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El halcón y el gorrión |
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Una tarde de verano, un hambriento halcón
voló y voló por el inmenso Valle Wanka, buscando atrapar su
presa. De
pronto divisó, en un
recoveco del riachuelo una silueta de una avecilla, que no podía levantar
vuelo. El halcón Zassss…..! Se
lanzó bruscamente y, no halló nada que comer, con profundo dolor en el
alma y el cuerpo se puso de pie, para alejarse lentamente del lugar. Al
rato decidió beber agua fresca para apagar la sed y
de alguna manera mitigar el hambre. El halcón se paró sobre una piedra lisa,
desde allí, contempló el correr del agua, que se iba haciendo hondas
atrevidas río abajo. Asombroso de ver la violencia del agua. No pudo
contener un profundo suspiro, al percatarse que las hojas secas y verdes,
eran arrastradas sin piedad, de sus finos cabellos. Al instante, le
sorprendió el aletear de un gorrión, que venía a tomar agua. El halcón, ferozmente se abalanzó sobre su
presa frágil. Al tenerlo entre sus garras asesinas, se dio cuenta que el
gorrión era cojo. Le causó un algo… Admirado le preguntó: ¡Oye
tú! ¿Por qué estás así? El gorrión le respondió
¿Quieres saber por qué estoy
así? -
Bien. Le contaré la historia, "Señor"
halcón ¡Escuche!
- Una mañana
de invierno, salí a buscar
granos para mi madre enferma. Aquel día tan negro, negro para
mí, que
no quiero recordar... Un
niño que no
iba a la escuela, que andaba de paraje en paraje, de quebrada en
quebrada, matando el tiempo y destrozando las alas de las aves que
surcaban el cielo azul; me regaló una piedra en el pie. Yo, fui una de sus tantas víctimas.
Quedé como me ve. Así como estoy, cuido a mi anciana madre. Llevo
agua y comida para ella, que vive inválida. A ella también, fue otro niño
quién le destrozó el ala izquierda, en el verano pasado, cuando traía
agua para mis hermanos y para
mí. "Señor" Halcón, ya sabes todo. Te
conté porque tú me lo pediste. Mi vida está entre tus filudas
garras. Si tú, quieres que mi madre se muera de hambre y sed; en el viejo
nido de paja que la cobija, esperando al hijo que nunca volverá. ¡Puede
comerme! El halcón gritó. ¡No te comeré! Porque tú,
me enseñaste a ser hijo. El Gorrión al verse libre cantó ¡Pichiu,
pichiu pichiupii! Dio las gracias..., Luego saltando con mucha dificultad se acercó al riachuelo, tomó agua, recogió unas cuántas semillas y se fue volando... |
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Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
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