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A veces un amigo
puede pintarse socarronamente de mediastintas
y columpiarse en las veredas.
A veces un amigo
puede limpiar con el molde arenoso y gris de su lengua
las baldosas de salones privados.
A veces un amigo
puede tener la figura de un animal rapaz
y subir escaleras resbaladizas,
crucificando mariposas.
A veces un amigo
puede ponerse la miopía junto con los espejuelos,
no ver hacia delante
y mirar de soslayo.
A veces un amigo
puede mentir con mentiras que no quepan
en la vaina de tamarindo del viento.
A veces un amigo
puede vestirse de Arlequín,
dar un salto mortal
y caerse del tejado.
A veces un amigo
no puede nunca más ser amigo
y desaparecer para siempre;
sin retorno.
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