"Nací libre: el cantar muxe" Texto de Jaime Sa’akäsmä
Elvis Guerra, Ramonera, Círculo de Poesía, México, 2019 |
Mucho se ha dicho sobre (el) ser muxe'. Mucho han dicho otros, quiero decir. Muy pocas veces las oímos (hacemos el esfuerzo por oírlas) hablar por sí mismas. Por eso, por ser una de las primeras obras bilingües (binnizá-castellano) publicada por un muxe' sobre ser muxe' (por ahí viene también Guichiyoo, del gran Víctor Cata), Ramonera te coge desprevenido y hace que quieras darle el curioso beneficio de la reincidencia: el placer de volver a sentirlo, gozarlo, una y otra vez. Porque se engaña quien piense que el valor de esta obra está en ser uno de los primeros en hablar sobre ser muxe', puto, joto, mampo, maricón, en una comunidad indígena; se engaña porque Ramonera es un poemario maduro, un poemario fruto de una generación que no va a callarse más, de una generación que tiene el valor suficiente para hablar por sí misma. Y hablar bien, desde la poesía. Esta obra no quiere 'reclamar' un lugar en el nicho literario de santas y vírgenes mustias, en el proscenio de estrellas decadentes, despelucadas. No. Elvis Guerra (Juchitán, 1993) viene entero a dar guerra, a hablar por sí misma, por las vestidas y las desvestidas en petate; se viene llena de flores y cantos a perfumar la rancia y macha cultura nacional (que no olvidemos, olvida, desdeña e invisibiliza a sus muchas naciones) con poesía jota o h, pero muda nunca más. Se viene salvaje, histérica, a enseñar el zapatismo más radical, en su máxima expresión e ironía: el cuerpo será siempre de quien lo sepa desnudar. Elvis Guerra no tiene empacho de alzarse a voz pelada, de gritar las maravillas y los horrores de ser uno mismo, de dar la cara y hablar por su 'diferencia'. Así, tal vez tiene su propio manifiesto en "Un muxe' es", en el cual estremece por su sinceridad: Muxe' es una burla en la escuela, una carcajada en la calle, un payaso para todos. La construcción anafórica de este poema contribuye no tanto a establecer una condición inherente, individual, sino una construcción social, en los límites de la margi-nalidad y la resistencia —esto es, coloca al individuo (al muxe') en la esfera pública: "Muxe' es estar desnudo en una calle llena de miradas"; y, al mismo tiempo, pone en el centro de lo público la intimidad, una intimidad desnuda, vulnerable y valiente. Por tal motivo, me pregunto, ¿cuántos maricas de pueblo o no, morenos o no, muxes o no, se sienten aludidos con frases como: "Muxe' es un salto a la boca del abismo" o "Muxe' es un universo poblado de hombres"? Del mismo modo, no sólo se indaga y cuestiona la esfera pública, sino también lo íntimo, ese espacio en el que algunos pretenden lavar su miseria: la casa propia. "Muxe' es el que fue golpeado por sus hermanos". "Muxe' es llegar al altar del brazo del padre que no supo quererte". Pero en esa impugnación, de pronto, destella el humor, un humor a ratos casi ingenuo: "Muxe' es un orgullo de la familia, ah no, eso es falso"; a ratos, desfachatado: "Muxe' es despertar erecto con una minifalda". Es verdad, la risa que puede provocar se desdibuja si se piensa un poquito, si se le despoja de ese hálito irónico. Pero la ironía está puesta justamente para no victimizarse, para afrontar la 'verdad', para poner la cara (o el culo), compañero. Y con ello se abre la compuerta para el grito libertario: "Muxe' es la madre legítima de la libertad", o también: "Muxe' es una libertad que se azota". Aquí, con la perfecta ambigüedad de que es una libertad que se recrimina a sí misma o que la azotan los otros. Para bien o para mal, el muxe' es un individuo que no se concibe solo, se concibe frente a los otros, con los otros, pues también se advierte una hermandad manifiesta, múltiple, sumada por la repetición de "Un muxe' es": Muxe' es el ojo que llora por muchos hombres. Muxe' es un brazo, una pierna y muchos corazones. En ese tenor, al final, un muxe' siempre da de sí mucho más de lo que recibe, lo mismo cuando el "Muxe' es una flor que se desgrana / para perfumar tu cama" que cuando "es una casa siempre abierta" y "un sí a todo y a todos". Por tal motivo, sus fuentes (sus antecedentes) no sólo están en la comunidad que creció el poeta, sino en la comunidad humana, en general, en su necesidad de ser, de cultivarse: "Muxe' es un grabado de Goya", "Muxe' es Deprofundis de Wilde", "Muxe' es el acento que da sentido a las palabras". Ahora bien, los temas que se descubren en Ramonera van