Parece que el mundo no se desmoronará, ni la honorable profesión de los diplomáticos quedara invalidada por las olas de Wikileaks o Wikicaca, pero igual me siento muy afectado, en lo personal y en lo profesional.
Mis fieles y leales lectores se peguntarán por qué, si ninguno de los doscientos mil cables secretos que se publicaron no me mencionan… justamente por eso: nada más frustrante para un diplomático que pasar desapercibido.
Me explicaré: el poeta J.N.Bialik dijo una vez: “Entran al salón por una puerta el Tercer Secretario del Cuarto Cónsul de Timbuctú, y por la otra el laureado poeta, y el público ovaciona … al cónsul”.
Más grave que informar sandeces a nuestros Gobiernos, es pasar inadvertido cuando las necedades de otros se publican.
Ello me lleva a varias reflexiones, sobre si está bien que Wikimugre publique los telegramas secretos de las embajadas:
Por un lado,: generalmente nos queda la impresión de que en nuestras cancillerías nadie lee nuestros informes: recuerdo una ocasión en la que un colega se quejó de que había mandado reiterados pedidos para que lo autoricen a comprar cierto aparato para su despacho (creo que una lámpara de mesa, pero no estoy seguro). Meses esperó el permiso, y cuando por fin compró la susodicha lámpara, recibió una seria bronca por no haberlo solicitado…
A veces sí los leen: por ejemplo, cuando comenté que un determinado ministro en cierto país había hecho un comentario “excepcionalmente atinado, probablemente debido que – por excepción – el personaje estaba sobrio”, recibí una crítica por haber usado la misma palabra dos veces en la misma frase.
Otro tema es decidir en qué medida es importante la opinión de un embajador sobre la salud mental o capacidad emotiva de los funcionarios con los que está en contacto: casi seguro estoy de que la mayoría de los representantes extranjeros en algunos países están convencidos de la locura, o de la inmadurez, o de la sandez patológica de los respectivos Presidentes… y que conste que no estoy sugiriendo que, por ejemplo, Hugo Chávez sea extravagante en sus declaraciones… Insisto, no sé en que medida sus originales manifestaciones sobre política internacional, por caso, hayan reducido en un litro las compras de combustible venezolano de ningún país.
Y para no ir muy lejos: un colega me comentó que en cierta oportunidad estuvo asignado a un país que entró en guerra con su vecino, por lo que se dedicó a informar a sus superiores sobre los triunfos bélicos, basándose – como lo hacen todos en todas partes – en lo que aparecía en los periódicos. ¡Cuál fue su sorpresa al recibir copia de los informes de su colega en el otro país, detallando todas las derrotas atribuidas en uno de los lados, como triunfos en el otro y viceversa! ¿Es muy complicado? Lo simplifico: cada uno de los contrincantes se asignaba la victoria y al otro la derrota: ¡una especie de “guerra win-win”! Y los diplomáticos solamente leían los diarios de su lado… en esos tiempos no había Internet.
Para no ser menos, yo también revelaré un documento secreto, y comprometedor – Felipe González y los Reyes de España, bailando sevillanas con Yitzhak Shamir. Y si no me cree, pase a la sección “Aquí están las fotos”.
¡A ver qué escándalos suscito con esta revelación!