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Recordando a Túpac Amaru en la lucha contra la alienación cultural |
El 18 de Mayo de 1781, el subversivo Túpac Amaru fue ejecutado públicamente en la Plaza Mayor del Cusco junto con sus familiares y otros luchadores/luchadoras. Era descendiente de los antiguos monarcas incas Pero se vio precisado a rebelarse contra el régimen colonial español, en defensa de su pueblo ancestral que no soportaba tan crueles abusos de la dominación virreinal. La población nativa fue diezmada al tener que trabajar como esclavos en los socavones contaminados por azogue (mercurio). Cada familia tenía la obligación de enviar una persona (el padre o un hijo) bajo el sistema de mita. Generalmente no regresaban. Desprenderse de un hijo joven o del padre era desgarrador. El movimiento rebelde se extendió a todas las colonias causando alarma entre las autoridades virreinales, los mismos que tuvieron que concentrar todas sus fuerzas armadas para poder derrotarlo. Sin embrago su muerte no detuvo la rebeldía y su nombre no ha podido ser borrado del sentir de los pueblos ancestrales que hasta ahora le rinden tributo a su gesta por la reivindicación del Tahuantinsuyo. Los nuevos colonialistas tienen ahora otros métodos para llevarse nuestras riquezas pero la figura del abuso sigue siendo la misma. Si hubiésemos vivido como nativos en los tiempos de Túpac Amaru recibiendo los abusos del corregidor, encomenderos, |
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curas, soldados y demás autoridades ¿acaso no nos hubiéramos rebelado? ¿Si aborígenes ancestrales de las alturas amenazados con la destrucción de nuestro medio de vida por las transnacionales saqueadoras de riquezas no seríamos capaces de rebelarnos? |
Los siguientes párrafos del libro “Trazos para una República Equitativa” dan pie para examinar la alienación educativa.
3.3 La historia fraudulenta como arma de dominación
La historia oficial es siempre aquella que conviene al poder dominante. Bajo el dominio español y sus descendientes republicanos, la historia del Perú ha sido siempre distorsionada tramposamente en función de los intereses del régimen predominante. A la luz de la historia fraudulenta, cualquier rebeldía en legítima defensa ante el abuso de poder ha resultado siendo siempre un delito grave. No se castiga al abusador sino al abusado por no acatar las normas del primero.
Son innumerables las heroicidades de la población nativa contra la opresión del colonialismo español, pero los textos educativos los ignoran porque los descendientes de colonialistas continuaron ejerciendo el poder en el régimen republicano.
Por ello, José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, pese a la grandiosidad de su rebelión, no tiene el sitial patriótico que merece, pues habiéndose rebelado contra el régimen colonialista[14] de los españoles, y estando los descendientes republicanos de estos en el poder, lógicamente la historia oficial tenía que ignorarlo o por lo menos opacarlo, ya que para ellos, aun hoy, resulta peligroso ensalzar su heroica lucha.
Sin embargo, Túpac Amaru II era de alcurnia inca, pues llevaba el sello genético de Huayna Cápac, como en efecto probó su descendencia de Manco Inca y así fue reconocido por las autoridades españolas[15]. Su rebelión masiva era por desesperación, para que cesen ya, las atrocidades impunes cometidas contra la población nativa y tras haber agotado reclamos respetuosos.
3.3.1 La subversión nativa
La sublevación de José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, fue en legítima defensa, como lo acreditan muchos documentos oficiales. Pero también, para el régimen colonial, era una demostración de que no se había extinguido el patriotismo de los nativos liderados por los caciques o curacas, muchos de los cuales eran descendientes de linajes incásicos.
El virrey Francisco de Toledo, en mérito a la sentencia judicial contra Túpac Amaru II (Ver anexo Nº 1), estableció el régimen de los acaldes nativos a fin de quitarles poder y autoridad a los caciques que siempre estaban liderando rebeliones añorando el pasado incásico. El abusivo corregidor que representaba el poder virreinal local, investía con la vara de alcalde, a la usanza española, al nativo de su conveniencia, a sus adulones[16].
