Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay

 

También puede colaborar con la labor cultural de Letras Uruguay por medio de COLECTATE

 
"Los animales tienen sexo; el erotismo es exclusivamente humano: es la sexualidad transformada por la imaginación"

(Esther Perel)

¿El pan de los pobres?
por Nuria Rodríguez Gonzalo
lisistrata01@gmail.com

 

“Sex is a state of grace,

In a cage it can’t take place.

Break the cage then, start in and try.”

D.H. Lawrence.

 

El epígrafe de este collage esta compuesto por los últimos versos del bellísimo poema Wild things in Captivity, y aparece publicado en su totalidad (sin traducción al español), al principio del libro de Esther Perel[1]: Inteligencia Erótica, claves para mantener la pasión en la pareja (Temas de Hoy, S. A., Madrid, 2007). Obra esclarecedora que pretende cumplir un papel divulgativo y que fue escrita inicialmente bajo el título Mating in Captivity, Reconciling the Erotic + the Domestic, 2006  ling the Erotic + the Domestic, (HarperCollins, e-books, 2009). En la portada nos dicen que el libro se convirtió en un ‘best seller mundial’. Sobre la autora sabemos que labora desde hace más de veinte años como psicoterapeuta especialista en terapias familiares y de pareja, es profesora en el programa Internacional Trauma Studies de la Universidad de Columbia, y es parte de la American Family Therapy Academy.

En su libro, Perel ofrece un enfoque bastante novedoso y singular sobre temas a los que nos introduce, con capítulos tan provocadores como los que cito a continuación, para darte una idea de su contenido: De la aventura a la cautividad: por qué la búsqueda de la seguridad debilita la vitalidad erótica. Más intimidad menos sexo: el amor busca proximidad, pero el deseo requiere distancia. Democracia versus sexo apasionado: el deseo y el igualitarismo no  se rigen por las mismas reglas. Paternidad: cuando tres es una amenaza para dos. Piel y fantasías: en el santuario de la mente erótica encontramos una ruta directa al placer. La sombra de un tercero: replanteándose la fidelidad; y otros, con títulos igualmente sugerentes, todos con un sólido respaldo bibliográfico.

El Beso

Auguste Rodin (1840 -1917)
En torno a 1882 - Mármol
Alt. 181,5 cm
Mármol, encargado por el Estado en 1888, tallado entre 1888 y 1898. Integrado en el museo del Luxembourg en 1901; atribuido al museo Rodin, en 1919.

Pues bien, es en esa audaz y provocadora obra donde la autora explica que la palabra erotismo tiene un sentido mucho más amplio que el concepto de  sexualidad, porque, como dice Perel: “Los animales tienen sexo; el erotismo es exclusivamente humano: es la sexualidad transformada por la imaginación. De hecho, el acto sexual no es necesario para tener una experiencia erótica integral, aunque el sexo frecuentemente se insinúa, es simplemente imaginado. El erotismo surge del cultivo de la excitación: es la búsqueda intencionada de placer…el erotismo nos muestra otro mundo dentro de este mundo. Los sentimientos se convierten en sirvientes de la imaginación y nos permiten ver lo invisible y oír lo inaudible.”

Esa es, quizá, una de las razones por las que el erotismo se encuentra tan ligado a la poesía pues, como explica la autora, los viajes mentales de nuestros deseos permiten  tender un puente entre lo que deseamos  como posible y lo que realmente está  permitido por nuestra cultura o circunstancias; tema desarrollado por Octavio Paz en su libro La llama doble: amor y erotismo (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 1997) donde leemos que “Los sentidos son y no son de este mundo. Por ellos, la poesía traza un puente entre el ver y el creer. Por ese puente la imaginación cobra cuerpo y los cuerpos se vuelven imágenes. La relación entre erotismo y poesía es tal que puede decirse, sin afectación, que el primero es una poética corporal y que la segunda es una erótica verbal.”

