Instituto del Libro y la Lectura del Perú, INLEC 

31 de octubre 
Día de la canción 


Música bajo el alero 
Danilo Sánchez Lihón

El cielo limpio, lleno de estrellas
desvaneciendo la oscuridad,
cánticos suaves, música bella
y allá lejos la tempestad.
La choza

1. Horas de bordoneos y quejidos arrancados a la guitarra

 

Danilo Sánchez Gamboa es músico intenso, pero casero; de poyo y muro soledoso.


Toca hechizado, con los ojos perdidos en no sé qué secretos.


En su deambular por los senderos distantes que las notas salidas de sus manos van desgranando, su mirada atraviesa la pared de la sala insomne.


Está la casa acurrucada por sus acordes y sumergida en el más absoluto misterio.

Corazón

ya bastante hemos sufrido
ya la vida nos ha dado
muchos golpes corazón.
Yo confío que algún día
ya no habrá más fatalidad
y ese día gozaremos corazón...

Los bordoneos y quejidos arrancados a la guitarra se cuelgan a los balaustres  y a las vigas del techo.


Está embelesado, pensando o soñando sin duda en algo muy querido pero inhallable, distante y lejano.


Son ¿amores perdidos? ¿Atajos aciagos? ¿Utopías presentidas en el alba?


Cuando la nostalgia es más fuerte y arrecia, cara a la pared, toca sentado en una silla de paja. Entonces la guitarra parece pulsarse sola mientras él extraña.


Al lado de su silla hay otra vacía. La silla es de aquellas que se las cubre con cojines tejidos con hilos multicolores o bien con telas a cuadros.


Junto a la silla penan la soledad, los pilares cimbrados, los caminos por donde alguna vez hemos pasado.

 

2. Asomados ante el asombro y el estupor de lo que es insondable

 

Toca intensamente, con una mirada inubicable en el tiempo y en el espacio, posado en otro mundo, en comparación al cual éste resulta vago e indeciso.


Entonces el planeta tierra parece solo un peldaño en donde empinarse para ver lo que hay al otro lado del muro:

Dos amantes palomitas
penan, suspiran y lloran
y en viejos árboles moran
a solas con su dolor.
Por altas cumbres desiertas
una se escapó ligera
dejando a su compañera
llorando de infausto amor.
Paloma ¿dó están tus ojos?
¿dó está tu pecho amoroso?
¿dó tu piquito delicioso?

En estos trances el diapasón de su guitarra y sus dedos en las cuerdas estallan en un chorro de arpegios que se derraman por el empedrado.


Las cosas en cambio ante ese arrebato se tornan quietas e inmóviles, como pasmadas.


Los gorriones se han quedado inmóviles. Demoran una eternidad en dar vuelta a un párpado y en agrandar su mirada.


Fijo está el cristalino de la mirada de los cuyes.


Las gallinas lentas en levantar y volver a asentar una pata en el suelo. Mientras, las cuerdas y el diapasón arden en aquellas manos.


Horas en que sus ojos no miran sino un infinito. O, más bien, ¡están asomados ante el asombro y el estupor de lo que es insondable!

 

3. El maestro y su violín, en una suerte de tensión y sufrimiento

 

Integró la orquesta musical Ollantay y formó posteriormente un conjunto de cuerdas compuesto de dos guitarras, dos mandolinas y el violín que él toca.


Completa la banda un “jazzband” o “batería”, hecha de un bombo, tarola y un sonoro platillo. Lo hizo llegar a la casa don Gustavo Pinillos Hoyle, el administrador de la hacienda Calipuy, conmovido y emocionado de oírlo entonar “El cóndor pasa”.


Mi hermano Juvenal aún niño es el amo y señor de ese instrumento ubicado al centro de la orquesta en torno al cual los otros atruenan con sus cuerdas.


La orquesta, en gran parte, está integrada por miembros del magisterio de Santiago de Chuco.


En ella algunas veces canta con voz de miel y aguardiente, con los labios abultados elevándolos al cielo, el guardia civil Santos Guzmán, a cuyo cantar los pajarillos que duermen en el alero se ponen a revolotear en plena noche para hacerle coro con sus piítos.


El repertorio que interpreta es la música tradicional peruana, compuesto de valses, polcas, pasodobles, así como marineras, huaynos y serranitas.

 

Cuando la actuación es en alguna ceremonia cívica, cultural o educativa, el repertorio abarca música sinfónica de inspiración nativista como “Cuando el indio llora”, “Vírgenes del sol”, “La pampa y la puna”:

Linda ñusta del Perú
tú tienes la virtud
de encadenar
a tus pies mi corazón.
Y en el ritmo cadencioso
del canto aprendido
pende un llanto divino
oh Virgen del Sol.