Sin embargo, falsamente se ha propalado la idea generalizada de que el “Varayoc” es una institución nativa, como ha sucedido también con el concepto de comunidades indígenas que empezaron siendo “reducciones de indígenas” establecidas por el régimen colonial para controlar mejor a la población sometida. Tenemos aquí un caso de tergiversación histórica y educativa que hace a muchos enarbolar equivocadamente símbolos no autóctonos como si lo fueran.
Ahora mismo vemos cómo los órganos de poder tergiversan los hechos históricos haciéndonos creer que la firma de los tratados de libre comercio son conquistas nacionales dignas de celebración patriótica, cuando en realidad los TLC son iniciativas estratégicas de dominación que inició EE.UU. para tener mercados cautivos y despojarnos de nuestra jurisdicción, y así someternos a tribunales internacionales donde ellos tienen ventaja.
Cada vez perdemos más soberanía, porque bajo diversos pretextos se compromete jurídicamente a nuestro país a firmar tratados internacionales onerosos y abusivos, que se ventilan en tribunales exteriores con las consiguientes represalias jurídicas, económicas y aún militares.
Pero volviendo a la temática de la alienación educativa y la falsificación histórica, la sublevación del subversivo Túpac Amaru II contra el poder virreinal fue una reacción a consecuencia de una larga cadena de abusos desoídos que hacían preferir la muerte antes de seguir soportándolos.
Esto sucede cuando el régimen impuesto por los dominadores rebasa los límites de soporte de los dominados. Hasta los animales se rebelan ante la crueldad de sus amos. Lo mismo sucede con los fenómenos físicos que desbordan cuando no hay desfogue. Si las condiciones de dominio social ya no encajan con el proceso histórico, la explosión social es inevitable y las viejas ataduras colapsan. Eso fue lo que sucedió con el movimiento de Túpac Amaru.
Tal parece ser la situación actual de nuestro país y de muchos otros que, pese a que la corriente nacional pide un cambio de sistema a un orden más equitativo, el régimen se mantiene inalterable. La presión social es contenida con la fuerza represiva de los poderes dominantes, pero hay mucho descontento contenido entre los dientes. La democracia oficial empieza a ser insoportable. El vigente “Estado de Derecho” es una camisa de fuerza que ya no se ajusta a los requerimientos del desarrollo social.
Se detesta el poder judicial, poder legislativo, poder ejecutivo, los partidos políticos, el régimen electoral, la corrupción de funcionarios, la depredación de nuestros recursos naturales y muchos otros abusos, pero este embalse puede rebasar de manera incontenible arrasando todo a su paso si no hay cambios oportunos.
Los cambios de calidad de un régimen social no ocurren inesperadamente. Tienen antecedentes que se van acumulando hasta estallar si el régimen permanece rígido sin adecuarse a los cambios. En elcamino,mueren muchos precursores del estallido que son ignorados por la historia oficial porque en su momento fueron subversivos que atentaban contra el “Estado de Derecho” del régimen opresor.
3.3.2 La doble cara del poder dominante.
La cultura de la dominación se cimenta en información tergiversada. Como veremos a continuación, la versión oficial de los acontecimientos sociales es diferente a la realidad de los mismos. Los valores culturales con que se gobierna una sociedad, los criterios de gobierno, las políticas de Estado, responden a la mentalidad del sector social dominante.
Por consiguiente, todo el aparato de gobierno, incluyendo la administración de justicia, autoridades políticas, policiales y militares, administración educativa y demás, se parcializa con dicho régimen. Por ello, suele prevalecer la versión oficial mientras no haya cambio de régimen. Pero como bien sabemos, la versión de los opresores no es igual a la de los oprimidos. De allí que, muchas veces, los gobernantes guardan las apariencias asumiendo conductas hipócritas aun en contra de la verdad.
La gesta de Túpac Amaru tuvo causales muy crueles conocidos hasta por el rey de España, quien ordenaba corregir para evitar sublevaciones, pero las autoridades virreinales al mismo tiempo que trasmitían las órdenes eran cómplices de su incumplimiento. Nadie podrá sustraerse a la inevitable indignación que produce leer los documentos oficiales de esa época y el texto de la acusación abusiva y sentencia que se transcribe en el Anexo Nº1.