Me parece importante resaltar el tema de los puentes que se tienden entre los extremos de la realidad y la fantasía, la poética corporal y la erótica verbal,  lo permitido y lo prohibido, entre otros vínculos o enlaces a los que haré referencia en este collage, porque creo que esto nos permite comprender mejor el asunto de la distancia que existe entre dos seres humanos que, al relacionarse eróticamente, sienten  deseos contrapuestos: por una parte: el anhelo de lograr la unidad más profunda;  por la otra: el ansia de conservar su individualidad…¡difícil equilibrio entre intereses opuestos! Sin embargo, como aprendemos leyendo, resulta que el erotismo surge  en ese espacio que se abre entre los dos extremos del puente.

Pese a lo anterior, muchas parejas –en su afán de establecer seguridad–, terminan confundiendo al amor con la fusión y se olvidan de la otra parte, o sea, de la importancia de conservar también su individualidad. Al respecto, añade Perel: “Para mantener el ardor de la pasión hacia el otro, debe existir un puente que cruzar. El erotismo requiere cierta distancia. En otras palabras, el erotismo prospera en el espacio entre uno mismo y el otro. Para tener una relación de intimidad con el que amas, debes poder soportar esta brecha y sus incertidumbres”,  lo que constituye una de las paradojas del erotismo, tan lleno de contradicciones como el mismo ser humano que lo experimenta.

 

Según la autora de referencia, otra de las contradicciones que tenemos las personas es, precisamente,  la tensión que se forma entre estos dos polos: el anhelo de seguridad y el deseo de aventura. Por un lado, la seguridad nos permite experimentar la sensación de permanencia, fiabilidad, estabilidad, unidad, etcétera. Por el otro, la aventura confirma nuestra individualidad, autonomía, innato deseo de riesgo, de juego, de viajes, y demás… “Esta danza interminable entre el cambio y la estabilidad nos recuerda al ancla y la ola”, para decirlo con Perel. Seguridad y aventura: dos ansias aparentemente irreconciliables, son extremos que se  pueden armonizar gracias al cultivo de la inteligencia erótica. Esto lo demuestra la autora con lujo de detalles ya que, a lo largo de esa obra de amena lectura, logra involucrarnos en ‘un debate honesto, informado y provocativo’ sobre cómo enfrentar y equilibrar nuestras contradictorias aspiraciones de ser el ancla y la ola…¡al mismo tiempo!

Sería largo y complejo tratar de resumir todos los enfoques y propuestas que nos regala el libro Inteligencia Erótica; sin embargo, hay un tema que no quiero dejar pasar: las fantasías como instrumento para el cultivo de la excitación y la búsqueda intencionada de placer. Ya que, gracias a nuestra ‘humana, demasiado humana’ capacidad de imaginación, podemos agregarle a la vida doméstica –bien anclada en la previsibilidad–, otra dimensión: la vida soñada, que surge al amparo de las fantasías y nos permite viajar –descubriendo nuevos mundos–, cual si fuéramos olas cambiantes y juguetonas. Al respecto, manifiesta Perel:

“Hasta hace poco tiempo, las fantasías sexuales tenían mala fama. Lo que el cristianismo consideraba un pecado fue visto, más adelante, por la psicología moderna como una perversión, limitada a las personas insatisfechas e inmaduras. Incluso muchas personas creen que las fantasías no son otra cosa que una pobre compensación para las frustraciones libidinosas y la falta de oportunidades causadas por la falta de valor, un desarrollo atrofiado o una barriga prominente. Creen que las fantasías sexuales que tenemos representan lo que queremos que suceda en el mundo real… Yo también solía tener la estrecha idea de que la fantasía era como el pan de los pobres: el alimento de los sensualmente empobrecidos. Me habían enseñado a tomar las fantasías como un síntoma de neurosis o inmadurez, o como idealizaciones románticas teñidas de erotismo que nos impiden ver la verdadera identidad de nuestra pareja, y que socavan las relaciones de pareja en la vida real. Me encontraba atascada en el límite entre lo imaginario y lo real, en lugar de profundizar en la complejidad de la mente erótica.”

