Instituto del Libro y la Lectura del Perú, y Capulí, Vallejo y su Tierra |
12 de marzo |
Un día como hoy, 12 de
marzo, del año 1815, caía abatido por un pelotón de fusilamiento en el campo de batalla de Humachiri, en Arequipa, el poeta y prócer de la libertad Mariano Melgar, amante apasionado y patriota legendario. |
1. Fervores, arrebatos y pasiones Decimos con frecuencia que la historia del Perú fue insigne y gloriosa en la época pre-inca cuando florecieron culturas de asombro como Chavín, Tiahuanaco, Moche, Paracas; de igual modo, en la época incaica cuando Pachacútec y Túpac Yupanqui consolidaron una cultura que hizo prodigios; como también en el virreynato, con relumbres y fulgores de imperio, etapa en la cual el dominio del Perú en América del Sur fue absoluto pues era el único virreynato antes que se desprendieran de él Nueva Granada (1717) y del Río de La Plata (1776). Sin embargo, en la mesa del hogar mi padre que fue maestro recreaba ante nuestros ojos deslumbrados, fastos y memorias de la época republicana, hechos que para mí resultaban fabulosos, titánicos y plenos de extraordinaria y fascinante grandeza, de arrebatos y fervores supremos, en donde los personajes eran paladines sobrehumanos. Los ejércitos se perseguían insomnes por desiertos, desfiladeros y punas: el General Agustín Gamarra, dos veces Presidente de la República, caía muerto en el campo de batalla de Ingavi, en las orillas heladas del lago Titicaca; el teniente coronel Domingo Nieto vencía en una justa con lanza y sable –que contemplaban los batallones estupefactos– al gigantesco comandante Camacaro de Colombia en el Portete de Tarqui definiendo de ese modo la guerra desatada; don Ramón Castilla, arrastrando mil fusiles, moría sobre su caballo en el indescifrable desierto de Atacama. Otro bólido, Felipe Santiago Salaverry, sublevado a los 29 años en el Callao, elegido Jefe Supremo de la Nación, vencedor mítico en Uchumayo para luego caía derrotado en Socavaya y era fusilado en la Plaza de Armas de Arequipa el año 1836. Mi padre tocaba extasiado en su violín “La salaverrina” –y la banda de mi escuela la entonaba con sus tambores y cornetas en los desfiles– aquella marcha militar que ayudó a que los combatientes de ese general flamígero y alucinado –cuya banda de músicos entonaba dianas y pasacalles en los fémures de sus enemigos caídos en batalla– venciera en innumerables batallas y sucumbiera solo en una que le costó la vida. El hijo de ese soldado ígneo, que quedó huérfano desde niño, sería más tarde el principal poeta del romanticismo peruano, quien escribiera aquel poema que finaliza diciendo: |
Oh!
cuando vea en la desierta playa, cuando
veas que una ave solitaria |
2. Imagen nata del trovador y el héroe ¿Qué tenían, o de qué estaban hechos, aquellos hombres? Solo cabía una explicación para mí: pertenecían a un país de fábula, convulso, quimérico y sensual. Y tenían no solo entusiasmo y pasiones sino que estaban ungidos de un fulgor divino. Pero entre todas estas historias la que más ganaba mi simpatía, adhesión incondicional y que me conmovía hondamente era el aura de vida y la gesta de Mariano Melgar: niño genial, adolescente impetuoso y atormentado por los misterios del ser, arrebatado luego de amor por una niña de trece años, joven bizarro que abraza pronto los ideales y compromisos de hacer y forjar aquí, en una colonia irredenta, la justicia social, hombre después que renuncia a todo, se hace labriego, y finalmente opta por el sacrificio y el martirio de entregar su vida, convicto y confeso por la aspiración de una patria libre y digna. Fue un ser generoso, que unía a su emoción de amante apasionado, la de hombre de letras esclarecido y ciudadano consecuente y leal con el suelo que lo vio nacer y quien el 12 de marzo era fusilado en el campo de batalla de Humachiri, en Arequipa, a los 24 años de edad, luchando por la independencia del Perú: |
Ya
llegó el instante fiero A
darte el adiós postrero Llega
tu objeto divino No
conseguirá el destino Llamaré