Lo decía el mismo Virrey Amat cuando hipócritamente daba órdenes textuales como la siguiente:
“El abominable abuso que el tiempo ha ido autorizando de repartir los corregidores, no sólo con exceso a la tarifa que se les prescribe en sus mismos despachos, sino géneros (telas) inútiles distintos de los que se les asigna, y lo que es más la compulsión con que involuntariamente se les hace recibir a los miserables indios, apremiándolos a este fin con cárceles, y severísimas prisiones de obrajes, ha subido a un punto en esa provincia, y las comarcas, que se ha hecho el escándalo de esta capital, y de todo el Reino principalmente en la ciudad del Cuzco, en donde como cabecera ha resonado más que en otras partes este desorden de que informado, había resuelto tomar una resolución que satisfaciese a Dios y al Rey y a todo el mundo, procediendo a exterminar ejemplarmente los transgresores de las leyes divinas y positivas, que no se han contenido con las providencias repetidas que he librado a fin de redimir a esos miserables de tan injusta tiránica opresión; pero siendo inevitable perfeccionar la substanciación de los informes con que me hallo, antes de poner en práctica la última determinación en un asunto de esta gravedad, os prevengo señor, que al recibo de esta hagáis que se pongan en plena libertad todos cuantos de vuestra orden, o del de vuestros intitulados tenientes, se hallen reducidos a prisión en cárceles, o en obrajes, y con la misma celeridad hagáis que se convoquen todos aquellos en quienes se haya verificado exceso de repartimiento, bien sea en la sustancia o en el modo, o en la cualidad o el precio, y como que a ello os determináis, por propia utilidad sin ajeno impulso, les recibáis otra vez las especies, moderéis el importe de las que tomasen por propio arbitrio, y en una palabra arregléis en todo las cosas literalmente a la tarifa, dándome cuenta justificada con las diligencias autorizadas, precisamente a vuelta de correo, en la segura inteligencia de que sólo espero estos documentos, para indemnizaros del común estrago que habrán de sufrir todos los comprendidos en este crimen, y no cumplieren con esta providencia, lo que ejecutaré de un modo que los escarmiente perpetuamente en lo futuro, mi apurado sufrimiento: Dios guarde etc. Lima 28 de noviembre de mil setecientos sesenta y seis: don Manuel Amat.” -Mendiburu- Tomo I-pag 385.
Esto es lo que decía la ordenanza oficial pero un memorial de la época dirigido al Rey denunciaba con pruebas y testimonio de testigos fehacientes que, invariablemente, seguían los abusos de los corregidores, obispos y párrocos en complicidad con dicho virrey acusándolo de recibir dinero de los infractores para desoír y no despachar quejas, además de otros cargos de corrupción ejecutados con total impunidad.
Mencionaré algunos casos que ilustran los abusos cometidos: el corregidor de Lampa José Antonio Rojas, perteneciente a la casa del Virrey, repartió compulsivamente a los nativos que no sabían leer, unos cuadernos de ordenanzas y táctica militar reimpresos en Lima. Les hizo pagar cuatro pesos por cuaderno de una manera forzosa y tomando el nombre del Virrey.
El de Andahuaylas, Jacinto Camargo, distribuyó a doce reales la onza, cuentas de piedra para rosarios, diciendo a los nativos que era remedio contra las paperas. Los obligó a comprar tafetán negro de pésima calidad a cuatro pesos la vara y mandó que todos usasen corbata de luto por la muerte de la reina. Y vendió a 50 pesos unos sombreros con franja de plata falsa y muchos otros abusos no ignorados por el Virrey Amat[17].
Los soldados les robaban a los nativos sus bestias y las vendían. Los encomenderos usurpaban tierras de comunidad. Hacían pagar a los nativos el ganado que se les perdía. Los llevaban a trabajar en lugares distantes e insalubres alquilándolos como a esclavos. Obligaban a los caciques a ser fiadores de los corregidores por cuyas deudas los encarcelaban, etc.
Si estos abusos eran reconocidos oficialmente es de imaginar las innumerables atrocidades y humillaciones que tenían que soportar nuestros antepasados, y que no eran denunciadas por temor al terrorismo de Estado. Díganme entonces: ¿De estar ustedes en esas o semejantes condiciones, no serían capaces de rebelarse?