Con esa enorme cita introduzco el tema de las fantasías, porque me parece digno de reflexión… ¡y de experimentación sin prejuicios!, entre otras razones porque con las fantasías podemos darnos el lujo de transgredir normas sociales sin sufrir consecuencias negativas y, como dice Perel, resulta que “la transgresión es afrodisiaca, y en ocasiones los secretos son una fuente de autonomía o una reacción violenta contra la falta de privacidad”, y ¿qué mejor lugar para cultivar nuestro jardín secreto, transgredir reglas y permitirnos un descanso de la vida real que entrando a ese mundo de la vida soñada?, ¿quién podría entrar en ella para juzgarnos por romper tabúes libremente, en busca de placer, si todo sucede en nuestra imaginación? Aquí vale recordar que las fantasías, generadas a través de nuestro pensamiento e imaginación, representan la expresión más natural y profunda de libertad personal; como dice la letra de la popular canción alemana Die gedanken sind frei (Los pensamientos son libres) considerada, a lo largo de la historia, como un himno contra el autoritarismo, la prepotencia y la opresión.

Esther Perel

Por estimar que esa bella canción europea ilustra muy bien la propuesta que nos hace Perel, con respecto a cultivar las fantasías o viajes mentales de nuestros anhelos en busca de placer, de inmediato deseo parafrasear para vos una traducción libre de su letra: ‘los pensamientos son libres ¿quién puede adivinarlos? Se pasan volando como sombras nocturnas y nadie más puede saberlos, ningún cazador puede dispararles con pólvora o plomo, pensamos lo que queremos, todo en silencio, así como se nos ocurra, nuestros deseos y necesidades nadie puede negarlos y aunque nos encierren en el calabozo más oscuro, todo eso es inútil pues nuestros pensamientos son libres y en nuestra mente podemos echar abajo las barreras  y murallas con nuestra imaginación, dejar para siempre las preocupaciones y jamás ajetrearnos con los grillos mortificantes, podemos dentro de nuestros corazones reír y bromear mientras pensamos que los pensamientos son libres y aún en la mayor de las soledades imaginar que tomamos una copa de vino en compañía de quien amamos porque…¡los pensamientos son libres!’ Me encanta la letra de esa canción, ¿y  a vos?

Pues bien, tomando en cuenta todo lo dicho hasta aquí, con respecto a la libertad de pensamiento y de fantasía, también me parece importante recordar que el erotismo, diferente al simple acto de reproducción de la especie, no es eficiente, como explica la misma Perel, el erotismo: “Adora despilfarrar tiempo y recursos… es un acto de la imaginación por lo que no puede ser medido” y por ello no es alabado por quienes buscan la eficiencia y los resultados medibles “…el espacio erótico es un descanso radiante en el cual gozamos y somos indiferentes a las exigencias de productividad; aquí el placer es la única meta.” De ahí, o sea, de comprender que los pensamientos y las fantasías además de ser libres no pueden medirse por su eficiencia sino por el descanso radiante que nos regalan con respecto a las exigencias de productividad típicas de la cultura capitalista, resulta más sencillo comprender la importancia de entregarnos a esas ensoñaciones que son un medio propicio para cultivar tanto el erotismo como el refinamiento de los placeres, porque las fantasías nos abren la posibilidad de viajar a donde el deseo nos lleve y, para ello, requerimos únicamente de nuestra imaginación y del cultivo de ese erotismo  que tanto revitaliza.

