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Dos latinoamericanos unidos por una misma causa
Germán Rodas Chaves
grodas@uasb.edu.ec 

El 28 de enero para los latinoamericanos es una fecha recordatoria cuya asimetría es evidente: de un lado es el aniversario del natalicio de José Martí (1853) y de otra parte el reloj de la historia nos marca el trance del asesinato  de Eloy Alfaro (1912). 

 

A contrapelo de esta circunstancia o casualidad, es evidente que los dos patriotas, - el primero cubano y el segundo ecuatoriano-, han tenido otros eslabones comunes que los han unido no solamente en sus luchas libertarias, sino que los han aproximado a propósito de sus sueños y expectativas compartidas, así como en la determinación de la construcción de una América libre, justa y solidaria y, además, lejos de cualquier forma de tutelaje.

 

Martí y Alfaro vivieron momentos de enormes dificultades para poner en marcha sus ideas.  Martí tuvo que soportar la prisión y el destierro debido a su confrontación con la metrópoli española y a su pasión por la libertad de Cuba, en tanto Alfaro fue víctima de persecuciones debido a su intensa batalla por confrontar con el mundo conservador y clerical que, entonces, se vivía en la realidad nacional.

 

Debido a la circunstancia de estar lejos de sus patrias, -alejados momentáneamente por una especie de exilio-, Alfaro y Martí pudieron aproximar su amistad y establecer una relación fraterna (aquella que se nutrió debido a la vinculación con la masonería) que habría de evidenciarse en muchos episodios de su vida, particularmente cuando el “Viejo Luchador” se comprometió con el autor de “Los Versos Sencillos” a gestionar, -una vez que asumiese el poder en el Ecuador-, ante la Regente de España la liberación de Cuba, asunto que lo cumplió, -con la altivez que le caracterizaba-, luego del triunfo de la revolución liberal en 1895.

 

Todos estos episodios contribuyeron, entre tantos otros, para que los dos latinoamericanos compartieran una amistad y un compromiso de lealtad mutua que denotó, fundamentalmente, sus profundas convicciones para gestar “Nuestra América”, es decir para aprehender nuestra identidad conforme a sus convicciones de que era menester favorecer la construcción de Estados Nacionales, en medio de las diferencias y diversidades que con oportunidad y talento fueron señaladas por Martí y perfectamente comprendidas por Alfaro, al extremo que tuvo la capacidad, este último, de vigorizar la relación entre las diversas regiones de la Patria mediante la construcción del sistema de ferrocarriles.

 

En estas líneas recordatorias, valga señalar que los dos patriotas latinoamericanos caminaron por aparentes paralelas filosóficas distintas, pues en tanto Martí se aproximó al pensamiento del alemán Krause, Alfaro transitó del brazo de la ideología liberal,  cuyo ascendiente se expresó en su obra de gobierno, asunto que al referirlo, no hace sino aproximarnos a la comprensión de que tanto Martí como Alfaro, vivieron su tiempo histórico con el reloj en la mano y no distantes de la realidad del pensamiento transformador de aquellos años.

 

Si bien lo señalado constituyen los eslabones que identifican a Alfaro y Martí, hay uno que se refleja en ambos y que es importante decirlo luego de recordar un episodio histórico:  Martí fue condenado, cuando solamente tenía 16 años, a presidio luego de escribir a un compañero suyo (que aparentemente profesaba ideas libertarias y que a igual que Martí fue alumno del maestro Rafael María Mendive) condenando su comportamiento de sometimiento a los españoles y, sobre todo, su “conducta apóstata”, es decir de repulsa a quien varió radicalmente de opinión.

 

Ni Martí ni Alfaro, fueron apóstatas, esa transfiguración ideológica o mutación política que no solo expresa variaciones a conveniencia en la estructura ideológica del pensamiento, sino oportunismo, cuando no claudicación de los individuos respecto de sus aparentes convicciones.

 

De la misma manera que la inquisición condenaba la apostasía (cuando en la antigüedad aquello significaba el cambio de la fe en Jesucristo recibida mediante el bautismo) debemos condenar las veleidades teóricas de los hombres y mujeres que no han sabido redimensionar la práctica Martiana y Alfarista que en estas circunstancias históricas se redefine como la convicción profunda en sus ideas y el sacrificio de su vida por la defensa de las mismas.  Esta realidad une a los dos latinoamericanos en una misma y única causa universal.

 

Germán Rodas Chaves
grodas@uasb.edu.ec  / grodasch@yahoo.com
Docente de la Universidad Andina Simón Bolívar. (UASB)
Coordinador Académico del Taller de Historia de la Salud en el Ecuador de la UASB
Responsable de las Mesas de Dialogo Salud-Colectividad.
www.uasb.edu.ec


Tomado de la Sección Artes del diario La Hora, Quito, Ecuador

Autorizado por el autor
La Hora

 

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