instante de gloria Mil
veces esta memoria Al
salir el sol brillante, |
Él encarna la imagen, el lance y la hazaña nata del trovador, del cantor popular, del hombre embargado de legítimas pasiones; bello y tajante, henchido de ideales, quien mira desafiante la boca de los fusiles que le han de cegar la vida, siendo la representación sublime del héroe romántico por excelencia del Perú. Dio el halo mágico y legendario que tiene la literatura peruana, recogiendo la tradición esencial y auténtica de la poesía quechua y castellana, que es necesario no perder cediendo a una corriente ajena, superflua y desencantada. 3. Donde los bienes son males y los placeres tumultos Nació en Arequipa, el 10 de agosto del año 1991, hijo de español: Juan de Dios Melgar, y de india: Andrea Valdivieso. Su hogar fue de condición humilde pero sus dotes y virtudes le dieron inmediata posesión de categoría y honores, siendo querido, respetado y admirado por clérigos, personalidades del foro, maestros y por todas aquellas personas académica y socialmente cultivadas. Fue niño precoz, quien a los 3 años ya conocía “todos los secretos de la lectura”; a los 8 domina el latín y es nombrado Auxiliar de Clases en la Escuela del Convento de los Franciscanos Descalzos. Traduce a los poetas, filósofos y oradores de la antigüedad; y lee aquellos textos a sus compañeros de colegio. Pero un día una niña insufla su vida de singular arrebato y lo cautiva para siempre. Es su gran ilusión, su exaltación para vivir y muy pronto su decisión también para morir: |
¡Ay,
amor!, dulce veneno, ¡Ay,
amor! lleno de insultos,
¡Ay,
amor! ladrón casero ¡Ay,
amor! glorioso infierno ¡Ay,
amor!, pero ¿qué digo, |
4. Levantad esos rostros abatidos Para seguir estudios de derecho y leyes en la Universidad de San Marcos viaja a Lima dejando a aquella chiquilla, que luego inmortalizó en sus versos con el nombre de Silvia y quien le hizo la promesa al partir de no abandonarlo nunca. En el puerto de Mollendo le impresiona profundamente el océano, emoción que lo inspira a escribir su oda “Al autor del mar”: |
El
mar inmenso viene entero De
aquí hasta donde raya el horizonte .......... Acaba,
bravo mar, tu fuerte guerra; |
En Lima se imbuye de los ideales independentistas. En medio de la conjura revolucionaria escribe su “Oda a Baquíjano y Carrillo y también su “Oda a la libertad”: |
Oíd,
cese el llanto |
Asume un compromiso pleno con la causa indígena y los ideales que asume la revolución emancipadora. Su verbo se vuelve proclama de adhesión por los humildes, marginados y desheredados de la tierra, de identificación con las aspiraciones populares. Da coherencia a sus ideas y a su vida, de amor consagrado a una mujer y de consagración a sus ideales de libertad. 5. El amor se convierte en queja y lamento Pero al volver a Arequipa el amor de su vida, Silvia, se muestra esquiva. Al parecer no le agradan las ideas que ahora él encarna. Y así, el destino trenza sus dedos para que el amor sublime que él siente se convierta en queja y lamento: |
No
nació la mujer para querida No
nació para verse sometida, Porque
es flaca no puede ser soltera, Si
no es, pues, para amar o ser amada, |
Pero su amor es mucho. No puede quedarse con el desengaño. No quiere ocultarlo ni apagarlo, tampoco lo disimula. No puede tenerlo callado, lo hace público y manifiesto. Y se deshace en lamentos y en suspiros. Y sucumbe ante las heridas que lo afligen: |
BIEN PUEDE EL MUNDO ENTERO CONJURARSE Bien
puede el mundo entero conjurarse Bien
puede el tiempo rápido cebarse Bien
puede en fin la suerte vacilante, Que
al mundo, al tiempo y a mi varia estrella, |
6. ¿Por qué a verte volví, Silvia querida? ¿Por qué este designio? ¿A qué viene este desengaño? ¿Por qué me tocó a mí? La flecha, el estigma, la fatalidad del amor, ¿por qué me tocó a mí? Si tú eras para mí, ¿por qué se tuercen los hilos? ¿Por qué se confunden las hebras? ¿Por qué esos renglones torcidos? Y decide dejarlo todo –por lo inmenso y radical que es, pero a la vez frágil ante el aleteo del amor–, decide entonces sublimarlo en vida y hacerlo perdurable e infinito en el ideal, más allá de este mundo, de esta vida y de la muerte: |