Algo de lo anterior es confirmado por la autora de Inteligencia Erótica cuando escribe: “Las fantasías (sexuales o de otra clase) también tienen propiedades medicinales y renovadoras casi mágicas. Restituyen los pechos robados por una mastectomía o nos permiten volver a caminar como lo hacíamos antes de un accidente que nos dejó parapléjicos. Nos hacen volver atrás en el tiempo, lo que nos permite ser jóvenes otra vez; y, por un instante, nos permiten ser como ya no somos y como nunca volveremos a ser: perfectos, fuertes y hermosos. Nos ponen en presencia de aquellos seres queridos que han muerto, o nos traen recuerdos de cuando hacíamos el amor apasionadamente con la misma pareja que ahora luchamos por erotizar. A través de las fantasías reparamos, resarcimos y transformamos. Por unos momentos, estamos más allá de la realidad de la vida y, por ende, de la realidad de la muerte.”

Y con esa maravillosa cita que ilustra los poderes curativos, reparadores, compensadores y transformadores que nos regalan las fantasías y sus cómplices: la inteligencia, la sensibilidad, la imaginación y la poesía, brinco a otro punto del mismo libro para ir en busca de más detalles sobre el poder curativo-recreativo de las fantasías eróticas, y leo: “Si nos sentimos inseguros y poco atractivos, en nuestras fantasías somos, en cambio, irresistibles. Si tenemos miedo de nuestra propia agresividad, en nuestras ensoñaciones interiores podemos sentirnos poderosos sin tener que preocuparnos por que alguien salga lastimado. Si no nos atrevemos a pedir, en nuestras fantasías eróticas el otro conoce nuestras necesidades, incluso antes que nosotros mismos. Si sentimos que no deberíamos tener relaciones sexuales, en nuestro teatro privado podemos entregarnos a alguien lujurioso sin tener que cargar con la responsabilidad: hicimos lo que él quería, no fue culpa nuestra. La fantasía expresa el problema y facilita la solución. Constituye un espacio ardiente, en el que el miedo que nos inhibe se transforma en descaro. ¡Qué alivio descubrir que nuestra vergüenza se torna en curiosidad; nuestra timidez, en firmeza; y nuestro desamparo en dominio!”

Otro de los temas imprescindibles para hacer mejor uso de las fantasías y cultivar esa clase de erotismo capaz de re-crearnos, y alimentar nuestra “joie de vivre”, tiene que ver con la absoluta comprensión de que gracias al erotismo –experimentado de esta manera tan personal, tan íntima, y a la vez tan libre y desprejuiciada–, entramos en una especie de juego, en un derroche de nuestros sentidos, los cuales se ponen al servicio de nuestra imaginación, y por ende, del cuerpo y del placer pues, como nos agrega Perel: “las fantasías sexuales incluyen cualquier clase de actividad mental que genere deseo e intensifique el entusiasmo. No es necesario que estos pensamientos sean gráficos ni que estén bien definidos. A menudo carecen de cohesión: son más sensaciones que imágenes, más sensuales que sexuales. Prácticamente cualquier cosa puede infiltrarse en nuestra imaginación erótica: recuerdos, olores, sonidos, palabras, momentos específicos del día, texturas… todo puede ser considerado una fantasía siempre y cuando ponga en movimiento la rueda del deseo.”

Y es por todo lo anterior que el erotismo, según la misma autora, está tan ligado al cultivo de los juegos llevados a cabo sin otro propósito que el de divertirnos en un espacio despreocupado y totalmente libre de complejos; juegos que están en contrapartida a esta cultura que nos impone valores de eficiencia y constante responsabilidad.  “El erotismo, ligado como está a la imaginación, representa otra forma de juego. Yo pienso en el juego como una realidad alternativa que se encuentra a mitad de camino entre la realidad y la ficción; como un espacio seguro en el que experimentamos, nos reinventamos y asumimos riesgos. A través del juego dejamos en suspenso la incredulidad: simulamos que algo es real, cuando sabemos con total certeza que no lo es”,  dice Perel. A propósito, estos temas del erotismo, las fantasías y el juego como espacio seguro para la experimentación y la recreación queda muy bien ilustrado en la divertida comedia cinematográfica: La vida empieza hoy[2], dirigida por Laura Mañá. La he visto completa en YouTube y en otros sitios de Internet así que, por favor, si aún no la has visto, no dejés de disfrutarla.

