“Por el tambor de Chano –aseguraba don Fernando Ortiz— hablaban sus abuelos, pero también hablaba toda Cuba, pues el músico Chano, que injertó en el jazz de Norteamérica una nueva y vigorosa energía, fue cubano ciento por ciento”.
De ahí, concluía el reconocido polígrafo cubano, “debemos recordar su nombre para que no se pierda como el de tantos artistas anónimos que durante siglos han mantenido el arte musical de su genuina cubanía”.
Palabras que sustentan el noble empeño que, indudablemente, ha animado al investigador Ricardo Oropesa Fernández, quien firma el libro titulado Las oscuras leyendas de Chano Pozo (Editorial Ácana, Colección Suma y Reflejo, 2017, 208 pp).
No se trata, como afirma su autor, de una biografía sobre el percusionista y compositor cubano, nacido en La Habana, en 1915, y asesinado en Nueva York, en 1948, figura esencial de la música de su tiempo.
Como escribe Oropesa Fernández en la nota de presentación del volumen:
Pretendemos que sirva este libro-homenaje para divulgar al Chano artista del pueblo cubano y sea motivo de inspiración a los estudiosos y amantes de su música para crear nuevas obras bibliográficas y musicológicas que permitan a las futuras generaciones comprender la grandeza de su talento.
A través de estas páginas, nacidas gracias a una amplia y exhaustiva investigación documental y testimonial, se conocerán, sin embargo, pasajes de la vida y la obra de un artista no totalmente valorado en su real dimensión.
En Las oscuras leyendas de Chano Pozo se logra así informar, comentar, precisar, aclarar, sobre realidades y problemáticas que han rodeado la existencia de quien –en opinión de Dizzy Gillespie— fue “el tamborero más grande que he oído en mi vida”.
En el prólogo a Las oscuras leyendas de Chano Pozo, el musicógrafo Gabe Romero comenta:
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