|
Tras la pared – aro en llamas – de mi pecho,
quiere echarse al mar un pez rojo.
Me retuerzo, despliego, levito,
pero el mago escondió su vara
en algún bolsillo de la chaqueta.
Los conejos temerosos asoman apenas del sombrero,
las puntitas gráciles de sus orejas.
El espejo roto devuelve una Alicia
que desata el delantal de su vestido.
Las medias revolotean en tanto,
caen amargas en el suelo.
Denme tan sólo tierras polvorientas para andar.
La Mancha no es sólo un lugar perdido en la tierra.
Allá tras los espejismos de héroes antiguos,
hay una línea que divide el mundo.
Sobre Alicia caen siempre las barajas;
alguna quedó prendida en su melena
y el mago trae cola para pegar el espejo.
Tras la pared – aro en llamas – de mi pecho,
quiere echarse al mar un pez rojo.
|