Pues bien, de algo así se trata este asunto del erotismo incrementado a través de nuestras fantasías: de jugar y re-crearnos sin buscar resultados medibles ni controlables, salvo el simple esparcimiento y la intencionada búsqueda de placer por el placer mismo, como lo hacíamos en la niñez, cuando jugar era algo natural, lo que, desgraciadamente para muchas personas, fue cambiando con el paso de los años y con las responsabilidades de la vida real. De ahí la importancia de los juegos eróticos como vía para tender otro puente: el puente hacia nuestra niñez, pues, como leemos en Inteligencia Erótica: “Mucho tiempo después de que nuestra mente ha comenzado a llenarse de mandamientos que nos obligan a ser personas serias, el cuerpo sigue siendo una zona franca, libre del peso de la razón y del juicio”.

Por eso, para Perel, quienes cultivan el erotismo mantienen una actitud juguetona hacia la otra persona:  tienen claro que su relación es algo vivo que sigue en curso, sin agotarse, pues se trata de una historia narrada a dos voces, con muchos capítulos, y que nadie sabe cómo concluirá, ni tampoco si terminará. Porque siempre habrá un lugar al que no han ido, y siempre habrá algo sobre el otro ser humano que aún sienten curiosidad por descubrir… “Como todas las parejas, ellos también atraviesan por periodos en los que el deseo está dormido, momentos en los que están disgustados entre sí o que simplemente están inmersos en sus propios proyectos y en sus propias vidas, pero no les entra el pánico, no están aterrorizados de que haya algo que funcione terriblemente mal entre ellos. Saben que la intensidad del erotismo crece y mengua, que el deseo sufre eclipses momentáneos y desapariciones intermitentes, pero que con la suficiente atención de su parte, pueden recuperar la excitación.”

Antes de terminar, deseo dejar claro que el tema del erotismo no tiene que ver únicamente con la búsqueda de placer personal o de pareja; es un asunto que, bien entendido y experimentado, puede tender otro puente más y hacernos sentir eso que en filosofía se conoce como: trascendencia. De más está señalar que Esther Perel no es la única que ha participado en la investigación y divulgación de los últimos hallazgos con respecto al erotismo y sus beneficios para la Humanidad. En realidad se trata de un gran trabajo colectivo que se ha venido desarrollando en torno a la sexualidad, en particular, y al erotismo en general. A esta labor de desprejuiciar y desmitificar ambos tópicos se han unido personas de la talla de Michael Foucault, Ethel Person, Jack Morin, Michele Scheinkman, y más. Entre ellas, deseo destacar la figura de Georges Bataille[3], quien estudió el tema profundamente en su libro precisamente titulado: El erotismo (Tusquets Editores, Barcelona, 2005), donde leemos:

“En tanto que es un animal erótico, el hombre es para sí mismo un problema. El erotismo es nuestra parte problemática… Entre todos los problemas, el erotismo es el más misterioso, el más general, el más aislado.

Para aquel que no puede eludirlo, para aquél cuya vida se abre a la exuberancia, el erotismo es el problema personal por excelencia. Es, al mismo tiempo, el problema universal por excelencia. El trance erótico es también el más intenso (exceptuando, si se quiere, la experiencia de los místicos). De modo que está situado en la cima del espíritu humano.”