¡Y todo esto sucedía cuando las colonias norteamericanas eran ayudadas por la monarquía española para independizarse del yugo de Gran Bretaña, y se gestaba la Revolución Francesa que conmocionó al mundo, dando inicio a una nueva etapa de la humanidad! Sin embargo, siendo la rebelión de Túpac Amaru II contemporánea a estos dos acontecimientos históricos considerados legítimos, ¿por qué entonces se le desmerece oficialmente?
Lógicamente, porque los gobernantes republicanos que han aprobado la historia oficial eran y son descendientes de los gobernantes españoles, contra los cuales se rebeló Túpac Amaru II. Es que para la época, y aun hoy, hay todavía quienes detestan tener por héroe a un indígena. Mucho menos, rendirle homenaje. ¡Habrase visto! ¡No faltaba más!
No obstante, vemos a muchos peruanos que sacan pecho de orgullo por Machu Picchu, por la grandiosidad prehispánica, pero tratan con el mayor desprecio a los descendientes de quienes hicieron tan portentosas obras. ¡Pero, ellos son! Los vemos convertidos en sombras vivientes pero ellos llevan la aptitud genética. ¡Sí! Así como los ven, ellos son capaces de hacer otra maravilla del mundo como Machu Picchu, aunque ahora se les ve muy deteriorados por siglos de dominación.
3.3.3 La justicia parcializada con el régimen vigente
Para la población incásica el héroe era Túpac Amaru II. Para el poder virreinal los héroes eran los que lo capturaron. En la actualidad, esta ambivalencia se mantiene porque, como ya se ha dicho, la historia oficial está parcializada con el poder dominante. Quienes se rebelan contra el sistema son vilipendiados con toda la odiosidad posible y se repite la historia de ensañamiento contra los insurgentes de toda época que amenazan el poder vigente.
En la sentencia a Túpac Amaru podemos leer algunos párrafos como los siguientes:
…“Considerando pues a todo esto, y las libertades con que convidó este vil insurgente a los indios y demás castas para que se le viniesen, hasta ofrecer a los esclavos la (libertad) de su esclavitud; y reflexionando juntamente el infeliz y miserable estado en que quedan estas provincias, y dificultad de subsanar en muchos años los perjuicios causados en ellas por el referido José Gabriel Túpac-Amaro, con las detestables máximas esparcidas y adoptadas en los de su nación y socios o confederados a tan horrendo fin; y mirando también a los remedios que exige de pronto la quietud de estos territorios, el castigo de los culpados, la justa subordinación a Dios, al Rey y a sus ministros, debo condenar y condeno, a José Gabriel Túpac-Amaru, a que sea sacado a la plaza principal y pública de esta ciudad, arrastrado hasta el lugar del suplicio, donde presencie la ejecución de las sentencias que se dieren a su mujer Micaela bastidas, sus dos hijos Hipólito y Fernando Túpac-Amaru, a su cuñado Antonio Bastidas, y algunos de los otros principales capitanes y auxiliadores de su inicua y perversa intención o proyectos, los cuales han de morir en el propio día, y concluidas estas sentencias, se le cortará por el verdugo la lengua y después amarrado o atado por cada uno de sus brazos y pies, con cuerdas fuertes y de modo que cada una de estas se pueda atar o prender con facilidad a otras, que pendan de las cinchas de cuatro caballos, para que puesto de este modo, o de suerte que cada uno de estos tire de su lado mirando a otras cuatro esquinas o puntas de la plaza marchen, parten o arranquen a una voz los caballos, de forma que quede dividido su cuerpo en otras tantas partes;” […]
Luego de señalar los lugares de Cusco y Puno a los que se llevarán las partes descuartizadas, prosigue:
“que las casas de este sean arrasadas o batidas y saladas, a la vista de todos los vecinos del pueblo o pueblos adonde las tuvieran o existan; que se confisquen todos sus bienes, a cuyo fin se da la correspondiente comisión a los jueces provinciales; que todos los individuos de su familia, que hasta ahora no han venido, ni vinieren a poder de nuestras armas y de la justicia que suspira por ellos, para castigarlos con iguales rigurosas y afrentosas penas, queden infames e inhábiles, para adquirir, poseer u obtener de cualesquiera modo, herencia alguna o sucesión, si en algún tiempo quisiesen o hubiese quienes pretendan derecho a ella: que se recojan los autos seguidos sobre su descendencia en la expresada Real Audiencia,quemándose públicamente por el verdugo en la plaza pública de Lima, para que no quede memoria de tales documentos; y de los que solo hubiesen en ellos testimonio, se reconocerá y averiguará a donde paran los originales”(Ver anexo Nº1).