¿POR
QUÉ A VERTE VOLVÍ, SILVIA QUERIDA? ¿Por
qué a verte volví, Silvia querida? Quiere
en mi mal mi suerte deleitarse; ¡Oh,
memoria infeliz! ¡Triste recuerdo! Mi
amor ansioso, mi fatal cadena, Pero
¡ay! de ti me arranca cruda suerte; |
7. Vuelve que ya no puedo vivir sin tus cariños Y he aquí que se produce uno de los saltos más extraordinarios que se han dado en la poesía y el arte en el Perú, porque no hay hecho que haya sido más decisivo para el arte y la cultura nuestras que esta decisión de Mariano Melgar, la de desterrarse, cambiar de clase social, irse a vivir en la campiña y hacerse chacarero. Y se hizo campesino total: de poncho y ojotas, de pantalones arremangados y sombrero mojado por la lluvia y quemado por el sol, de pisar la tierra arisca y helada, con los pies descalzos y los brazos curtidos solo con la diferencia que sus manos eran diestras también en saber tocar la guitarra. Aquel genio lingüístico, aquel académico consumado, el políglota escanciado, aquel intelectual venerable que causaba asombro con su ciencia, aquel adivinador de los misterios de la vida y el cosmos, volvió así al grumo, a la piedra de toque, al terrón de polvo que somos todos. Se hizo hombre de campo total, sin reticencias ni tapujos causando el escándalo en el medio culto y refinado de Arequipa. Dejó todo sin ambajes: abandonó casa, empleo en la curia, en la cátedra, su asiento en el ruedo de amigos y se alejó para siempre. Y todo por Silvia. Fue tan honda esta entrega de un ser tan acrisolado que toda Arequipa, todavía ahora, en cualquier fonda, posada, tienda e incluso en el corredor de cualquier casa rural encontramos intangible el alma del poeta Melgar. Y fue así cómo, y de este modo, él recuperó para la poesía peruana formas soterradas de la poesía quechua. Dejó de escribir su dolor en versos clásicos, en los metros y cadencias hispánicas, y encontró que su queja y su lamento cabían más y mejor en las formas y en los sones andinos, más dulces y temblorosos: |
VUELVE, QUE YA NO PUEDO Yaraví Vuelve,
que ya no puedo Mira
que hay cazadores Vuelve
mi palomita, |
8. Tuyo es mi pecho entero, tuyo es este albedrío Su canción no deja de ser queja, pero se hace cariñosa, dulce y protectora, como es el alma indígena: |
Ninguno
ha de quererte Vuelve
mi palomita, |
Es el candor y la inocencia del alma andina. Es el alma abierta pero vertiendo su delicadeza más pura: |
Bien
sabes que yo, siempre Vuelve
palomita,
|
Y he aquí el diminutivo, que es el aporte de las culturas indígenas al idioma castellano: |
No
pienses que haya entrado Vuelve
palomita, |
El mundo rural que se ofrece como paraíso y utopía y que él recién lo conoce desde dentro y directamente: |
Yo
sólo reconozco
Vuelve,
que ya no puedo |
9. La dolida esencia y la dulzura plena del “harawi” Huyó al campo y se tornó en agricultor al lado de los peones indígenas. Se hizo campesino y chacarero en Majes y ahí conoce la dolida esencia y la dulzura plena para cantar el dolor y la desolación más honda del “harawi” que se entonaba entre los indígenas que trabajaban la tierra. Porque el actual yaraví que él descubre y nos aporta, en donde letra y música vuelven a asociarse y a fundirse, es el “harawi” quechua, composición lírica anterior a la llegada de los españoles y que bien constituye la primera manifestación mestiza en la literatura peruana y expresión simbólica de lo que nosotros podemos ser como nación nueva y esperanzada. Mariano Melgar hizo el mestizaje de la poesía española y quechua; se anticipó al movimiento romántico años antes de su reconocimiento oficial en América, pues tiene todas las características del que después fue una corriente literaria universal, como es: sentimiento, individualidad, rompimiento del equilibrio entre fondo y forma, amor por lo vernacular, exaltación de las literaturas folclóricas y nacionales. 10. Por mi patria amada y por mi Silvia quiero Pero he aquí el otro salto, quizá mayor al anterior que no fue el único. He aquí otra entrega absoluta, la otra decisión trascendente e inquebrantable: se decide a tomar las armas en defensa de sus ideales y principios, sin desistir sino afianzando más su decisión y su vínculo de amor a Silvia haciendo indisoluble el vínculo entre el amor a la mujer y a la patria. Dice: |