Si ya tuviste el placer de saborear la obra de Bataille[4], de la que extraje la cita anterior, tendrás claro que reflexionar sobre el erotismo y ponerlo en práctica no es dedicar el tiempo a una bagatela. Y si las últimas investigaciones realizadas por las y los entendidos en la materia reflejan que a través del cultivo de las fantasías podemos lograr ese trance erótico que Bataille coloca nada menos que en la cumbre del espíritu humano…¡bien vale la pena cultivar esas fantasías! De ahí la importancia de refinar nuestra inteligencia erótica y romper con la idea de que las fantasías, de todo tipo, son el pan de los pobres pues, ahora lo sabemos, más bien son el ingrediente natural del erotismo y de la sexualidad adulta. Si tenemos claro que se trata de un juego de nuestra imaginación que nos permite tender puentes entre dos extremos en apariencia irreconciliables, si además tenemos claro que el juego que nos permite fantasear es “una realidad alternativa que se encuentra a mitad de camino entre la realidad y la ficción” y que cuando jugamos entramos en “un espacio seguro en el que experimentamos, nos reinventamos y asumimos riesgos”,  simulando que algo es real a sabiendas de que no lo es; entonces, tal vez jugando a fantasear podamos tender otro puente: aquel que nos permitiría unir a nuestro inconsciente individual con el inconsciente colectivo para alcanzar ese intenso  e integral trance erótico que Bataille sitúa en la cumbre del espíritu humano.

Esa conclusión de Bataille es reafirmada con valentía por Perel quien nos cuenta lo siguiente: “Cuanto más escucho e investigo, más aprecio la habilidad de la fantasía: su energía, su eficiencia imaginativa, sus cualidades curativas y su poder psicológico. Nuestras fantasías combinan la singularidad de nuestra historia personal con el amplio alcance de la imaginación colectiva. Cada cultura utiliza incentivos y prohibiciones para expresar aquello que considera sexy…y lo que está prohibido.  Los viajes mentales de nuestros deseos tienden un puente entre lo posible y lo permitido. La fantasía es la alquimia que transforma este revoltijo de ingredientes psíquicos en el oro puro de la excitación erótica… Las fantasías son el camino ingenioso que nuestra mente creativa recorre para superar toda clase de conflictos relacionados con el deseo y la intimidad. El psicoanalista Michael Bader (cuyo mordaz libro Arousal  discurre sobre los trasfondos de la fantasía) explica que en el santuario de la mente erótica encontramos un espacio psicológico seguro para desatar las inhibiciones y temores que nos perturban. Nuestras fantasías nos permiten negar y deshacernos de los límites impuestos por nuestra propia conciencia, nuestra cultura y nuestra imagen de nosotros mismos.” 

Esto lo sabía D. H. Lawrence quien en sus obras exploró  con gran maestría el tema del erotismo.  Basta recordar algunas de sus novelas, por ejemplo: El amante de Lady Chatterley; o bien, Mujeres Enamoradas, para comprender uno de sus mensajes principales: “el deseo es sagrado”.  Y como me encanta la síntesis que logra ese autor en Wild Things in captivity, quiero citar, una vez más, los últimos versos del poeta: “Sex is a state of grace./ In a cage it can’t take place./Break the cage then, start in and try.”  Y quiero también responder a la pregunta que da título a este collage afirmando que, a mi modo de ver, las fantasías, así como el intenso placer  que nos lleva al trance erótico o a la experiencia erótica integral y a la cima del espíritu colectivo, no es el pan de los pobres…¡todo lo contrario!. ¿Y vos?, ¿qué pensás de todo esto?.

[1]Esther Perel: El secreto del deseo en una relación a largo plazo

 

[2]"La vida empieza hoy" trailer

[3]Georges Bataille en TV (1958)

[4]Georges Bataille - A perte de vue Subtitulado en Español

Nuria Rodríguez Gonzalo
lisistrata01@gmail.com

 

Publicado, originalmente, en "El País (Costa Rica):  http://www.elpais.cr/ 29 noviembre, 2015

 

Link: http://www.elpais.cr/2015/11/29/89459/
 

Ir a índice de ensayo

Ir a índice de Rodríguez Gonzalo, Nuria

Ir a página inicio

Ir a índice de autores