Todos al pasar por la orilla del río se tapan la nariz, escupen para allá, para acá, y repiten Puf…fff ¡qué asco! ¡Dios mío! Nubarrones de moscas se meten a la nariz y a la boca de los niños y niñas.
El río no tiene amigos, ni amigas. Sólo un perro negro, hambriento y sin dueño contempla la penosa agonía del río.
Un atardecer, el río exhaló un profundo suspiró de dolor, y vergüenza.
El perro al instante de dijo:
-Amigo río, no sufras la indiferencia de las autoridades y la irracionalidad de la gente. Son ellos los que mancharon tus aguas cristalinas, y hoy sienten asco de su obra.
El río sollozando respondió:
-Sí. Son los hombres los que me cubrieron de basura, hasta que mis aguas estén muertas.
El Perro respondió:
-¡Ay! río la suerte mía y la tuya son iguales. Antes cuando mis dientes eran fuertes como el acero, me daban de comer. Ahora que soy viejo me arrojaron a la calle sin piedad. Cuando los hombres no tomaban agua potable, te cuidaban; ahora ya no les sirves. ¡Qué oportunistas son esta gente!
El río argumentó:
-Cuando se acabe el agua de las lagunas, volverán los ojos a mí, será demasiado tarde, porque ya no estaré, sólo encontraran un montículo de basura por donde corrieron mis aguas cristalinas.
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