Dejar
amigos… ¿injusticia tanta |
Y esto, porque hay un momento en la vida de Melgar en que sus amigos parecen reprocharle que él pensara en su amor individual a Silvia, cuando todo debía relegarse por la lucha a favor del pueblo entregado a la lucha por la independencia. Melgar defiende a Silvia y responde con brío: |
El
amor a mi patria está enlazado |
Y es que es inseparable su emoción social de su amor romántico. Son esos dos amores, que para él no entran en contradicción, los que le dan la vida y lo llevan a la muerte, porque luego afirma: |
Por
Silvia amo mi patria con esmero, |
Y asume marchar a la guerra. Pasa de su posición de campesino a su opción de combatiente. Escribe de ese modo la historia de su vida en el historial versificado de sus amores y de su consagración a sus ideales. 11. Pudo huir si lo hubiera querido Mariano Melgar se alista entonces en la rebelión de Mateo Pumacahua contra el régimen colonial español, en aquellos momentos de un poderío demoledor. Intuía de este modo, quizá, que debía morir para poner el corolario a su amor por Silvia y a su patria. En la batalla del 11 de marzo de 1815 peleó con pundonor y arrebato dirigiendo el arma de la artillería. Pero el ejército español estaba compuesto de experimentados profesionales de la guerra. Se lo divisa pasando de uno a otro lugar dando arengas y entusiasmo a los soldados, hasta el final. Decidida la batalla y conociendo el resultado adverso, pudiendo huir si lo hubiera querido, entregó su caballo a su ayudante para que aquél escape. Y se quedó hasta el final. Fue hecho prisionero. Su destino como dirigente de la sublevación era inminente, estaba trazado y él lo sabía. Antes había escrito: |
Temo
una muerte temprana |
Su puesto en esta gesta, la de auditor de guerra del ejército patriota, lo comprometía totalmente. La cercanía con el comandante general, que era estrecha y directa, le resultaba fatal. En la mañana del 12 de marzo de 1815 es fusilado. Se dice que Silvia cayó desmayada y mucho tiempo después permanecía aún gravemente enferma, luego de haberse enterado del fusilamiento de Mariano Melgar. Ya lo había anunciado él: |
Muerto yo tú llorarás. |
En ello hay una plena resonancia con el poema quecha recogido por el Inca Garcilaso de la Vega, donde el poema recogido por el cronista dice: |
Al
cantito |
12. Arequipa es Melgar y Melgar Arequipa Nadie como Melgar para encarnar tanto una época, un alma, un modo de ser. Pero también un paisaje y, sobre todo, una ciudad como es Arequipa que vive bajo el influjo de Melgar. A cuatro grandes citas concurrió Melgar en su corta pero arrebatada vida: a la cita con el amor, con la patria, con su tierra natal y con Dios. Nadie para haberse pegado a cada esquina, a cada techumbre, aroma y luz del cielo en Arequipa. Nadie para ser querido tanto, para identificarse la gente de toda condición, laya y posición, con él. Nadie como Melgar es el cantor del amor, la patria y la libertad en Arequipa. El pueblo se identifica con él y lo sigue teniendo muy hondo en sus momentos de mayor emoción y confidencia. Lo evoca y lo encarna en cada serenata. Lejos incluso de aquella tierra nunca vi a mi padre más emocionado que cuando cantaba “Melgar” en letra del poeta Percy Gibson y música de Benigno Ballón Farfán. Y hasta yo lo canto ‘emocionado, ¡qué más da!, emocionado’, en sus notas que dicen: |
Blanca
ciudad, de eterno cielo azul Aquí
dejo mis sueños,
Silvia adiós, ya perdida Sonó
el clarín, voy hacia allá Oh
Arequipa, ciudad de mis ensueños, |
Danilo
Sánchez Lihón
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