentos se vuelven rituales y de notas agudas e
intensas, arqueándose al máximo en su registro el violín, en una
suerte de tensión y sufrimiento supremos.
Diversos pueblos de la jurisdicción de la provincia de Santiago de
Chuco, como de otras circunscripciones, invitan a la orquesta para
participar en acontecimientos cívicos y sociales, realizando
constantemente giras que duran varios días.
4.
son gotas de agua tan cristalinas
como si fueran lágrimas de amor
Para
estos y los otros eventos se tienen que ensayar en días continuos.
Para eso, a las siete de la noche empiezan a llegar los integrantes,
extrayendo sus guitarras y mandolinas de debajo de sus ponchos, como si
allí trajesen aprisionada un ave.
Al punto, los intérpretes se dedican en un breve barullo a afinar sus
instrumentos y seguir uno que otro compás. La primera pieza con que ya
de veras la orquesta arranca a tocar es siempre un ritmo de pasodoble:
Como
el rocío matinal
de lindas perlas el jardín
brillando están en el rosal,
en los claveles y el jazmín.
Hacia
adentro de la casa nos apuramos en ayudar a mamá a dejar bien arreglada
la cocina, pues ya hemos invitado a mi abuela y a mis tías a escuchar
el ensayo desde la habitación contigua a la sala:
Millares
hay en cada flor
y en todas ellas tiritando están
son gotas de agua tan cristalinas
como si fueran lágrimas de amor.
Todo
ello significa preparar café y servirnos “tajadas” de bizcochos y
pasteles. Para los que entonces somos niños significa corretear libres
con primos y primas por los patios, corredores y escaleras.
Y llegar hasta la calle oscurecida en nuestros juegos.
5.
La gente extasiada en la puerta
Mientras
el ensayo avanza, la gente que pasa por la calle se queda escuchando en
la puerta de entrada de nuestra casa.
Al principio miran y oyen de pie en la vereda, sean adultos emponchados
o niños encogidos por el frío.
Poco a poco se van arrimando al umbral.
Pero pronto, disimuladamente, dan un paso adentro y otro más. Y ya hay
una multitud colmando la sala.
Los de adelante se sientan en el suelo. Los de atrás se apretujan. En
silencio y con los rostros arrobados encuentran el camino de sus propios
recuerdos y añoranzas:
Lejano
estoy de un gran amor
del cual fui dueño,
lejano estoy ¡oh corazón!
por qué me apenas.
Lejano estoy, pero de lejos
te querré
a cada paso te veré
como la luz de mi existir.
He de volver
a esos lares tan queridos
donde mi amor puro y santo
te ofrecí.
Lejano amor
tú eres mi bien, mi adoración...
Pero,
otras veces los ensayos son para alguna actuación cultural, organizada
frecuentemente por algún centro educativo o alguna institución
tutelar, de las que hay varias en Santiago de Chuco.
Entonces vienen conjuntos de niñas o niños que van a hacer de
vocalistas, o el coro. O bien, en otros casos, parejas o conjuntos de
danzantes, para lo cual el grupo de los que observan hechizados tiene
que mirar desde afuera haciéndose un racimo de rostros extasiados en la
penumbra de la calle.
6.
Sacudiendo las puertas añosas
e iluminando las paredes vetustas
Ya
en el acto real de la fiesta el pasodoble resuena en el interior de la
sala:
Como
el rocío matinal
de lindas perlas el jardín...
Con
esas notas reciben a los homenajeados del banquete, a los padrinos que
entran en comitiva después de haber bautizado al niño en la iglesia, a
los compadres que van a “levantar el niño” después de la fiesta de
Navidad, o a la pareja de desposados si es fiesta de matrimonio.
Mientras, las mujeres se agitan en la cocina preparando los tamales, el
chanchito al horno, las empanadas, las roscas blanqueadas.
En tanto, la canción adquiere un ritmo picado a fin de que las parejas
avancen con pasos largos y luego den medias vueltas en la sala de piso
entablado y crujiente, para esa ocasión untado de kerosene, contorneándose
a los sones de:
Cómo
brillan las gotas de rocío,
cómo llega hasta mi alma su frescor;
esas gotas son dos lágrimas de amor
en los ojos de una bella mujer.
Recién
a esa hora empiezan a quemarse los cohetes en el empedrado del patio de
las casas, cuyas chispas brincotean a los rostros ilusos, haciendo
retumbar los muebles, sacudiendo las puertas añosas e iluminando las
paredes vetustas.
|