Continúala sentencia eliminando la autoridad de los caciques para reemplazarlos por los alcaldes de vara, prohibiendo que se usen vestuarios que recuerden a los Incas, que usen el pututo, la corona “mascaipacha” o que figure el sol entre sus vestimentas debiendo usar ropa a la usanza española.
Compárese esta sentencia con la odiosidad que se emplea actualmente para juzgar a los rebeldes de hoy, el ensañamiento de la prensa parcializada y la condena no expresa en la sentencia que se aplica contra familiares inocentes. Cuando los subversivos abaten a sus perseguidores, la prensa dice: “es un ataque cobarde”, pero cuando sucede lo contrario, los perseguidores son “heroicos defensores de la patria”.
Ya no se argumenta la sagrada autoridad del rey sino el sagrado “Estado de Derecho”, la santa “democracia” que el régimen mismo prostituye. Aun sin participar en ningún hecho, basta opinar en contra para ser condenado, porque ahora se ha inventado un írrito delito de “la apología al terrorismo”, que prohíbe la libre expresión de simpatía por algún movimiento subversivo aunque la persona no sea miembro. No basta ya que el condenado haya cumplido su condena, se arrepienta o que ya haya cambiado de opinión, pues se le sigue castigando extra judicialmente con penas que no están en la sentencia. Se les impide ejercer su profesión, se les destituye arbitrariamente por su pasado y son segregados en sus derechos. Una arbitrariedad que contraviene incluso el marco constitucional del régimen y vulnera un derecho elemental, el de sobrevivencia.
¿Acaso los defensores a ultranza del Statu Quo no piensan en el daño perverso y sufrimiento que causan a las criaturas, esposa, padres y a la familia entera del ex presidiario político? Todos ellos sufren persecución con ensañamiento. No interesa que tras un juicio alevoso hayan sido absueltos, o que hayan sido solamente sospechosos. Se procede de manera brutal, como se hizo con Túpac Amaru y su familia. ¿Qué se puede esperar entonces de esos niños, obligados al rencor social cuando adquieran edad para rebelarse?
Nunca habrá paz mientras haya injusticia social. La sociedad peruana vive permanentemente indignada por tanta injusticia que sucede en cada momento, todos los días del año y por siglos. Lo que más indigna es la injusticia que favorece con la impunidad a los más poderosos, a los corruptos, a los gobernantes.
No hay amparo para los que sufren injusticia. Vemos esto en todos los hechos cotidianos y en todos los niveles de la administración pública y privada, incluyendo los grandes asuntos de política nacional. El abuso de poder es una constante en todos los ámbitos de la vida nacional, desde los pueblos más pequeños hasta la metrópoli. Injusticia y corrupción judicial van de la mano fermentando la indignación nacional y la rebeldía subversiva.
Todo está contaminado por el virus la corrupción en la administración de justicia, en la administración política, administración económica, policial, militar y otros ámbitos de la sociedad actuando contra los más indefensos. La injusticia política y su impunidad se han convertido en hechos tan frecuente que la población ha perdido la fe en su eliminación.
Lo peor de todo es que los tribunales y jueces responsables de administrar justicia se parcializan con los más poderosos, con los de mayor corrupción, con los políticos más influyentes. No hay equidad en los procesos judiciales ni menos en las sentencias[18]. Las injusticias sociales son justificadas en nombre de la ley del sistema de dominación, del “Estado de derecho”, del sistema democrático y por esta vía se trastocan los valores de justicia con actos de injusticia. Pero la ley es la de los dominantes y la población es alienada y obligada a aceptarla como válida. Solo el que tiene dinero tiene de su lado la ley, los jueces y la policía.