del deseo y las relaciones con otros hombres, hasta las relaciones íntimas con la madre y el padre (ausente casi siempre). El individuo parece erigirse en el centro, pero es un individuo que se hermana con el prójimo, que forma comunidad, ya desde la complicidad, ya desde la distancia pertinaz. Desde mi perspectiva, entonces, descubro en esta obra tres tipos de poema: los que explotan en chispazos de humor y valentía; los que construyen una realidad idílica que se desdibuja al percatarnos de que no son más que deseos, esperanzas, posibilidades; y, por último, los que se ensanchan en su libertad, esos que exaltan el ser propio, la necesidad de ser y de estar libre. Entre los primeros se encuentran casi todos los que aluden a Ramón: ahí, el humor es más mordaz, hay mayor ironía y, en general, suelen estar construidos para de-construir ese cuerpo viril, macho, del hombre, casado o no: "Macho firme, / hombre que entrega su carne / a la voluntad de otros hombres". Por si nos queda la duda de quién es un Ramón, "Siempre Ramón" llega para dejarlo bastante claro: Ramón no sabe que está ramoneando cuando deja que una muxe' penetre su flor. Entre los segundos, están esos pequeños dramas familiares e íntimos, donde la madre, el padre o los hermanos intentan constreñir la experiencia del muxe', pero ella (o él) encuentra la manera de subvertir sus limitantes, les enseña cómo le gustaría ser vista, tratada. A veces son ensueños, anhelos, pero también son la necesidad de que las cosas cambien realmente hacia adentro de las familias y las comunidades, van un poco más allá de la utopía y proyectan un futuro no utópico sino necesario. Para saber de qué hablo, léase por lo menos: "Relato de una muxe' y su madre", "No me abraces en la calle", "Propuesta de media noche", "Canción para ellos", "Inventario a mis 24 años", etcétera. Por último, están aquellos poemas que se construyen a partir de un recuerdo, de una necesidad, y expresan el mayor anhelo: la libertad de ser y estar en el mundo tal como se es. Para mí, en estos poemas se conjugan lo mejor de los anteriores, el humor y las esperanzas, los sueños, ya que todo se presenta desde un aquí y ahora, un presente, un algo más 'real', tangible, doloroso: esa verdad que uno suele guardar para con uno mismo. Por ejemplo, en "Letanía para una muxe'", el poeta nos dice: "Me quise para no odiar a nadie". Aún más: Me quise cuando mi padre me corrió de casa, cuando nadie supo defenderme, cuando mis amigos estaban ciegos y mis hermanos eran mancos. Y luego, en un esfuerzo todavía mayor de sinceridad, agrega: "Me quise por encima / de todos los hombres que no me quisieron". Porque, como lo explica en ese otro gran poema que es "Al niño que fui": "Nací de un padre que odiaba muxes"; "Nací pidiendo que no me maten". Y con todo, a pesar de todo, por sobre todo, remata: "Nací libre. Lo demás es poesía". Sin embargo, cabe apuntar que, por supuesto, ninguno de estos poemas está tan delimitado como aquí podría parecer. La genialidad de Elvis Guerra se evidencia justo en la confluencia de estos modos de escritura, estas estrategias para organizar su experiencia del mundo. A mí, entonces, me basta agradecerle que ensanche nuestro corazón con un mundo donde quepan otros mundos y que, por fin y sin pudor, saque del closet a las y los escritores indígenas, "que también cogemos", como diría él mismo, y que por "ser indígena, pobre y homosexual implica también enfrentarse a una triple discriminación", como diría Manuel Espinosa Sainos (poeta totonakú). Algún día, sin pelos en la lengua (o tomándome el tiempo necesario para, despreocupada, elegantemente, quitármelo de ahí), quiero que yo o cualquier hombre o mujer indígena, sin aspavientos ni temores, pueda decir: nací libre, lo demás es lo de menos. O mejor: "para ser libre, hay que ser puto". El autor: Jaime Sa'akasma (Copainalá, Chiapas, 1988). Licenciado en Lengua y literaturas hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México, cursa el doctorado en Literatura Hispánica en El Colegio de México y es miembro del Ore'is tyajk (Centro de Lengua y Cultura Zoque A.C.). |
por
Jaime Sa’akäsmä
Publicado, originalmente, en: Ojarasca Suplemento Mensual Número 280 agosto 2020
La revista Ojarasca es una publicación mensual editada por el periódico mexicano La Jornada
Contacto: suplementojarasca@gmail.com
Link del texto: https://www.jornada.com.mx/2020/08/08/ojarasca280.pdf
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