En tales ocasiones los instrumentos se vuelven rituales y de notas agudas e intensas, arqueándose al máximo en su registro el violín, en una suerte de tensión y sufrimiento supremos.


Diversos pueblos de la jurisdicción de la provincia de Santiago de Chuco, como de otras circunscripciones, invitan a la orquesta para participar en acontecimientos cívicos y sociales, realizando constantemente giras que duran varios días.

 

4. son gotas de agua tan cristalinas como si fueran lágrimas de amor

 

Para estos y los otros eventos se tienen que ensayar en días continuos.


Para eso, a las siete de la noche empiezan a llegar los integrantes, extrayendo sus guitarras y mandolinas de debajo de sus ponchos, como si allí trajesen aprisionada un ave.


Al punto, los intérpretes se dedican en un breve barullo a afinar sus instrumentos y seguir uno que otro compás. La primera pieza con que ya de veras la orquesta arranca a tocar es siempre un ritmo de pasodoble:

Como el rocío matinal
de lindas perlas el jardín
brillando están en el rosal,
en los claveles y el jazmín.

Hacia adentro de la casa nos apuramos en ayudar a mamá a dejar bien arreglada la cocina, pues ya hemos invitado a mi abuela y a mis tías a escuchar el ensayo desde la habitación contigua a la sala:

Millares hay en cada flor
y en todas ellas tiritando están
son gotas de agua tan cristalinas
como si fueran lágrimas de amor.

Todo ello significa preparar café y servirnos “tajadas” de bizcochos y pasteles. Para los que entonces somos niños significa corretear libres con primos y primas por los patios, corredores y escaleras.


Y llegar hasta la calle oscurecida en nuestros juegos.

 

 

5. La gente extasiada en la puerta

 

Mientras el ensayo avanza, la gente que pasa por la calle se queda escuchando en la puerta de entrada de nuestra casa.


Al principio miran y oyen de pie en la vereda, sean adultos emponchados o niños encogidos por el frío.


Poco a poco se van arrimando al umbral.


Pero pronto, disimuladamente, dan un paso adentro y otro más. Y ya hay una multitud colmando la sala.


Los de adelante se sientan en el suelo. Los de atrás se apretujan. En silencio y con los rostros arrobados encuentran el camino de sus propios recuerdos y añoranzas:

Lejano estoy de un gran amor
del cual fui dueño,
lejano estoy ¡oh corazón!
por qué me apenas.
Lejano estoy, pero de lejos
te querré
a cada paso te veré
como la luz de mi existir.
He de volver
a esos lares tan queridos
donde mi amor puro y santo
te ofrecí.
Lejano amor
tú eres mi bien, mi adoración...

Pero, otras veces los ensayos son para alguna actuación cultural, organizada frecuentemente por algún centro educativo o alguna institución tutelar, de las que hay varias en Santiago de Chuco.


Entonces vienen conjuntos de niñas o niños que van a hacer de vocalistas, o el coro. O bien, en otros casos, parejas o conjuntos de danzantes, para lo cual el grupo de los que observan hechizados tiene que mirar desde afuera haciéndose un racimo de rostros extasiados en la penumbra de la calle.

 

6. Sacudiendo las puertas añosas e iluminando las paredes vetustas

 

Ya en el acto real de la fiesta el pasodoble resuena en el interior de la sala:

Como el rocío matinal
de lindas perlas el jardín...

Con esas notas reciben a los homenajeados del banquete, a los padrinos que entran en comitiva después de haber bautizado al niño en la iglesia, a los compadres que van a “levantar el niño” después de la fiesta de Navidad, o a la pareja de desposados si es fiesta de matrimonio.


Mientras, las mujeres se agitan en la cocina preparando los tamales, el chanchito al horno, las empanadas, las roscas blanqueadas.


En tanto, la canción adquiere un ritmo picado a fin de que las parejas avancen con pasos largos y luego den medias vueltas en la sala de piso entablado y crujiente, para esa ocasión untado de kerosene, contorneándose a los sones de:

Cómo brillan las gotas de rocío,
cómo llega hasta mi alma su frescor;
esas gotas son dos lágrimas de amor
en los ojos de una bella mujer.

Recién a esa hora empiezan a quemarse los cohetes en el empedrado del patio de las casas, cuyas chispas brincotean a los rostros ilusos, haciendo retumbar los muebles, sacudiendo las puertas añosas e iluminando las paredes vetustas.

Danilo Sánchez Lihón

Instituto del Libro y la Lectura del Perú

Ir a índice de América

Ir a índice de Sánchez Lihón, Danilo

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio