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Agrotóxicos: Monte Maíz - Córdoba |
La peste soja
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“En Monte Maíz, al sudeste de Córdoba, los casos de cáncer triplican la media nacional. En esa zona rural, de casi 65 mil hectáreas, se aplican 630 mil litros de pesticidas al año. Docentes de la UNC y la UNLP junto a estudiantes llegaron hasta allí para realizar la radiografía de un pueblo que vive respirando veneno. De habitantes de uno de los tantos pueblos de la denominada “pampa gringa”, reconvertida en “pampa sojera”, los ciudadanos de Monte Maíz pasaron a ser objeto de fuertes debates políticos y mediáticos. ¿El tema en cuestión? Haber reclamado un estudio sanitario que explicara las causas del notable aumento de las muertes por cáncer en los últimos años en esa zona al sudeste de Córdoba. |
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En
octubre del año pasado, estudiantes de medicina y geografía,
acompañados por docentes de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC),
y un grupo de químicos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP),
analizaron el pueblo a partir de un campamento sanitario. Desde
entonces y hasta fines de marzo —cuando se presentó el informe
final— los encargados del estudio, las autoridades municipales
que acompañaron el trabajo y los propios vecinos recibieron
agravios, presiones y maltratos por parte de empresarios,
funcionarios y comunicadores vinculados al agronegocio. Tal vez,
las conclusiones del trabajo expliquen el porqué de esas
agresiones. En Monte Maíz muere el triple de personas por cáncer
que la media nacional. Los insumos utilizados para fumigar los
campos se ubican en el centro de las miradas. “La contaminación
con agroquímicos es el factor preponderante en el análisis del
entorno ambiental del pueblo y el gran volumen de los mismos
significan una amenaza constante”, concluye el relevamiento. Monte
Maíz, sudeste cordobés, departamento Unión. Las charlas
cotidianas en la estación de servicio, en el café, en el club
refieren a un vecino joven que murió de cáncer; a una pareja que
perdió un bebé con malformaciones; a los caros medicamentos para
sacar adelante una ‘enfermedad rara’. Lo que se volvió normal
empezó a ser cuestionado. Luego de años de frustrados intentos,
un grupo de vecinos logró convencer a las autoridades de la
necesidad urgente de estudiar la salud colectiva de la ciudad.
La Red de Prevención, una organización vecinal, persuadió al
intendente justicialista Luis Trotte de encabezar esta
iniciativa. Desde la Universidad Nacional de Córdoba, un grupo
docente de la cátedra de Clínica Pediátrica, con Medardo Ávila
Vázquez (Red Universitaria de Ambiente y Salud) a la cabeza, se
puso a disposición. Pediatras, alergistas, clínicos y unos 50
estudiantes encararon la tarea de relevar la salud de vecinas y
vecinos entre el 15 y 19 de octubre pasado. El equipo se
completó con geógrafos y estudiantes, que mapearon los factores
de riesgo ambiental, y técnicos del Centro de Investigaciones en
Medio Ambiente de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP.
Este último grupo analizó muestras de tierra, aire y agua del
pueblo y sus alrededores. Una experiencia novedosa (y “molesta”
para más de uno). El
encuentro entre estudiantes y vecinos dejó huellas. No sólo en
los datos duros recolectados sino también en las pieles de los
interlocutores. Una medicina humanizada caminó el pueblo en
busca de voces necesitadas de narrar lo que sus cuerpos padecen
desde hace años. Las lágrimas no escasearon. Aunque menos
publicitada, otra academia médica alejada de los grandes
negocios farmacéuticos existe y está latente. “Esto es clave
para pensarse desde otro lugar como profesional, y va a producir
un cambio en los estudiantes que están acá”, decía Flavia Fanoni
(28), futura médica.
“Hasta hay productores y sus hijos enfermos de cáncer. Estamos
todos afectados. Esperemos que el interés sea la salud de todos,
aunque posiblemente haya resistencia”, se anticipaba, en octubre
pasado, Verónica. Y las reacciones no se hicieron esperar. A los
cruces de palabras en la ciudad, se agregó el debate en algunos
medios de la provincia. El programa que Gustavo Mathieu (Radio
Mitre-Córdoba) dedicó a denostar el trabajo de médicos y
vecinos, que aún no habían dado sus resultados finales. Fue sólo
una muestra del malestar que generó este estudio en sectores que
defienden el agronegocio a como dé lugar. Con estas palabras
abría una de sus emisiones en su espacio dedicado al periodismo
agropecuario: “Nos marcaron la agenda, y a mí me puso loco que
nos marquen la agenda desde afuera, un sector que no tiene nada
que ver con el campo”. El comunicador no estaba solo. Juan Cruz
Molina, secretario de agricultura de Córdoba; Gustavo Irico,
entonces decano de la Facultad de Medicina; y la agrónoma y
docente de Ciencias Agropecuarias de la UNC Alicia Cavallo lo
acompañaron. Con el caso Monte Maíz, la universidad mostró una
vez más fisuras y fuertes disputas en torno al modelo agrario.
El rector Francisco Tamarit dijo en un primer momento que el
trabajo “era sólo la punta de un iceberg”, en un guiño al
relevamiento. En días previos y posteriores a la presentación
final no hubo comunicados oficiales del rectorado que fijaran
posición.
Almuerzo en una parrilla, a la vera de la ruta. Varios de los
miembros de la Red de Prevención comparten sus expectativas con
los médicos. El temor a alguna intervención desproporcionada de
quienes querían evitar que el trabajo saliera a la luz es tema
de conversación entre bocado y bocado. Diego Ceballos (32),
marido de Paulina y padre de Carmela (2) necesitaba desahogarse.
El 24 de julio de 2014 su mujer perdió un embarazo. El bebé
presentaba malformaciones. Una situación que en Monte Maíz se
repite más de lo normal. “Cuando encuentro gente que presiona
como presionó estos últimos días para que no se presente esto
realmente uno se siente muy mal”, larga, con los ojos
humedecidos. “Con esa gente que piensa que esto tiene un interés
político, y que no conoce Monte Maíz, me sentaría a charlar para
que sepa lo que me pasó, lo que tuve que padecer y le explicaría
el motivo de mi lucha”, termina de decir con lo que resta de
voz. Otros
datos divulgados en la jornada aportan cifras concretas a lo que
vecinos como Diego observaban a diario. Los abortos espontáneos
“superaron por más de tres veces la prevalencia esperada”. En
Monte Maíz alcanza al 9,98 por ciento frente al 3 por ciento a
nivel nacional. El cálculo incluyó casos de los últimos cinco
años en mujeres de 15 a 44 años. Entre las 981 mujeres que
cumplían con esta condición, 79 sufrieron abortos espontáneos.
La mayoría padeció un episodio, mientras que quince sufrieron
dos abortos y dos mujeres vivieron ese trauma en tres
oportunidades. Enfermedades respiratorias y malformaciones
congénitas también estuvieron por encima de los parámetros
normales. Al análisis médico se agregó en forma combinada información geográfica y química. Monte Maíz presenta “una línea de empresas cerealeras y grandes acopios de granos en la zona central que despide de los silos cascarillas de granos cargadas de (los agroquímicos) glifosato y clorpirifós”. La zona rural reúne “65.000 hectáreas donde se aplican 630.000 litros de pesticidas por año”, en cultivos que en muchos casos se ubican a una calle de cualquier casa. El
relevamiento destaca que en el interior del radio urbano existen
al menos “22 galpones de maquinas de pulverizar y alta
concentración de pesticidas en el suelo”, hecho “demostrado en
que en el 100 por ciento de las muestras se detectó glifosato,
clorpirifós y cipermetrina”, plaguicidas utilizados en las
campañas agropecuarias. Con
las conclusiones en el aire, los representantes del agronegocio
se llaman a silencio. Una pregunta se repite desde el público:
“¿Y ahora, qué hacemos?”. El intendente Luis Trotte celebra que
se haya divulgado el trabajo “a pesar de las presiones”. Ahora,
“hay que empezar a trabajar”: “En la plaza donde antes se
fumigaba, se empieza a cortar el yuyo. Vamos a corregir el tema
de los depósitos, y lo más importante, de los silos”. Ignacio
Silva agrega su mirada como concejal y, sobre todo, como vecino
que participa en la Red: “Ahora empieza lo más interesante que
es trabajar con ordenanzas. Lo más urgente me parece que es el
tema de reubicar los depósitos, y emplazarlos para que se
retiren del área urbana”. |
Leonardo Rossi
Gentileza de Agencia Para La Libertad, periodismo es intervención social
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