El aparato de gobierno no solamente tiene de su lado la estructura jurídica construida a favor del sistema de dominación sino también al poder judicial que se parcializa con las autoridades estatales. En estas condiciones no hay garantía de imparcialidad para la gente que clama justicia. Muchas injusticias quedan impunes porque los afectados prefieren no meterse en líos judiciales con el Estado sabiendo que llevan las de perder.
3.3.4 Los héroes oficiales y los héroes del pueblo
En un informe de la época consignado por Mendiburu (Tomo XI) podemos leer:
“El viernes 18 de mayo de 1781, después de haber cercado la plaza con las milicias de esta ciudad del Cuzco, que tenían sus rejones y algunas bocas de fuego, y cercado la horca de cuatro caras con el cuerpo de mulatos y huamanguinos, arreglados todos con fusiles y bayonetas caladas, salieron de la compañía nueve sujetos que fueron los siguientes: José Berdejo, Andrés Castelú, un zambo Antonio Oblitas (que fue el verdugo que ahorcó al corregidor Arriaga), Antonio Bastidas, Francisco Túpac- Amaru, Tomasa Condemayta, cacica de Acos, Hipólito Túpac-Amaru, hijo del traidor, Micaela Bastidas su mujer, y el insurgente José Gabriel. Todos salieron a un tiempo y unos tras otros venían con sus grillos y esposas metidos en unos zurrones, de estos en que se trae yerba del Paraguay, y arrastrados a la cola de un caballo aparejado. Acompañado de los sacerdotes que los auxiliaban, y custodiados de la correspondiente guardia, llegaron todos al pie de la horca, y se le dieron por medio de dos verdugos las siguientes muertes:
A Berdejo, Castelú, al zambo y a Bastidas, se les ahorcó llanamente; a Francisco Tupac-Amaru, tío del insurgente, y a su hijo Hipólito se les cortó la lengua antes de arrojados de la escalera de la horca; y a la india Condemaita se le dio garrote en un tabladillo, que estaba dispuesto con un torno de fierro, que a este fin se había hecho, y que jamás, habíamos visto por acá; habiendo el indio y su mujer visto con sus ojos ejecutar estos suplicios hasta en su hijo Hipólito, que fue el último que subió a la horca. Luego subió la india Micaela al tablado, donde así mismo, a presencia del marido, se le cortó la lengua, y se le dio garrote, en que padeció infinito, porque teniendo el pescuezo muy delgado, no podía el torno ahogarla, y fue menester que los verdugos, echándola lazos al pescuezo tirando de una y otra parte y dándole patadas en el estómago y pechos, la acabasen de matar. Cerró la función el rebelde José Gabriel a quien se le sacó a media plaza; allí le cortó la lengua el verdugo, y despojado de los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo; atáronle a las manos y pies cuatro lazos, y asidos estos a la cincha de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes; espectáculo que jamás se había visto en esta ciudad. No sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes o porque el indio en realidad fuese de fierro, no pudieron absolutamente dividirlo, después de que por un largo rato lo tuvieron tironeando, de modo que lo tenía en el aire en un estado que parecía una araña. Tanto que, el visitador movido de compasión, porque no padeciese más aquel infeliz, despachó de la compañía una orden mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó. Después se condujo el cuerpo debajo de la horca donde se le sacaron los brazos, y pies. Esto mismo se ejecutó con las mujeres, y a los demás se le sacaron las cabezas para dirigirlas a diversos pueblos. Los cuerpos del indio y su mujer se llevaron a Picchu, donde estaba formada una hoguera, en la que fueron arrojados al aire y al riachuelo que por allí corre. De este modo acabaron José Gabriel Túpac-Amaru y Micaela Bastidas, cuya soberbia y arrogancia llegó a tanto, que se nominaron reyes del Perú, Chile, Quito, Tucumán y otras partes, hasta incluir el gran Paititi, con otras locuras de este tono”.
Como puede apreciarse, esta es una versión parcializada con el régimen dominante, como acostumbran hacer las empresas mediáticas de ahora. Sucede, sin embargo, que en el corazón del pueblo están como héroes los luchadores sociales mientras que en el lenguaje oficial los héroes están en las fuerzas represivas que los abaten, aunque lo hagan extrajudicialmente y dispersen sus restos clandestinamente. Los primeros no tienen derecho a figurar en los libros de historia. Sólo los segundos.
A la heroína Tomasa Condemayta, que luchó al lado de Túpac Amaru y fue ejecutada junto a él, se le conoce más porque una variedad de papa comercial lleva su nombre, pero a Marcela Castro ni la mencionan. No obstante, esta insigne mujer participó en la rebelión de Túpac Amaru II y siguió luchando después al lado de Diego Cristóbal Túpac Amaru, en 1783, hasta que fue capturada.
Esta fue su sentencia dictada por el tribunal colonial:
“A Marcela Castro debemos igualmente condenar, en que sea sacada de la cárcel donde se halla presa, arrastrada a la cola de una bestia de albarda, llevando soga de esparto al pescuezo, atados pies y manos con voz de pregonero que manifieste su delito: siendo así conducida por las calles acostumbradas al lugar del suplicio, donde esté puesta la horca, junto a la que se le cortará la lengua, e inmediatamente colgada por el pescuezo y ahorcada hasta que muera naturalmente, sin que de allí la quite persona alguna sin nuestra licencia; y con ella será después descuartizada, poniendo su cabeza en una picota en el camino que sale de esta ciudad para San Sebastián, un brazo en el pueblo de Sicuani, otro en el puente de Urcos, una pierna en Pampamarca, otra en Ocongate, y el resto del cuerpo quemado en una hoguera en la plaza de esta ciudad, y arrojadas al aire sus cenizas”. (Mendiburu, Pag 423 Dicc Hist Biograf. Tomo II)
Igual suerte corrieron Simón y Lorenzo Condori, que formaban parte del movimiento de Diego. Pero entonces, díganme ustedes: ¿Han escuchado hablar de ellos en algún centro educativo? ¿Hay alguna calle que lleve el nombre de estos héroes? Y no son éstos los únicos héroes ignorados.
En cambio, sí podemos ver calles en Lima con nombres de condes, condesas, marqueses, virreyes, y hasta del tirano Virrey Toledo, que ejecutó a Túpac Amaru II y su familia. Incluso se ensalza con el nombre de Avenida del Corregidor a tan despreciable personaje colonial. Pero vaya usted a ver el Calendario Cívico Escolar. Podrá encontrar hasta el “Día del Cebiche” o el “Día del Internet”, pero no a Sayri Túpac, Juan Santos Atahualpa, Pedro Vilcapaza, Felipe Velasco y otros héroes excluidos arbitrariamente de los textos educativos.
Notas:
[14] Es pertinente aclarar que en este trabajo, se usa el término colonia y sus subfijos al sometimiento de un país por otro. En particular al periodo de dominación del coloniaje o colonialismo español en Sudamérica. Muy distinto al de ganar nuevos territorios para la agricultura con fines de colonización. [15] Biaggio Arbulú Galliani, Genealogía de Túpac Amaru II-http://www.logiatupacamaru.org/tupac/biaggio.html . [16] Guillermo Lormann Villena y otros, “Francisco de Toledo. Disposiciones gubernativas para el virreinato del Perú”- Escuela de Estudios hispanoamericanos. Consejo Superior de Investigaciones científicas. [17] Mendíburu, Tomo I, pag 387 [18] Una serie de audios registrados el 31 mayo del 2012 y publicados posteriormente por todos los medios de prensa en torno al caso “Chavín de Huántar” testimoniaron la conducta del entonces presidente del Poder Judicial César San Martín para coludirse con el Ministro de Justicia de esos días, Juan Jiménez Mayor ,el agente peruano ante la CIDH, abogado Pedro Cateriano, posteriormente Ministro de Defensa, y la jueza Carmen Rojjasi, de la Sala Penal que tenía en sus manos el caso de la ejecución extrajudicial del subversivo del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, Eduardo Cruz Sánchez- “Tito”, tras el rescate de los rehenes en la embajada Japonesa en 1997. Todo esto para parcializarse con los homicidas y cometer fraude judicial ante la Comisión Internacional de Derechos Humanos-CIDH. |
Milciades Ruiz Rojas
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